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Capítulo 35


El ascensor se abrió de repente, asustándolo puesto que en ese momento su cerebro estaba en cualquier lugar menos en su cráneo. Miró el largo pasillo ante él y suspiró, dándose valor para avanzar. Por cada paso que daba sus latidos se aceleraban más y más, y el temblor en sus nerviosas manos se intensificaba progresivamente.

Llegó a la puerta, la que era de su "hogar" —aunque ahora que ella también estaría ahí más continuamente, pues ya era verdaderamente un hogar para él—, e insertó la tarjeta llave donde siempre para abrirla. Entró a su departamento, como siempre; se puso sus pantuflas, como siempre; buscó en todos los ambientes del lujoso lugar a esa persona, bueno, eso ya no era como siempre... Ni mucho menos era como siempre encontrar a esa chica durmiendo en donde guardaba su regalo especial y sorpresa, que obviamente ahora ya no era más una sorpresa.

Había preparado un cuarto en su casa ambientado con césped artificial y varios laberintos, túneles y hoyos... Para la pequeña, adorable y escurridiza amiga que habitaría ahí.

«Me recuerda a ti en muchos aspectos, así que la iba a llamar Kyoko, pero ya que a fin de cuentas es para ti, le puedes poner el nombre que quieras. Siempre tuyo, Tsuruga Ren»

Aquello era lo que la tarjeta decía, la cual seguramente encontró Kyoko a penas y entró por esa puerta de la habitación de "Kyoko" (la conejita) horas antes, pegada sobre una cajita, con huecos para que la conejita respire (claro está), color champagne y de listón dorado. Le había encargado a Yashiro cuidar de la conejita hasta que ella llegué a su departamento y descubra la sorpresa, y el pobre tuvo que esperar una semana cuidando a la conejita en su departamento hasta que la despistada Kyoko se dé cuenta de que se le había hecho entrega de la tarjeta llave al departamento. Por lo que, con todo cuidadosamente planificado, Yashiro fue quien dejó a Kyoko en el departamento de Ren esa noche, ya que con la ausencia del señor celoso Yashiro se había convertido prácticamente en la sombra de Kyoko; lo cual ponía a Sho de malas.

La conejita en cuestión olfateaba a Kyoko con mucha curiosidad. Kuon sonrió con ternura y la iba a levantar, pero la conejita saltó para atrás algo intimidada. Kuon suspiró con una sonrisa y cargó a Kyoko en sus brazos para llevarla a su cuarto, digo, al cuarto de huéspedes. Kuon, como supuso, encontró una espléndida cena en la cocina; luego de observarla detenidamente y dejándose embriagar por el fabuloso aroma que esta emanaba, sonrió y aunque hubiera preferido más que la cena su compañía, comió muy feliz.

Al día siguiente, Kuon preparó el desayuno con ayuda de los gloriosos tutoriales de YouTube y se lo llevó a Kyoko a la cama. Ella estaba desorientada y cuando olió el desayuno, se le quedo mirando por dos minutos hasta que su cabeza resolvió la ecuación y casi muere de la sorpresa. Su senpai le hizo el desayuno... ¡A ella! ¡¿Pero cómo es que permitió que sucediera?! Y para colmo... ¡Se lo llevó a la cama! Y entonces Kyoko reparó en algo que también era demasiado impactante e incluso más que lo anterior: Su senpai hizo el desayuno, entró en la cocina y... ¡Produjo algo que se veía, no solo comestible si no que delicioso!

— No es muy amable lo que estás pensando... —rió algo nervioso.

— ... ¡¿Eh?! —Kyoko se sobresaltó y miró a Kuon— No, yo no... No pensé... —se quedó en silencio y volvió a mirar el desayuno detenidamente, solo se podía decir una cosa de este: perfecto.

Kuon estalló en risas y luego la miró con ternura.

— Está bien, estoy seguro de que el arroz de la otra vez no te dejó una buena impresión de mi cocina, pero... ¿No está mal no es así? —ríe— Te prometo que al menos no morirás.

Kyoko salió de su sorpresa, soltó una pequeña, adorable y deliciosa risita, como diría Kuon que ahora necesitaba cubrir su cara con algo para evitar que se le note la cara de bobo, y asintió.

