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🎭Capítulo 65 - Consecuencias🎭


Kai Metzler.

Ha sido un día pesado, empezó excelente con la periodista entre mis brazos, pero luego de salir de esa burbuja que se crea a nuestro alrededor cada que estamos juntos, la realidad de lo que vivimos cayó sobre mí. Lo primero que hice al llegar al Lux fue leer el artículo, que debo decir dio demasiado detalles de la relación y de esa mujer.

Estoy seguro que Luther debe estar ardiendo de furia y buscando la forma de dar con los culpables, si Luther se caracteriza por algo es por ser jodidamente temperamental y cuando le tocan sus puntos importantes se vuelve despiadado. Estoy seguro que esta relación no es algo casual ni mucho menos, doy por hecho que el zorro Metzler siente muchas cosas por esa mujer y una prueba de ello son todas las molestias que se ha tomado para mantenerlo oculto.

Lo que me hizo relajarme un poco fue esa llamada de Paul al medio día, para preguntarme cómo iban las cosas y si estaba satisfecho con el trabajo de la periodista. Le insinué que la quería de regreso en el Lux, con la excusa que no quería fugas de información y a veces estas podían darse, pero que estaba muy contento con su trabajo.

Elizabeth y yo conversamos sobre esto y me dijo que quería quedarse en la revista, yo por el contrario la quiero aquí, cerca de mí no me agrada la idea que este sola en ese edificio y que tenga que movilizarse por la ciudad sola, no con Luther detrás de ella y con ganas de joderla por no haber seguido sus órdenes.

Conociendo a Paul entendió mi indirecta y eso lo confirme en cuanto la periodista me llamo cabreada para discutir el punto y como siempre toco mis cojones y supo cómo cabrearme con su jodida actitud desafiante. Pero supongo que ese aspecto de su personalidad es una de las putas razones del porque se me hace tan malditamente imposible alejarme de ella.

Luego de esa llamada todo se volvió mucho mas tenso cuando mi madre me pidió que fuera a la mansión para hablar. Se muy bien que es respecto a Luther y aunque no lo quiera escuchar decidí que Elizabeth me acompañara para poder hablarle de la verdadera clase de persona que es su esposo.

Lo mejor del día desde que salimos del departamento fue ver su expresión en el instante en que subió al auto y me vio. No veía la hora de verla y poder tenerla cerca, es loco la necesidad que tengo de ella y la forma en que reacciono cuando está presente. No pude contener la tentación de molestarla, el ver el collar colgando de su cuello me da constantes ideas de lo que puedo hacer, pero hasta ahora no había vuelto a usarlo.

Debo reconocer que reusar esa tecnología en algo tan básico como el placer no se me había pasado por la mente, pero ahora que lo hice mi cabeza explota con tantas travesuras que puedo hacerle a la periodista. La observo arreglarse la falda del bonito conjunto que lleva puesto al bajar del auto y retirar algunos mechones de cabello de su rostro el cual está ligeramente rojo a causa de los constantes pulsos que envía el dispositivo en su cuello.

No puedo evitar sonreír al ver lo agitada que esta, solo use un 5% de la energía que libera el pulso en el cuerpo y su reacción fue instantánea, no quiero ver esto como un estudio o como experimentación pero se me hace casi imposible no notar la forma en que estos pulsos la afectan. También se debe a lo sensible y receptiva que es la periodista, lo que por alguna razón me recuerda a la chica del antifaz negro.

Una coincidencia bastante extraña, porque varias veces estando con ella recordé a la periodista. Envió el pensamiento a lo más profundo de mi cabeza porque no quiero ponerme creativo y pensar cosas que no son.

— ¿Kai? — me llama sacándome de mis pensamientos.

La periodista camina hasta mí, mirándome con curiosidad, seguro mi expresión le ha hecho pensar alguna cosa, tomo su mano para entrelazarla con la mía sorprendiéndola, le guiño uno de mis ojos y la guio hacia la puerta principal de la mansión Metzler, donde Giselle nos espera.

Al ver nuestras manos sus ojos se abren como platos y me fulmina con la mirada, suspiro poniendo mis ojos en blanco, no entiendo su cara ni la forma en la que me mira, cuando estuve con ella estaba solo y le deje las cosas muy claras.

— Buenas tardes señor ¿Cómo está? — me saluda dándonos paso.

