Ocho.
Jimin abrió sus ojitos con lentitud, frotándolos segundos después con mucha delicadeza justo como le había indicado su mami.
Levantó su torso sentándose en el esponjoso colchón; analizando todo a su alrededor con pesadez. Estiró sus bracitos tal cual como un pequeño gatito, tronando sus huesos para una mejor movilidad de su delgado cuerpecito.
Sonrió ampliamente al recordar que ese día Jungkook le tendría una gran sorpresa, la cual según su compañero le gustaría mucho.
Bajó de la cama de un saltito, simulando ser una de esas superheroínas que vio en la tele, no recordaba sus nombres, pero sí que eran muy famosas en la escuela.
Corrió al baño rápidamente, tratando de alistarse lo más pronto posible para ir a la escuela.
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Pasado algunos minutos, su madre apareció sin ninguna advertencia en su habitación, lista para despertar a su pequeño hijo, pero su expresión cambió de manera drástica al verlo ya uniformado y aseado, completamente listo para irse a clases.
—Buenos días mami —le saludó el pequeño niño corriendo a los brazos de su progenitora.
—Guau —Logró articular, estaba tan sorprendida que aún no podía hablarle a su pequeño.
Siempre era una constante lucha entre la mujer y Jimin, nunca lograba despertarlo a tiempo para llegar a clases, y cuando lo hacía era gracias a las amenazas que ella utilizaba en casos de emergencia.
—¿Y esa cara? —cuestionó el pequeño inflando sus mejillas a la par que analizaba a su mamá de pies a cabeza; cabello enmarañado y en pijama. Jimin negó reiteradas veces; su madre era todo un caso.
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