Capítulo 58
"Es un... ¿Una palacio?"
— ¿Podría sostener su bolso, señorita?
La quijada de Kyoko seguía caída.
— Kyoko, hija, vamos, ven conmigo...
Juliena la sostuvo del brazo con una sonrisa cariñosa y Kyoko se sonrojó.
En verdad que la Reina de las Hadas, era demasiado encantadora... Ah, ya entendía muchas cosas.
Pero, en fin, Kyoko simplemente no estaba acostumbrada a tantas muestras de amor de parte de una figura maternal.
Es decir, antes, cuando las presentaron, Juliena fue muy cariñosa pero no tanto como actualmente. Según su "padre", Juliena se contuvo por advertencia suya, ya que el asunto de las "madres" era un tema delicado según lo que a él le concernia.
Cierto, Kyoko recién se dio cuenta que no tuvo una oportunidad para hablarle a Kuu sobre su actual situación con su madre... Y eso explicaba mucho el recelo que se sintió de su parte cuando vio a su madre por primera vez. Sin embargo, por esos días estaban pasando muchas cosas.
"Realmente demasiadas"
El punto es que, Juliena, por pedido de Kuu, se dispuso a guardar sus distancias hasta que Kyoko se vea lo suficientemente cómoda; además de que Juliena también quería conocerla mejor antes de permitirse encariñarse por completo.
Sinceramente Kyoko estaba muy feliz por ello; no obstante, se encontraba en una extraña complicación interna por todo. Y ello se complicó aun más cuando sintió una extraña energía emanando de su madre, quien, dicho sea de paso, se encontraba mucho más callada de lo normal. Incluso Kyoko llegó a pensar que la presencia de Saena era solo una alucinación. Y es que, realmente, hasta tenía más sentido pensar en esa posibilidad considerando cómo es que incluso los Hizuri actuaban como si ella no estuviera ahí. Pero no, Kyoko sabía que tampoco era que estuvieran mostrando descortesía para con su madre biológica puesto que, desde un inicio, notó que ella también los ignoraba.
Vaya que eso la tenía algo tensa.
Ah, volviendo a la raíz de esta sensación complicada en su corazón... Kyoko entendía que su madre lo estaba intentando duramente y, ahora que la conocía mejor, comprendía que ella en realidad tenía muchos problemas para relacionarse con las personas. Su escasa vida social y muchas cosas que aprendió en sus pláticas con Toudo-san, le hicieron comprender claramente que muchas de sus conductas no las interpretó correctamente.
Y es por eso que realmente no esperaba que ella fuese cariñosa, era más que suficiente el trato frío y distante pero cordial y respetuoso que Saena tenía con ella. Además, aunque Saena no le dé ninguna muestra de afecto propiamente dicho, recibía de buena gana los de Kyoko.
Eso bastaba para que el corazón de Kyoko esté satisfecho.
Sin embargo, ahí estaba Juliena Hizuri, la madre soñada para cualquier persona... Llamándola hija de forma dulce, engriendola como si fuera una princesa y dándole más amor del que Kyoko alguna vez ha recibido en la vida.
"Cuánto amor..."
Kyoko aguantaba las lágrimas mientras era abrazada por Juliena y entonces miró de reojo a su madre que las seguía de cerca, con una expresión que parecía de fastidio y mirando su celular, pero había algo más en ella.
Entonces Kyoko estaba mucho más preocupada.
¿De qué?
Pues de que las circunstancias actuales le hagan sentir mal, en caso de que le importase más de lo que se pudiera imaginar de ella misma. Todavía tenía sus dudas sobre cuánto había llegado a amarla su madre hasta el momento, pero, por lo que conocía ahora de ella, temía que el evidente contraste en las muestras de afecto le hagan sentirse incómoda... No celosa, pero tal vez con presión. Sí, eso debía ser, presión a hacer lo mismo cuando ella no quería ni querría. Eso, bájate de tu nube Kyoko, de milagro tu madre va a llegar a quererte un poco... Pero a amarte lo suficiente como para sentir celos, eso ya es algo fuera de tu alcance.
Kyoko suspiró y decidió concentrarse de nuevo en lo bello del castillo de los Hizuri... Mansión, es decir.
Demasiado bella, sus ojos no sabían donde detenerse. Juliena abrazándola con un brazo, le daba un tour por la casa.
— Por ahora solo te voy a guiar por los lugares que están camino a la habitación donde podrás refrescarte y descansar antes de la cena —le sonríe—. Y espero que en verdad descanses porque las cosas van a ponerse bastante agitadas por el trabajo luego de que terminemos de cenar... Y aparte hay unas personas a las que debo presentarte... Ah, digamos que dentro de diez horas tenemos cuatro compromisos, mi ángel.
Kyoko miraba a Juliena con los ojos bastante abiertos por la sorpresa.
— Pe... ¡¿Pero qué...?!
Juliena suspiró.
— Ya te dije que en la cena te comentaré mucho mejor acerca de tu rol en todo esto, bella, primero quiero que descanses.
Kyoko estaba bastante nerviosa, hasta donde entendió iba a ser algo así como una asistente de Juliena en lo que respecta al evento, pero por cómo la miraba y por cómo hablaba Juliena al personal que los acompañaba respecto a Kyoko... Sabía que había algo más, algo muy importante que desconocía.
— Pero, ah, no es que sea tímida pero... ¿Por qué es fundamental que conozca a ciertas personas? ¿No puedo conocerlas cuando vaya al lugar del evento para ayudar al staff?
