Cap. VII
Desperté en un lugar oscuro, olía realmente mal y tenía una cadena en la muñeca.
Escuche un ruido proveniente del pasillo, así que me giré para ver qué era.
—¿Hay alguien ahí?
Nada.
Ni un mísero ruido.
Un aire frívolo comenzó a salir del mismo pasillo, hasta que él se dejó ver.
—¡Hermano!—exclamé, jalando de las cadenas y lastimandome en el proceso.
—Skraeling—jamás había escuchado mi nombre salir de una manera tan fría de su boca—¿Por qué te escapaste?
Un momento, no es frialdad, es... Dolor y... Enojo.
—Hermano, suéltame. Déjame volver a dónde era feliz por fin.
—¡Tú ya eras feliz! ¡Conmigo!—gritó.—¡Tú estabas bien aquí! ¡Nos teníamos el uno al otro, ¿Lo recuerdas?!
—Hermano...
—¡Yo siempre estuve para tí! ¡¿Por qué me dejas ahora?! ¡Ahora que todo estaba bien! ¿¡Sabes cuánto tiempo he estado buscándote!? ¡He trabajado día y noche sin descanso buscando incluso en los lugares más remotos de esta bola de lodo!
—Hermano, escucha—intenté, pero él me calló de nuevo.
—¡No! ¡Yo ya te he escuchado por mucho tiempo, hermana! ¡Con Gregg! ¡Con Cam! ¡Ya va siendo hora de que por fin me escuches tú a mí!
—Bien. Grita. Grita todo lo que quieras, hermano. Pero promete, que cuando te hayas desahogado cómo te mereces, me dejarás libre.
El calló por un momento, después asintió.
—Bien. Hermana... ¿Que no le importas a nadie? ¿Qué tipo de fiebre humana se te pegó para que dijeras algo como eso? A mí me importas, hermana. ¿Por qué no te das cuenta?
Bajé la mirada ante sus palabras. El terminó para esa tal "fiebre" era depresión. Lo leí en uno de los libros en la biblioteca del castillo mientras fingía barrer.
—Lo siento...
—Ni te disculpes, por favor. Sólo... No lo hagas.
Hablamos por un rato más. Le conté sobre Everest y los hechiceros del reino. Claro que hizo mala cara cuando le comencé a relatar mis pocos choques de mirada con el aprendíz del mago de Ambrosio.
—Bien, un trato es un trato, hermana—habló mientras abría una pequeña puerta—Bellroc no sabe sobre esto, así que ten cuidado al salir.
—No te preocupes, sabe solo sigilosa que soy—salí y corrí lo .as rápido que pude, sin hacer nada de ruido, dejando atrás a mi hermano y sus cálidos –vaya cosa– abrazos y gestos.
_____________________________________
Sé que tal vez muchos han dejado de seguir esta historia, y lo comprendo, yo también lo haría si la autora dejara de actualizar por tanto tiempo.
A propósito, lamento mucho eso.
Para los que aún la siguen, muchísimas gracias por eso. Uno d emos propósitos para año nuevo es terminar esta saga, que incluye también la historia de nuestras queridas Dershowith.
Palabras: 455
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro