Capítulo 29
Era un día de esos maravillosos cuando Kyoko y Corn paseaban por el bosque, se subieron a árboles y Corn le constaba historias que a ella le hacían volar a varios lugares sin moverse de la sombra refrescante de ese árbol junto a una pequeña cascada en su natal Kyoto.
«Corn, esta vez yo te contaré un cuento...» Fue lo que dijo, y al recibir una sonrisa tan radiante como el sol, ella continuó con su narración. «Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo vivía una joven muy hermosa, hija del Rey Celestial, llamada Orihime. Orihime pasaba sus días tejiendo vestidos para su padre, algo que la hacía muy feliz. Pero resultó que una mañana, cuando se dirigía al telar, Orihime vio a un joven y apuesto pastor de bueyes llamado Hikoboshi y ambos se enamoraron perdidamente. A pesar de que mantuvieron su romance en secreto, el Rey Celestial, Tenkou, se dio cuenta de los fuertes sentimientos de la pareja y decidió unirles en matrimonio.» La mirada tierna de ella, aunque no lo sabía, envolvía de calidez y le daba fuerza a su acompañante, a la vez que le hacía sentirse muy feliz, le alegraba el alma, era su luz. «Sin embargo la felicidad no les duró mucho... Debido a su maravilloso amor, tanto Orihime como Hikoboshi descuidaron completamente sus tareas y por ello Tenkou tuvo que tomar medidas drásticas. Y así fue como los fueron castigados por el Rey Celestial convirtiéndolos en estrellas y separándoles para siempre por el Río Amanogawa (la Vía Láctea) dejando a cada uno en una orilla.» La pequeña Kyoko se entristecía y tenía lágrimas queriendo salir de sus ojos, lo cual preocupo a Corn, pero luego se recuperó y siguió con la historia. «Pero, como que separar a dos enamorados para toda eternidad es algo demasiado cruel, se les concedió la posibilidad de reencontrarse una vez al año: la noche del séptimo día del séptimo mes. Esa noche, el barquero mágico de la luna acude en ayuda de la princesa y su amor, y la lleva al otro lado del río para que se encuentre con su amado. Cuando la noche llega a su fin, ellos, tristes al tener que separarse de nuevo, vuelven a sus respectivas tareas, anhelando la próxima vez...» Suspira ilusionada, seguro imaginando a Sho y a ella como esa pareja, Corn no sabía por qué pero le desagradaba ese niño que ni conocía, ni le daría tanto agrado conocer. Ella de repente se da cuenta de la mirada esmeralda sobre ella, le sonríe tiernamente y Corn le responde de la misma manera, pero entonces Kyoko cambia aúna expresión algo irritada. «Aunque... De todas maneras los enamorados no siempre lo tienen fácil...» Suspira algo molesta. «Ese ansiado encuentro solo sucederá si el Rey del Cielo está contento con el trabajo de su hija y hace que esa noche no llueva, porque si no, la barca se inundaría y no podrían verse hasta el año siguiente.» Kyoko se queda con tristeza en su mirada y con un suspiro resignado, pensando en lo triste que es la situación de esas personas que se aman y poniéndose en sus lugares.
«Pero, Kyoko-chan, ellos siempre tendrán un año siguiente que esperar...» Le da palmadas en la cabeza. «Siempre habrá una próxima vez...»
«Corn...» Se seca las lágrimas y con mucha seriedad y ansias le pregunta. « ¿Para nosotros también habrá una próxima vez?»
Él no supo cómo reaccionar, se quedó inexpresivo por un momento, luego sonrió con tristeza y suspiró.
«Quizás...» Se giró luego de dar esa respuesta y comenzó a caminar, pero con la mano extendida para que ella la agarre, y ella eso hizo. Se detuvieron en seco y él murmuró. «Aún en este mundo tan grande nos encontramos, tal vez no sea tan difícil que haya una segunda vez...» Le sonrió y ella se ilusionó, tal vez había esperanza, tal vez.
Fue entonces que después de un tranquilo silencio le preguntó si se quedaría lo suficiente para el Tanabata, y su respuesta no fue satisfactoria, le hizo darse cuenta del poco tiempo que le quedaba de la alegría que con él vivía, pero lo poco hay que disfrutarlo con mayor motivo. Al día siguiente se sorprendió mucho por la sorpresa, su Tanabata fue un día especial. Y esa mirada que tenía, esa sonrisa radiante, esa dulzura en su voz... Ahora lo podía ver en él, el hombre frente a ella, e incluso con las mismas expresiones, con su misma forma de narrar, con su mismo tono, pero no debía confundirse, no era, no. Pero no podía ser de otra forma, tenía que ser él, pero, no, o tal vez... ¿Podrá ser...?
— Y junto a esa personita muy especial para mí, hice una obra de títeres privada y escribimos algo juntos, en la pared de la pequeña cueva... Y...
Se quedaron en silencio, él estaba nervioso y ella estaba en medio de una ecuación en su cabeza al procesar lo que escuchó.
"Él... Él también... Qué coincidencia..."
«¡¿Coincidencia?! ¡No lo creo!»
Una de las demonios le gritaba a su ama, y entonces todas en grupo, ángeles y demonios, se mofaban entre ella y exclamaron al cielo.
«¡Ama, reaccione por favor!»
Ella de la nada se levantó, pues ambos estaban recostados aun mirando al cielo, y se quedó ahí parada. Él suspiró y se decía a sí mismo que era momento y que no debía darse para atrás, era el momento.
"Tienes que hacerlo, Kuon, no dejes escapar la oportunidad."
Se levantó y se paró frente a ella, y Kyoko, ella estaba frustrada, al principio estaba sorprendida y estaba empezando a sospechar algo que terminó por descartar: Tsuruga Ren y Corn son la misma persona. No le cabía en la cabeza, no podía ser eso, ¿O sí? Pero esa idea se mantenía latente en su corazón y en su cabeza y entonces, antes de que pudiese meditarlo mejor y pueda darse cuenta que tal vez esa idea no era tan disparatada, sale eso.
— Esa hermosa niña de coletas me cambio la vida... —sonríe y baja la cabeza— Era mi luz en la oscuridad, ella me hacía feliz... —pausa y un atisbo de melancolía se puede ver nacer en su mirada— Sus ojos brillando de ilusión me hacía sentir de una forma inexplicable y su sonrisa era de las pocas cosas en la vida que me hacía feliz... —sube la cabeza y la mira fijamente— Ella, probablemente es mi primer amor... Solo que en ese momento —ella seguía sin decir nada, sólo mirando a la nada— No tenía mucha idea del significado de esa palabra... —suspira y se ríe— Y para ser sincero, aún hasta no hace mucho seguía sin entenderlo...
Kyoko estaba suspensa viendo las expresiones de él, y venían recuerdos a su cabeza sobre la dificultad que él tuvo para poder interpretar a Katsuki, y sobre lo que le dijo al pollo Boo. ¿Acaso su (amado) mentor le estaba contando sobre su primer amor? Tal vez... ¿Está a punto de decirle sobre la chica de la que le habló a Boo? No, en definitiva si era así no quería escucharlo, no quería... Y con esa idea una daga se le clavó en el corazón.
"Ya lo sabe..."
Pensaba él, lo sabía o creía saberlo, ella era muy inteligente, probablemente siempre lo supo pero se decidió a ignorarlo, ella era inteligente y él sabía que ella sabía, así que tomó valor y antes de que ella lo interprete de forma equivocada se decidió a explicarse.
— Kyoko-chan, yo...
Ella estaba casi lista para oírlo, que él ya estaba enamorado de alguien, su corazón se estaba partiendo aún cuando él no había había empezado hablar... Y de repente una lluvia los comenzó a bañar, sin previo aviso, o tal vez estaban tan inmersos en su asunto que no se dieron cuenta, y ambos comenzaron a correr para refugiarse.
— ¡Volvamos al hotel!
— ¡Sí!
Kuon, es decir Ren, como todo un caballero atrapó a Kyoko sin pedirle permiso ni tampoco esperándolo, la abrazó y con su cuerpo la cubría para que no la moje más, pero hubo una mala coordinación y terminaron cayendo de nuevo. Ambos tendidos en el suelo mientras la lluvia los mojaba sin piedad, primero se miraron entre ellos preocupados y se preguntaron al mismo tiempo si el otro estaba bien, ambos se respondieron al mismo tiempo y luego terminaron riendo sin razón. Se levantaron y bueno, ya estaban muy mojados, así que sin importar ya nada se decidieron a disfrutar da la lluvia y alzaron la cara para que el agua les refresque el rostro. Pasó un rato y la lluvia, aunque no se detuvo, ya no era tan fuerte como antes y de la nada el animo de Kyoko se apagó y suspiró con pena y ya sin luz en su mirada.
— Kyoko-chan...
— Está noche no se han encontrado... —él la miró confundido y ella alzó la vista para mirarlo, le sonrió con una sombra de pesar en sus dorados ojos— La princesa Orihime no podrá encontrarse con Hikoboshi...
Acto seguido ella miró el cielo, los enamorados de la leyenda no se podrían reunir esa Tanabata. Él miró con ella las estrellas, y luego se dio cuenta de en lo que estaba, nRecordó lo que le dijo ese día, recordaba todo en realidad, y se decidió a dejarle en claro eso.
— Pero, Kyoko-Chan, ellos tendrán un año siguiente qué esperar... —ella de pronto se giró a verlo fijamente y él con una sonrisa agregó— Siempre habrá una próxima vez...
En ese momento, ante sus ojos, Kyoko podía ver cómo la oscura y mojada peluca de Caín Heel se transformaba en una melena de oro y sus ojos de oscuro color se teñían de esmeralda. Él dijo exactamente lo mismo y con el mismo tono, con la misma mirada... No podía ser.
— Kyoko-chan, esto es algo que debo contarte, y perdón por no haberlo hecho hasta ahora... —la mira fijamente— Yo...
"Espera... Me va a contar... ¿Será que me va a contar de la chica por la que está enamorado?"
Kyoko lo presentía, o creía presentir, lo que iba a pasar, él le iba a hablar sobre la chica que amaba dejándola oficialmente en la zona de amistad.
— Espera, no, Tsuruga-san... —ella lo detiene— No lo digas, espera...
Ella ya sabía, o creía saber, que sin importar qué ella de todas maneras ya estaba dentro de esa zona, pero no quería hacerlo oficial, no quería sentirlo tan definitivo como llegaría a sé si él le contase sobre otra mujer... Eso sin contar cuanto le dolería cada palabra al escucharlo hablar de "esa otra".
— No puedo esperar más tengo qué...
"¡No! ¡Por favor, no!"
— Espera... —ella puso sus dedos en su boca y estaba muy cerca de él, ambos en sentados en la tierra y ella acorralada contra un árbol, él la miró y ella se quedó hipnotizada al igual que él, y sin pensarlo agarró sus dedos y los besó.
Él se acercaba poco a poco, y ella seguía pasmada, puso su mano en una de sus suaves mejillas y luego de reunir valor se propuso a terminar con lo que había iniciado, se acercaba más y sus rostros quedaron a un solo impulso de juntarse, ellos cerraron los ojos, por alguna razón, como un acto instintivo y exhalaron el tibio aire que guardaban, sintieron el aliento del otro, y se acercaron más.
— ¡Hey! ¡Tórtolos!
Ambos se giraron y había un señor, se notaba que era extranjero, con un paraguas, con traje tradicional, de mediana edad— ¡No quería interrumpir su beso apasionado bajo la lluvia, jovencitos, pero, ¿Acaso planean quedarse ahí?! ¡Así como están se van a resfriar y no podrán seguir disfrutando de su luna de miel!
Kyoko se quedó helada por unos segundos, casi podías ver en su frente, como si fuese una computadora lenta, el:
«Cargando...»
Y cuando la información se proceso se escuchó un grito ahogado que seguro se escuchó hasta el hotel.
— Je...
— ¿Qué sucede, Reino? —Miroku arquea las cejas con curiosidad y se cruza de brazos— ¿Por qué tan divertido? —Reino se encoge de hombros con una sonrisa ladina— Vamos, no me digas que es la lluvia.
— No, es solo que cierta caperucita se está divirtiendo ahora... Ay... —suspira— El amor es algo que se huele de lejos, es pestilente, pero parece divertido... —Miroku se asusta, y se pregunta si tal vez Reino está por convertirse en una persona casi normal de las que buscan amor, Reino lo mira, se da cuenta de lo que su compañero piensa y se ríe— En especial cuando saca lo peor de las personas y las transforma de una forma increíble...
— Y yo aquí pensaron que te ibas a convertir en un romántico —se ríe y se va.
— ¿Quién sabe? —se ríe con ironía.
"Lamentablemente el ser humano está condenado a esa peste, y mientras más quiera escapar de ella más insistente se vuelve... ¿A que no, caperucita?"
Reino se ríe mientras acaricia una de las imágenes del video que grabó con Kyoko.
" Y lamentablemente para mí, sigo siendo humano..."
Reino reía mientras se volvía a perder en sus pensamientos mientras veía la lluvia a través de la ventana del hotel.
Mientras tanto, luego de mil intentos de Kyoko de quitarle esa primera impresión al tipo que los encontró y de que Ren empeore la situación diciéndole al desconocido que eran recién casados, los tórtolos fueron llevados a una especie de cabaña que a la vez era una pequeña posada para turistas que iban de excursión por los bosques de Karuizawa. El señor era un extranjero italiano, muy romántico, y les dijo que al verlos no pudo evitar recordar a él mismo y a su esposa, una japonesa recatada y penosa como Kyoko. Ren se reía y se divertía mucho al inventar una historia, que cuanto le gustaría que fuese verdad, sobre de que ellos eran un amor prohibido y que se fugaron, se casaron en secreto y ahora disfrutaban de su luna de miel.
