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||3||

Gastly flotaba por la habitación de t/n, y esta lo observaba tumbada en su cama.

No tenía ganas de salir de su cuarto ni de la casa.

Ella miraba como su pokemon daba vueltas cerca del techo.

—No quiero salir,—dijo t/n alargando las palabras— salir implicaria hablar con Gladio, y Guzmán no está... Ahg, e irme a la calle significa recibir insultos de los demás...

—¡Gast!—dijo el pokémon

—Ya, me odian porque soy la protegida de Guzi.

—¿Hablas con tu pokémon?—dijo una voz al otro lado de la puerta cerrada.

—¿Gladio?¿Qué haces tras mi puerta?—preguntó la chica levantándose de la cama y caminando hacia la puerta—¿Me espías?

—¿Para que querría yo hacer eso?

—Deja de hacer preguntas.—t/n abrió la puerta y se encontró cara a cara con el rubio. Miró directamente a sus ojos verdes, tratando de intimidarlo con la vista—¿Qué hacías al otro lado de mi puerta?

—Buscaba la cocina cuando te oí hablar con tu pokémon.—dijo él con cierto aire de superioridad.

Gastly miraba curioso tras t/n.

—No tengo con quien hablar, Guzmán está con Francine.—dijo la chica.

—¿Y por qué no hablas conmigo?—preguntó Gladio.

—No me apetece.

Y tras decir eso trató de cerrar la puerta, pero algo la obstruía.

—Me has pillado el pie con la puerta—dijo el rubio.

Efectivamente, el pie del chico era lo que impedía cerrar la puerta.
T/n rodó los ojos.

—¿Qué más quieres de mí?

—La verdad, nada.—y tras decir eso Gladio se fue por el pasillo.

—Gastly—exclamó el pokémon de la chica.

—Gladio me cae fatal—le dijo esta volviendo a su cama.

Guardó a su pokemon en su pokeball y jugueteó un rato con esta misma.
Estaba tranquila, casi a punto de dormirse cuando una piedra rompió su ventana.

—¡¿Qué cojones?!—gritó t/n dando un brinco por el susto. Miró por la ventana ahora rota y vió dos reclutas del team Skull con piedras en las manos y riendo.

—¡Oye pequeña perra!—la provocó uno de ellos al verla asomarse.—¡Sal y da la cara!

—¡Vamos canija, hoy no está Guzmán para protegerte!—dijo el otro.

—Uhg... ¿Cómo saben que hoy Guzi no está?—musitó t/n—¡No me da la gana salir par de hijos de puta!—les gritó a los reclutas

Estos en respuesta le arrojaron otra piedra, que estuvo a pocos centímetros de darle en la cabeza.

—¿Qué son estos gritos?—preguntó gladio entrando al cuarto.

—Ah eres tú...—murmuró la chica—Nada, un par de gilipollas.

—¡¿A quien llamas gilipollas, pedazo de inútil?!

—¡A tu madre!—gritó t/n

Gladio se asomó por la ventana y vió a dos chicos jóvenes, vestidos con el uniforme del team Skull con varias piedras en sus manos.

—¡Anda, si es el otro come mierda!—dijo uno de los reclutas al ver al chico asomarse.

Gladio hizo una mueca.

—¿Qué queréis?—dijo él.

—¿Qué te importa?—dijo el otro recluta tomando una piedra y amenazando con lanzarla.

El de ojos verdes suspiró al ver a los dos chicos en la calle.

Entonces el recluta les arrojó la piedra, que dió contra el alféizar y rebotó hacia afuera.

Parece que no tenían la mejor puntería del mundo.

—Idiota, tienes la puntería en el culo.—dijo el otro recluta al que arrojó la piedra—Ahora me toca a mí.

Y tomó otra piedra y la tiró hacia la ventana. Esta le dió a Gladio en la frente, al lado del ojo que mantenía oculto tras su flequillo.

Al ver que habían acertado a una persona los reclutas festejaron.