Juliena esbozó una sonrisa y le besó la frente.
— Cariño, no tienes que preocuparte por eso todavía, hay asuntos que debemos discutir en la cena y si al final algo te molesta entonces todo será cancelado.
Kyoko titubeó sonrojada, pero terminó asintiendo. Juliena le acarició el cabello con ternura y la siguió guiando.
— Aquí está la habitación...
Kyoko se quedó sin aliento cuando esas inmensas puertas se abrieron.
— No te preocupes por ropa, maquillaje o lo que sea, te lo consiguiré de inme...
Juliena no terminó de decir cuando un grito de sonido descomunal le interrumpió y dejó muda.
— ¡Es hermoso! —exclamó Kyoko luego de su primer grito.
Kyoko empezó a corretear por aquella habitación, que parecía de una auténtica princesa, con la mirada brillante.
Juliena miró a Saena con una media sonrisa.
Saena suspiró y recordó la discusión que tuvo con Juliena.
Kyoko revoloteaba con felicidad, y se escucharon muchos más gritos cuando encontró el tocador lleno de maquiaje hermoso y a...
— ¡Odette! —Kyoko derramada lágrimas de felicidad mientras daba vueltas con el envase de cisne.
Juliena sonreía, algo desconcertada pero demasiado feliz de haber acertado en el diseño de la habitación y en todo. De la nada llegó Kuu con un arma, bastante alarmado por los gritos, de inmediato abrazó a Kyoko y la puso detrás de él buscando a los inexistentes rufianes responsables de haberla asustado.
— ¡¿Dónde están los hijos de...?!
Ante esto Juliena estalló en risas.
— Amor, tranquilo, Kyoko gritaba porque se emocionó por la encantadora habitación que yo —hizo énfasis en esa última palabra— le diseñé.
Kyoko y Saena mostraron una expresión de impacto al mismo tiempo.
— ¡¿En serio, reina Rosa?!
Tanto Juliena como Saena se quedaron pasmadas ante esta pregunta, especialmente por cómo se dirigió hacia la súper modelo.
— Sí —saliendo de su estupor, Juliena respondió mientras se lanzaba a apachurrar a Kyoko con tanto amor que la asfixiada un poco—... Yo sabía que la amarías, te vi fascinada con los libros de princesas en la biblioteca de Boss en Italia y supe que esto tenía que ser para ti —se apartó y la miró con amor—, aparte, reconocí en ti a una fan de este tipo de estilo cuando te emocionaste por las escenas del baile de mascaras y el vestuario... ¡Encantador!
Kyoko se sorprendió un poco de que una dama como aquella le haya prestado tanta atención hasta ese punto, pero no en un mal sentido... En verdad se sintió tocada en lo más profundo de su corazón.
— Oh, pero... Pero... No debió...
Juliena la miró con un puchero, en un principio creyó que era una treta muy al estilo de su hijo... Pero entonces vio que en sus ojos había dolor auténtico.
— No, por favor, no me malentienda, es maravillo, estoy encantada y realmente mi corazón está muy conmovido por eso... Es solo me da pena el que se hayan tomado tantas molestias por mi bien cuando solo me quedaré de tres días...
Juliena y Kuu se miraron con complicidad y luego miraron a Kyoko con una media sonrisa y las cejas arqueadas.
— Verás, mi niña —está vez habló Kuu—, primero que nada, considerando que eres mi hija es obvio que tú no te quedarás solo tres días, vendrás en otras ocasiones a jugar con nosotros, eso no debe ponerse en duda... ¿O acaso no planeas volver a venir para pasarla con nosotros?
Ambos seres humanos hermosos y bastante preciados para Kyoko ahora la miraban de una forma en la que la joven actriz jamás podría negarles nada.
"Esto... Ah, esto es de familia, realmente..."
— ¡Claro que no! —los miró con los ojos llorosos— Por supuesto que vendré pero...
Ambos volvieron a poner esa mirada que apretaba el corazón de Kyoko.
— Eres nuestra preciada niña —empezó Juliena—, por favor, acepta nuestro cariño, porque si hicimos todo esto es porque te amamos y al ser hecho con amor, no representó molestia alguna...
Juliena no quería seguir poniendo en aprietos a Kyoko, se dio cuenta que aunque avanzó bastante seguía teniendo problemas por lo que pasó en su infancia. Lo entendía, era complicado para alguien que aprendió a que no merece ni lo más básico de las personas que ama sin esfuerzo sobrehumano, de pronto tener amor sincero e incondicional sin tener que ser "útil" o trabajar por ello. Lo bueno era que notaba que la niña iba cambiando para bien en ese aspecto.
Kyoko la miró de una forma bastante misteriosa, entonces sonrió y corrió a abrazarlos a ambos, a Kuu y a Juliena.
— Muchas gracias —Kyoko murmuró—... Y perdonen.
— No tienes que agradecer —respondió Kuu con una sonrisa—, ni mucho menos disculparte.
— Eso mismo —Juliena le acarició el rostro y se separaron los tres.
Kyoko era culpable, se había metido un poco en el rol de... Oh, cielos, es cierto... Estaba actuando como su amado, es decir, el hijo de estas personas. Bueno, decir eso es mucho, pero ella sabía que tenía que de un modo u otro mostrarles que en verdad los amaba y apreciaba este gesto tan bello que tuvieron, así que dejó que el personaje le ayude a tener el coraje necesario para romper las murallas que ella misma ponía en medio de aquellas personas y ella misma.
De pronto se escuchó un tono de celular, los Hizuri y Kyoko se volvieron para encontrarse con una —¿ligeramente sonrojada?— Saena.
— Oh —la mencionada, con el ceño fruncido respondió—... Mogami al habla.
— Mogami-san, buenas... Eh... Buenas noches.
— Buenas tardes, Takarada-san —respondió en saludo.
Juliena y Kuu suspiraron para devolver su atención a Kyoko. Por su lado, la joven japonesa se sentía extraña, de nuevo se preguntaba qué habría sucedido entre el matrimonio Hizuri y su madre, se sentía extraño... Demasiado.
— Las dejo por ahora, iré a encargarme de la cena —le dio palmadas en la cabeza a Kyoko y le robó un beso tierno a Juliena, logrando que Kyoko los mire con ilusión—. Julie, sigue acomodando a las chicas en sus habitaciones...
— De acuerdo, cariño—le dio un beso a su esposo y este desapareció por la puerta—. Bueno, bella, te guiaré por tu habitación...
— Espera... Eso quiere decir que...
Juliena la llevó a recorrer por su biblioteca privada, su cine privado, su baño —o spa de siete estrellas—, su oficina, su salón de entrenamiento, su "mini" gimnasio y por último sus cuatro armarios... Todo eso era parte de una sola habitación.
Kyoko casi se desmaya de la vergüenza y preocupación, pero fue advertida por la mirada de Juliena sobre que quejarse era inútil y que mencionar el dinero no era una opción. Apretó los ojos y suspiró, se iba a dejar amar, después de todo no tenía otra alternativa. Además, en realidad estaba muy feliz, más que por todas esas cosas, por la mirada tan ansiosa y expectante de Juliena cuando le mostraba todo, era obvio que estaba entregándole su corazón de ese modo... ¡Esa reina gloriosa le estaba dando su corazón! Es claro que, Kyoko no iba a rechazarlo.
— Estoy feliz —dijo, al fin, logrando un efecto inesperado pero encantador en Juliena... La asesinó con el brillo de su sonrisa de sol.
Ahora Kyoko al encontrarse con los "armarios" o mejor dicho habitaciones que parecían locales de tiendas exclusivas volvió a soltar gritos, más cuando se dio cuenta de que estaba lleno de ropa y zapatos que le quemaron los ojos con su preciosura.
— Esto no puede ser —se quedó sin aliento.
Saena colgó la llamada y de inmediato Juliena interactuó con ella por primera vez desde que Kyoko subió al auto allá en Japón, logrando que Kyoko confirme que su madre realmente se encontraba ahí... Si es que el que todos hayan escuchado el tono de su celular hace un rato o el que Kuu haya hablado en plural no haya sido suficiente.
— Acompañeme, Mogami-san, su habitación se encuentra conectada a esta...
Saena se sorprendió bastante ante aquella declaración.
— De acuerdo.
Kyoko seguía descubriendo su recámara con una extraña mezcla de enojo, vergüenza, preocupación y una dicha descomunal.
Por el reflejo del espejo vio a sus madres susurrarse entre sí. Las observó con curiosidad pero no logró descifrar nada, ellas la habían notado antes de que siquiera pueda interpretar sus expresiones.
— Voy a descansar hasta la hora fijada —sentenció Saena en el marco de la puerta que se encontraba entre la habitación de Kyoko y el pasillo que conducía a la que los Hizuri le destinaron, mirando especialmente hacia su hija—, hasta entonces —hace una reverencia hacia Juliena— y muchas gracias por su hospitalidad.
— Es un honor —Juliena le dirigió una misteriosa mirada y se alejó, permitiéndole a Saena cerrar sus puertas.
— Yo... Yo también voy a descansar, creo que seguiré la sugerencia, Rein... Ma...
— Puedes decirme "Reina Rosa" o "Reina de las hadas", cariño, siempre que me permitas a mí decirte "princesa".
Kyoko asintió sonrojada y Juliena le abrazó, le dio un beso en la frente y se retiró.
"Debería hablar con ella..."
Kyoko suspiró mirando a la puerta que daba a aquella puerta tras la que se encontraba su madre. Ella no podía verla, pero de alguna forma podía sentir que ella seguía ahí, su presencia de algún modo era una certeza para su corazón.
Suspiró una vez más al ver la pijama que estaba dispuesta, sobre la cama. Supuso que, aunque en realidad necesitaban hablar de muchas cosas, lo mejor por el momento era permitirse descansar. Kyoko se metió a la bañera y disfruto del baño más largo pero a la vez cómodo de toda su vida. Mientras escuchaba canciones, que suponía que le gustaría a su personaje, leía Sensatez y Sentimiento, uno de los libros que más le llamó la atención de su investigación sobre literatura inglesa. De algún modo se perdió a sí misma en sus pensamientos, mirando su celular, el cual se estaba cargando.