— ¡Lo sabía! ¡Lo sabía! ¡Ese deseo ardiente entre ustedes se siente en el aire! ¡Claramente recién casados! ¡Tenía que ser!
Kyoko se quedaba en silencio roja como un tomate al escuchar esa "descabellada" historia, mientras el italiano se reía, se emocionaba, y alababa la bonita pareja que hacían. Llegaron y el señor les dijo que su esposa alquilaba yukatas y que si bien veía, necesitarían otras pues las que llevaban estaban hechas a perder. Al llegar el señor les presento a su esposa, quien en un primer momento corrió hacia él haciéndole mil reclamos en italiano, y al verlos escuchó la historia de parte de su esposo, mientras Ren y Kyoko esperaban en silencio, la dama japonesa sonrío y les ofreció a que se vayan a disfrutar de los baños termales que tenían, pues estaban cubiertos de lodo y era obvio que era lo que más necesitaban. Ellos con vergüenza aceptaron, lo que no sabían es que al pensar que eran una joven pareja de recién casados, los metieron al mismo baño. Kyoko quería morirse ahí mismo, y Ren de alguna forma la convenció de que le siga la corriente de que era su esposa y con la promesa, que ni ellos mismos se creían, de "no voy a ver" se turnaron para bañarse.
"Demonios, me siento como un(a) pervertido(a)... Maldición, ojalá no se haya dado cuenta..."
Salieron del baño, ambos con muchas imágenes inolvidables en sus mentes, y se encontraron con una pareja muy graciosa, la señora cocinaba sonrojada y de vez en cuando regañando a su esposo que le susurraba en el oído y se reía de las reacciones de su esposa, hasta que ella se giró para regalarle y él le robó un tierno beso.
Kyoko y Ren miraban a esa pareja con, tal vez, envidia de la buena, la que no es mal intencionada. Ellos miraban de reojo al otro, preguntándose si tal vez el de arriba se acuerde de ellos y les conceda un futuro como el de esa pareja.
—¡Oh! ¡Los jóvenes amantes!
La pareja al darse cuenta de su presencia les llevó a una habitación, sí, una habitación matrimonial y en la cama estaban dobladas dos yukatas, una para cada uno. Ellos se quedaron en silencio,ese baño fue mucho para ellos y ahora estaban con la imaginación haciéndoles pensar de más, Kyoko agarró la yukata apenas entendió la situación y corrió como si no hubiese mañana al baño y cerró la puerta. Ren respiró profundo y se rió mientras se empezaba a cambiar.
Salieron y cenaron con la pareja, Ren insistió en pagar por las yukatas, pero perdió su billetera en el ínterin de las revolcadas en el lodo. Ambos se negaron y les dejaron que no debían preocuparse pues entendían que al haberse fugado era obvio que no tenían muchos recursos. Ren se sintió un poco mal, se sentía como un estafador y Kyoko se sintió muy deshonesta, pero se quedó en silencio, al fin y al cabo era un reto de actuación y si quería estar a la altura de ese hombre tenía que seguir con ello.
Terminó la cena, ya iba a ser más de las tres de la madrugada y la lluvia ya se había calmado un poco. La pareja les recomendó que lo mejor para ellos era regresar al hotel antes de que volviese a intensificarse la lluvia. Ellos siguieron el consejo y se encaminaron hacía el hotel... Ah, un detalle, solo les dieron una sombrilla así que... Ya no hace falta decir más.
Ambos regresaron al hotel en silencio, no era muy largo el camino en realidad, pero a ambos les hubiese gustado que si lo fuese. Al llegar aún seguían las parejas despiertas colgando en los bambúes cerca a un templo, si es que lo era, sus deseos, y ellos no podía evitar hacerlo también.
«Solo deseo estar a su lado, lo deseo más que nada...»
Escribió ella.
«Deseo que cuando llegue el momento no se aparte de mí...»
Escribió él.
«Y si fuese posible, que me ame como yo lo hago.»
Ambos agregaron al final.
Al colgar sus deseos en el bambú, ambos siguieron con su camino, lentamente, hacia el cuarto. Ellos se detuvieron en el pasillo, cada uno frente a sus puertas, mirándose. No tenían ni idea de qué hacer.
— Bien... —dijeron ambos al unísono y se miraron con sonrisas nerviosas. No tenían ni idea de por qué, pero se rieron de nuevo.
— Ya te traje de vuelta... —dijo con resignación y una sonrisa.
— Sí... —su sonrisa la intimido e inclinó la cabeza para no sentirse más nerviosa de lo que ya estaba.
— Te dije que te devolvería... —hace que alce la cabeza y lo mire a los ojos— Pronto...
