Página 25.
Iba a ir a tu casa porque hace cuatro días que no vas al colegio.
Pero hoy apareciste.
Ya no tienes el cabello rosado.
Ahora es castaño.
Al principio no te reconocí, pero cuando me miraste y corriste hacia mí llorando no dude que eras tú.
Nos abrazamos como si no nos hubiéramos visto en siglos.
No quisiste soltarme ni cuando empezaron las clases.
Y yo tampoco.
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