— Hola Giselle, muy bien ¿y tú? — La saludo cortésmente mientras la periodista le dedica una sonrisa amable — ¿mi madre donde esta? — ella respira profundo y en cuanto veo su cara noto que las cosas no están del todo bien aquí.

— encerrada en su habitación señor, no quiso almorzar y luego que el señor Luther se fue hace algunas horas no ha salido ni ha respondido si quiera a ninguno de nuestros intentos por acercarnos...— respiro profundo y asiento

— ¿Ainara está aquí?

— No señor, se fue en cuanto iniciaron los gritos...— mi ceño se frunce — los señores discutieron muy fuerte en el estudio y ella termino yéndose.

— Esta bien gracias Giselle...—le agradezco con una sonrisa y ella asiente, mira unos segundos a Elizabeth que la escuchaba con atención y luego se retira.

Respiro profundo porque primero debo conversar a solas con mi madre, no voy a entrar con la periodista justo ahora porque lo que pensara es que estoy aquí solo para joder más a Luther y aunque parte puede que tendría razón, lo hago por ella y para que termine de abrir los ojos. Así que me veré en la obligación de dejar sola a la periodista por un rato y aunque no me agrada mucho la idea de dejarla aquí sola, tendré que hacerlo, me giro y la observo con seriedad mientras ella esta distraída pensando dios sabe qué.

— Iré hablar con mama, ¿quieres ir al jardín o quedarte aquí? — indago llamando su atención ella lo piensa un poco y despues de unos segundos suspira.

— No me siento cómoda aquí Kai, después de todo es la casa de tu familia y yo pues...— hace una pausa y me ve con cierta duda — soy periodista, en teoría soy la persona que menos debería estar aquí...— de inmediato llevo mis manos a sus mejillas acunándolas, me acerco más a ella y sonrió de lado, al ver su preocupación.

— ¿Quieres conocer mi habitación? — pregunto con un tono divertido a lo que ella eleva una de sus cejas.

— ¿Qué?

— Puedes esperarme en la que solía ser mi habitación, esta exactamente igual a cuando me fui, mi mama no quiso que la tocaran...— le explico y ese brillo curioso característico se apodera de su mirada, muerde sus labios tratando de ocultar una sonrisa — ven es obvio que quieres...— rio para luego dejar un beso sobre su frente y soltar su rostro.

Elizabeth sonríe coqueta y me sigue por el pasillo que da a las escaleras, mientras subimos no puedo evitar pensar en el millón de veces que subí estas escaleras y en las que muchas mi padre corría detrás de mí. La sensación de vacío que se instala en mi pecho me hace respirar profundo, porque es inevitable pensar en el Luther que me crio.

Ese que se quedaba junto a mí las noches que mama no estaba en casa porque estaba de viaje con la ONU, esas en las que decidía que era mejor acompañarlo al estudio y dormirme en un sillón mientras lo veía trabajar a quedarme solo en mi habitación o ese que asistió a todos mi actos en el colegio.

— ¿Estás bien? — pregunta la periodista en un murmuro cuando me detengo en mitad del pasillo y observo el estudio que papa usaba.

— Si, vamos mi habitación esta por aquí...— entrelazo nuestras manos una vez más y la guío hasta la puerta, una vez allí sonrió — no curiosees mucho — ella ríe y niega con la cabeza.

— ¿Sabes que lo hare no?

— ¿Trabajo de campo? — sonríe, para luego colocarse sobre la punta de sus pies y dejar un beso rápido en mis labios.

— No, solo curiosidad — cuando esta por separarse rodeo su cintura con mi brazo y la pego a mí, de inmediato se le escapa un jadeo y sonrió de lado.

— Tratare de no demorar mucho para que no te aburras...— ella sonríe y comienza a juguetear con los botones del cuello de mi camisa.

— Estaré husmeando en tu habitación dudo mucho que me aburra — besos sus labios interrumpiéndola cosa que la sorprende pero de inmediato responde el beso abriendo su boca y dándole completo acceso a mi lengua.

Esta se pierde dentro buscando el contacto con la suya, que se une a la mía avivando ese deseo y la lujuria que despierta el solo hecho de rosar su piel. El beso se torna intenso en cuestión de segundos y termino pegándola contra la puerta que era mi habitación haciéndola jadear cuando muerdo su labio inferior.

Abro los ojos para contemplar esa hermosa expresión y mi polla duele de no poder seguir con lo que tengo en mente, beso una vez más sus labios y me despego de ella con rapidez, sino terminare follandola en la que era mi cama. Doy un par de pasos lejos de ella, que sigue con los ojos cerrados y respiración agitada, joder me encanta verla así.

