05. crear una mentira
Un día después del caos, cuando las aguas comenzaron a calmarse un poco, tome un tiempo para mi y decidí que era momento de alimentarme.
Sostuve el último hongo que me dieron y lo comí con lentitud, disfrutándolo demasiado. Esta era mi primera comida en el campamento y debía decir que era un completo asco. Pero era comida al fin, y yo moría de hambre, al igual que Raven.
Mire de soslayo a la morena, que también cerraba los ojos unos segundos al continuar comiendo y me reí un poco.
Sostuve mi tarro con agua y bebí un sorbo, sintiendo como me refrescaba por completo.
— Espere mucho por esto, de verdad — Raven me quito el tarro de las manos y bebió también.
— Y yo — coincidí.
Se puso de pie y señaló la nave.
— Voy a ver a Finn, no quiero dejarlo solo por tanto tiempo... — se explicó, con cierto tono inseguro. Temía que algo le sucediera a su chico y estaba totalmente justificado —. Ya sabes, por si acaso.
— Confío en que nada va a sucederle — toque su brazo en señal de apoyo. Sonreí —. Ve con él.
Y se fue. Creí que entonces estaría un rato a solas con mis pensamientos, pero entonces llego Clarke, con una expresión de incertidumbre que me alertó. Bebí el resto del agua al sentir un nudo formarse en mi garganta.
— Hay alguien que no deja de preguntar por ti a través del radio — comunicó apenas se detuvo frente a mi —. Ya no se que decirle, él no cree que estés muerta.
Me estremecí.
— ¿Marcus? — pregunté y asintió. Mierda, acababa de llegar el momento de la verdad. Una verdad complicada —. Sobre eso, hay un par de cosas que debo explicarte. ¿Tienes tiempo?
— Algunos minutos — aceptó, sentándose a mi lado, pareciendo intrigada de verdad.
Bien, ¿que podía decirle para hacerle entender mi complicada relación con mi apellido? Tenía que ser cuidadosa, no quería dar demasiada información, aunque a la vez era necesario que Clarke entendiera a la perfección.
Qué complicado. Solté un suspiro y me preparé.
— Es todo lo que necesito — me removí un poco en mi lugar, ansiosa —. Marcus Kane es mi padre, como te habrás dado cuenta, pero nadie puede saberlo — demande y la rubia frunció el ceño, en desacuerdo —. Clarke, no creas que no me di cuenta que aquí en la tierra, los cien odian a las autoridades del Arca. La prueba obvia es que, en un principio se quitaron los brazaletes para que tanto Jaha, Kane o cualquier otro, no supiera que estaban con vida.
— Eso no tiene nada que ver contigo — negó al instante, justo como creí que haría.
Quizás no tenía que ver conmigo, sin embargo, los cien podrían creer que sí. Tal vez pensarían que yo era alguna espía o que tramaba algo contra ellos, o que llegue para ponerme en posición de líder y manejarlos a mi gusto por ser hija de una autoridad.
— Soy la hija de uno de ellos — alcé los hombros y me señalé, mirándola con incredulidad —. Me odiarían si se enteran, ¿o me estoy equivocando?
— Creo que te equivocas.
Solté un bufido antes su pensamiento irracional. ¿No era capaz de abrir los ojos y ver más allá de su buena moral? No todos pensarían como ella, el resto me juzgaría.
— ¿Dónde está el hijo de Jaha, Clarke? — cuestione con seriedad, logrando que el rostro de la chica se desfigure de la angustia —. Muerto, sí. Y así es como yo acabaría si se enteran, no lo dudes — insistí, aún así seguía sin estar segura de mis palabras. Estaba comenzando a desesperarme, debía hacerle entender mi punto —. Un claro ejemplo es Bellamy Blake, ya quiere asesinarme solo porque desconfía de mi, si se entera quien es mi padre, yo estaría bajo tierra. Nadie puede saberlo y tienes que ayudarme.
— Escucha, todo esto me resulta sinsentido. No creo que intenten asesinarte por ser una Kane, Wells murió por una razón muy diferente — se callo por un tiempo, perdiendo su mirada en el campamento mientras se dedicaba a pensar. Mis nervios solo aumentaban —. Voy a encubrirte, lo haré.
— Te lo agradezco, de verdad... — comencé, pero me detuvo.
— Recuerda que Bellamy llegó antes que Finn y yo a la cápsula. Él las vio, sabe que solo llegaron dos personas — me recordó, con preocupación.
Pensar de nuevo en eso, me incito a transpirar un poco a causa de los nervios. Blake sería el que peor se comportaría si mi apellido era revelado, incluso me asustaba su reacción, no sabía de lo que era capaz.
Teniendo en cuenta que Bellamy fue quien planeó que los cien se quitaran los brazaletes, solo para que el Arca perdiera el rastro de ellos. Era quien lució enojado y muy nervioso cuando finalmente hicimos funcionar el radio para comunicarnos con las autoridades. Él repudiaba a la élite del Arca y si se enteraba que era hija de Marcus Kane, estaba muy segura de que haría de mi estadía en el campamento un verdadero infierno.
