✪ : C U A T R O
Steve Rogers estaba sentado junto a su mejor amiga en la cama, observándola mientras ella se movía incómoda. El dosier que le había dado el doctor Erskine estaba en su regazo, pero aún no lo había abierto desde que habían vuelto a su casa.
—¿Te ofreció una oportunidad? —preguntó Lottie a Steve en voz baja, mirándole. Él asintió, tragándose el nudo que tenía en la garganta al mirarla.
—Dijo que se llama Proyecto Renacimiento. No me pudo decirme los detalles, pero me admitió, Lottie. Me está dando una oportunidad.
—A mí también me dijo que me estaba ofreciendo una oportunidad —susurró, mirando el dosier que tenía en el regazo. No estaba segura de lo que vería cuando lo abriera y, francamente, tenía miedo de saber lo que había debajo de la cubierta.
Steve volvió a tragarse el nudo que tenía en la garganta, colocó su mano sobre la de Lottie e intentó evitar sonrojarse. Lottie levantó la mirada hacia Steve, que trató de enviarle una sonrisa reconfortante.
—Estoy contigo, Lottie. Tienes que averiguar lo que hay dentro.
Con otra respiración profunda y esa pequeña charla de ánimo de Steve, se tragó sus miedos y abrió el dosier que estaba sobre su regazo.
RESERVA CIENTÍFICA ESTRATÉGICA "RCE"
AGENTE THOMAS RICHARD WATSON
PROYECTO RENACIMIENTO
ESTADO: FALLECIDO
CASO CLASIFICADO
—Trabajó en el Proyecto Renacimiento —exhaló Steve, leyendo por encima del hombro de Lottie. La chica estaba en shock, mirando la página que tenía ante sus ojos. El dosier contenía una página, y sólo una página. Era la única información que le había dado el doctor Erskine.
—Trabajó en lo que sea este proyecto para el que te quiere Erskine —susurró Lottie, mirando la foto adjunta al dosier. Era su padre, vestido con su uniforme—. No era un soldado, era un agente de la RCE.
Ni Lottie ni Steve hablaron durante los siguientes minutos. Ella se aferró a la mano de su mejor amigo, intentando comprender lo que sostenía en su regazo. Le ofreció una oportunidad, un número al que llamar cuando se decidiera, pero lo único que le dio fue un papel que sólo le decía una cosa que antes no sabía.
—Quizá esta oportunidad tenga que ver con tu padre —dijo finalmente Steve, mirando a su mejor amiga—. Tal vez necesitaba que confiaras en él primero antes de contarte el resto.
—¿Confías en él? —cuestionó Lottie.
—Me ofreció una oportunidad, no me quedan más opciones que confiar en él —admitió Steve encogiéndose de hombros—. Me vio por mí, quiere darme la oportunidad de defender a mi país. Sin embargo, tu padre confió en él, Lottie. Eso debería decir mucho.
—¿Cuándo te vas?
Lottie se apresuró a cambiar de tema, tirando el dosier a un lado. Era demasiado en lo que pensar y necesitaba saber cuánto tiempo le quedaba con su mejor amigo.
—Mañana por la mañana. Entrenamiento base en Nueva Jersey durante unos meses antes de que me dijera que pasaría al Proyecto Renacimiento.
Lottie miró a Steve a los ojos, aferrándose al azul de sus iris. Se iba a quedar sola para lidiar con la borracha de su madre, con sus dos mejores amigos en la guerra y luchando por volver con ella. No estaba segura de poder soportarlo.
Los ojos de Steve se abrieron de par en par cuando Lottie voló hacia su pecho, abrazándolo con fuerza. No podía perderlo, pero siempre fue su mayor apoyo y le dijo que algún día conseguiría entrar en el ejército. Tenía que apoyar su decisión, pero eso no significaba que no pudiera aprovechar los momentos que le quedaban y saborearlos.
—Te voy a echar de menos.
—Yo te echaré más de menos, muñeca.
Los frágiles brazos de Steve rodearon a Lottie, acercándola a él. Te quiero, eso es lo que su cerebro realmente quería que dijera, pero en lugar de eso aprovechó la oportunidad que se le brindaba y optó por no arriesgarlo todo.
Si esta era la última vez que Steve Rogers iba a poder abrazar al amor de su vida, a su mejor amiga, entonces iba a aprovecharla.
Una vez que Steve hubo abandonado el apartamento de Lottie, dejándola llorando mientras él se marchaba a la guerra, Lottie volvió a perderse en sus propios pensamientos.
Estaba acurrucada en la cama, con la mirada fija en el dosier que yacía a su lado. No lo entendía: ¿por qué darle esto a ella? Admitiría que le quitaba muchos miedos saber que su padre confiaba en esa gente, sobre todo si Steve iba a trabajar con ellos. Pero el Doctor también la quería para algo. ¿Valía la pena? La idea de salir de este apartamento y dar un salto de fe, como su padre, ¿valía la pena poner su confianza en un hombre que no conocía?
Se oyó un ruido en el pasillo y Lottie se incorporó inmediatamente. Metió el dosier debajo de la funda de su almohada, temerosa de que su madre lo encontrara.
Con paso ligero, la joven se arrastró hasta el pasillo y salió al salón. El jarrón que contenía un ramo de flores, regalo de Bucky antes de marcharse, estaba hecho añicos en el suelo del salón. Dorothy Watson estaba sentada en el sofá al lado de él, mirando fijamente a la pared.
Lottie no hizo ningún ruido mientras avanzaba sigilosamente, recogiendo los trozos de cristal más grandes y llevándolos a la mesa sobre la que antes estaba el jarrón. Cogió la escoba y el recogedor del otro lado de la habitación, preparándose para limpiar el resto de los cristales. No podía confiar en que la mujer borracha a la que llamaba madre lo hiciera sin más daños.
—Perdió tanto tiempo contigo.
Lottie se detuvo en seco. Estaba agachada en el suelo, de espaldas a su madre, mientras barría los trozos de cristal. Miró a su madre, pero ella seguía mirando a la pared, con una botella de alcohol medio vacía en la mano. A veces, Lottie se preguntaba cómo podía permitirse tanto alcohol.
—Madre─
—Predicaba la fortaleza mental, como si pudiera vencer a la guerra pensando más que los nazis —se mofó Dorothy, dando un trago a su bebida. Lottie permaneció en silencio—. Creía que te entrenaba para luchar haciéndote usar la cabeza, como él. Consiguió que le mataran.
—No siempre se gana una guerra luchando, madre. A veces se gana pensando, padre murió valientemente.
—¡Tu padre murió como un maldito cobarde!
Lottie se estremeció al oír el ruido de la botella de alcohol al estrellarse contra el suelo. No se atrevió a mirar a su madre, pero sabía que la mujer ya la estaba mirando.
—Era débil, como tú. Morirás como una cobarde igual que él.
La escoba y el recogedor quedaron olvidados en el suelo cuando Lottie se levantó y salió de la habitación en silencio. Cuando supo que su madre no la veía, se dirigió a su dormitorio y cerró la puerta con un portazo detrás de ella.
Las lágrimas amenazaban con derramarse por sus mejillas a cada segundo mientras cogía la maleta de debajo de su cama, metiendo en ella todo lo necesario. Lottie se secó las mejillas cuando por fin se le saltaron las lágrimas y se tiró sobre la cama para sacar el dosier de debajo de la funda de la almohada.
Tal como había dicho el doctor Erskine, había un número de teléfono escrito cuidadosamente en la parte inferior de la página, justo en el reverso. Lottie sostuvo la carpeta en su regazo, cogió el teléfono de la mesilla de noche y marcó rápidamente el número mientras las palabras del doctor Erskine fluían a través de ella.
«Quiero ayudarla, Lottie, si me lo permite. Sé lo de su madre, sé lo de su vida, y quiero ofrecerle una pizarra limpia*.» [clean slate]
El teléfono sólo sonó durante un segundo, antes de que el familiar acento alemán de ayer fluyera a través del teléfono y llegara a los oídos de Lottie.
—Esperaba su llamada, Charlotte. Asumo que ha tomado su decisión.
—Mi padre confió en usted, Steve confía en usted, así que le doy mi confianza. Tiene que explicármelo todo, entonces tomaré mi decisión pero... estoy dentro.
—Enviaré un coche a por usted dentro de una hora.
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