Me giro y echo andar hacia la habitación de mi madre, sin si quiera abrir la puerta e invitarla a pasar, sé que si lo hago no saldré de allí hasta que la haya hecho mía. Acomodo la erección en mi pantalón y limpio mis labios humedecidos de la saliva de la periodista, cuando alcanzo la puerta de la habitación de mi madre respiro profundo y doy un par de golpes en esta.

No hay respuesta, respiro profundo y una vez más toco, obteniendo el mismo resultado.

— Mama soy yo...— hablo pegándome a la puerta.

Los minutos pasan y no escucho nada del otro lado, lo que me preocupa así que decido abrir la puerta pero tiene el seguro, respiro profundo y toco un poco más fuerte, esta vez sí hay respuesta.

— Ya voy...— la voz de mama suena afligida y en seguida me siento mal por ella.

En cuanto la puerta de su habitación se abre me quedo de piedra al verla, sus ojos están rojos e hinchados y desborda tristeza. Doy dos pasos y la abrazo de inmediato con fuerza, la ciento gimotear contra mi pecho mientras sus manos se cierra sobre la tela de mi chaleco. Cierro los ojos conteniendo mis propias emociones, la frustración, la ira, el dolor, la tristeza de ver a mi madre en este estado por culpa del hombre que en un tiempo lo dio todo por nosotros, simplemente me parte verla así, cuando Bergoña Metzler siempre ha sido una roca, nuestro pilar.

— ¿Cómo pudo hacerme esto? — murmura con voz rota contra mi pecho

— Lo siento mama...

— 42 años de relación echados a la basura...— comenta con pesar y suspiro

— Mama, no pienses en eso...— trato de animarla — sé que es duro y que jamás imaginaste que algo como esto pasaría, pero no puedes echarte a morir — beso su coronilla y trato de verla, pero se resiste.

— Años de estar para él, de escucharlo, apoyarlo incluso cuando creí que no sería buena idea y así es como me paga, engañándome con una de sus socias...— suspiro porque no sé qué decir — que idiota fui, esa cercanía, esa amistad todo estaba allí y no lo vi

— Mama no te habrías dado cuenta nunca, papa es astuto y sabe muy bien cómo hacer sus cosas, estuvo tres años en ese relación y tu ni te lo pudiste imaginar...

— Es que ni siquiera cambio un poco conmigo, ha sido el mismo Luther de toda la vida...— en ese instante me tenso, porque eso es una gran mentira.

— Mama Luther no es ni la sombra de lo que solía ser...— ella se separa de mí y me ve mal por un instante.

Sus ojos rojos e hinchados me observan con reproche, libera su agarre sobre mí y suspira limpiando algunas lágrimas.

— No digas eso, tu padre siempre ha sido el mismo conmigo...— rio sin ganas y niego con la cabeza.

Me cuesta trabajo que aun sabiendo todo lo que sabe mantenga esta actitud y esta postura defensiva con él. Pellizco el puente de mi nariz antes de volver a verla.

— Madre sabes muy bien que eso no es cierto, Luther pasa muchísimo más tiempo en la corporación que aquí y ahora podemos hacernos una idea del porque...— le espeto sin poder controlarme, sus ojos vuelven anegarse de lágrimas y se gira para perderse dentro de la enorme habitación.

En una esquina de la misma hay un montón de cajas y sobre ellas un montón de trajes que asumo son de Luther.

— ¿Qué hacías? — pregunto con curiosidad y ella sin mirarme continua al vestier donde después de unos segundos sale con las manos llenas de camisas.

— No pienso tenerlo aquí, no voy a compartir la misma cama ni el mismo espacio con ese mentiroso...— deja las camisas de mala gana sobre una de las cajas y regresa al vestier.

— Mama...— la llamo después que la veo hacer el recorrido un par de veces más con distintas prendas — mama, ¿Por qué no dejas que Giselle o Felicia se ocupen de eso? — ella niega saliendo una vez más y soltando de golpe otro lote de camisas.

— Si voy hacer esto tengo que hacerlo yo... — respira profundo y fija sus ojos en mi — le voy a pedir el divorcio a tu padre...— esas palabras no me esperaba, al menos no tan pronto por lo que quedo perplejo.