— ¡Muchas gracias por la comida! —hizo reverencia y luego empezó con su clásica palabrería de que él no debió hacerle el desayuno por los motivos ya conocidos, sin embargo Kuon la silenció con un: "parece que no te gusta la comida porque hablas en vez de empezar a comer", a lo que Kyoko respondió con una expresión asustada y empezó al instante a comer— Delicioso... —murmuraba a cada bocado, esta vez no por compromiso, si no que sinceramente ese desayuno parecía un manjar robado de un banquete de los mismos dioses— Demasiado delicioso.

Kuon se quedó atontado mirándola comer el desayuno que él mismo preparó y a la vez que decía para sus adentros "Bendita seas, madre red". Bueno, al parecer la "Madre Red" realmente podía hacer milagros, especialmente con esos vídeos tutoriales que guiaron a Kuon al éxito, claro que después de un... Dos... Tres... Veinte... Sí, aproximadamente veinte intentos, si no es que más.

Luego del desayuno, ambos fueron a jugar con la conejita mientras revisaban sus agendas, para finalmente terminar tumbados en el suelo, viendo el techo y respirando un extraño ambiente de tranquilidad y comodidad. Kyoko sonreía bastante divertida, a veces le parecía bastante surrealista ese tipo de situación tan cómoda, infantil, corriente e íntima con... El gran Tsuruga Ren... Sin duda eso era bastante alejado de la imagen que cualquiera tendría de él considerando su porte y el título que él ostenta.

— ¿Te gustó la cena...? —cuestionó sin darse cuenta, muy suelta y relajada.

Kuon sonrío sorprendido pero muy feliz, su voz calmada y la naturalidad al preguntar eso fue bastante refrescante para él. A continuación, él se levantó el polo para exhibir su perfecto abdomen, que parecía esculpido por el mejor artista, y lo "infló"... Bueno o... Al menos eso intentó.

— Me encantó... —reía mientras se acariciaba la panza invisible, pues en esa área solo se podía ver su "barra de chocolate"— Mi panza te lo agradece... Nunca había estado tan contenta, incluso lo terminé todo...

A Kyoko le fue muy difícil formular una respuesta coherente ante tremenda distracción visual, mucho más evitar mirarla. Kuon notó esto y aunque sonrió orgulloso de al menos saber que le puede alborotar las hormonas a esta complicada muchacha que trae consigo el flamante título de primer miembro del club "Ámame"... Pues no pudo evitar un ligero sonrojo... Y eso le dejó sorprendido de sí mismo... La atención de una mujer a sus atributos nunca le habían causado algo como la sensación de ese momento. Por su parte, Kyoko una vez más descubría esas pecaminosas sensaciones humanas... Una vez más con ese hombre.

No se dieron cuenta que ambos estaban en silencio, pasmados... Y de pronto el ambiente de paz se tornó en uno incómodo lo cual ocasionó las risas extrañas que ahora se dedicaban.

— Entonces... —él se atrevió a romper el silencio, sin embargo, se arrepintió porque no tenía idea de qué decir— ¿Vas a ir a Disney con Kuon...?

A Kyoko le tomó por sorpresa la pregunta, soltó una risita y miró a otro lado... Y finalmente a sus dedos, jugueteaba con ellos.

— El límite de tiempo en el que puedo hacer uso del premio es el día 16 de febrero... —murmuró sonrojada — Y voy a estar muy ocupada excepto el...

— ¿Excepto el 14? —completó con una sonrisa enternecida por los nervios de ella.

— Sí... —respondió sonrojada y mirándolo temerosamente, lo cual causo que Kuon se abrace a sí mismo con fuerza para evitar lanzarse hacia ella y apachurrarla, y... Sí, era mejor por el momento que se abrace a sí mismo— ¿Crees que él podrá?

— ... Definitivamente. —le contestó— Pero... —se acercó y la miró con una sonrisa traviesa— Podrías ilusionarlo, podría pensar que es una cita... ¿Lo es?

