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Capítulo III.

"Yo... Los dejaré solos. Estaré en la habitación de Anne, por si me necesitan", dijo el rubio y se alejó por el pasillo.

¿La habitación de Anne?, pensó Justin y frunció el ceño. ¿Qué podía hacer su amigo ahí? Bueno, era lógico. El área del departamento no era muy grande. No había muchos lugares donde pudiera ir para darles privacidad.

"¿Quieres... quieres sentarte? Debes estar cansado por el viaje", ofreció la chica dirigiéndose a la cocina. El castaño la siguió.
"Un poco, pero estoy bien así. Gracias."
"¿Agua o café?"
"Café. Con..."
"Dos cucharaditas de azúcar. Ya sé", interrumpió ella sin pensar encendiendo la cafetera.
"¿Aún lo recuerdas?", preguntó el chico con una media sonrisa y con la ilusión de su corazón reflejada en sus ojos.
"Me lo recordabas cada que se me ocurría la brillante idea de preguntarte", rodó los ojos. Justin rió.
"Y veo que a ti aún te gusta añadirle leche", comentó viendo como Anne sacaba el cartón de leche del refrigerador.
"¿Algún problema?", la chica volteó a verlo y puso una mano en su cintura. El castaño sonrió. Era como regresar a los viejos tiempos.
"Ninguno."
"Sí, claro", dijo Anne dándole la espalda mientras articulaba por lo bajo.
"¿Perdón?, ¿estás diciendo algo?", la molestó divertido. Le encantaba ponerla así. Ella odiaba con todo su ser que lo hiciera.
"No, en lo absoluto, amor", dijo girándose para confrontarlo. Se golpeó mentalmente después de decir eso. Oh, Anne, eres un genio, se reprimió. Ambos quedaron viéndose estupefactos. Un silencio incómodo llenó el ambiente.

Cómo maldecía a Ryan en ese momento por haber hecho que Justin llegara a su departamento. A veces el rubio tenía las ideas más estúpidas del mundo. Claro Ry, trae a mi ex después de un año de no verlo, no hay problema en lo absoluto. Oh, ¿debo recordarte que me dijo que fui un juego la última vez que lo vi y que tenemos un hijo del que no sabe nada?

Sacudió la cabeza antes de seguir con sus divagaciones. Podía durar horas así si no se detenía y no era momento para eso. "El... el café está listo", cambió el tema intentando salvar la situación, y comenzó a colocar las tazas en la mesa.
"¿Necesitas ayuda?", el castaño se levantó y acercó a la chica.
"No es nece...", giró abruptamente y, por accidente, derramó el líquido hirviente encima de Justin.
"¡Mierda!", maldijo el chico al sentir el ardor en su torso.
"Como lo siento. No me di cuenta. Lo lamento tanto", decía la chica hecha un mar de nervios. Oh, Dios. Oh, Dios. Oh, Dios.

Justin se quitó la camisa como un acto reflejo para librarse del ardor. Anne, que estaba mojando un trapo para ayudarle a limpiarse, se quedó petrificada al verlo en ese estado. Hacía poco más de un año que no lo veía así. Su cuerpo respondió exactamente cómo solía hacerlo. Sus mejillas cosquilleaban, su vientre se contraía, la temperatura corporal aumentaba y, entre sus piernas, el líquido amenazaba con ensuciar sus bragas.

"Yo..."

El castaño se perdió en los ojos de la chica. Tan fuerte y, a la vez, tan frágil. Y claro, muy hermosa. Más hermosa de lo que recordaba. Realmente, la extrañaba con todo su ser. ¿Podría perdonarlo después de lo sucedido?, ¿podrían volver a comenzar?

La puerta resonó bruscamente, sacando a ambos de esa burbuja de tiempo que había comenzado a atraparlos. Justin maldijo por lo bajo. Anne dejó el trapo mojado en la encimera y se encaminó hacia la entrada sin decir una palabra.

"Anne, vengo por mi dinero", dijo Richard, el casero, cuando la chica abrió la puerta.
"Yo... aún no lo tengo. Dame un poco más de tiempo, Richard, he tenido muchos gastos últimamente", decía por lo bajo. No quería que Justin escuchara su conversación. La situación era demasiado vergonzosa en ese momento, no quería que lo fuera aún más.
"Te he esperado mucho tiempo", el robusto hombre lucía cada vez más molesto.
"Lo sé, y te lo agradezco, pero en serio necesito más tiempo..."
"¡No puedo darte más tiempo!, ¡yo también tengo gastos!"
"Cálmate, por favor. Sé que podemos llegar a un acuerdo si hablamos..."
"¡Acuerdo, una mierda!, ¡quiero mis $500 dólares ahora mismo, o te sacaré junto a tu hijo a la calle!"

La chica abrió la boca para contestar. Sintió una mano en su hombro jalarla hacia el interior de la casa y, lo siguiente que vio, fue la espalda de Justin frente a ella.

"Creo que deberías aprender a tratar a una dama, amigo", decía el castaño sacando su billetera e intentando calmarse. Le hervían las venas al ver a ese tipo tratando tan mal a su Ángel. La chica quedó estupefacta ante la situación. Eso no podía estar pasando, era demasiado.
"¿Tú quién eres?"
"Soy quien te va a pagar tu dinero para que desaparezcas tu trasero de mi vista y dejes a Anne en paz", puso $2,000 dólares en su mano y cerró la puerta en su cara.

La chica miraba atónita la escena. No sabía qué hacer. Esto era más de lo que podía soportar. Además, Richard había mencionado a Jason. Oh, no.

Vio al castaño suspirar profundamente, gesto común en él cuando estaba muy enojado. A partir de ese momento, la conversación se tornaría muy seria y, si había algo que ella no podía evitar tan fácilmente era al Justin serio. Era muy demandante y no cedía fácilmente.

"Tienes un hijo...", dijo enfrentándola después de haber respirado unos segundos.
"Yo..."

Un llanto proveniente de la habitación de la chica confirmó todo.
Anne caminó hacia el lugar dejando al castaño en la sala. Necesitaba ver a su hijo. Ryan siempre terminaba haciendo llorar al pequeño con su mala imitación de un león. Justin la siguió sin que ella lo notara.

"No, no llores, Jason. Papi no sabe que existes aún. Guarda silencio antes de que venga. Recuerda que mami no le quiere decir sobre ti", pedía Ryan nervioso. Sabía que An le patearía el trasero por eso. Grandiosa idea la suya el actuar como león en ese momento.

Justin se quedó petrificado al escuchar las palabras de su amigo.

"¿Mi... mi hijo?", alcanzó a articular, antes de perder la voz, haciendo que la chica se percatara de su presencia.

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