— Sí... —ella desvío la mirada y se giró, estaba inquieta y se notaba por cómo se retorcía ligeramente.
Por alguna razón ambos estaban incómodos y no sabían qué hacer o decir, ni querían pensar en nada... No querían que su imaginación y esas imágenes del otro en los baños termales, que se habían quedado grabadas en su cerebro con lava, les pusieran más tensos de lo que ya estaban.
— De acuerdo... —Kyoko no aguantó más y rompió ese corto pero incómodo silencio que surgió de la nada— Entonces mañana vuelve a Tokio...
— Sí, pero no filmaré "Demonds Heaven" hasta que vayamos a Guam...
— Comprendo... —dijo casi en un murmullo, decepcionada.
— Sí...
Y volvió el silencio, ella miraba a la nada pensando en lo solitaria que se sentiría sin verlo, otro tiempo sin él era insoportable, aunque se tratase de una semana y media. Y él solo la miraba, enamorado, sí, como siempre embobado, pero ahora más que nada estaba intrigado, no sabía cómo interpretar eso, ella... ¿Acaso ella en realidad sabía que era su Corn? Pero, de ser así ¿Por qué no le dejaba decirlo? Por qué se dio cuenta, ella intentó detenerlo, y no entendía por qué. O tal vez ella pensaba que iba a decir otra cosa, pero entonces qué sería eso que ella pensó que diría... La verdad no entendía, en realidad era un enrollo bien grande en su cabeza. Pero si ella sabía y no quería saberlo por ahora, entonces no había de otra.
"Me rindo... "
Pensaba mientras la miraba con ternura.
"Ya hice mi intento por hoy, pero la próxima vez será la definitiva..."
—Mañana tengo que ir a trabajar temprano... —titubea y mira de un lado a otro— Así que... —suspira y se muerde el labio, nerviosa, sin darse cuenta de lo que ese gesto causaría en el hombre frente a ella— Que tenga buena noche, Tsuruga-san...
— Buenas noches...
Kuon hizo uso de toda su fuerza de voluntad para no robarle un beso apasionado ahí mismo, por no morderle los labios como ella hizo y por no hacer muchas otras cosas más que más vale no mencionar. Y ella estaba por entrar, se tía la mirada de él en su espalda y se sentía más ansiosa, su mano le temblaba, y entonces tuvo un impulso, que sin saber de dónde saco el coraje, fue y lo hizo. Corrió hacia él, saltó y se colgó de su cuello y le robo un beso en la mejilla.
— ¡Gracias por todo, la pase bien , que descanse y tenga un buen día mañana! —exclamó al tiempo en el que prácticamente se teletransportaba hacia su puerta para entrar y cerrar la puerta.
Ella está aprovechando que el hombre estaba totalmente impactado, por lo cual se quedó inmóvil en su mismo sitio, lo que no esperaba era que él se recupere rápido, y antes de que pudiese escapar y cerrase la puerta, él la había agarrado del brazo, la jaló para su cuerpo y aproximando sus rostros murmuró sobre los labios de ella.
—¿Creíste que esa era una despedida satisfactoria? —ella soltó un gemido de sorpresa y entonces se escuchó una voz que a ambos les sorprendió.
— Vaya, chicos, no pensaba que ustedes tenían este tipo de relación.
Kuu Hizuri los miraba, sorprendido al comienzo pero luego su mirada se volvió sería y hasta daba miedo, y además estaba con los brazos cruzados y el ceño fruncido, como quien espera por una explicación... O quién sabe, dos.
— Tou-san...
Al instante, como automáticamente, Kuon soltó a Kyoko, y esta los miraba a los dos intentado sacar conclusiones sobre lo que pensaban o sentían, pues de la nada ambos se enfrentaban en una muda lucha de miradas.
— Mi linda hija, ¿Por qué no me avisaste qué tenía un yerno?
— Es que Tou-san yo... ¡Espera! ¡¿Ehh?!
Kyoko intentó explicar pero ambos se miraban que daba miedo y se lanzaban raras indirectas, así que se despidió, le pidió a su padre almorzar juntos en algún momento del día siguiente y con mucho alivio cerró la puerta tras ella solo para encontrarse algo más loco aún.
— ¡¿Qué pasa contigo, papá?! —lo mira confundido, mientras hablaba en ruso, por si las dudas— Creí que estabas de mi lado...
— Y lo estoy, hijo mío, pero recuerdas que dadas las circunstancias tengo que hacer papel de padre y de suegro a la vez, y lo tengo que hacer bien en ambos casos...
— ¿Qué...?
—Cuando estamos solas soy tu padre, tu amigo... —le da palmadas en el hombro— Pero cuando mi pequeña princesa, mi "Kuon dos" está presente, paso a ser tu suegro... —se acerca a su hijo— Y te advierto que va a ser muy exigente y estricto... —lo mira con ferocidad— Este suegro va a ser tu peor pesadilla.
"Demonios... Ya se puso serio..."
— Pero... ¿Por qué...?
— Kuon, Kuon, Kuon... —lo interrumpe y lo mira con ironía y arqueando una ceja— ¿Si no lo hago yo, quién te va a poner a raya? —suspira— Pero no tienes qué temer, al final, te va a aprobar después de todo —sonríe— Pero eso sí, te va a tener vigilado...
Y de pronto... Se escuchó el gritó, interrumpiendo la charla entre padre e hijo.
— ¡Yashiro-saaaaaaaaan!
Yashiro aún estaba desorientado en la cama de Kanae mientras Chiori y la mencionada le daban aire.
Al día siguiente se levantaron temprano para ir a grabar. Lo hicieron todo satisfactoriamente, Kyoko , tarareando esa canción que convirtió a su senpai en una nueva estrella del rock, la del vídeo que se hacía viral y que casi le cuesta la vida a Yashiro, sí, era: Can't take my eres off of you, se cambiaba para irse a disfrutar de su tiempo libre antes de volver a Tokio. De la nada parecía haber un alboroto en el staff y una de las trabajadora le anunció a Ruriko.
— ¡Ruriko-sama , Tsuruga Ren esta aquí! —exclamaron— ¡Y trajo un ramo de flores!
— ¡¿Qué?! ¡Por dios! ¡¿Por qué son tan incompetentes?! ¡Arréglenme! ¡Cómo es que no avisan! —sonríe como boba frente al espejo— Sabía que ya iba a venir... ¡apúrense ineptas, no se queden ahí y díganle que espere!
—¡Pero ya está viniendo!
— ¡¿Qué?! —abanica— Oh, pobre Ren-san, parece que me extraño tanto.
Kanae solo ponía los ojos en blanco y Kyoko solo estaba sorprendida de la aparición inesperada de su galán y en silencio se comenzaba a arreglar, tan veloz como le era posible, ignorando totalmente su alrededor y a la vez sonreía embelesada, y esto no fue desapercibido por su mejor amiga, claro que no.
— Ja... Como si viniese a verla a ella... —murmuró Chiori a Kanae.
— ¿Qué dijiste? —se rió con ironía— Ay, linda, si no viene a verme a mí, ¿A quién?
Las miradas de Kyoko y de Ruriko se encontraron, y desafío y ganas de arrancarse los cabellos fue lo que se sintió en el ambiente. No hacía falta palabras, claramente en la mirada de Ruriko y en su sonrisa sarcástica se notaba lo que decía en su cabeza.
"Ren, buscandola a ella, ¿Cómo no?"
Chiori sonreía de oreja a oreja, iba a responder pero al final no necesitó hacerlo, iba a ser muy divertido cuando Ruriko se de cuenta de su error por su cuenta. al estar lista corrió para darle el encuentro y se escuchaba desde dentro del camerino cómo ella le hablaba emocionada y a dos de las miembros de la sección les daba nauseas y miraban a Kyoko con reproche mientras ella se enfurecía poco a poco, suspiró con desagrado y se volvía a sentar frente al tocador para maquillarse, está vez con más calma. Y entonces se escuchó que se abría la puerta, Ren apareció en esta y se posó en el marco de la puerta de forma muy sensual, y al instante, ignorando a todo el mundo dirigió su vista a quien distraída se ponía labial y algo malhumorada.
— Mogami-san... —le dijo con esa sonrisa matadora y ambas miembros de ámame los dejaban solos sin que ellos se diesen cuenta pues ambos habían olvidado su existencia— Traje esto para ti, pero me sorprendió que no fueras a recibirme, y que además desapareciste esta mañana de la habitación sin avisar.—dijo lo ultimo con un tono con el que era muy fácil mal entender.
— ¡¿Qué?! —Ruriko estaba en la puerta con la quijada abajo.
Y es que Yashiro ya no estaba desmayado, pero mientras estaba recostado en la cama de Kyoko y las otras chicas le daban aire preocupadas se le ocurrió un plan "macabro". Se hizo el muerto prácticamente, y como era imposible moverlo hubo una nueva disposición. La segunda y la tercera miembro de la sección del tóxico rosa durmieron justas en la cama de Yashiro y Kyoko durmió en la cama de Ren porque no cabía con las demás en la cama de Yashiro. Hizo falta mucha labia de estafador para que esto llegase a suceder, eso sin duda, y de milagro Kuu no estuvo ahí porque su representante lo llevó a rastras a filmar escenas de la película que estaba filmando.