—¡Gladio! ¿Estás bien?—le preguntó t/n al chico.

Este se llevó la mano a la frente y rápidamente la separó al notar un líquido cálido.

—Ea sangre.

—No me digas genio, creía que era yogurt.

Los dos chicos se alejaron de la ventana pese a los gritos de los reclutas que había afuera.

Fueron a la habitación de Gladio y t/n fue al baño a por un botiquín.
Se sentaron en el suelo y la chica tomó un algodón y lo impregnó en desinfectante.
El rubio se apartó el flequillo y dejó al descubierto una herida bastante fea en su frente. T/n le limpió la sangre y desinfectó la herida. Luego le puso una curita.

—Gracias—agradeció Gladio.

—No me agradezcas, no hace falta.—dijo ella.

Los dos estaban bastante cerca, mas de lo que cualquiera de ellos quisieran, así que la chica hizo una mueca y se alejó de el.
Se levantó del suelo y salió del cuarto, dejando a Gladio solo, sentado en el suelo de la habitación.

T/n regresó a su cuarto. Se asomó por la ventana rota y no vió a los dos reclutas así que fue a por unos cartones y cinta para "arreglar" la ventana.

No quedó muy bien pero al menos ya no entraba corriente.
Ella estaba orgullosa de su trabajito.

Luego de eso fue a la cocina, abrió la nevera y se quedó frente a esta, mirando el interior buscando algo para comer. Al no encontrar nada que le llame la atención cerró el electrodoméstico y bufó.

—No hay nada apetecible en esta casa...—murmuró—Tendré que decirle a Guzi que vaya a comprar.

—¿Guzi?¿Llamas al jefe Guzi?—dijo Gladio tras t/n

—Que plasta eres, ¿No sabes estar callado sin meterte en los asuntos de los demás?—dijo la chica

Gladio sonrió, ella hizo una mueca.

—¿Qué carajo quieres?

—¿Te apetece si vamos a por unas malasadas?

La chica dudó por un momento, pero al final accedió.

—De acuerdo.

Aunque el pueblo estaba prácticamente abandonado y controlado por el team Skull aún había varios establecimientos que funcionaban, entre ellos un supermercado y una tienda de malasadas.

Llegaron a la tienda, la cual estaba prácticamente vacía y algo destruida. Tenía varios cristales rotos y las puertas no abrían bien.

Llegaron y pidieron para llevar dos malasadas Maxi.

Regresaron a la mansión y se sentaron en la mesa de la cocina a comer.

Estaban en un silencio incómodo hasta que Gladio habló.

—¿Porque te uniste al team?

Al oír eso t/n se atragantó.

—¿Qué?

—Que por qué te uniste al team Skull.

—Hm... No sé si quiero contarlo.—murmuró ella.

—Tómate tu tiempo—suspiró el chico dando un bocado a la malasada.

—¿Por qué te uniste tu?—preguntó la chica.

Gladio tragó y habló.

—Porque quiero hacerme más fuerte.

—¿Para qué?

—Para proteger a los que quiero.

—¿A tus pokémon?

—Si... A mis pokémon.

T/n dio otro bocado.

—¿Tienes familia?—preguntó ella de nuevo.

—Si, mi madre y mi hermana. ¿Y tu?

—Solo tengo a Guzmán, aunque no es familiar mío en realidad.

—Lo que sea que te haya pasado debió de ser duro.

—No trates de ser amable, se que no te importa, a nadie le importa.

Gladio bajó la vista y siguió comiendo.

—En realidad si me importa—dijo el tras un rato en silencio.

—Mientes. ¿Por qué te importaría?

—No hay un motivo en específico, pero...

—¡Tu lo has dicho, no hay motivos por el cual te importe!—lo interrumpió ella. Y tras decir esto se levantó, dejó la malasada en la mesa y se fue de la cocina.

Gladio se quedó solo, comiendo triste y en silencio.






Aquí os traigo el tercer capítulo.

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