5
Aclaración
En este fan fic la pareja
de Mustafa es Helena.
Los gritos de la joven se escuchaban en todo el palacio, el príncipe y su familia estaba a la espera de que se anunciara el nacimiento de su bebé.
—Hermano.—Mehmed llegó a acompañarlos en la espera, únicamente estaban frente a los aposentos Mahidevran, Mustafá, Meryem y un par de mujeres que servían a la madre del príncipe.
La familia del sultán esperaban pacientes en sus aposentos el alumbramiento del hijo de Mustafá, pero no Mehmed, el quería estar ahí. Quería estar cerca de su hermano y claro, de la castaña que lo enloquecía la cual parecía ignorarlo por la vergüenza.
—Allah mediante tendrás un príncipe sano.—Felicitó llevando su mirada a Meryem quien mantenía la cabeza agachada con sus mejillas sonrojadas y los nervios emanando de ella.
—Espero algún día también acompañarte al nacimiento de tus hijos, Mehmed.—Habló Mustafá provocando una extraña sensación en el pecho de su prima.
No quería pensarlo mucho, pero ella sabía que una vez Mehmed se fuera a su provincia tendría mujeres por montones, esa era la tradición y ella no podía hacer nada para evitarlo.
Finalmente escucharon el llanto de un bebé.
—Avísenle al sultán.—Ordenó Mahidevran antes de ingresar a los aposentos.
Ahí estaba Helena, la mujer de Mustafá agitada luego del parto, la partera sostenía al recién nacido ya limpio mientras las criadas arreglaban todo para su nombramiento.
—Es una hermosa niña.—Anunció la doctora.
Mustafá contento fue a tomar a su hijita en brazos arrullándola, Meryem sonrió enternecida, era tan pequeña, tan hermosa que parecía mentira verla ahí tan tranquila.
—Algún día también serás madre, Meryem.—Murmuró estando al lado de ella mientras los demás veían a la recién nacida.—Te casarás y serás feliz con alguien más.
—¿Y qué será de ti en ese futuro, mi príncipe? ¿No tendrás una familia en tu harem?—Los celos se escuchaban en sus palabras.—Serás feliz con todas esas mujeres que te servirán.
—Mi amor por ti no lo tendrá nadie, seguiré anhelando un destino que nunca podremos alcanzar juntos. Pero en tu felicidad, encontraré paz.
Ambos buscaron sus miradas adoloridas, tristes de saber que aunque lo quieran nunca podrían amarse de la manera que querían.
—¡Atención, su majestad el sultán Suleiman!—Anunciaron y todos reverenciaron.
Tras él venían Hürrem y Mihrimah, la pelirroja observó a su hijo fríamente y con eso él supo que debía apartarse y acudir al llamado de su madre dejando sola a la sultana. Al menos hasta que Mahidevran caminó junto a ella.
—Allah me ha hecho padre de este pequeño ángel.—Mustafá presentó a la princesa.
El sultán cruzó unas palabras con su hijo antes de rezar por el bienestar de la pequeña y así la nombró.
—Tu nombre es Nergisşah, tú nombre es Nergisşah, tú nombre es Nergisşah.
—Nergisşah.—El recién padre agradeció por el nombre escogido.
—Haz tenido una sultana preciosa.—Felicitó a Helena que ahora tenía a la pequeña entre sus brazos.
—Que repartan dulces en el harem.—Pidió Mahidevran a la criada que la acompañaba, Fidan.
Así se hizo, no hubo persona en el castillo que no celebrara el nacimiento de otro miembro de la dinastía, y cuando la noche cayó, las familias se dividieron para cenar, este caso estuvieron solas Mahidevran y Meryem pues el príncipe decidió mantenerse junto a su favorita e hija.
La mesa estaba adornada con fina vajilla y velas parpadeantes, pero un velo de inquietud cubría a la joven sultana. Mahidevran, con ojos sabios, notó la melancolía en la expresión de ella y decidió abordar el asunto.
—Querida, he notado que tu mente está en algún otro lugar esta noche. ¿Hay algo que quieras compartir conmigo?—Preguntó, su tono maternal destilando preocupación.
Meryem titubeó por un momento, pero finalmente cedió a la confesión, después de todo Gulbahar era lo más cercano que tenía a una madre, la una persona que la había querido en ese palacio.
—¿No se enojará conmigo?—Murmuró con algo de inseguridad.
—Sabes que puedes contarme lo que sea.—Sostuvo su mano dándole la fuerza que necesitaba para hablar.—¿Otra vez te han hecho sentir mal en la capital?
—No es eso...—Habló sintiendo su corazón encogerse.
—¿Entonces que sucede?
—Yo... Estoy enamorada de alguien que la moral y las normas consideran inapropiado.
Mahidevran se sorprendió ante aquellas palabras pues sabía que Meryem no conocía hombres además de los eunucos, ¿Había tenido encuentros con un hombre a escondidas del sultán? ¿Un pueblerino tal vez? No lo pensó más pues pudo ver los ojos de tristeza de la menor, no era el momento de indagar, necesitaba darle palabras que la motiven.
—El amor a veces elige caminos inesperados. ¿Quién es este hombre que ha capturado tu corazón de esta manera?
—Desearía tanto contárselo sultana... Pero temo que nunca me volvería a ver de la misma manera.—Murmuró.
Mahidevran con aquel instinto maternal fue a su lado, la tomó en brazos dándole la seguridad que necesitaba.
—No puedo evitar sentir lo que siento.—Sollozó dejando caer las lágrimas en su bello rostro de porcelana.
—El corazón sigue sus propias leyes, mi querida. Pero debemos considerar las consecuencias. ¿Estás dispuesta a enfrentar las posibles adversidades que este amor podría traer a tu vida? ¿En verdad lo amas con tanta intensidad?
La princesa, con la determinación resplandeciendo en sus ojos, afirmó.
—Sí.
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