— ¡¿Es que acaso ustedes... ?! —Kanae y Chiori cargaron, cada una de un brazo, a Ruriko y se la llevaron del lugar sin decir nada— ¡Hey! ¡¿Qué creen que están haciendo?!
Cuando cerraron la puerta del camerino, dejando a la parejita a solas, Kyoko se dirigió sonrojada y molesta.
— ¡Tsuruga-saaaaaan! ¡¿Por qué...?! ¡¿Por qué habla de esa forma tan...?!
— ¿Tan qué, Mogami-san? —le preguntó acercándose a ella haciéndose el inocente y mirándola a los ojos fijamente, la chispa traviesa en su mirada era evidente.
— ¡Ay! — mira hacia otro lado—¡Olvídalo! —le grita sonrojada y nerviosa.
Él la mira complacido, ese sonrojo era muy exquisito para él, y además era causado por él. Y se quedaron en un silencio extraño, muchas cosas habían pasado la noche anterior, muchas en verdad, y ambos estaban inmersos en sus pensamientos sobre el otro. Al final ambos iban a hablar pero se dieron cuenta que el otro iba a hacerlo y se quedaron en silencio para escuchar al otro, pero volvieron a hacer eso al mismo tiempo, y no se hicieron esperar las risas nerviosas, otra vez. Era extraño, de repente ambos estaban algo nerviosos, y era extraño para él ponerse nervioso así, bueno, era un hombre enamorado y los nervios nunca le faltan a uno en ese estado.
— Mogami-san... —dijo al fin— Yo ya me voy a Tokio...
— Sí, Tsuruga-san...
— Ten... —le da las flores— Son para ti... —Kyoko se quedó asombrada, era un ramo de lirios del país, preciosos lirios que la dejaron anonadada y miraba a él con duda, y él con su sonrisa la invitaba a tomarlas— Las compré cuando llegué aquí ayer, pero las terminé olvidando...
— No tenía que hacerlo...—él puso un dedo en sus labios, silenciandola y con una sonrisa continuo.
— Quería hacerlo. —la mira con ternura y ella se pierde en él— ¿Te gustan?
— Sí... —responde tímidamente y cambia de dirección su mirada para calmar un poco a su corazón— Me gustan, sí... —se llena de valor y mi mira— Muchas... —titubea y con las mejillas sonrojadas logra decirlo al final— Gracias...
Él estaba sorprendido, por fin aceptaba sin que tenga que hacer todo un palabreo, o sin que haga uso de su don de estafador. No pudo evitarlo, tenía que tocarla, le acarició la mejilla y ella se sorprendió, se miraron fijamente y entonces la puerta se abrió de par en par.
— ¡Kuon, vamos a almorzar mi niña! —era Kuu, que se mostraba imponente, lanzando rayos invisibles a Kuon quien no se sentía así desde que vio al Taisho ofreciéndole pesados, no se imaginaba que su excesivamente amoroso padre pueda mostrarle esa clase de expresión.
"Ay no... Ahora está en modo suegro..."
— Oh, Tsuruga-kun, no sabía que estabas aquí... —decía con una sonrisa sarcástica— Creí que ya debías volver a Tokio, hoy...
En estos momentos Kuon se preguntaba cómo rayos lo encontró su padre, y no tuvo que esperar mucho para recibir respuesta a la interrogante.
— ¡Hizuri-san, espere por favor! —Yashiro llegó corriendo y se dejó caer de rodillas en la entrada, jadeante, luego miró la escena ante él y sí, llegó tarde.
— Oh, Yashiro-san... —su caballerosa sonrisa radiante le nubló los ojos, era la sonrisa del ángel de la muerte— Llegas justo a tiempo, estábamos por ir a almorzar todos juntos...
Kyoko y Kuu se sorprendieron, y ambos sonrieron para sí, por diferentes motivos, Kuon miró a su padre, desafiante.
"Si intento escapar de ti será peor, además no tengo por qué hacerlo... Voy a enfrentarte como se debe, suegro..."
Yashiro, Ren, Kyoko y Kuu salieron del camerino con dirección a un restaurante-posada que Kuu les recomendaba y alababa en el camino, y mientras iban incluyeron también a Kanae y a Chiori. Kanae estaba algo incomoda, intentaba disculparse con Yashiro pero no podía mirarlo a la cara. El camino fue algo incómodo y entonces entraron a una posada que a Ren y a Kyoko se les hizo muy conocida, demasiado para su tranquilidad.
Entraron y entonces se encontraron frente a frente con el señor de la noche anterior.
— ¡Pero si son los jóvenes amantes!