Bergoña Metzler no se caracteriza por ser una mujer sumisa o sin capacidad de decisión, de hecho gracias a ese carácter y esa capacidad que tiene para tomar decisiones acertadas tiene el puesto que tiene en la ONU. Después de unos segundos se gira y regresa con un montón de zapatos que arroja a otra caja se queda de pie junto a ella observando el contenido de la misma y luego de unos segundos se hecha a llorar una vez más derrumbándose.

Camino hasta ella y vuelvo abrazarla seguro que es lo mejor que puedo hacer en este momento, aunque no hemos hablado mucho sé que esto es mucho más de lo que podría decirme hoy, entonces pienso en la periodista y en lo que sabe y sonrió de lado al ver que tenía razón y hoy no era el momento para que ella viniera hablar con ella.

Mama y yo permanecemos abrazos en silencio cerca de cinco minutos, ella llorando en mis brazos, dejando salir todo lo que siente, sé muy bien que en cuanto deje de hacerlo se levantara y será una vez más esa mujer recia e imponente, que siempre ha sido.

— ¿Mama quieres hablar de lo que conversaste con Luther? — le pregunto un rato después que se ha calmado y está sentada frente a mí en su cama.

— No dijo nada hasta que la llame zorra ¿sabes? — Elevo mis cejas al escucharla, mi mama no llamaría de esa forma a nadie — se molestó y me dijo que era una mujer de respeto — sus ojos me buscan y sonríe con ironía — se atrevió a compararla conmigo — en cuanto pronuncia esas palabras mi cuerpo se tensa y el odio resurge en mis entrañas.

— Mama ninguna mujer se compara contigo... — le aclaro y ella sonríe de lado y asiente segura de eso

— Oso decirme que no sabía cómo paso, que simplemente paso y listo, que me amaba y que tanto yo como tu hermana lo éramos todo para el...— ríe sin ganas y yo quiero ir y partirle la cara una vez más.

— Mama mírame...— le pedí y respiro profundo controlando mis emociones y tratando de medir mis palabras no quiero herirla más, en cuanto posa sus bonitos y enrojecidos ojos en mi sonrió con tristeza y limpio una lagrima rebelde que acaba de caer — mi padre siempre ha logrado manipularte de alguna forma, sé que odias que te lo diga pero es la verdad y esta vez no iba a ser la excepción... — sujeto sus manos y las presiono ligeramente — puede que se haya ido pero regresara y lo sabes, tienes que estar lista para enfrentarlo

— No lo quiero aquí Kai...— me pide en seguida y sé qué significa eso — por favor no dejes que vuelva — cierro mis ojos y respiro profundo — sé muy bien que tú y el no están bien y que con todo esto empeorara su relación pero no quiero verlo — el tono suplicante en su voz me desespera.

— ¿Por qué no quieres verme? sigo siendo tu esposo — esa jodida voz hace que cada poro de mi cuerpo arda de ira.

La reacción de mama es inmediata y me sorprende, libera mis manos se inclina sobre la cama tomado las zapatillas de andar por casa que tenía puestas y se las arroja a Luther que las esquiva con facilidad.

— LARGATE DE MI CASA BASTARDO MENTIROSO — le grita poniéndose en pie y buscando que arrojarle, de inmediato la tomo de los brazos y la centro.

No me he girado pero sé muy bien que Luther está atento a lo que hago y lo que voy a decir.

— Mama no... — sujeto sus majillas porque no pienso permitir que se humille delante de este hijo de puta, ni que la vea así — no lo vale y lo sabes...— sus ojos anegándose de lágrimas se cierran, cada lagrima que cae de ellos me destroza un poco más y la ira y el rencor con que siento por el hombre que me dio la vida es cada vez más grande.

Beso la frente de mi madre y la abrazo con fuerza, antes de girarme y enfrentarme a él. Luther está de pie despreocupado en la puerta, sus manos en los bolsillos de su elegante traje y expresión suficiente, arrogante y altanera.

Bastardo.

Nuestras miradas se encuentran y una media sonrisa se dibuja en sus labios, sé que está provocándome sé que quiere que pierda el control y le reviente la vida pero no pienso hacerlo, no esta vez. Camino hasta él y detenerme a unos pocos pasos de donde está, nos desafiamos con la mirada, la tensión en el ambiente se puede cortar con un cuchillo y las miradas gélidas que nos dedicamos solo rivalizan con la de odio con la que mi madre debe estarlo mirando.