No había hablado con él desde esa última vez antes del "rapto". Y es que, primeramente, durante todo el viaje hasta los Ángeles, ella se la pasó emocionalmente agotada tratando de evitar, en toda la animada palabrería con sus padres, que se toque el tema de lo que pasó con los Heel, el asunto de los Heel en sí mismo y todo el drama con Helena y otras cosas con él en general. Y es que, por más que amara a los Hizuri y realmente los considere familia, ella jamás volvería a sentirse cómoda de hablar con ellos sobre ciertos temas, especialmente los que involucraban a ese hombre. Felizmente, más que nada se la pasaron hablando de los futuros proyectos que tendría y las puertas que se le habrirían gracias a Demons Heaven, ya que, ya de por sí, Boys Before Flowers fue tan popular en el mundo que hasta hicieron versiones occidentales, aunque realmente fallidas, por no decir horrendas. Además, según lo que comentó el presidente hacía poco, estaban en conversaciones con ciertas grandes plataformas de streaming para que el drama pueda ser reproducido en distintas partes del mundo y en diferentes idiomas. Kyoko sentía mucha curiosidad por escuchar su voz doblada en otros idiomas y muy emocionada también.
Aunque luego su emoción la llevó de nuevo por ese camino al que siempre vuelve.
"¿Cómo se escuchará su voz en otros idiomas...?"
En ese momento, con aquel pensamiento en su mente, el entusiasmo desapareció dando paso a sentimientos complicados, demasiados.
"¿Debería decírselo ya de todos modos?"
En verdad le atacaban constantemente las ganas de contarle todo realmente acerca de lo que pasaría o podría pasar una vez que ella vaya a ese casting. Realmente le sentaba mal no estar siendo del todo sincera con él, pero, a pesar de ello, quizás sea lo mejor; después de todo, en la fiesta él le diría algo que podría separarlos para siempre.
¿Lo peor?
Ella sabía que eso no era cierto.
Diga lo que él diga, ella no podría borrar su existencia en su vida, mucho menos en su corazón. No obstante, si era algo así de grave como él lo hacía ver, algo así de terrible, tal vez necesite tiempo para estar lejos de él. Aunque lo ama, en verdad lo ama... Quizás ese sea más un castigo para sí misma que para él.
Por eso odiaba el amor.
Ah, se miró al reflejo y se rió de sí misma con amargura. Le irritaba bastante verse así, pero se aseguraba de recordar esa expresión con la que se acababa de sorprender, de inmortalizar todas las sensaciones que ese sentimiento ocasionaba en ella en ese momento. Inconscientemente, o tal vez no, tomó el celular mientras seguía contemplándose.
Suspiró y prendió el teléfono, claro que primero lo empezó a secar desesperadamente, pues se dio cuenta de que lo había mojado, que sus lágrimas mojaron el celular. Al notar que estaba en perfectas condiciones y tras sonreír un poco al notar sus mensajes de preocupación, se decidió a que iba a mandarle un mensaje, porque sinceramente no sabía si quería tener una llamada con él en ese momento.
Pero él, como adivinando sus pensamientos, la llamó.
— Hola —su voz era casi un susurro.
— Hola —ella le respondió con algo de inseguridad.
— Así que estas en mi ciudad natal...
— Sí, es bonita aunque —dijo en modo de broma, no tan broma—... Creo que prefiero Kyoto.
— ¿Sabes? Justo ahora yo estoy en Kyoto —le dijo con cariño.
— ¿En serio? —le pregunto, con algo de mucha ilusión mal disimulada— ¿En qué parte?
Ren suspiró con una risa irónica.
"Al parecer las coincidencias cósmicas sí existen"
Él llegó a Kyoto y directamente se sumergió al trabajo, explotándose a sí mismo para así olvidar el hecho de que en unas cuantas horas volvería a intentar, como Kuon —o bueno, como Kano— pasar una audición en Los Ángeles.
Entonces, luego de una exhaustiva sesión de fotos, por lástima hacia los agotados miembros de la producción y el resto de las modelos, Kuon cedió ante la alarma del almuerzo que Kyoko había dejado en su celular y se dirigió a su camerino. Yashiro le miró con una sonrisa socarrona mientras agitaba el celular en su rostro, una vez que dejó atrás a las cámaras.
Observó con mucha decepción la pantalla sin ninguna notificación de mensaje de su parte. Sus dedos se movieron solos y terminó observando su chat con ella.
"Lleva horas sin estar conectada..."
Kuon suspiró rememorando lo que converso con sus padres y lo que él presidente le dijo antes de que arribe en Kyoto.
«Entonces, ¿quieres saber dónde está pero no quieres que te lo digan? Ah, muchacho, qué ganas de complicarte, y lo peor es que una parte de mí se enorgullece por ello... Pero, solo te digo que mientras estés demostrando simplemente respeto a su privacidad y no estés cayendo de nuevo en actitudes derrotistas, todo bien»
Kuon nunca más se sentirá un perdedor, a pesar de que hayan derrotas en su camino. Él estaba realmente decidido a que iba a obtener su sueño hecho realidad, y es por eso que desde ahora iba a actuar como el hombre que el mayor de sus sueños hecho mujer se merecía a su lado. Y es por eso que él, como aconsejó su padre, iba a ser alguien que la respete por completo, no como a una niña a la que hay que proteger, sino como a una mujer, como la maravillosa mujer que ya era.
Y justo porque la respetaba sabía que, pese lo que le pese, si ella decidía tomar su distancia, debía respetarlo. Lucharía, obviamente, pero respetaría su veredicto final en nombre de lo mucho que la amaba.
"Es duro pero..."
Sonríe a la nada, perdido en sus sueños llenos de ella sonriéndole o enojada, como esa vez en su departamento, exigiéndole que luche por ellos.
"Lo daré todo por lo nuestro, Kyoko-chan"
— Así que los rumores son ciertos...
