Típica escena de los años 40, a escala de grises iniciaba un cortometraje que simulaba el reflejo de relatos que nunca fueron contados.

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Caminaron por la circunstancia de nunca encontrarse, ni la casualidad más inesperada quiso ser parte de su historia. Dos vidas que divagan por las calles sin salida, de aquellos laberintos que nunca serán uno solo, por decisiones equívocas u oportunas que desconocen un sentido en común.

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En una ciudad que los obliga a ir de un lado a otro, ella toma el autobús de vuelta a casa. Los números la guiaban a su destino, 733 era el que debía tomar. Él con el afán que exigía sus días, toma el 337. El trabajo nocturno por elección pretende llevarlo a terminar las últimas horas de una larga jornada.

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Estando en la misma estación, entran al mismo tiempo, con los pasos contados y los segundos exactos, aunque en dirección opuesta. Se predecía un tráfico exasperante, sería un viaje eterno; sin ninguna pretensión cruzan las miradas pero sin verse a los ojos, en uno solo instante, pierden la oportunidad de conocer la magia más inesperada, de un encuentro inolvidable que ya no cambiara dos vidas en un mundo inexacto.

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Marzo

(Semana 12, 2017)

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Dos vidas, un sólo camino, ellos se amaban pero no lo sabían, los dos anhelaban encontrar el amor verdadero, pero no contaron con que el amor hay que vivirlo para sentirlo, hay que buscarlo para encontrarlo o simplemente hay que darlo para recibirlo.

Sus miradas jamás se cruzaron, 
sus corazones aún vacíos, pero siempre tuvieron algo en común,
la búsqueda de lo imposible.
 

13/08/15