Kyoko lo miró sorprendida, al inicio estaba muy pálida y luego más roja de lo que hubiese visto jamás... Y eso tomó algo por sorpresa a Ren.

— ¡¿Quieres una cita con Kuon... digo, Corn?! —sin darse cuenta sonaba algo desconcertado y descontento.

— ¡No! —exclamó sin querer asustada por la reacción de su senpai— No es... —duda que decir y él se preocupa, se da cuenta que la asustó, le sonrió calmadamente para darle más paz y ella primero lo miró confundida, pero le devolvió una sonrisa de confianza... ambos suspiraron aliviados y entonces ella continuó— Es que... Ya no entiendo bien la situación... Ni yo misma sé qué está sucediendo...

— Pero... —suspira y sonríe, saca algo de la nevera— Ten, primero que nada, toma... Lo compré para que charlemos mejor... —ella se queda absorta mirando primero lo que sacó, luego la mano de su senpai ofreciéndoselo y para culminar la mirada misteriosa de él— Oye... Ten... No me dejes con la mano colgando... Es tu bebida favorita, ¿verdad? —la mira con ternura mientras le seguía extendiendo una cerveza enlatada con sabor a piña, el sabor favorito de ella, lo cual le sorprendió, ¿cómo su senpai supo cuál era su sabor favorito? Pero más importante... Su senpai quiere tomar cerveza tan relajadamente con una chica de su posición... Eso era tan... Íntimo... Como si fuesen amigos muy cercanos que se sientan a tomar despreocupadamente mientras hablan sobre sus vidas privadas, o es más... Eso son justamente... Pero la idea no le gustaba, para nada. ¿Amigos? No, no quería eso, pero... Tenía que conformarse, ¿O no? Se dijo muchas veces a sí misma que se conformaría y que con eso sería mucho más que suficiente pero ahora eso... Para nada estaba conforme. — ¿Kyoko... —pausa, pero luego se da cuenta que debe continuar— ... chan?

Kyoko dio un respingo al escuchar su nombre sin honoríficos (¡Ni si quiera el "chan" que ya es muy confianzudo) y regresó a la tierra, a ese momento y a esa realidad... Por un segundo lo miró, se había olvidado de lo que estaban hablando.

— Yo... —mira a su senpai y suspira— Ni yo misma me entiendo... —apoya su frente en sus brazos y oculta su rostro.

Kuon la miro fijamente solo para suspirar también y murmurar.

— Yo tampoco...

Entonces se inauguró un nuevo silencio entre ellos cuya clausura parecía que no iba a llegar en mil años. Cada uno se había perdido en sus pensamientos de pronto... Reclamándose a sí mismos por lo que no tenían valor de decir y que a la vez podría hacer todo más sencillo. La sinceridad podría no ser la solución a todo —o quizás sí, y mucho, pero estos dos no lo saben— pero sí podría darle fin al sufrimiento sin sentido... Y llegar a un final saludable y claro.

— ¿Y por qué no mejor vas con Kuon Hizuri...?

— ... ¿Eh?

Kyoko no había escuchado, hecho por lo cual ángeles y demonios se estaban arrancando los cabellos y gritaban de frustración. Kuon sonrió al ver su mirada curiosa y algo confusa.

— Ya tendrás tiempo de hablar eso con él cuando vayan juntos a Disney...

Kyoko se sonrojó un poco y sonrió ligeramente, pero con tristeza... Y eso le dio algo de sorpresa a Kuon.

«Al parecer no tengo esperanza alguna contigo, senpai...»

«¡Oh, por favor! ¡Ama, reaccione!»

Las ángeles al final quedaron afónicas de tanto exclamar y lloriquear, mientras las demonios, ya acostumbradas reían para no llorar.

— Bueno... —suspira y dice despacio pero fuerte y escuchable— Corn, te esperaré a las 10:30 a.m. frente a la entrada de Disney Tokio este 14 de febrero.

Kuon sintió como si de una patada en el estómago le hubiesen dejado sin aire; estaba demasiado sorprendido, asustado y nervioso. De pronto ella se giró y le sonrió de forma relajada.

— A veces Kuon tiene la mala costumbre de escuchar nuestras conversaciones... Y según él lo tiene vigilado, Ren-san...