— ¿Tienes el descaro de venir aquí y decir eso? — su sonrisa se ensancha

— No hay descaro en lo que digo si es la verdad, es mi esposa — presiono mis manos en puños.

Está costándome demasiado controlarme, sobre todo por esa jodida sonrisa en sus labios.

— ¿Por qué no te largas? — suelto entre dientes y el ríe divertido

— ¿largarme? Estoy en mi puta casa Kai no te equivoques...— da un paso en mi dirección retándome y puta madre Dios sabe cuánto está costándome contenerme.

— Esta dejo de ser tu casa en el momento en que decidiste meterte entre las piernas de esa zorra...— le espeta mi madre acercándose a ambos — así que toma tus malditas mierdas y lárgate — pasa junto a él tropezando su hombro — Kai vamos a comer algo, muero de hambre — me ordena mi madre pero no me muevo.

No puedo dejar de mirar al bastardo hijo de puta que esta frente a mí sin dejar de sonreír.

— ¿Qué coño te parece tan divertido? — suelto

— Que crees haberte salido con la tuya...— comenta con sorna — pero no te olvides que tengo mucho más que ustedes y en definitiva esta jugada no es nada en comparación o a lo que se les viene...— me advierte y mi cuerpo se tensa — jugaste mal Kai y lo van a pagar — doy un paso en su dirección quedando solo a un paso de distancia.

— Tristemente para ti, no me das miedo ni me intimidas un poco, se cómo mierda juegas y para tu desgracia me subestimas demasiado...— le espeto recordando que la periodista está aquí y no quiero que la vea — así que no me confiaría si fuera tu...

— Kai, Kai, Kai — da una palmada suave en mi mejilla antes que pueda apartarme y el gesto se me antoja repugnante — muchacho tengo todo lo que necesito para arruinarlos uno por uno y no solo hablo del tema económico...— se inclina un poco más hacia mí y murmura — ya todos tienen su talón de Aquiles — se endereza y echa andar hacia el interior de la habitación pasando junto a mí — espero que sepas cuidar de la periodista hijo, no me lo pongas fácil ¿sí? — me espeta logrando con esas palabras que mi autocontrol se vaya a la mierda.

Me giro y cuando estoy por irme encima de él la voz de mi madre una vez más me trae de regreso a la realidad.

— Kai no... tú mismo lo dijiste no lo vale...— me detengo cierro los ojos y respiro profundo controlando las locas ganas de estrangularlo.

Me giro con brusquedad y salgo de la habitación seguido por mi madre, unos pasos más allá me detengo en la puerta que solía ser mi habitación y entro sin tocar. Cuando lo hago me detengo al ver a la periodista con sentando en el borde de mi cama con un álbum de fotos en las manos, sus ojos se elevan con una sonrisa pero al verme esta se esfuma de inmediato.

— ¿Qué pasa? — pregunta poniéndose en pie como un resorte.

— ¿Kai hijo que...— mi madre se detiene a mi lado y se sorprende al ver a Elizabeth, ambas se miran sorprendidas — ¿Elizabeth? — murmura mirándome y luego a ella.

— Señora Bergoña...— murmura la periodista incomoda.

— ¿Qué hace ella aquí Kai? — pregunta mi madre cruzándose de brazos y fulminándome con la mirada.

Genial, imposible que piense que esta para documentar lo que está pasando, respiro profundo y tallo mis ojos antes de verlas a ambas.

— Mama Elizabeth está aquí porque quería que conversara contigo

— ¿No me digas que la trajiste para aprovecharte de la situación y hundir un poco más a tu padre? — me giro para verla mal porque el tono preocupado que ha usado me cabrea.

— Y en caso de querer hacerlo no debería importarte, el tipo te ha estado engañando durante tres años y acaba de intentar humillarte ¿y tú te preocupas por él? — le reprocho haciendo que sus ojos se desvíen al suelo.

— Señora Bergoña no estoy aquí en calidad de periodista, de hecho estoy aquí porque sé muy bien por lo que está pasando, aunque no se compara en lo absoluto...— la voz de la periodista es acompasada y segura, posa sus ojos en mí y luego en mi madre que la ve con curiosidad — estoy aquí como mujer y como alguien que también ha sido "victima" de las mentiras y manipulaciones de Luther...— mi madre frunce el ceño y me ve sin comprender.

No quería que las cosas se dieran de esta manera pero en definitiva creo que no podre evitar la conversación después de todo.

— Hay mucho de lo que hablar mama...

