Capítulo I.
Primera parte: Escapemos.
Justin estaba en su habitación de la universidad empacando todo lo que encontraba a su paso. Charlie, su compañero de cuarto, lo miraba divertido mientras pretendía leer un libro.
"Las sábanas son propiedad de la escuela, Justin", dijo evitando reír.
"¿Ah?", balbuceó Justin saliendo de sus pensamientos.
"Estás empacando las sábanas", rió.
El castaño de ojos miel se percató de ello y sacó las telas de su maleta con algo de vergüenza.
"Estoy algo nervioso."
"Me di cuenta. Tranquilo, hermano, verás que todo saldrá bien."
"No lo sé, Charlie. Anne no contestó ninguno de mis e-mails. Seguro me odia."
"No pierdas las esperanzas. Si el amor que tenían es tan grande como me contaste, entonces aún hay oportunidad. Solo explícale las cosas."
"Tengo miedo", dijo Justin sentándose en la cama y tomando su rostro entre sus manos.
"Es normal tenerlo, en especial, en tu situación. Si fuera yo, estaría con las bolas completamente hundidas en el culo."
Justin río. "No creo que eso sea posible."
"De cualquier manera, entiendes mi analogía", se acercó a su amigo y tomó asiento junto a él. Esperaba que su presencia le brindara algún consuelo. "Es una gran chica. Sabrá entender."
"Sé que lo es", suspiró. "Pero no puedo pensar realmente en cómo resolver todo este lío. Incluso si me perdona, mis padres harán hasta lo imposible por alejarla."
"Unos dólares más, unos dólares menos. No creo que una herencia importe mucho."
"No me importa el dinero. Solo no quiero que vuelvan a lastimarla."
"Hey, tranquilo. Todo irá bien. Incluso si tus padres no lo aceptan, te conozco lo suficiente para saber que las cosas funcionarán perfectamente."
La mirada del castaño se perdió en la nada. "No lo creo."
"Deja la negatividad a un lado, hermano", palmeó su espalda. "Mejor termina de empacar y celebremos tu regreso con unas cervezas", Charlie se levantó de la cama y se alejó diciendo cosas de manera efusiva a las que Justin no prestaba mucha atención.
Henry Clarke. Aún tenían un asunto pendiente y él no lo olvidaría tan fácilmente. Un año de su vida había sido arrancado debido a él y a su secreto. Lo menos que podía darle eran respuestas.
Rascó su barbilla distraídamente. ¿Qué tanto podía averiguar antes de que se enterara de su regreso? La última vez que hablaron mencionó algo acerca de un bar en London. Podía ir y echar un vistazo antes de buscar a su chica.
Cerró los ojos sintiendo de nuevo el conocido dolor en su pecho.
Anne, perdóname, fue algo que debía hacer.
***
"¿A qué te refieres con que te vas?, ¿por qué?", preguntó la chica intentando no llorar.
"Me iré de intercambio a Londres."
"¡Pero estamos en nuestro último año de universidad! Justin, no puedes irte...", sus ojos lucían implorantes. Él era el único apoyo que tenía en ese pueblo de mierda. El único que no temía las represalias ni tomaba importancia de los comentarios absurdos. Estaba dispuesto a defenderla incluso si eso significaba estar en contra de sus padres. Ni siquiera Ryan podía darle eso. Si se iba, estaría de nuevo a la deriva, sin escapatoria y eso era lo último que deseaba.
"Lo siento, An, pero lo nuestro no puede seguir", dijo procurando que las emociones en su pecho no se reflejaran en su rostro. Ni siquiera podía verla.
"¡Por qué!", la presión de los últimos meses estaba ganado. ¿Era tan difícil dar una explicación?
"¡Porque no te amo! ¡Fuiste solo un juego!" Un silencio sepulcral invadió el ambiente. Sus latidos resonaban en sus oídos como un constante eco. El tiempo parecía haberse detenido en una pequeña burbuja que solo los incluía a ambos. El rostro que tanto amaba se había tornado pálido, destruido, justo como estaba la primera vez que la vio. ¿Había forma de revertir las cosas?, ¿era posible regresar esos dos segundos? El recuerdo de su primer hola pasó por sus ojos unos momentos haciéndolo desear quedarse ahí por siempre.
Vio cómo la chica levantó su mano y la estampó en su mejilla. La burbuja de tiempo explotó y, una vez más, estaban de regreso en su terrible realidad. "¡Eres un imbécil!", las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos.
"Yo…"
"¡Tú, nada! ¡Lárgate a Londres o a donde quieras! ¡Para mí estás muerto!", dijo colérica, dio media vuelta y se fue.
Justin se quedó petrificado en su lugar. Cinco segundos habían bastado para derrumbar el mundo que había construido en 3 años.
Anne...
Era tarde para intentar remediar las cosas. No podía retractarse a partir de ahora. Lo que había dicho fue estúpido, ni siquiera estaba pensando coherentemente. Solo sabía que necesitaba alejarla lo más pronto posible.
Si tan solo su chica supiera...
***
Un llanto proveniente de su lado izquierdo hizo que Anne saliera del mundo de los sueños y volviera a la realidad.
Vio a su pequeño hijo parado en su cuna y recordó que tenía que tenía una vida fuera de la que llevaba con su cama y su almohada. Debía levantarse y comenzar su día.
"¿Qué pasó, mi amor?, ¿tienes hambre?", preguntó cariñosamente mientras cargaba a su pequeño cúmulo de ternura. Solo tenía unos meses de edad, pero ya lograba entender perfectamente que, si mamá no se levantaba cuando él abría los ojos, unos cuantos gritos la podían hacer despertar. "Mami es una mala mami. Te deja aquí sin comer… ¿y con el pañal sucio?", añadió al sentir un olor no muy agradable proveniente de su bebé.
Unos golpes frenéticos e insistentes resonaron en la puerta sobresaltando a la pelinegra y a su pequeño, lo cual avivó los llantos del bebé. La chica caminó hacia ella atravesando la reducida área de su departamento e intentando sortear algunos de los juguetes esparcidos por el suelo.
"¿Quién es?"
"¡Soy, yo, Ryan! ¡Abre la puerta!"
Abrió la puerta y un nervioso y sobresaltado rubio entró a su departamento. Frunció el ceño al verlo. No era común de él actuar así.
"¿Qué pasa, Ryan?", cuestionó chica tranquilizando a su pequeño hijo.
"An...", comenzó a decir en un tono que a ella no le gustó para nada.
"¿Qué sucede? Vamos, Ryan, habla", ordenó y comenzó a arrullar a su hijo.
"Justin regresa a Canadá."
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