Han pasado dos semanas desde que la última vez que hablamos,
me gritaste diciéndome que era una cobarde y que no te quería.
Y el que creyeras eso me dolió más que el hecho de estar lejos de ti.
Me pediste que volviera a vivir contigo y con tu madre,
que hasta ella me extrañaba incluso más que tú a mí.
Que Suga, tu feo gato, también me extraña.
Que tú me extrañas.
Y por más que resistí a no besarte,
lo hice de todas formas,
en medio del pasillo a clases de piano.
Y todo terminó peor.
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