— Kai prefiero que tengamos esta conversación cuando él no esté aquí...— se gira para ver a Elizabeth — no tengo idea de a que te refieres, pero voy a pedirte que por favor te vayas de mi casa, no estoy de humor para entrevistas

— Esto no es una entrevista mama...— la corto — Luther ha

— está bien Kai, mejor pido un taxi y me voy...— me corta Elizabeth tomando el álbum y acercándose a la mueble donde estaba, lo coloca en su lugar y suspira antes de girarse para vernos.

— Gracias preferiría que lo hicieras, solo quiero estar con mi hijo...— le responde mi madre cuando se acerca a nosotros.

La periodista asiente con una media sonrisa en los labios y luego se acerca a mí, coloca una de sus manos sobre mi brazo y lo presiona ligeramente.

— Nos vemos luego...— intenta salir de la habitación pero la detengo.

— Espera...

— Kai tu madre tiene razón no debí haber venido...— murmura con pesar.

— Madre dame un momento — mi madre se gira y sin mirar a Elizabeth sale de la habitación dejándonos solos.

Una vez solos Elizabeth respira profundo y se cruza de brazos adoptando ese porte retador que tanto me cabrea.

— No vas a irte en un taxi, le diré a Alfred que te lleve...— ella pone los ojos en blanco y bufa

— Kai deja al pobre hombre en paz, puedo irme en taxi

— No, no vas hacerlo — le espeto perdiendo la paciencia

— ¿Qué te pasa? — me suelta en el mismo tono.

— Solo no quiero que te vayas en un taxi, no es seguro...— entonces empieza a reír y camina de un lado al otro

— ¿No es seguro, desde cuándo? — intento interrumpirla pero como siempre la periodista suelta la lengua sin más — Mira Kai he pasado la vida entera andando de un lado para el otro, viví en Caracas durante dos años con mi madre ¿y tú te preocupas porque vaya a subirme a un Taxi aquí? — pone los ojos en blanco y continua sin dejarme hablar — Es que en serio a veces este se pasa, vivimos en Ginebra qué coño puede pasarme en un taxi, es más probable que me muera de hipotermia a que me pase algo en un puto taxi aquí — solo que esta vez lo hace en español y el que lo haga me cabrea aún más.

— ¿JODER QUIERES CALLARTE Y ESCUCHARME? — le grito sorprendiéndola — no hablo por el taxi en sí, entiende que Luther nos está respirando en la nuca, no tengo idea de si será capaz de hacerte daño solo por joderme así que no, no quiero que tomes un puto taxi y arriesgarme a que te pase algo, porque primero no lo soportaría y segundo lo mato si te toca ¿entiendes? — termino agitado porque no hice ni una pausa para hablar.

Sus ojos están abiertos como platos y sus labios quedaron entre abiertos en cuanto la grite, poco a poco una hermosa sonrisa comienza a dibujarse en sus labios y un par de pasos acorta la distancia que nos separa y se lanza contra mí chocando nuestros labios. Me besa con desesperación, rodeo su cintura con mis brazos elevándola del suelo y pegándola a mí.

Nuestras lenguas se encuentran tocándose con cierta rudeza, sus dientes chocan con los míos y termino mordiendo su labios con fuerza mientras ella tira del cabello de mi nuca.

— No quiero perderte...— murmuro sin soltar su labio, ella jadea y me aferra con más fuerza.

Abro los ojos para verla, y me pierdo en sus facción, en sus ojos fuertemente cerrados, en su nariz y sus labios entre mis dientes, lo chupo un poco antes de soltarlo y pego mi frente a la suya. Ella respira agitada y permanece con los ojos cerrados.

— Me muero si te pasa algo nena...— murmuro rosando mi nariz con la suya — ¿entiendes lo importante que eres para mí? — pregunto porque no sé si lo sabe y quiero que lo sepa, que este segura de que la quiero y me importa demasiado.

Ella asiente ligeramente y después de unos segundos abre sus ojos, los cuales brillan cristalizados por la emoción, muerde su labio conteniendo una sonrisa y suspira cerrando sus ojos otra vez.

— ¿Qué pasa? — le pregunto animándola a hablarme.

— Es que...— hace una pausa y vuelve a morder su labio con fuerza.

— Nena tu labio, no hagas eso...— le pido en un murmuro ronco, cuando libera su labios soy yo quien los toma con mis dientes haciéndola reír — solo yo puedo hacerlo — la periodista ríe y suspira una vez más.

— Te quiero Kai...— murmura mirándome con intensidad y de alguna forma sé que esas dos palabras implican mucho más.

— Yo también nena — ella sonríe y vuelve a juntas nuestros labios esta vez en un beso suave y cálido.

— Vamos le diré a Alfred que te lleve al departamento... — ella asiente con una sonrisa y la bajo para colocarla en el piso.

Permanecemos abrazados besándonos con suavidad y lentitud por unos segundos más antes que alguien se aclare la garganta a nuestra espalda. Elizabeth se separa de mí con rapidez y yo me giro para ver a Giselle que nos observa como si quisiera asesinarnos a ambos.

— Su madre está esperándolo...— comenta sin verme, con sus ojos fijos en la periodista que la ve con seriedad.

— Dile que ya la alcanzo acompañare a Elizabeth abajo, llama a Alfred por favor y dile que aliste el auto...— Giselle permanece desafiando la mirada de Elizabeth unos segundos antes de asentir y girarse.

Cuando se va respiro profundo y me giro para ver a la periodista que esta con la vista fija donde estaba Giselle hace unos segundos.

— Ella gusta de ti, ¿lo sabias? — suelta sorprendiéndome

— ¿Ah?

— Ella, ¿Giselle no? se muere por ti...— dudo un instante y asiento

— Sí, lo se...— ella eleva una de sus cejas y se cruza de brazos mirándome expectante — por eso le pedí a Isabella que la enviara aquí, para evitar problemas

— ¿Problemas? — pregunta con suspicacia y noto que he hablado de mas

— Si, no es muy sano para ella convivir conmigo si le gusto...— respondo encogiéndome de hombros.

— Hmmm ¿y cómo te enteraste que gustaba de ti? — pregunta sin dejar de mirarme.

No puedo evitar sonreír porque siento cierta hostilidad en su tono.

— La encontré con uno de mis bóxer en la mansión...— sus ojos se abren como platos y comienza a reír después de unos segundos

— ¿En serio? — asiento sonriendo y ella niega con su cabeza divertida.

— ¿Loco, verdad? — ella asiente acercándose a mí, pegando su cuerpo al mío.

Sus manos se apoyan en mi pecho y esa mirada lujuriosa y picara se apodera de sus ojos, mientras que desliza sus manos hacia abajo colocando una sobre mi entrepierna y la otra la deja a mitad de mi abdomen, de inmediato me tenso sintiendo como mi polla se endurece aún más de lo que ya estaba.

— Un poco, supongo que anhela esto...— murmura acariciándome sobre el pantalón, cierro mis ojos y respiro profundo controlándome.

— Elizabeth... — farfullo con voz ronca ella continua moviendo su mano de arriba abajo sobre mi polla y yo comienzo un conteo mental para no irme encima de ella y follarla aquí y ahora.

— Es una pena que no pueda tener lo que desea...— se inclina sobre mí y alcanza mis labios besándome con posesión, tomo su cintura con ambas manos y las presiono a sus costados, ella gime y abandona mi boca una vez más — porque es mío y no me gusta compartir...— finaliza regresando a su posición inicial sonríe con arrogancia y luego echa andar para alejarse de mí.

Pero la detengo sujetándola del antebrazo.

— ¿Jugando señorita White? — le pregunto mirándola de lado.

Ella sonríe ampliamente con picardía viéndose increíblemente hermosa y acelerando el latido de mi corazón, joder en serio no me veo sin esta mujer.

— Absolutamente...— sonríe y la imito

— ¿Consciente que va a quemarse?

— Me encanta arder en su fuego señor Metzler — murmura seductora haciendo que mi polla se tense un poco más.

Se libera con delicadeza de mi agarre y vuelve a caminar alejándose de mí, respiro profundo pasando las manos por mi rostro controlando las jodidas ganas que tengo de follarla, pero entonces una idea sea instala en mi cabeza y rio con malicia.

— Señorita White soy un jugador peligroso...— me giro y la sigo para acompañarla de regreso a la entrada principal para que Alfred la lleve al departamento.


#


Mi madre bebe un poco de té delante de mí con expresión seria, está un poco más tranquila después que Luther se fue hace cerca de una hora llevándose parte de sus cosas. Sé que no va a llevarse todo solo por afectar emocionalmente a mama.

