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13. Distanciamiento necesario

¡Maratón Amores 1/2!

¿Conocéis esa sensación de vacío, cuando sientes que toda la ilusión que tanto tiempo habías estado acumulando se rompe?

Es como si se te viniera el mundo encima. Te has sostenido sobre algo que creías estable y de repente se rompe y descubres que nunca lo fue.

Duele...

Desde lo que había pasado con Neteyam, me había dedicado únicamente y exclusivamente a tratar de ayudar al pueblo y, tal vez, descubrir entre los jóvenes Na'vi alguno digno de convertirse en Olo'eyktan.

No había tenido mucha suerte con eso. Ni con nada al parecer, ya que las jóvenes y futuras tsahík se estaban acostumbrando a venir diariamente a visitar a Neteyam. Era realmente molesto verlas caminado tan tranquilamente por nuestra aldea y hablando sin parar. 

Sí, no mentía cuando decía que no lo estaba sobrellevando especialmente bien; más bien me estaba engañando a mí misma para convencerme de que no había nada que Neteyam pudiera ofrecerme.

Una irrealidad muy injusta; en mi opinión.

Nunca me había considerado... ¿envidiosa? Hasta ahora, claro. A menudo pasaba las tardes con diferentes Na'vi, viendo el atardecer y tratando de hablar de cosas más triviales; lo cual era imposible.

La mayoría de ellos sólo trataban de complacerme, ahora que sabían que mi opinión contaba para la elección de próximo Olo'eyktan, y yo no ayudaba mucho; teniendo en cuenta que Neteyam aparecía por mi mente más veces de las que debería. No los juzgaba por ello, entendía que tuvieran sus ambiciones; incluso yo empezaba a tener las mías. Pero más que ambiciones, estás se habían convertido en sueños y deseos que estaban cada vez más lejos de cumplirse.

Incluso había perdido parte de mi seguridad, planteándome diariamente si de verdad estaba hecha para ser la próxima tsahík; si estaba a la altura de las otras jóvenes que se presentaban en nuestra isla con aires de grandeza.

Empezaba a entender un poco a Neteyam, ¿por qué iba a conformarse conmigo pudiendo escoger entre todas ellas? 

—Para.

Elevé las orejas y miré a mi lado. Había olvidado que Aonung estaba conmigo.

Miré hacia mis manos y encontré que todas las cuerdas estaban liadas entre sí; formando un gran nudo.

¿Cuando he hecho esto?

—Deberías salir más a menudo de tu cabeza, no sé si te habrás dado cuenta pero tu torpeza provoca desastres, hermanita —Aonung me miró burlón y le fulminé con la mirada.

A pesar de no querer quedar mal frente a él, tenía las manos atrapadas entre las cuerdas y, por mucho que tirara, estas no parecían querer moverse.

—De acuerdo, tú ganas. No puedo desatarme —agaché la mirada, frustrada, y Aonung se acercó para comenzar a liberar mis manos.

—¿Cómo lo llevas, Ngayä? —Le miré con sorpresa; habíamos acordado no hablar sobre el tema—. Me refiero a lo de la búsqueda del próximo Olo'eyktan.

Me sonrió levemente, deduciendo lo que había pensado, y carraspeé un poco avergonzada. 

Fatal.

—Genial —le sonreí ampliamente y me miró poco convencido—. No hay nada de lo que preocuparse.

Tiré con fuerza de mis manos y las cuerdas se desataron con tanta facilidad que del impulso caí al agua; soltando un grito de sorpresa.

Saqué la cabeza a la superficie, respirando aún sorprendida de haber acabado en el agua.

Aonung me miraba con preocupación. En otra ocasión se habría reído por mi torpeza y mala suerte, pero sabía que estaba muy preocupado por verme en ese estado. Más que una tsahík orgullosa e impotente parecía más bien una rota y destruida.

Esto es patético.

Al ver que él no me seguía la sonrisa la quité lentamente.

Daba igual cuánto lo intentase, no podía engañar a mis hermanos sobre cómo me sentía. Sabían leerme con tanta facilidad que resultaba incluso aterrador a veces.

—Me preocupas, hermana. Es como si te hubieran apagado —me extendió sus manos para ayudarme a salir del agua a la vez que hablaba.

Suspiré y me acerqué para agarrar sus antebrazos y así poder salir de una vez. 

—¿Qué te parece si vamos con nuestros Tulkuns a dar una vuelta? ¿Qué me dices? Como en los viejos tiempos.

Levantó su mano en mi dirección y reí levemente, agarrándola.

Aonung podía ser un auténtico skawng, pero tenía un corazón de oro que había aprendido a mostrar cuando estaba conmigo.

De niños, ambos llegamos a odiarnos, pero también a ser inseparables. Otros Na'vi le convencían de que era diferente, y que por ello debían tratarme como tal. Pero él, con el tiempo, acabó amándome tanto como yo a él; y sin importar nuestras diferencias, nos volvimos inseparables.

Teníamos discusiones, muchas la verdad, pero eso no significaba que no estuviéramos siempre el uno para el otro.

Ese era Aonung, mi hermano. 

Corrimos hacia el borde y nos lanzamos al agua de cabeza; siendo recibidos por los Ilus.

Una vez vimos a nuestros Tulkuns, dejamos a los Ilus y cada uno se acercó al suyo. 

Nadé lo más rápido que pude hasta mi hermana espiritual y cuando llegué hasta ella la abracé con necesidad, sorprendiéndola. Mi continua ansia de hacer las cosas sola me había impedido acercarme a ella y tratar de dejar que me ayudara, o simplemente me consolara.

Siempre fui de las que lloraban en silencio.

—Quiero olvidar... quiero olvidarme de todo —mi voz se rompió a mitad de la frase, preocupando a la Tulkun.

«¿Qué ha ocurrido?»

No me salían las palabras para expresarme, había un nudo en mi garganta que me impedía mirar si quiera a mi hermana Tulkun.

Los recuerdos dolían demasiado.

—Él y yo discutimos... —empecé, con los recuerdos de nuestra discusión atormentándome—.  Le grité y le dije que se alejara de mí y ahora-

No pude continuar, recordando lo bochornosa que había sido la escena de Neteyam con tantas jóvenes a su lado; aún no entendía el porqué de haberme hecho ver eso.

«Yo no tengo la respuesta, hermana, solo tú.»

Iba a contestarla, pero Aonung y su hermano espiritual llegaron junto a nosotras.

—Demos una vuelta, hermanita. Ya verás como lo ves de otra forma —Aonung me miró sonriente, a la vez que me guiñaba un ojo, y asentí; subiéndome sobre mi hermana Tulkun.

—Como cuando éramos niños, el primero que se caiga pierde.

Ambos nos miramos desafiantes y por primera vez en todo el día sonreí de forma genuina hacia mi hermano. Había pasado mucho tiempo desde la ultima vez que hacíamos uno de nuestros juegos favoritos; no podía negar que mi ánimo estaba subiendo. 

—Una —empezó Aonung.

Le sonreí con emoción y me agaché, apoyando las manos sobre la Tulkun, a la vez que movía la cola con impaciencia.

—Dos —continué, eufórica.

—¡Tres! 

Ambos Tulkun se lanzaron a la carrera, aumentando la velocidad.

Como debía ser en el juego, Aonung y yo nos levantamos para tratar de mantener el equilibrio sobre sus cuerpos.

Ese era el reto del juego, aguantar de pie sobre el Tulkun más tiempo.

Sin reglas...

Esa era mi parte favorita, jugar sucio.

Hice un sonido, desconocido para Aonung, y mi Tulkun giró un poco haciendo por un momento que su hermano espiritual se desestabilizara.

—¡Oh, cierto! ¡Olvidaba que tú juegas sucio! 

La mayoría de veces jugábamos solos a este juego, pues ambos éramos bastante buenos para el juego sucio.

—¿Qué me dices de esto, hermanita?

Golpeó levemente con el pie a su Tulkun y este lanzó un chorro de agua en mi dirección.

A pesar de la sorpresa, logré moverme sobre mi hermana para esquivar el chorro; recibiendo un poco de este, pero no lo suficiente como para tirarme.

Bien jugado, hermano... Pero no lo suficiente.

—¡Por desgracia para ti, siempre fui la más inteligente!

Hice una especie de sonido con la boca, parecido a un llamado.

Aonung miraba a su alrededor entre confuso y alterado, sin saber de donde vendría mi jugada.

Sin esperárselo, del agua saltaron tres Ilus que se lo llevaron por delante; tirándolo junto a ellos al agua. Al ver que se había caído, ambos Tulkuns se detuvieron, uno de ellos más alegre que el otro.

Mi hermana Tulkun aleteó feliz de la victoria a la vez que Aonung salía a la superficie con una cara de absoluta indignacion. Nunca le gustó realmente perder; era un mal perdedor.

—¿Has entrenado a los Ilus para que hagan eso? —Su rostro indignado y sorprendido hacía que la risa no se detuviera; realmente su cara era muy graciosa.

—Todo vale en el amor, la guerra y este juego —le miré con burla y diversión, cabreándole más.

—Maldigo el día en el que te enseñaron esa maldita frase—bufó, indignado, y se acercó a su Tulkun—. Como veo que ahora estás mejor, si no te importa iré a pasear tranquilamente con mi hermano; sin tramposas cerca.

Reí por su tono sarcástico y le miré irse junto a su Tulkun mientras me sentaba sobre la aleta de mi hermana para mirarla ahora a ella.

—Gracias, hermana. Por esto —le sonreí con dulzura y acaricié su piel con cariño.

No sabía que habría sido de mi vida sin ella; era un grandísimo apoyo para mí.

«Solo te he visto tan sonriente como ahora en dos ocasiones.»

Mi sonrisa se esfumó al entender cual era el otro momento al que se refería. A veces podía ser muy astuta, estaba haciéndome dudar sobre lo que tanto me había costado meterme en la cabeza.

Los recuerdos se amontonaron en mi cabeza, sin permitirme apartarlos.