Aquella voz lo sacó de sus fantasías, alzó la vista y se encontró con el director de la revista, Boss, sonriéndole.
— ¿Sabe? —ríe— Desde que vi la filmación de la sesión de fotos de Corleone-san supe de inmediato que tenía que ser ella...
— ¿Disculpe? —confundido le consultó, con una sonrisa de esas que ya estaba cansado de mostrar
— ¿A qué se refiere? —preguntó Yashiro, al mismo tiempo que Ren.
El director los miró a ambos como si fueran unos tontos y les mostró fotos de Kyoko y Ren juntos, en varias ocasiones relativamente recientes.
— Lory es mi mejor amigo, es por eso que mi revista, que es la única que siguió el progreso de su relación, no publicó ni publicará nada al respecto... Pero será la primera que lo haga cuando decidan que quieran estallar la bomba.
Ren miraba las fotos con las cejas arqueadas, no estaba sorprendido por lo que escuchaba aunque de todos modos le parecía curioso que con todo y precauciones fueron atrapados.
— Aunque debo admitir que son bastante discretos —suspira—, nada comprometedor... Ah, Lory y yo concordamos en que son unos aburridos, aunque en lo personal, estoy seguro de que esa pasión hasta intimidante que se nota entre ustedes dice mucho sobre lo que seguramente sucede cuando están en soledad...
— Director Takano, le aseguro que...
Kuon de inmediato fue interrumpido, pues el director continuó.
— O lo que podría suceder si no fueras tan como el perfecto caballero japonés que eres y ella no fuera la pura doncella japonesa de la era feudal, con los modales de la hija de un terrateniente, que es.
Kuon sonrió y asintió.
— Es por eso que está tan ansioso de mostrarme...
— El mejor Ryokkan de Kyoto, que a su vez es la tierra natal de tu amada...
— Y espera que...
— Sí, eso mismo, que en un futuro, mis paparazzis lo capten llevando a Kyoko-san ahí para una escapada romántica que claramente necesitan.
Kuon suspiró.
— Yashiro-san y yo estaremos listos para partir en unos dos minutos.
— Esperaré afuera.
Kuon ya tenía presentimientos caóticos desde que escuchó que el director Takano era mejor amigo del "jefe"... Pero todo fue empeorando en el camino, mientras más lo pensaba y, de algún modo, cada vez más sentía que estaba en un lugar conocido. Tarde fue cuando identificó aquel lugar, el Ryokkan de los Fuwa.
El director estaba en medio de un parloteo insesante y sus intentos de hacerlo prometer que una vez que decidan hacer pública su relación, ellos lo declaren únicamente en su revista primero, con sesión de fotos y entrevista incluida.
Kuon sabía que, a pesar del éxito de Kyoko, todavía era muy pronto para algo así... Claro, dejando de lado las muchas cosas que podrían estar por suceder. Y con estos pensamientos, mucho más importantes para él que la incomodidad o extrañesa por ir al Ryokkan Fuwa, se empezó a relajar, igual no se iba a encontrar con ese niño despreciable... O eso pensó.
— En el hospedaje de los padres de "tu amigo" —dijo con tono sarcástico para luego suspirar—. No tuve otra opción, el director de Boss en verdad adora este lugar y me invitó personalmente a quedarme aquí...
Por alguna razón a Kyoko le dio un ataque de risa.
— No es divertido —le dijo, irónicamente riendo un poco por la situación.
— Lo lamento, pero... ¿Acaso Shotaro está ahí?
Grande fue la sorpresa de Kuon cuando entró al lugar y se encontró en la entrada con Fuwa, inclinado ante sus padres, con su representante y, supuso que su equipo, acompañándolo.
— ¿Por qué crees que me estoy riendo contigo? —respondió recordando la situación incómoda.
La respuesta ocasionó una respuesta inmediata en Kyoko, una carcajada estridente, y en ese momento Ren tuvo mucho miedo por sus tímpanos y por su celular, pues lo soltó de la sorpresa.
Sonrió enternecido, escuchando la risa a todo volumen; de todos modos, para él era un honor perder la audición por oír su risa.
— Lo lamento, no es que vea esto con malicia, es que es... ¡Tan irónico!
— Lo entiendo.
Ren estaba verdaderamente irritado, no instante, admitía que estas circunstancias demostraban el humor retorcido del universo, y si no puedes contra ello, pues ríe con él. Igual, era más fácil verlo de ese modo ahora que en ese mismo instante. Kuon, en ese entonces tuvo que hacer mucho uso de sus habilidades para ser un caballero japonés perfecto y ocultar sus verdaderos sentimientos de desagrado.
Cuando llegó a su habitación y se le pasó algo la molestia, también tuvo ganas de reír, porque por temor a su madre —sí, detectó al instante quién tenía a Fuwa verdaderamente a raya—, él le hizo una reverencia muy formal y respetuosa.
— Disculpa, yo en serio no quise reírme tanto —Kyoko lo sacó de sus divertidas memorias—... Ah, bueno, la verdad, quitando a Shotaro del asunto, espero que disfrute su estadía ahí, en verdad le prometo que sus padres son maravillosas personas y que su servicio es de lo mejor de Kyoto.
Ella ya hablaba en serio, y Kuon suspiró asintiendo.
— Sí, en verdad lo noté... Pero, ¿sabes algo?, parece que tú eras quien le aportaba magia a este lugar... El mismo director Takani me lo dijo y yo estoy seguro que tiene razón.
— ¡¿Eh?!