— ¿Tú y esa chica? — Pregunta repentinamente cambiando el tema — la periodista — dudo un instante sin saber muy bien cómo explicarle lo que ocurre entre ambos

— Me gusta...— suelto con simpleza después de meditarlo y no hacerlo tan complejo.

— ¿Lo sabe? — Asiento y esta vez es ella quien suspira — Kai no eres un niño y no soy quien para decirte que hacer o que dejar de hacer pero ¿estás seguro que esa chica es una buena opción? O es solo uno de esos acostones ¿y ya está? — sonrió porque se está preocupada

— Si lo sabe y es algo mutuo madre...— entonces sonríe de lado con malicia y suspira

— ¿Y que te hace pensar que es algo verdadero y no simplemente la oportunidad perfecta para liarse al multimillonario? — esta vez rio

— ¿Elizabeth? — Niego con la cabeza y suspiro — creo que es bastante real por su parte...— ella me ve expectante pero como no agrego nada mas no sigue indagando.

— Hijo perdóname...— suelta sorprendiéndome — tenías razón, tu padre siempre logra manipularme y aunque me jacto de decir que soy una mujer con temple él siempre ha sabido como colarse en mi sistema y anularme — suspiro porque tiene razón — lamento haberte hecho sentir como lo hice — sonrió y me inclinopara tomar su mano.

— No importa mama, eso pasa...— ella asiente y después de unos segundos sonríe con tristeza

— Sé que no es la manera pero quiero compensarte...— mi ceño se frunce sin comprender de que va — dile a Volker y Ajax que soliciten otra reunión, los apoyare y hare todo lo que está a mi alcance para que logres tus objetivos en África — mis ojos se abren como platos y ella suspira — no tiene caso intentar salvar algo que no tiene salvación y tu estás haciendo algo increíble, siempre has hecho más de lo que tu padre ha hecho por alguien que no seamos nosotros...— murmura, sus ojos llenándose de lágrimas, limpia una lagrima rebelde y después de unos segundos vuelve a mirarme — necesito descansar hijo, gracias por haber venido — asiento una vez ella se pone en pie y se acerca a mí para abrazarme — ¿puedes llamar a Ainara y decirle que vuelva?

— Si lo hare y gracias mama, esto significa mucho para mí y para esas personas...— ella sonríe y acaricia mi mejilla con cariño.

— Te amo cariño — sonrió y la abrazo con fuerza

— Yo también te amo madre con todo mi corazón... — ella ríe con suavidad y luego me libera, deja un beso sobre mi mejilla y se va dejándome solo.

Pocos minutos después estoy andando hacia la puerta principal de la mansión Metzler cuando un taconeo rápido me detiene, cuando me giro Giselle camina con prisa hacia a mí.

— Kai...— se detiene frente a mí y toma una bocana de aire antes de empezar — ¿tú y esa mujer?

— Giselle no tengo que darte explicaciones de ningún tipo, no lo hice antes y no lo voy hacer ahora...— la interrumpo, su cuerpo se tensa y presiona sus manos en puños.

— Lo siento, es solo que...

— Te deje todo muy claro Giselle, nunca te prometí nada ni te dije que había algo más entre ambos...— ella asiente sin mirarme y posa sus bonitos ojos en el suelo — mírame Giselle — le ordeno y con cierta timidez eleva sus ojos hasta conectar con los míos — no sigas esperando por algo que no va a llegar, eres una mujer hermosa, con un cuerpo de puta madre, encontraras a alguien que te corresponda, pero yo no soy ese alguien — ella asiente y suspira.

— Lo siento...— se disculpa, me acerco a ella y acaricio su mejilla, es una gran chica solo que espero cosas de mi que no estoy dispuesto a darle.

— Tranquila...— le sonrió y me giro para irme.

Una vez afuera Alfred me espera junto al auto, me sonríe con diversión y sé que algo paso con la periodista de camino.

— ¿Todo en orden Alfred?

— Si señor, todo en orden...— lo veo con suspicacia y vuelve a reír — solo diré que esa periodista se las trae...— comienzo a reír porque sé muy bien de qué habla.  


Nota del autor: Hola mis gamers, primero que nada me disculpo por no haber actualizado antes he estado full y pues no se me ha hecho facil escribir estos dias, pero aqui esta, espero hayan disfrutado del capitulo, que piensan de todo???? ah les dare un consejo no se pierdan ningun detalle!XD besos les amo infinitamente, gracias de verdad por el apoyo que le estan dando a la historia! 

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