— ... ¿En serio? —murmura recuperando el aliento, y en ese momento recuerda esos momentos en los que, como Corn, celaba a Kyoko y de cierto modo intentaba hacerle evidente, desde la perspectiva de una tercera persona, los intentos obvios de coqueteo de Tsuruga Ren, o sea, él mismo— Vaya... Bueno... ¿Hola, Corn? —saluda con sonrisa nerviosa a la dirección en la que Kyoko mira con los ojos entrecerrados y una ligera sonrisa difícil de descifrar— Kyoko... chan... Entonces... ¿Quieres que los deje solos?

A Kyoko se le clavó una pequeña daga al corazón. El hombre que le gustaba sin ningún problema... ¡estaba dispuesto a dejarla a solas con otro hombre el cual según él podría ser más que su amigo!

— Para nada, Tsuruga-san... Esta es su casa y se supone que estamos hablando... —sonríe con tristeza— Corn debe dejarse de travesuras y no espiar conversaciones ajenas...

— De acuerdo...

Fue un momento bastante extraño entre ellos, demasiado. Luego de eso fueron a almorzar en silencio, jugaron de nuevo con la conejita... Y de juego en juego ese ambiente tranquilo, íntimo y cómodo regresó... Era una armonía casi familiar. Kyoko y Kuon prácticamente estaban jugando a la familia, cuidando como a su retoño a la pequeña conejita "Kyoko"... Justo el efecto que Kuon Hizuri anhelaba y planeaba. Sonrió satisfecho de lograr su objetivo... Pero de repente fue atacado con la guardia baja... ¡Un ataca sorpresa que nunca hubiese imaginado!

De repente se dio cuenta que Kyoko acariciaba tranquilamente a la conejita apoyada en... ¡En su hombro! ¡Ella estaba apoyada en su hombro! ¡Con naturalidad! Como si ese fuese su lugar... Y vaya que lo era, solo que recién ahora lo reclamaba como tal. Y todo empeoró cuando ella se empezó a dormir de lo cómoda que estaba a su lado, y al final terminó aferrada a él del brazo... Dio un bostezo y se dejó llevar al mundo de los sueños, o eso creía él, quien estaba al borde del colapso y terminó por enloquecer finalmente... ¡Ya era mucho! La abrazó y se recostó en el suelo... La acomodó a su lado y siguió abrazándola, mientras miraba cada una de sus facciones con una devoción que ni el más fiel de los siervos alguna vez haya dedicado a alguna diosa. Ella solo lo hacía como una prueba, sí, Kyoko Mogami probando a su senpai.
Sonará loco, pero ella no aguantaba más, en todo este tiempo había... ¿Madurado? Uhm... No, esa sería un adjetivo no tan correcto. Quizás sea mejor decir que en todo este tiempo estaba un poco harta de sí misma, de las barreras que ella misma se había puesto; y en adición, estaba aprendiendo algo nuevo para ella y bastante hermoso que se llamaba: «No sobajarse más a sí misma».

Este proceso nunca supo cuando inició, tal vez desde el momento en que empezó a contemplar un futuro para ella que no tenía nada que ver con satisfacer a alguien más, pero el hecho era que en este mismo instante había comprendido totalmente que se había transformado, y para bien, su corazón le decía eso. Entonces se podía decir que  Kyoko Mogami comprendió poco a poco desde en algún momento que se ubica en algún punto incierto de la historia,  hasta ahora, hasta este mismo instante, que menospreciarse era como inconscientemente darle la razón al idiota de Fuwa Sho... ¿De verdad iba a dejarle ganar? No, ella no quería seguir darle el poder de hacer que ella tuviese una percepción tan inferior de sí misma. Kyoko desde hace no mucho tiempo se miraba en el espejo y ya no miraba a alguien aburrida y sin encanto.