— En verdad no tienes la menor idea —ríe con ternura—. Así eres tú.
— ¿De qué estás hablando? —le preguntó algo molesta.
— Kyoko —llamó Saena—, ¿podemos hablar?
Kyoko se tensó y suspiró.
— ¡Ahora salgo, madre! —aprieta los ojos y susurra al teléfono— Tengo que colgar...
— Lo sé —responde Kuon, con un tono de resignación.
Ambos se quedaron en silencio, resistiéndose a ser quien corte primero.
Ella pensaba en si decirle lo que iba a hacer, pero al final no lo hizo.
Él se preguntaba si es que podría lograr expiar todos sus pecados para con su diosa... Y entonces supo de qué manera al menos hacerla feliz.
— Te voy a mandar una ubicación en el mapa, tienes que ir ahí... y cuando llegues hagamos video-llamada.
Kyoko se quedó perpleja ante tal petición pero soltó un suspiro y aceptó, en ese momento colgaron definitivamente.
Kuon entonces salió de su habitación y se encontró con su enemigo y anfitrión.
— ¿Y bien...?
Sho le miró con una profunda irritación, pero su misteriosa seriedad alarmó a Kuon.
Kyoko salió con su bata y se encontró con su madre.
Ambas se miraban, ninguna sin saber qué decir pero bastante preocupadas por el mismo motivo, la evidente incomodidad en la otra.
"¿Por qué está tan incómoda?"
Ambas pensaban.
"¿Habré hecho algo mal?"
Las dos suspiraron al mismo tiempo, logrando asustar más a la otra.
— Ah, me preguntaba...
— Estaba pensando que...
Ambas hablaron al mismo tiempo y no se entendieron para nada.
Juliena las miraba desde el marcó de la puerta y rodó los ojos con una sonrisa de lado.
"Madre e hija... Se nota que son madre e hija, ah..."
Juliena reposó su espalda en la pared, no quería seguir escuchando pero al mismo tiempo se le era complicado. En un principio tenía cierto resentimiento y envidia de Saena por ser la madre biológica de Kyoko, una niña maravillosa, pero especialmente porque no supo apreciarla. No obstante, aun sin conocer la historia completa de la que luego se enteraría por Kuon, ella quería con todo su corazón lograr ayudarlas. Era claro que Saena lo intentaba pero al mismo tiempo ella misma se limitaba de acercarse a Kyoko... O no sabía cómo hacerlo. Por su lado Kyoko era muy susceptible a las acciones de Saena y demasiado temerosa, lo que ocasiona que Saena se asuste y se dé por vencida antes de lograr su objetivo, alejándose y desanimando más a Kyoko. Con esta escena, Juliena al fin pudo comprobar aquellas conjeturas a las que llegó de observarlas juntas en un inicio.
"Aquella mujer sufrió mucho..."
Juliena no quería ser más entrometida, en verdad que no. Pero tenía muchas ganas de encontrar al padre de Kyoko y darle su merecido, además de exigirle que le cumpla Kyoko. No obstante, era complicado, algo así probablemente solo lastime más a la niña.
— Disculpa, yo solo quería consultarte sobre cómo te sientes con respecto a los Hizuri —habló Saena, notando, para su dolor, que Kyoko estaba demasiado intimidada como para hablar—, si te sientes incómoda o presionada...
— Los amo —declaró Kyoko, con un tono de seguridad absoluta.
La mirada de Kyoko dejó muda a Saena, o eso parecía porque antes de poder continuar, esta le interrumpió.
— Entiendo —Saena se giró y se dirigió a su recámara, sin mirar atrás ni dándole la oportunidad a Kyoko de seguir con la conversación.
Juliena suspiró y se fue de ahí, mientras Kyoko se ponía el pijama, decidida a finalmente descansar.
Cuando despertó, se encontró con el cielo oscuro. Le dio algo de pánico, por unos instantes ni sabía qué día —o noche, mejor dicho— era y le dio la impresión de que estuvo en coma por mil años o algo así.
"Mi imaginación"
Río un poco para sí misma y observó su celular, decepcionada por la falta de mensajes de la persona de la que más quería recibir uno. El sonido de los golpes en la puerta la tomaron por sorpresa, pidió que pasen y se encontró con una sonriente Juliena.
— Perdón, no quería despertarte, princesa, pero la cena ya está lista...
— Bajo de inmediato —le sonrió sonrojada—, mi reina —agregó con mucha vergüenza y duda.
Juliena casi la asesina con una sonrisa desgraciadamente familiar y demasiado encantadora como para ser un ser humano.
— Te esperaremos abajo, cariño.
Juliena se retiró y Kyoko se dispuso a cambiarse de inmediato.
Al bajar se encontró con Kuu, Juliena y Saena sentados en silencio. Estuvo tentada a retroceder por la atmósfera, pero no bien la notaron, el matrimonio Hizuri la invitó a sentarse en la mesa con sonrisas que ametrallaban a Kyoko de amor, mientras Saena se concentraba en sus manos. Nerviosa, la joven actriz se sentó a lado de su madre y frente a Juliena y Kuu.
— Bueno, princesa —comenzó a hablar Kuu—, hay algo que debemos discutir antes que nada.
— Sí, ah...
Kyoko no sabía por donde comenzar, ni a lo que se referían precisamente sus padres de cariño... Los cuales le gustaría que en algún momento sean sus suegros. Y vaya que ante este pensamiento Kyoko se sonrojó bastante y se dio un palmazo por descarada, tomando por sorpresa a los presentes.
