Desperté en un suelo sin nieve. Todo se veía raro y sorpresivamente no hacia frío; busqué a mi hermano con la mirada y aproveché para también inspeccionar el lugar.

—Al fin despiertas—dijo una voz detras mío que reconocí como la de mi hermano.

—¿Donde estás?—le pregunté dando media vuelta para poder encararlo—Y... ¡¿Qué demonios traes puesto?!—volví a preguntar al verlo; lucía una...¿túnica? negra, iba descalzo y llevaba un craneo en la cabeza, sin mencionar que su piel era mas azulada y las puntas de sus dedos estaban congeladas.

—Lo mismo que llevas tú—dijo y me percaté de que llevaba la misma túnica, pero a diferencia de él, yo llevaba el cabello trenzado y llegaba poco mas abajo de la cintura, mi piel era igual y en vez de llevar el craneo llevaba un collar.

—¡¿Qué nos pasó?!—pregunté.

—No lo sé—respondió—Lo último que recuerdo es que te desmayaste y después... todo negro—finalizó.

—El hombre de la luna los revivió para proteger a lo mágico y lo mortal por igual—dijo otra voz detras nuestro; llevaba una capa de plumas negras, con hombreras de madera roja en cada hombro, una placa en el pecho de madera tallada para que parezca una naríz y boca, en la cabeza, tenia un gran craneo de una criatura con cuernos, parecida a un pajaro, y una gran pulsera de cuentas en la muñeca izquierda, llevaba pantalones negros con un cinturon con accesorios que se asemejan a Fulu y caminaba descalzo.

—¿Quién?—pregunte –otra vez– al ser.

—El hombre de la luna—respondió.

—¿Quién eres?—habló mi hermano.

De verdad pregunta eso cuando probablemente nos secuestraron.

—Soy Bellroc, guardian de la llama—dijo...Bellroc haciendo aparecer un tipo de... ¿báculo?

—Bueno...Bellroc—intervine—fue un placer conocerte, pero necesitamos regresar a nuestro pueblo, así que...no lo sé...¿Podrías dejarnos ir?—pregunté—Ahora.

—No pueden irse—dijo—Ustedes jamás volverán al mundo mortal.

Pude ver como los ojos de mi hermano se cristalizaron.

—¿Cómo?—preguntó Skrael.

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Palabras: 341.