Capítulo 2. Jack
6 años después.
Sentado en el suelo de un recoveco de la biblioteca, devoro con la mirada el libro que acabo de encontrar. Es tan interesante que ni siquiera me doy cuenta de que casi lo he terminado. Sonrío. No son pocas las tardes que he pasado así, tratando de mantenerme ocupado cuando nada más lo hacía. Cuando quería alejarme de aquel pequeño pueblo que en un pasado lejano llamé hogar.
Dejo el libro en el suelo; sé que más tarde volveré. Casi nadie viene ya a la biblioteca y, los pocos que lo hacen, nunca miran en mis espacios escondidos. La única que se pasa por ellos es Iraida, la bibliotecaria. La conocí cuando vine aquí la primera vez y enseguida entablamos una amistad, cosa que agradezco. A pesar de tener a Denisse a mi lado en todo momento, necesitaba otros amigos que me pudieran dar consejo sobre cosas que ella no podía. Necesitaba amigos que no fueran solo mi novia.
Salgo del edificio, no sin antes despedirme de Iraida, y me dirijo a la oficina. Debería haber estado allí un rato antes, pero debido al poco movimiento, dudo que importe mucho. Desde que me convertí en Principado de Skyfall, no ha ocurrido mucho. Sí, ha muerto gente, pero nada de gran interés. No sé qué es lo que realmente estamos buscando cuando miramos impasibles los televisores con las imágenes de nuestro anterior mundo. Sospecho que existe una razón mucho más grande de lo que nos cuentan; no hacemos esto por la protección de los humanos, sino por algo más. Algo que llevo tratando de averiguar todo este tiempo y que, sin embargo, nunca dio sus frutos.
Cuando regreso, mis compañeros parecen agitados. Quizás no debería haberme ido. Pero ahora no es tiempo para lamentos, pues debo averiguar si lo que ha ocurrido es de mucha importancia o no y, con ello, informar a Matt.
—¿Todo bien? —pregunto a una de mis compañeras.
—No lo creo. Ha muerto alguien. Pero, por algún casual, ha hecho saltar las alarmas. Era importante. —Me mira, irritada.
No sé si esa mirada va dirigida al hecho de que he faltado durante un momento de vital importancia o simplemente porque esto haya ocurrido. Lo dejo pasar. Miro los televisores que llenan la sala, en cada uno de ellos hay una imagen distinta.
Inevitablemente, me fijo en el que parpadea una imagen de alerta. Soy el único que puede evaluar los daños y detener la alarma, pero visto que llego tarde, es probable que ya hayan alertado a las autoridades y, con ello, a mi jefe, Matt. No puede ser nada bueno lo que se acerca, pero por lo menos debo de hacer algo para mejorar la situación.
Me siento en frente de la pantalla y trato de teclear, pero la señal de alerta me impide realizar cualquier tarea. Intento aplicar el protocolo que nos enseñaron para situaciones como estas; nada. He llegado demasiado tarde.
—Jack. —Una voz enfadada grita tras de mí.
Me giro en la silla. Como sospechaba, es Matt, y no parece muy contento. Mis compañeros apartan las miradas, no quieren tener nada que ver con lo que va a pasar. Es una falta muy seria el desaparecer durante estas cosas y no creo que las consecuencias vayan a ser muy buenas. Por suerte, Matt y yo tenemos una muy buena relación, por lo que no me preocupa mucho.
—Matt, lo siento. He intentado hacer algo, pero el sistema no me lo permite.
—Lo sé. —Parece inquieto.
Arrastra la silla de al lado para sentarse frente al mismo monitor que llevo observando durante unos minutos. Lo miro atentamente. Su rostro se encoge cuando lee lo que muestra el televisor. Se nota que sabe qué tiene que hacer y por qué, pero no se molesta en explicarme nada. Comienza a teclear como un maníaco y, minutos después, desaparece la señal roja. Miro boquiabierto, todavía tratando de procesar lo que acaba de hacer.
—¿Cómo? —Le miro a los ojos, pero él no me mira de vuelta.
—No te lo puedo decir —contesta, serio—. Voy a derivar este caso a mi oficina. Debe de ser manejado por los altos cargos.
—¿De qué estás hablando? ¿Por qué no podemos hacerlo nosotros?