— Bueno, ah...
— Yendo directo al grano —decidió intervenir Juliena—, no queremos presionarte, pero en caso de que te sientas cómoda, quisiéramos saber más acerca de tu nuevo proyecto... Ya sabes, como tus padres.
Kyoko rió nerviosa y les explicó todo al respecto de "Making a Lover" y la audición que haría dentro de unos meses en Nueva York.
— Y por eso me estuve preparando muy duro...
— Estoy orgulloso —soltó Kuu emocionado.
— Espero superar tus expectativas, padre.
Kyoko le dijo con dicha.
— Sé que lo harás, y, de hecho, ya lo hiciste...
— ¿Eh?
— Tu padre y yo estuvimos viendo los primeros episodios de Demons Heaven —intervino Juliena—, cortesía de boss, y tu interpretación hizo llorar a Kuu...
— Lágrimas masculinas de orgullo, claro.
La mesa se llenó de risas, porque ni Juliena ni Kyoko se tragaron el cuento de "lágrimas masculinas".
— Dependiendo del resultado, me mudaré aquí durante la filmación... Bueno, supongo que a Nueva York, más bien...
Y entonces llegó el momento de la revelación, Kuu y Juliena se miraron y luego miraron a Kyoko.
— Princesa, verás, justo de eso queríamos hablar contigo...
— Conversamos con boss y a todos nos pareció conveniente que durante tu camino hacia la cima del showbiz mundial te encuentres cerca y a lado de personas que te amen y te apoyen sinceramente, personas en las que puedas confiar.
— Es por eso que durante tu estadía aquí pensamos que sería maravilloso que te mudes con nosotros, y aunque no sabíamos exactamente cómo serían las cosas con "Making a Lover" y preparamos todo para que te mudes aquí, también tenemos una propiedad en Nueva York y no sería un problema que nos mudemos todos juntos allá.
Kyoko los miraba a ambos, estaba demasiado sorprendida y confundida. Entonces notó que el ambiente se tornó algo frío y oscuro a su lado, a pesar de que el rostro de su madre era inexpresivo.
— Lo aprecio bastante... ¡En serio!
— ¿Entonces aceptas?
Kyoko se quedó en silencio, uno que daba a entender que quería decir que sí, pero al mismo tiempo tenía muchas dudas que no se sentía cómoda de exteriorizar, o realmente no sabía cómo hacerlo. Juliena, con completo entendimiento al respecto, se adelantó a Kuu en aclarar ciertos puntos.
— Él no se va a enterar de nada por nosotros, pues, mientras tú estés a nuestro lado seremos padres tuyos, no de él... Ya te lo dijimos, ¿recuerdas? Nuestro amor por ti y la relación que tenemos contigo es completamente independiente a lo que suceda con ese niño.
Kyoko quiso protestar en algo, pero al final suspiró y asintió cuando Julie terminó de hablar.
— De acuerdo, aunque en realidad lo que más me preocupaba era causar molestias y que hagan por mí más de lo que es debido... Ah...
Kyoko lo dijo en un hilo de voz porque supo predecir la reacción que "sus padres" tendrían al escuchar lo que realmente le preocupaba más que todo lo demás. Suspiró mirando sus rostros severos.
¡Pero está bien! Yo, ya entiendo que —y de nuevo esas miradas odiosamente conocidas—... Ah, me rindo —sonríe—. Acepto este trato, pero por favor, padres, no se...
— ¿Qué no nos pasemos? —preguntó Kuu con una sonrisa radiante, bufó y miró a su esposa con complicidad correspondida— No prometemos nada.
Kyoko suspiró con una ligera sonrisa, negando con la cabeza.
— Bueno, discutido esto y habiendo culminado con la cena me parece que es momento de irnos, princesa —anuncia Julie.
Kyoko recién nota que ya había terminado de comer, se apresura a levantarse y se retira de la mesa junto a la Reina Rosa. Sintiendose culpable por dejar a Kuu con una mirada de cachorrito, de nuevo, demasiado reconocible. Y también extraña por el indecifrable humor de su madre, quien solo asintió ante su despedida y retornó a su habitación.
En el auto, Juliena le explicó lo compleja que era la industria de la moda, y de lo mucho que está en juego. Es por eso que no era fácil confiar en mucha gente y era necesario contar al menos con alguien en el equipo que sea confiable por completo y con quien se pueda trazar una estrategia en caso de un complot. En pocas palabras, Kyoko estaría encargada de ayudarla a organizar ciertos detalles estratégicos del desfile, supervisar el evento y también ser los ojos y oídos de Juliena en todo esto.
Sin embargo, por supuesto que Juliena tenía otros planes que no comentaría a Kyoko por el momento. Kyoko lo presintió, porque de algún modo ya sabía muy bien como leer esa reconocible mirada de ángel con un brillo travieso. Lo que no contaba Juliena es que Kyoko también era una caja de sorpresas.
Ni bien llegaron al lugar del evento y se presentó respetuosamente a todas las cabezas de la organización y las modelos principales. Y, fuera de todo pronóstico, Kyoko comenzó a trabajar como si la presentación fuera para el día siguiente temprano, dejando atónitos a todos cuando incluso se puso a ayudar a los del staff. Pronto, cuando Juliena la pudo alcanzar, hizo de todo para convencerla de que se calme un poco y que simplemente la ayude a analizar el ensayo con las modelos. No obstante, de cierto modo todo esto le dio a Juliena un ataque de amor al corazón y también una señal positiva sobre su hija y tal vez nuera, ya que cada vez más la empezaba a considerar así. Porque la verdad, aunque Kyoko no tenía que hacer mucho y Juliena realmente no quería que haga mucho, se involucró con todo su ser en que el desfile se haga perfectamente.
