Capítulo XV.
Justin suspiró una vez más mientras intentaba hacer que su ropa se acomodara dentro de su maleta, la misma maleta con la que había transportado los pedazos de su corazón en los momentos difíciles del pasado. Esta vez era diferente. Esta vez el abismo que sentía en su pecho era tan enorme que podía hacerlo quedar sin aliento en cualquier momento.
Se obligó a sí mismo a contener el llanto y respirar lo suficiente para tranquilizarse. Llevaba 3 días sin poder siquiera dirigirle una mirada a su pequeño. La chica era bastante seria respecto a sus restricciones. A esas alturas no sabía si seguía amándola o estaba comenzando a convertir todos esos sentimientos que tanto albergó en odio y rencor.
El rubio entró a su habitación. Los llantos de Jason se podían escuchar por el pasillo. Sintió su corazón estrujarse una vez más.
"Sé que esto no ayuda mucho, pero él te necesita. De verdad lo hace. No tienes por qué irte. Sabes que ella puede ser obstinada, pero su enojo no durará más de una semana. Solo no te rindas aún."
El castaño dejó de empacar y se sentó en la orilla de la cama. "No puedo, Ryan. Ya no puedo seguir forzándola a ceder. Ni siquiera ella puede controlar esa barrera y, si sigo intentando derribarla, lastimaré a Jason en el proceso."
"Ella lo está lastimando con su insistencia por reforzarla", bufó. "Sabes que la adoro, pero no puedo seguir de su lado. Sus acciones están perjudicándolo a él también. No ha dejado de llorar desde que lo quitó de tus brazos. Debería prestar atención a esas señales, pero prefiere ignorarlas."
"Ry, por favor. Sé que es difícil estar de su lado en estas condiciones, pero, si nadie está con ella, entonces estará sola otra vez. Tú mismo dijiste que los 6 meses posteriores a mi partida fueron un infierno. No quiero que esté en ese agujero de nuevo, no lo merece."
"Tampoco tú lo mereces."
Una lágrima rodó de su ojo. Era imposible retener ese llanto abrasador por más tiempo. El rubio se acercó a él y lo abrazó. Era demasiado dolor para mantenerlo encerrado.
Anne apretó la mandíbula. No podía permitirse llorar, no más. Sabía qué era lo que Jason necesitaba, pero no podía ceder después de lo que había pasado. Suspiró. El chico tenía razón: si todos se iban de su lado, estaría sola una vez más, pero al menos tendría a su pequeño con ella.
Dio media vuelta. No quería presenciar esa escena por más tiempo. Tenía cosas en las cuales enfocarse.
Regresó a su habitación, donde el bebé la esperaba en su cuna con los ojos llenos de lágrimas y la nariz roja. Sintió un jalón en su interior. Se acercó a él, lo tomó en brazos y limpió su cara antes de terminar de abrigarlo.
Había decidido llevarlo y recogerlo de la guardería personalmente para evitar más situaciones no deseables en su vida. Sus horarios de trabajo estarían un poco locos, pero lograría hacer que las cosas funcionaran.
Colocó la pañalera de su hijo en uno de sus hombros y su bolso en el otro. El pequeño estaba acurrucado en su pecho sollozando cada ciertos segundos. Dio un beso en su cabeza y salió de su habitación. Justo cuando bajó las escaleras, se topó con el castaño, que arrastraba una maleta hacia la sala. Cortó el contacto visual y caminó hacia la entrada sin detenerse hasta estar fuera de la casa.
Su interior se sentía culpable por todo lo que el chico estaba pasando, pero intentaba repetirse a sí misma que todo era producto de las decisiones que él había tomado, nada más.
Sacudió su cabeza mientras caminaba hacia la dirección en que se encontraba la guardería. Se sentía inquieta, como si tuviera un mal presentimiento sobre algo. Probablemente solo era su subconsciente atormentándola. Apresuró el paso mientras observaba a su alrededor en busca de algo sospechoso. Las calles estaban vacías, a excepción de 3 personas que caminaban hacia el lado contrario al que ella iba. Suspiró pensando que estaba volviéndose loca.