—No puedo decirte eso, Jack. Estaría violando la normativa. Ya es suficiente que te deje salir de rositas de esta. —Su voz es autoritaria; nunca lo había visto así—. Ahora, continúa con tu trabajo y, por favor, que esta sea la última vez. ¿Me entiendes?
—Sí —respondo, demasiado azorado como para llevarle la contraria.
Se marcha sin decir nada más. Mis compañeros siguen a lo suyo, haciendo como si no acabasen de oír todo eso. Trato de ocultar mi vergüenza, girándome hacia la pantalla que hacía segundos me estaba dando problemas. Hundo mi rostro entre mis manos. Mis sospechas sobre que algo más está ocurriendo solo incrementan y, con ello, mi curiosidad.
La curiosidad mató al gato, pienso. Pero el gato murió sabiendo.
Me levanto de la silla de mi ordenador tras haber estado en ella durante horas, tratando de encontrar una respuesta a lo que había sucedido con Matt. Por desgracia, no obtengo resultado alguno. La única conclusión a la que llego es que los datos sobre el caso de Matt han sido borrados del sistema, lo que quiere decir que él posee la única copia.
—¿Te vas? —pregunta Liam, uno de mis compañeros, incrédulo.
—Sí. Tengo que investigar una cosa —respondo, mirándole.
—¿En serio? Después de lo ocurrido esta mañana porque no estabas, ¿vas a arriesgarte?
—Ya ves que sí.
—Pero-
—No lo intentes. Ya sé que he aceptado este trabajo, pero puedo seguir realizándolo sin tener que estar aquí las veinticuatro horas del día. Que no necesitemos dormir no significa que no necesitemos hacer otras cosas de vez en cuando, y ahora mismo es uno de esos momentos. Así que déjalo —digo, cortándole; no me apetece escuchar más sermones.
Salgo de la sala, aunque esta vez me llevo uno de los portátiles para poder seguir trabajando en caso de emergencia. Empiezo a caminar, pero tras un rato desisto; tengo que ahorrar el tiempo. Despliego mis alas y vuelo hasta la biblioteca, lo cual me lleva escasos segundos.
—Iraida —saludo con un gesto—, ¿me podrías ayudar con una cosa?
—Por supuesto, cariño. Dime qué necesitas.
Sale de detrás del mostrador. Ella es más mayor que yo, pero eso no me importa; es una buena amiga igualmente. Tiene el pelo rubio y ondulado, estilado con un corte pixie. Lleva gafas redondas de alambre, aunque ahora las tiene colgadas de la camisa. Su piel pálida la hace parecer frágil, además de muy delgada. Sus ojos marrones siempre lucen un brillo único, el cual delata el amor que siente hacia su trabajo. Sus labios rosas forman una cálida sonrisa. Esa misma sonrisa que me mostró el primer día que entre por las gigantescas puertas del edificio. Esa que todos los días me da un poco de esperanza.
Le devuelvo la sonrisa a modo de agradecimiento. Desearía poder hacer más por ella, por todas las veces que ha estado a mi lado ayudándome.
—¿Tienes algo sobre los Principados? De hecho, estoy buscando algo en específico. Quiero saber qué es lo que pasa cuando no realizan su trabajo.
Ella arquea una ceja, pues sabe que soy el Principado de Skyfall. Sin embargo, no comenta nada sobre ello. Cierra los ojos durante un segundo intentando recordar si tiene algo, supongo, y en poco se dirige hacia una de las estanterías del fondo.
—Esto es lo único que tengo, no sé si te servirá mucho —dice entregándome un tomo de una serie que ocupa una balda entera, lleno de polvo.
—Gracias.
Sin decirme nada más, vuelve a su puesto para continuar con su trabajo. Me siento en el suelo enfrente de la misma estantería donde se encontraba el libro. Lo abro por el índice para ver si contiene algo de lo que necesito, hasta que encuentro un apartado que parece interesante: "Casos protegidos".
Abro el libro por la página indicada, y comienzo a leer.
CASOS PROTEGIDOS Reglamento 5.8; en el caso de darse un caso especial en alguna de las salas de Principados, se notificará a las autoridades y de entregará el caso a las Virtudes. Todos los datos habrán de ser borrados de los sistemas de los Principados para aumentar su protección.