"¿Soy una mujer?", se empezó a preguntar desde no hacía mucho. "Sí, lo eres", se empezó a responder gracias a muchas evidencias como el trato de la gente, el respeto que ahora tenía por parte de muchas personas que ella misma ponía en un pedestal, el que ahora era considerada actriz y una muy excelente por gente que no le da su aprobación a cualquiera, el que pronto tendría su debut como protagonista, y eso sin mencionar... la forma en la que su amado senpai le mostraba su orgullo y confianza. En efecto, Kyoko Mogami, ya no eres una niña aburrida ni una chiquilla sin nombre, eres ya prácticamente una mujer adulta con una posición respetable en la industria en la que te desenvuelves, como muy pocos podrían presumir.

"¿Soy una mujer... guapa?" era la siguiente pregunta que comenzó a hacerse y "sí, lo eres", empezó a responderse también... Nunca fuiste fea, y ser común tampoco era algo malo... Ninguna mujer actualmente se vería muy fabulosa sin todos los retoques que se suelen hacer, y ella lograba superar extraordinariamente a todas ellas aún con la misma cantidad de retoques. Sin embargo, ¿la belleza era algo necesariamente importante? ¿es verdaderamente importante? No, no lo es... Al final Kyoko, como ella misma había vislumbrado con el tiempo, y como alguna vez le mencionó a Tsuruga Ren, al final hasta ser hermosa no te lo daba todo, mucho menos el amor, o el amor verdadero como alguna vez ella misma quiso encontrar. La belleza al final, si estás inmerso en esa búsqueda, podrá ser más una maldición que una bendición como muchos la verían. Esto es por el motivo de que, si tu ser amado es cautivado por esta, podría centrarse solo en ella y olvidar admirar más de ti, o quizás solo esté a tu lado por esta y realmente no te vea a ti como algo más, en lugar de una persona, de alquilen querido, como un objeto hermoso que satisfaga sus deseos... ¿Y ese no es realmente amor, o sí?

Esta conclusión se reafirmó aún más cuando rememoraba a todos los desafortunados romances escolares de Shotaro. Sí, la recordaba a cada una de ellas, guapas y de cuerpo envidiable para su edad, sí... Todas no muy listas, también, voces chillonas y popularidad en la escuela bastante "envidiable". Kyoko envidiaba a cada una de ellas, parecían princesas y todo el mundo las "admiraba" y "amaba"... Y Sho-chan... ¿También, o no? Ah, qué ingenua, Kyoko, vaya qué ingenua que eras.

Ella misma se reía con amargura y con ironía, ¿cómo pudo alguna vez envidiar a aquellas pobres muchachas?, se preguntaba entre suspiros y una sonrisa de ligera vergüenza por no darse cuenta nunca. Sho nunca amó verdaderamente a alguien, a ninguna de esas chicas, porque ese vínculo superficial y lleno de intenciones guiadas por las hormonas de la adolescencia que lo unía a esas diferentes chicas por temporadas, bastante cortas en su mayoría, podría ser muchas cosas menos amor... Menos lo que ella desearía que sientan por ella, menos lo que ella desearía que él, Tsuruga Ren, sienta por ella. Además, Kyoko estaba segura de que su amado y admirado senpai... No querría a una mujer solo por ser guapa, estaba segura de que a diferencia de Fuwa, él amaría a alguien que cautive su corazón y no solo sus ojos.

Entonces... "Si tú no eres alguien inferior, ya no eres una niña, no eres aburrida, no eres una mala persona, hay muchas cosas que admirar de ti, compartes muchas cosas con él, él te ve como a una igual y te lo ha hecho saber muchas veces, es más, le haces sentir orgulloso... ¿Por qué no podría él enamorarse de ti?" Esta pregunta descabellada hacia ella misma cada día tomaba más fuerza, y más aún porque no tenía cómo responder a esa pregunta... Al menos sin intentar usar un argumento que diría Shotaro, y obviamente cualquier argumento que pudiese salir de la cabeza de él era inmediatamente inválido.

— ¿Sería posible que usted se enamore de mí, Tsuruga-san?

Kuon no pudo dar crédito a sus oídos.
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Fuwa Sho sonreía, estaba rodeado de cámaras y de confundidos jóvenes novatos de periodismo.

— ¿Oímos bien, Fuwa-san?

Sho sólo devolvió una retorcida sonrisa que lo dijo todo.










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