El pequeño se retorció en sus brazos y ella le susurró palabras reconfortantes para tranquilizarlo. Sintió un escalofrío y, lo siguiente que supo, fue que alguien sostenía un pedazo de tela con un olor bastante penetrante en su cara. Aferró al bebé lo más que pudo hasta que perdió la conciencia.
***
Un pequeño dolor de cabeza la hizo percatarse de su regreso a la conciencia. Abrió los ojos poco a poco, tratando de enfocar la vista en su alrededor. Una bombilla con luz amarillenta la saludó.
Intentó moverse y sintió cómo su cuerpo se quejaba. No sabía cuántas horas llevaba en esa posición, pero el saber que estaba amarrada de manos y pies hizo que todos los recuerdos regresaran rápidamente y su alarma se activara.
"¿Jason? ¡Jason! ¡Dónde está mi hijo!"
Estaba sola, a excepción de las cajas apiladas a un costado. La puerta que había frente a ella estaba cerrada y no había ninguna ventana.
Comenzó a removerse intentando quitar las cuerdas de sus muñecas, pero la tarea parecía imposible. No podía rendirse tan rápido, su hijo estaba en cualquier rincón de ese lugar y necesitaba encontrarlo.
La puerta se abrió haciendo que un sudor frío bajara por su espina dorsal. Vio al hombre que tenía enfrente y la rabia comenzó a burbujear en su interior.
"¡Qué demonios quieres ahora!"
El hombre rió. "¿Esa es forma de saludar a tu padre?"
Anne sintió cómo ese mismo olor que tantos malos recuerdos le traía se colaba por sus fosas nasales. Sintió asco. "¿Dónde está mi hijo?"
"¿Sabes? Muchas veces me cuestiono sobre la forma en que tu madre y yo te criamos. Ella solía decir que necesitábamos hacerte fuerte e independiente, pero jamás trazamos un límite para las maldiciones y tu forma de hablarnos."
"¡Estás loco! ¡Dame a mi hijo o juro que...!"
"De nuevo con los malos modales", chasqueó con la lengua en desaprobación. "Debimos ser más duros contigo."
"¿Qué quieres? Dilo de una vez por todas. ¿Por qué me trajiste aquí?"
"¿Acaso no puedo enseñarte mi lugar de trabajo y hablar de cómo me ha ido en estos años?"
"Me secuestraste", dijo con recelo. "Y te llevaste a mi hijo", sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas al recordar a su pequeño. Era lo más preciado que tenía y no había sido capaz de protegerlo del psicópata de su padre.
"¿De verdad crees que podría hacerle daño? ¡Yo podría hacerle menos daño que ese asesino!"
La chica abrió los ojos como plato. El recuerdo de su madre y él discutiendo nubló su vista por unos segundos, regresándola al momento en el que el huracán de su vida aún no se desataba con furia sobre ella.
***
La pequeña caminó de puntillas por las escaleras procurando no hacer ruido. Sus padres podrían descubrirla y no le iría nada bien.
Se sentó en los escalones del final y pegó su oreja a la pared. Escuchaba susurros enojados en la cocina.
"John, por favor, debes detener esto. No nos hará ningún bien continuar haciendo negocios con esos hombres. Escucha a Pattie y Jeremy antes de que sea demasiado tarde."
"Podemos llegar muy lejos con esto, Rose. ¿No te das cuenta? Estos hombres solo quieren un negocio temporal, no se arriesgarían a involucrarnos de esa manera en sus asuntos."
"Piensa en Anne."
"Estoy pensando en ella. En nosotros. En el futuro que podemos tener."
"Si continúas con esto, nos iremos."
"No digas tonterías."
"Estoy hablando en serio. No expondré a mi hija a tu falta de raciocinio."
"¿De verdad crees que podría hacerle daño? ¡Yo podría hacerle menos daño que esos asesinos!"
"Y, sin embargo, eres tú quien la está dejando a merced de ellos."
***
Las lágrimas bajaron por el rostro de la chica. Escuchaba al hombre hablar, pero no comprendía ninguna palabra de lo que decía. Era como si estuviera encerrada en una burbuja aislante en la que solo podía escuchar a su mente y a ese pensamiento constante que se repetía como un mantra.
Justin decía la verdad.
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