Aún recuerda con claridad el día que cambió su vida por completo. Ese accidente le robó su bondad y la  empatía por las demás personas al mismo tiempo que le quitó a su novio. Sus recuerdos lo llevaron al momento preciso donde despertó y  vio a Dongsun gravemente herido en el asiento de copiloto.

Se toca el bolsillo al recordar lo que pasó después de ese episodio. Una cajita pequeña con algunas pastillas, se la recetaron cuando empezó a tener ataques de pánico por las noches a causa de las pesadillas tan continuas que él tenía.

 ¿Qué pensaría aquel muchachito de la primera fila si supiera toda esa historia?

Ese chico lo cautiva, atrae su atención hasta que no puede ver a ningún otro lugar. Sus facciones son delicadas, elegantes. Él quería castigarlo por verse tan bonito, tan inocente, tan vivo. Era como una ofensa personal.

Quizá estaba empezando a volverse loco...

Cuando la chica que está a su lado lo llama y él se gira para hablar con ella, la furia explota. Frenéticamente busca en su mente, intentando encontrar una manera de detener lo que se está desarrollando frente a él. Su suave risa, la sonrisa coqueta de la chica mientras estira la mano y lo picotea con el extremo puntiagudo de su lápiz.

¡Basta! Gritó su mente

—Tú. —Gira sus ojos oscuros hacia él pensando una excusa rápida—Dime tu nombre, estás haciendo demasiado alboroto, he estado observando y he tratado de pasarlo por alto pero es demasiado.

El joven estaba asustado, se sintió mal por haber sido reprendido en su primer día de clase, para variar, en una nueva escuela. De nuevo estaba haciendo las cosas mal...

—L-lo lamento no volverá a pasar.

— Tu nombre.

— Lee...Lee Dongmin.— respondió nervioso ante la atenta mirada de sus compañeros

MoonBin rió, una tos corta y amarga que causa que los ojos de sus estudiantes se muevan hacia él.

"Que cruel ironía"

— Quédate después de clase. Todos los demás pueden irse.