No estaba preparada para vivir aquello. No aún, así que mientras más pudiera alargar ese momento, mejor.
— Debemos inventar una mentira, lo que sea, él no puede enterarse de mi apellido. Mucho menos él sobre todo el resto — casi rogué, sintiéndome patética aunque fuera necesario.
Clarke miró la tierra bajo nuestros pies y continuó pensando seriamente en todo, buscando alguna solución a mi problema.
— Cuando a Bellamy le llegue la noticia de que Kane tiene una hija, me encargaré de que crea que murió antes de llegar a la tierra. Nuestra coartada será que cuando fueron a escaparse en la cápsula, ella no llegó y la asesinó un oficial en el Arca — empezó a relatar, muy concentrada. Alcé una ceja a la vez que fruncía los labios, indecisa. No parecía una buena excusa —. Si contamos una mentira, debemos asegurarnos de hacernos las desentendidas. Entonces, cuando a la supuesta hija de Kane le dispararon, ustedes se largaron en la cápsula y jamás supieron qué fue lo qué pasó.
— Él no se creerá eso, no es idiota — murmure, arrancando algo de césped de la tierra con nerviosismo.
— Lo hará, si duda solo debemos decirle que creemos que Jaha fue quien dio las órdenes y al ser su mano derecha, le ocultó a Kane el asesinato de su hija, mintiendo acerca de que también bajo a la tierra — acompañó sus palabras con un asentimiento de cabeza, tratando de convencerme tanto a mi, como a ella misma, de que Bellamy se tragaría esa mentira.
Mire al cielo y solté un largo suspiro.
— Gracias, Clarke — susurré. Ella soltó un suspiro y llevo una mano a mi hombro, brindándome apoyo en silencio —. Solo espero que todo el mundo se crea esa mentira, de lo contrario, estaré en problemas.
— Tengo una pregunta.
— Suéltala.
— ¿Por qué tu padre no te llama por tu nombre?
Casi podía oírlo gritar, ¿mi hija esta ahí? Su nombre es Gea Kane. Gea Kane, recuérdenlo.
Ese nombre, lo detestaba.
— Porque Gea es mi nombre. Sage es solo un apodo que me inventé — solté la verdad en un murmullo cargado de odio. Todo ese odio que conservaba por Marcus Kane —. Él jamás me llamará Sage.
— ¿Y tú madre...?
Me puse de pie de repente, negándome a hablar de ese tema. Mi madre era sagrada para mi y no me gustaba compartir sus memorias con desconocidos, mucho menos la razón de su muerte. Clarke se percató de eso y formó una mueca culposa, arrepentida de haberlo siquiera mencionado.
— Debes asignarme una tarea en el campamento, algo en lo que pueda ayudar.
Me imitó y se puso de pie.
— Busca a Bellamy, él se ocupa de eso, te asignará una tarea — informó —. Recuerda nuestra mentira, no te desvíes de ella. Si alguien más se entera, puedo salir perjudicada también.
Justo lo que no quería escuchar. Buscar a Bellamy era lo último que quería hacer.
— Lo prometo — acepté sin chistar.
Bastante estaba haciendo Clarke al apoyar mi farsa, lo mínimo que podía hacer era protegerla, en caso de que todo saliera a la luz.
Con total confianza di un corto paseo por el campamento, buscando al Blake mayor, que parecía haber desparecido de mi vista. Paso un rato antes de que finalmente lo encuentre en medio del grupo que organizaba la comida.
Me acerqué cautelosa.
— Blake — lo llamé. Me observó con la misma mueca de seriedad que llevaba a diario y asintió con la cabeza en forma de saludo —. Clarke me envió contigo para que me asignes una tarea.
— Ya era hora.
— ¿Disculpa?
— Lo que escuchas — se acercó a mi hasta quedar a unos pocos pasos de distancia —. Estás aquí hace días y todavía no haces nada.
— Ya — solté un suspiro —. Por si no te diste cuenta, desde que llegue todo ha sido un caos.
Incluso el día anterior, quise decir, cuando un tal Bellamy Blake sometió a una persona hasta dejarla inconsciente. Sin embargo, no necesite decirlo, el pareció leerme la mente.
— Sobre lo del terrestre — comenzó y preste total atención, sorprendida por la facilidad que tenía a la hora de entender lo que rondaba por mi cabeza —. Quiero asegurarme de que entendiste lo que sucedió, que a veces no nos quedan más opciones y eso nos obliga a hacer cosas que quizás no queremos en un principio. Así son las cosas en la tierra, Sage, y lo seguirán siendo — lo último lo acentuó con un tono autoritario que me fastidió al instante —. Grábate esas palabras en la cabeza y recuérdalas cuando intentes entrometerte.
