Siete.
La madre del pequeño recordaba las palabras anteriormente dichas por ese pequeño niño que se hacía llamar Jungkook.
Era la primera vez que un niño se le acercaba para comentarle tal cosa, al parecer era el unico que logró acercarse a su pequeño.
Sonrió mirando a su pequeño hijo, él también tenía una sonrisa que decoraba su adorable y regordete rostro.
—Bueno, tu amigo me dijo que eras muy bonito. —Comentó, observando como las mejillas de Jimin se sonrojaban hasta el punto de parecer explotar.
El corazoncito del más pequeño se aceleró, al igual que su pancita se revolvía con desespero. ¡Por fin lograba conseguir un buen amigo!
—Él... él me compartió su emparedado. —Confesó de repente, bajando la mirada apenado al recordar la amabilidad con la que su compañero le entregó el emparedado. —Y-yo olvidé mi almuerzo aquí, lo siento mami.
La mujer suspiró enternecida, por más que se hubiera cansado diciéndole que recordara su almuerzo sinceramente no podía enojarse con su hijo.
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Después de cenar, Jimin subió a su habitación como era de costumbre, listo para dormir, su mami le había dicho que tenía que descansar mucho para ver de nuevo a Jungkook.
El pequeño saltó a su cama con entusiasmo, acurrucándose entre el calor de sus mantitas.
Añorando con ansias que el sueño llegara a él pronto, de verdad quería ver a su nuevo compañero.
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