—¿Cómo?—preguntó mi hermano.

—Es imposible que regresen al mundo mortal, ustedes ahora son inmortales que deben ser entrenados para controlar su nuevo poder—explicó.

—¿Cuál poder?—pregunté confundida.

—Ahora poseen el don de la criomansia; pueden controlar el hielo y la nieve a su antojo además de poder levitar—respondió.

—No volveremos a ver a nuestros padres, ni a ver a nuestros amigos, ni ir de pesca, ni...—se lamentaba mi hermano mientras se mecía en el suelo con sus brazos envolviendo sus piernas.

—Oye—me acerqué a Skrael—Todo estará bien, ¿Ok?—intenté tranquilizarlo mientras acariciaba su espalda.

—No volveremos a ver a mamá, ni a papá. Y Lina...—dijo levantando su cabeza para mirarme—Y tú no volverás a ver a Grigg, ¿No estas triste por eso?—preguntó.

—Si—respondí—Pero eso no es tan malo, ¿sabes? Nos tenemos el uno al otro, y eso es lo que importa.

—Ok, no te pongas tan sentimental—exclamo riendo y yo me le uní.

—Bien—dijo Bellroc chocando su báculo contra el suelo—Basta de risas; deben empezar a entrenar—finalizó y comenzó a caminar. Nosotros lo seguimos después de levantarnos del piso.

—¿A dónde vamos?—le preguntó mi hermano.

—Sin preguntas—respondió Bellroc haciendo énfasis en la primera palabra.

Pasamos callados todo el camino hasta lo que parecía ser un campo con varios objetivos(1) rojos y azules, tenia un gran campo y una estructura que se veía realmente grande

—Bien, aquí empezaremos—anunció el pelirrojo.

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Palabras: 250.