— Creo que estás equivocado — contradije sin poder evitarlo —. Hay muchas opciones, solo hay que pensar un poco. Tú solo actúas prepotente, sin analizarlo.
— Aún no comprendes cómo funcionan las cosas aquí.
— Llegaste a la tierra solo un par de días antes que yo, no te creas tanto — entrecerré los ojos. ¿Por qué me atacaba con argumentos tan vacíos?
— Realmente eres insufrible — espetó, pasándose las manos por el rostro con fastidio.
¿Qué?
— ¡No me dejas en paz desde que llegue, Bellamy!
— ¡Tú fuiste la primera en atacarme!
Llevábamos dos días conviviendo, solo dos y ya había discutido con el más veces de las que podía contar con los dedos de mis manos. Y pies, también.
— No voy a tener esta conversación otra vez — suspiré con pesar y agotamiento. Todo era un espiral de idioteces cuando se trataba de Bellamy Blake —. Lo mejor será que evitemos hablarnos, para vivir con tranquilidad.
— Es imposible, en el campamento se deciden las cosas en grupo. Estarás obligada a hablarme y yo a ti — se cruzó de brazos, reuniendo todo el ego del mundo y llenándose la cabeza con el.
— Lo que es imposible, es hablar contigo y soportar tus desplantes sinsentido — espeté, acercándome un poco.
— Eres tan terca — rodó los ojos.
Ese fue mi límite.
— ¿Qué es lo que te pasa? Estoy intentando convivir, lo intento, de verdad — empujé sus brazos cruzados con mis manos, obligándolo a retroceder un paso. Blake ladeó la cabeza con mirada asesina, enterrándome ochocientos mil metros bajo tierra, si eso era posible —. ¡Pero desde que puse un pie en la tierra, tú me estas...! — me detuve, respirando entrecortadamente debido a la aceleración momentánea.
Respire profundo e intente calmarme, pero Bellamy Blake existía para avivar el fuego de mi ira. Por supuesto, por eso abrió su boca para volver a hablar.
— ¿Yo qué? — susurró, provocándome.
Me estaba provocando, carajo. Y yo caía en su puta trampa una y otra vez, no podía detenerme.
— ¡Me estás volviendo loca!
Luego de mi grito, que fue más fuerte y claro de lo que esperaba, los alrededores se mantuvieron callados. Bellamy observó de soslayo a algunos de los cien que nos observaban y cuando volvió la vista hacia mi, soltó una risa que me puso los pelos de punta.
— Acabas de dar un espectáculo — sonrió ladinamente, disfrutando del momento.
Respire hondo de nuevo, una y otra vez. Apreté los puños a los lados de mi cuerpo e hice mi mayor esfuerzo para no saltarle encima y golpearlo.
Entonces apareció Clarke, salvándome por segunda vez en el día.
— ¿Qué está pasando?
Conecte mis ojos a los de Bellamy, el cual en un parpadeo me alentó "Díselo". Fruncí las cejas y esa fue mi negación. Él alzó una comisura de sus labios tan leve que el resto no lo noto, sin embargo, yo sí. Lo divise y supe que quería decirme "Si no lo haces, lo haré yo".
Entonces hablé.
— Nada — mentí con calma —. Bellamy y yo teníamos problemas para encontrarme un puesto de trabajo.
— Es buena en la mecánica, Raven me lo dijo — Clarke intercambio la mirada de Bellamy a mi.
— Muy bien, que trabaje ahí entonces — el moreno sonrió y aplaudió una vez, dando el tema por zanjado. Comenzó a caminar y al pasar por mi lado, susurró cerca de mi oído —. Al menos eres buena en algo.
Maldito hijo de...
— Ve a tu puesto, Sage — me pidió amablemente Clarke.
Apreté los dientes con fuerza.
— Ya voy — acepté al final, girando sobre mis pies para dirigirme a la carpa donde Raven trabajaba.
Mi mente se movía con rapidez, enviándome mensajes de odio hacia Bellamy que me incitaban a regresar y discutir hasta que me diera la razón en algo. Lo cuál era imposible. Me obligué a seguir caminando sin detenerme, hasta llegar a la carpa y observar a mi amiga con todo el enfado encapsulado en mi interior.
— ¿Qué pasó? — quiso saber Raven, dejando su trabajo a un lado.
— Nada — respire hondo y me convencí de que debía calmarme. No podía dejar que Bellamy me ganara al hacerme enfadar, debía fingir que no me interesaba en lo más mínimo —. Nada — repetí para convencerme.
— ¿Segura?
— Claro — sonreí tensa —. Buenas noticias, me asignaron trabajar contigo. Así que no te vas a poder alejar de mi en un tiempo.
Le palmeé el hombro sonriente. Raven intentó simular una mueca desilusionada, enfadada de tenerme allí, sin embargo, terminó sonriendo al igual que yo.
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