Abrazó a Ren y a Kyoko muy alegre y todos los demás estaban estupefactos, y entonces Ren le murmuró al oído al señor que ellos no sabían de su relación y que guarde discreción, el señor con una sonrisa se hizo el desentendido y fingió que se había confundido de personas, con una mirada traviesa que hizo que se dude de la sinceridad en sus palabras... Y los demás lo aceptaron pero con mucha duda y Yashiro no podía dejar de sonreír maliciosamente mientras miraba a Ren.
El almuerzo no fue muy cómodo, Kuu y Ren se sentaron en los extremos de la mesa, Kyoko frente a Chiori y Yashiro frente a Kanae, quien logró superar la vergüenza y le agradeció por ser ayuda para alejar a esos tipos y se disculpaba por su atrevimiento. Yashiro se sintió un poco avergonzado y aceptó sus disculpas amablemente, no quería además parecer una colegiala a la que le robaron su primer beso, no es como si no hubiese tenido experiencias mucho más intensas y entre murmullos le explicó que en realidad no era que le haya afectado mucho, solo que quería una excusa para acercar a esos tontos enamorados, a lo cual Kanae suspiró con monotonía.
— Veo que la relación entre usted, Tsuruga-kun, y mi hija es muy cercana... —soltó Kuu de la nada.
Kyoko se atragantó con su bebida y Kanae la ayudaba al tiempo que ponía sus ojos en blanco.
— Sí, lo es. —respondió Ren con seguridad— Ella es muy importante para mí.
Para ese momento Kyoko se había recuperado y no sabía que era más impactante, si era lo que acababa de oír de su amado secreto, si era esa intimidante guerra de miradas o el enorme parecido entre los adversarios. Mejor dicho, le sorprendieron todas juntas. Ella los miraba atentamente, ¡¿Cómo no se dio cuenta antes?! Kuu era muy —demasiado más bien— parecido a su senpai... Ver a Kuu era como ver a su senpai dentro de veinte años. Negó con la cabeza, y se decidió a ignorarlo y volvió a estar absorta en su almuerzo, un delicioso almuerzo. Al terminar de comer, luego de una batalla campal entre Kuu y Ren por quién pagaba la cuenta de Kyoko y de que Kyoko los regañase a ambos y se haya pagado su propia comida, Ren con pesar de despidió de ella y junto a Yashiro se metieron a un taxi que los llevaría al aeropuerto, ya se iban a Tokio.
Kyoko suspiraba, se retorcía en su cama, no podía dormir, al día siguiente, Lunes, iba a por fin volver a Tokio, y solo pensaba en lo que hora y media atrás había sucedido. Esa noche Kyoko y Kuu hablaron mucho, y el tema de repente se centró en algo inesperado: Ren. Kyoko reunió toda su fuerza, todas sus habilidades más desarrolladas de actuación y lo negó una vez más.
«Tsuruga-san es de los que más admiro, padre, al único que admiro tanto como a ti... O incluso más...»
Se reía con ternura recordando la cara y la pataleta que hizo su padre al escuchar esa última frase y luego se deprimía, a ella le dolía en el fondo hacerlo, negar sus sentimientos no le hacían bien.
« Pero volviendo al tema, padre, si lo que estás insinuando es algo más... Te lo digo con certeza, ese aprecio, cariño y admiración no se van a convertir en nada más que eso... No.»
Suspiraba y abrazaba su almohada con fuerza, a veces le gustaría tanto gritarlo a los cuatro vientos, confesarlo al mundo entero, exclamarlo tan alto como su voz le permitiese pues no si quiera al presidente se lo había dicho, no con sus propias palabras, no, ella nunca lo había dicho, ni si quiera en sus pensamientos, nunca se permitió decirlo.
«Comprendo, pero, en mi opinión ese muchacho de verdad parece que le gustas»
Kuu tomaba un saque en su cuarto mientras miraba pensativo por la ventana, recordando la charla que tuvo con Kyoko, y se admiraba una vez más de la respuesta de la chica, que ella soltó con tanta seguridad y a la vez con una mirada tan imposible de descifrar.
«Eso es imposible, él nunca podría verme de esa manera, padre, debes de haberte confundido.»
"¡No! ¡No! ¡Por dios, hija, ahora entiendo porque estás en esa sección loca del jefe!"
Kuu se daba golpes en la frente con la cabeza.
"¡Estos niños!"
Kuu en ese momento quiso gritarle todo lo que su hijo le contó, quería hablarle sobre cómo vio a su hijo ser consumido por los celos, contarle sobre esa mirada boba que su hijo llevaba cuando hablaba de ella. Pero no, no podía hacerlo, no debía, ambos tenían que aprender, ambos tenían que descubrirlo solos porque algo le decía que si ella no gustaba de su hijo aún, estaba de a pocos haciéndolo. Lo sentía, ella no era del todo indiferente a su hijo.
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