Continúo leyendo pero no aparece nada más de interés. El apartado se extiende en una sola hoja por ambas caras, mientras que el resto de apartados parecen ocupar incontables hojas. No dice nada acerca de qué casos se consideran especiales y por qué razones se deben proteger, lo cual añade más misterio a la atmósfera.
Cierro el libro de golpe lo que causa que una gran nube de polvo me cubra la cara. Lo guardo en su sitio y salgo de la biblioteca distraído, sin decirle adiós a mi amiga.
Necesito averiguar de qué trata todo esto. Por algún casual, un extraño sentimiento corre por mi cuerpo y algo me dice que no es nada bueno. Pero sigo sin poder comprender por qué razón se esconden ciertos casos a los niveles inferiores. Hay mucho que los superiores saben que nunca nos dirán, y sé que si es así es por algo en concreto, pero mi curiosidad siempre consigue apoderarse de mí.
Por ello, me acerco al despacho de Matt, aunque con la firme idea de que no va a soltar palabra. Llamo a la puerta pero no obtengo respuesta. Abro ligeramente; no hay nadie. Maldigo por lo bajo.
Me paro un segundo y respiro hondo. Debo tranquilizarme, pues esto me tomará averiguar mucho más tiempo que un solo día. Pero ese persistente sentimiento dentro de mí me dice que hay algo que necesito saber. Cuanto antes.
Por el momento, no me queda nada por hacer. Sólo puedo preguntar a la gente con la esperanza de que alguien sepa algo, pero las posibilidades de ello son mínimas. Queriendo pensar que este no es el final de mi expedición, me obligo a tomar un descanso. Lo primero que se me pasa por la cabeza es buscar a Denisse. Necesito ver su cara, su acogedora sonrisa y el brillo de alegría en sus ojos; necesito su consuelo, unos brazos a los que agarrarme y una dulce voz que me diga que todo va a ir bien.
La busco por todos lados, pero no consigo encontrarla. Lleva un año estudiando para subir en la jerarquía angelical, debido a que no le gusta trabajar como Principado. Por encima de los Principados, se encuentran las Potestades; es decir, los guerreros de nuestro universo. Según la leyenda, son aquellos que luchan contra los demonios, seres malignos de otro universo como el nuestro, pero desde hace miles de años no se sabe nada de estos seres. Mientras tanto, dedican su tiempo a asistir a los Principados, además de a cargos superiores.
Pero Denisse quiere ser parte de las Virtudes. Ellos se encargan de la naturaleza de los universos. Se encargan de que la Tierra se mantenga en balance; de que crezcan las plantas, caiga la lluvia, o sople el viento. Ellos son como la "Madre Naturaleza". Se desentienden completamente de los temas que deben llevar los Principados, así como la política o la justicia, centrándose más en el bienestar del planeta. Asimismo, cuidan del resto de planetas que están más próximos a nuestro universo, es decir, el sistema solar de la Tierra. Sin embargo, en estos otros hay menos que hacer dado que las condiciones son diferentes a las del planeta azul; aun así, hacen todo lo posible por balancear las naturalezas de cada uno de ellos, con la esperanza de crear algún tipo de vida en ellos.
Denisse siempre amó la naturaleza. Cuando éramos pequeños no había día en el que no me llevara al parque a escuchar el silbido de los pájaros o el chirrido de los bichos escondidos entre la maleza. Es por eso que este trabajo parece perfecto para ella, pero me duele no poder verla tan a menudo como lo hacía antes.
Me acerco a su habitación otra vez más, pensando en quedarme ahí hasta que ella vuelva de sus sesiones de estudio. Es algo que hago habitualmente cuando me canso de trabajar, y ella siempre se alegra de verme después de haber estado la mayor parte del día estudiando. Aunque ella no lo dice, sé que a veces se cansa de ello y que desearía poder acabar con ello ya, pero siempre fue demasiado orgullosa como para hablar de ese tipo de temas.
Cuando llego a su puerta me detengo en seco. Se oyen voces desde dentro de la habitación. Parece que están en medio de una pelea, por lo que no quiero interrumpir. "Debería marcharme", pienso. Pero de pronto reconozco la voz de la otra persona. Es Matt.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro