Capítulo XI.
Segunda parte: La verdad.
Anne veía por la ventana del tren cómo dejaba su vida detrás con cada kilómetro que avanzaban. Hacía mucho que sus aspiraciones y sueños infantiles habían desaparecido o cambiado, pero, aún así, no podía evitar sentirse melancólica por ese pequeño pueblo al sureste de Canadá.
Dirigió su vista al asiento de enfrente, donde Justin dormía plácidamente con Jason en brazos. No podía dejar de pensar en lo que ese hombre le había dicho. Intentaba alejar el pensamiento de su cabeza, pero seguía regresando.
Cerró los ojos un momento y, poco a poco, el sueño la atrapó.
***
"Oh, claro. Yo te pido que te mudes a Barrie conmigo durante 1 año y dices que no, pero viene el señor Yo-Te-Hago-Hijos y aceptas fácilmente", decía el rubio sacando una enorme maleta de la cajuela de su auto.
La castaña río. Su amigo llevaba todo el viaje desde la estación haciendo berrinche de hermano celoso. "¿Cuánto más seguirás con esto, Ry?"
"Seguiré hasta que sientas lo dañado que está mi corazón."
Otra risa escapó de los labios de la chica mientras entraba junto a Ryan a la modesta casa de 2 pisos. El chico los había convencido de vivir con él. No tenía un hogar enorme, pero era suficiente para todos. Además, así podía pasar más tiempo con Jason.
"¿Investigaste las guarderías cercanas?"
"Justin dijo que se haría cargo de Jason y de ti."
"No me importa lo que él diga, yo buscaré un trabajo", sintió una pequeña molestia en el seno y la realidad la golpeó.
"Deberías dejar de ser tan terca. Tendrás a dos hombres contigo, no necesitas pretender que estás sola en esto", el rubio puso la maleta en el suelo de madera y observó el gesto distante de la chica. "¿Qué sucede, An?"
La castaña salió de sus pensamientos. "Ry, ¿sabes exactamente por qué Justin se fue?"
El chico rascó su nuca. "Algo así. Justin no me quiso decir todo, dijo que era por mi bien. ¿Por qué?"
"John llegó a mi departamento hace unos días", tomó asiento en las escaleras.
"¡Qué! ¡Cómo se atreve...!"
"Me dijo algunas cosas sobre Justin que no dejan de darme vueltas en la cabeza", miró sus manos.
"¿Qué te dijo?"
"Dijo que Justin se fue porque había matado a alguien."
"¡Eso es absurdo! Justin sería incapaz de algo así."
"¿Y si lo hizo?", levantó la mirada para encarar a su amigo. "¿Y si en realidad fue capaz? Es el padre de Jason, Ry, pero no puedo estar tranquila pensando que mi hijo se quede a cargo de él si...", paró de golpe. No podía mencionar nada sobre la enfermedad.
"Si..., ¿qué?"
Suspiró. "Si es un criminal."
Justin apretó la mandíbula. Cerró los ojos. Tenía que resolver las cosas. Debía probar su inocencia a su hijo y a su chica. Necesitaba que creyeran en él otra vez.
***
"Prometo regresar a tiempo, solo, por favor, pasa por él a la guardería, Ry. Necesito que el gerente se dé cuenta de lo responsable y comprometida que puedo ser", decía la chica metiendo pañales y ropa extra en la pañalera de Jason.
"Un día de trabajo sin paga no se me hace nada justo. ¡Son 12 horas! Eso es esclavismo."
"Es un esclavismo que pagará mis cuentas", cerró la pañalera y miró al rubio. "Ya hemos tenido esta conversación miles de veces. Solo, por favor, apóyame."
"Anne... Trabajaste muy duro para terminar ese último año en la universidad. Puedes ser algo mejor que una camarera."
"Podría, si no me forzaran a invertir toda mi vida en ello. Sé que este no es un trabajo de ensueño, pero tengo los fines de semana para mí, horarios accesibles y puedo solicitar el día libre cada que Jason se enferme."
"¿Puedes al menos intentarlo? Mi compañía está solicitando asistentes y recepcionistas. Podrías tener una mejor paga y mejores prestaciones para Jason y para ti."
"Se me hace tarde", levantó cuidadosamente a su bebé de la cama y tomó la pañalera. "No lo tomes a mal, Ry, pero no puedo cuidar una compañía como si fuera mi hijo cuando ya tengo uno que me necesita."
La castaña cerró la puerta de la casa y suspiró. Sentía una ligera molestia, pero no podía dejar que eso la detuviera. Necesitaba llegar a su día de prueba en el trabajo.
***
Justin entró a la casa y comenzó a quitarse la corbata. Había sido un día muy agotador y, honestamente, solo quería llegar a tirarse en su cama así como estaba.
Había conseguido un puesto de supervisor en la constructora en la que trabajaba Ryan y a su jefe se le había ocurrido la brillante idea de relegarle todas sus actividades por unos días para "ponerlo a prueba".
Escuchó la risa de Jason y mágicamente todo el estrés y el cansancio desaparecieron. Caminó a la sala para ver a su bebé y lo encontró en brazos de su amigo.
"¡Oh, genial! Te toca cuidarlo", dijo el rubio al verlo mientras seguía haciendo muecas al pequeño. "No logro conseguir que duerma. Quizá tu magia parental pueda hacerlo mejor."
"¿Dónde está Anne?", miró su reloj. Era un poco tarde y el trabajo de la chica había terminado hacía 3 horas.
"Dijo que sentía un poco de molestia y fue a la clínica."
Un mal presentimiento invadió al castaño. "¿Cuál clínica?"
"La que está a 6 calles de aquí, hacia allá", señaló sin dejar de jugar con el bebé. "Me pidió que te dijera que no se te ocurriera seguirla porque no estaba de humor para...", el sonido de la puerta cerrándose lo interrumpió. "... ti. Tus papis son unos tercos, ¿sabías? Por favor, no heredes esa parte de sus genes", Jason rió. "No hagas esa cara. Es la misma que hace tu papi cuando va a ignorar lo que le digo."
Justin comenzó a caminar apresuradamente mientras sacaba su teléfono de su bolsillo e intentaba contactar a la chica. Su llamada iba directamente al buzón todas las veces. Maldijo por lo bajo y comenzó a trotar.
Conocía a la chica lo suficiente para saber que algo andaba mal. Ella era la reina de minimizar las enfermedades y evitar los doctores y hospitales. Siempre encontraba una solución casera o arreglaba todo con un "solo necesito descansar".
Aceleró su trote mientras repasaba en su mente todas esas veces que él intentó llevarla al doctor por una tos o una alergia y ella aseguraba estar bien. Su pecho comenzaba a oprimirse como si predijera una tragedia. Tenía miedo.
Vislumbró la clínica al doblar la esquina y se apresuró a entrar. No sabía dónde buscar.
Un hombre cuarentón llamó su atención. Iba en dirección a la sala de urgencias. Lo observó unos segundos hasta que su cerebro fue capaz de reconocerlo. Era el Dr. Frank, el que había estado en el departamento de Anne cuando él llegó a Canadá.
Lo siguió con unos metros de separación. La chica era capaz de no dejar que soltara ni una pista sobre lo que tenía si lo veía ahí.
Entraron a la sala de urgencias y el doctor se acercó a una camilla que estaba rodeada por una cortina. Pudo vislumbrar fugazmente a la castaña sentada mordiendo su labio antes de que la tela tapara su visión. Se aproximó a ellos para escuchar mejor.
"Bien, Anne. Ya está todo listo. Tendrás que venir en 2 días para la biopsia. El ultrasonido muestra al menos 4 masas de menos de 1cm y 2 más grandes. Deben ser esas 2 las que te están dando molestia. Por suerte, reaccionaste rápidamente y aún no hay secreciones ni sangrado."
"Entonces... ¿es cáncer?"
¡Qué!, pensó el castaño mientras sentía un escalofrío recorrer su espalda.
"Aún no podemos saberlo. Necesitamos esperar los resultados de la biopsia. El Dr. George me informará de todo y vendré en unos días a verte para que determinemos el tratamiento. De verdad me diste un susto", rió con aire paternal. "No te desanimes, pequeña, confiemos en que los tumores son benignos y los podremos extirpar con cirugía."
Justin estaba petrificado. No sabía qué hacer o qué pensar. Ni siquiera podía moverse.
La cortina se movió y la chica abrió los ojos como platos al verlo.
"Justin..."
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