Luego de que Kyoko mire deslumbrada a las modelos que parecían un ramillete de mágicas flores de distintos mundos mágicos, según lo que la joven actriz sin querer terminó exclamando, comenzaron su conversación con las diseñadoras y los que se encargarían del diseño del escenario y los efectos que tenían que ir acorde al diseño y a la imagen de la modelo en cuestión.
Entonces, mientras Kyoko apoyaba con el estudio de los diseños y comenzaba a ayudar con la costura a unas sorprendidas diseñadoras, Juliena la observaba y conversaban de diferentes asuntos para conocerse mejor, o dicho de una forma más realista, para que Juliena pudiera analizar mejor el alma de Kyoko.
— Te quiero —exclamó en ruso y la abrazó con fuerza de la nada.
Kyoko era la única sorprendida de la habitación.
Una modelo rusa le susurró cómo decir "yo también" en su idioma, con una sonrisa divertida y conmovida. Kyoko, comprendiendo finalmente la situación, le devolvió tímidamente el abrazo y repitió esas palabras, con una pronunciación que hizo reír a Juliena.
— Bueno, creo que ya terminamos aquí... Vamos todos a descansar.
Kyoko se despidió de todos, sin saber que ya se había robado el corazón de la mayoría y al mismo tiempo la envídia venenosa de unos cuantos. Juliena por su parte, en el auto le contó ciertas ideas que guardaba en secreto, puesto que como había dicho antes, no podía confiar en muchas personas. Le dijo que se había contactado con diez de los artistas más populares del momento en los chart y con una que otra boyband y girlband para que se presenten en vivo en el desfile, además de que se transmitiría por internet.
¿Por qué?
Porque así los competidores no tendrían oportunidad de robar la idea mediante espionaje, como ella sospechaba que estaban planeando hacer.
Pero eso no era todo.
Los artistas compondrían una canción inspirada en la modelo designada para ellos. Ello, sería una bomba, pues no importaba que a otro se le ocurra, sino que la marca de Juliena lo haría primero.
Kyoko estaba emocionada con todo esto y le hizo comprender por qué habían un plan que era conocido por todos, según el cual el desfile sería privado y solo sería presenciado por los posibles inversionistas y demás, y otro que solo conocían ciertas personas.
Juliena le comentó más de otras sorpresas, y finalmente, cerca de llegar a la casa le explicó que tratarían de no entrometerse de más en su crecimiento profesional... Sin embargo, la protegerían desde las sombras en todo sentido, porque era completamente necesario.
El tono oscuro en que Juliena lo dijo preocupó a Kyoko.
Al llegar estuvieron todos tan cansados que simplemente se fueron a dormir. Todos menos Kyoko, pues lo primero que hizo fue revisar su celular. Se encontró con videos de él comiendo, pero lamentablemente no con el mapa que la tenía con una secreta expectación, y se resignó a que no lo recibiría cuando leyó el mensaje de que había sucedido un imprevisto, por lo que no se lo mandaría hasta la tarde del día siguiente.
Algo decepcionada e intrigada se quedó dormida, no obstante, casi cerca al amanecer se despertó.
Tenía demasiados pensamientos en la cabeza y eso la llevó a la cocina, más específicamente a uno de los refrigeradores industriales en el que se encontró una inmensa torta de chocolate de ensueño. Y por supuesto, ni bien acabó con cinco pedazos enormes... Llegó la culpa. Entonces, confiando en la seguridad del condominio, ella se fue directo al descomunal parque para quemar la innumana porción de calorías que había consumido.
El parque era casi un bosque, y estuvo bastante sumergida en sus fantasias como para notar que la estaban siguiendo cuando ya era tarde. O eso parecía... Pero sus reflejos tan impresionantes como su condición física, le hicieron tomar ventaja de sus perseguidores.
Estaba demasiado aterrada, le pareció ver que tenían unas horrendas máscaras de payaso... O tal vez lo imaginó, no sabía, porque jamás se detuvo ni volvió a mirar atrás hasta que llegó a la puerta de la caseta de seguridad del parque y empezó a tocar como loca.
Kyoko no se imaginaba que justo en ese momento, más cerca de lo que ella imaginaba, estaba su amado mirándola ser consolada por los de seguridad y apretando los puños llenos de sangre agena, rodeado de los insensatos que se atrevieron a si quiera intentar tocarla.
— Ha pasado tiempo...
Una voz repugnante se dejó escuchar cerca de él, asquerosamente cerca.
— ¿Qué quieres? —rugió con repulsión, ocasionando una sonrisa de lado en su interlocutor.
— Nada realmente, me acabas de dar bastante.
— ¿A qué te refieres?
El cobarde retrocedió un poco, a pesar de que a su alrededor estaban sus amigos completamente preparados para lo que sea.
— A Ced, le entregaste tu punto débil en bandeja de plata.
— Eso mismo, él ya consiguió información interesante... Pero ahora es muy claro quién es tu talón de Aquiles y a no ser que hagas algo él se va a enterar.
Kuon sonrió de forma siniestra, causando terror en los diez matones que lo habían comenzado a rodear.
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