Flashback...

—Tiene tu misma energía —su voz me sacó de mis pensamientos y le observé con una pequeña confusión—. Tu hermana Tulkun. Tiene tu misma esencia.

—¿Eso es bueno o malo? —Le miré con altanería, intentando descolocarle tanto como él lo hacía conmigo.

Pero eso no parecía posible.

—Bueno. Hablando de ti siempre es algo bueno.

Le miré con algo de timidez y bajé la mirada levemente, a la vez que oía su leve risa risueña. Neteyam levantó con cuidado mi mandíbula; conectando nuestras miradas como dos imanes.

—Dicen que los ojos nos brillan cuando miramos algo que nos encanta, algo que amamos o estamos empezando a amar... ¿Conoces esa sensación, Ngayä?

Abrí la boca, dispuesta a responder, pero ninguna palabra salió de mis labios. Estaba completamente perdida en la intensidad de su mirada como para centrarme en responder a sus palabras.

Este, al ver que no respondía, sonrió con dulzura y desplazó su mano de mi mandíbula hasta mi mejilla, acariciándola levemente.

—No necesito mirar mi reflejo para saber que mis ojos deslumbran cuando te miran a ti.

Incapaz de aguantar su mirada cargada de adoración, bajé la cabeza abrumada por sus palabras y acciones. Volví a respirar profundamente, armándome de valor para volver a subir la mirada a la suya.

—¿Por qué me dices esto ahora? —Mis ojos le miraron con confusión y él agachó las orejas con tristeza.

Neteyam a veces podía llegar a ser muy confuso para mí.

—Siento que lo voy a estropear... —Oí levemente su murmullo y me acerqué más a él por sus palabras.

Le miré apenada pero no me dejó hablar antes de que lo hiciera él de nuevo:

—Pero por favor... —Acercó nuestras cabezas hasta apoyar nuestras frentes la una sobre la otra. Cerré los ojos, dejándome llevar por la sensación—. No olvides... Nunca me olvides.

Fin del flashback

Cogí aire, sintiendo como si acabara de salir del agua y tomara oxígeno por primera vez.

Aún sentía lo abrumada que estaba por todo lo que había pasado, todo lo que había cambiado en tan poco tiempo.

Miré dudosa a mi hermana, sabiendo que ella entendía como me sentía.

«Contéstame a esta pregunta, ¿realmente le quieres lejos de ti?»

Su pregunta resonó por mi cabeza como una melodía constante.

Había una respuesta correcta y una real. Debía ser sincera conmigo misma para poder serlo también con los demás, no podía seguir tratando de manipular a mi propia mente para que pensara de la forma correcta cuando era obvio que nunca lo haría.

Levanté la cabeza, lista para responder, pero un escándalo a lo lejos me interrumpió.

¿Y ahora qué? 

Realmente esos alborotos estaban comenzando a ser demasiado comunes entre los Metkayina.

Intercambié una mirada con mi hermana y me acercó rápidamente a la orilla antes de marcharse.

Salí corriendo del agua, viendo a los presentes moverse de un lado a otro con nerviosismo.

—¡Tsireya! ¿Qué ha pasado? 

Agarré a mi hermana por los hombros, notando que estaba llorando levemente.

—Ngayä...

Su mirada de lástima estaba comenzando a alterarme.

Miré a mi alrededor, descubriendo que todos me miraban de igual forma y con pavor en sus ojos. No estaba entendiendo nada, pero parecía tener que ver conmigo.

—¡Tsireya, escúchame! ¿Qué ha pasado?

Estudié sus expresiones con pánico, preparándome para el golpe.

—Es Neteyam... —Mi corazón se paró ante la mención del Na'vi al que había estado evitando durante días, pero escuché con atención—. Fue a buscarte para hablar contigo y... se lo llevaron.

Mis orejas se agacharon con horror instintivamente y comencé a temblar mientras negaba con la cabeza.

No, por favor... Ahora no.

—¿Quién? —Mi voz casi fue imperceptible, mientras luchaba por no salir corriendo del lugar.

—Creemos que fue otra tribu...

Solo necesité esa información para salir corriendo, las lágrimas saliéndose sin control de mis ojos mientras solo había una cosa en mi mente:

Correr...


















¡Nuevo capítulo!

Y de más de 2000 palabras además ^^

¡Al fin, lo sé jajaja! Pero como siempre, os compenso con una maratón ;)

La verdad es que tenía muchas ideas para este capítulo así que me he dejado bastante llevar por lo que se me iba ocurriendo en el momento; llamémoslo «capítulo espontáneo» jajaja

Me ha gustado mucho la idea de escribir en el flashback lo que ocurrió después de acabar el capítulo 10; esa parte la verdad me ha gustado bastante porque ella la había omitido de sus recuerdos y realmente era importante en su relación. 

Neteyam ya tenía claro que la cagaría con ella en algún momento, y por ello trató de que ella no olvidara lo mucho que significaba para él. Aunque ella lo haga al final.

¿Teorías? ¿Cómo creéis que se lo va a tomar Ngayä? ¿Le perdonará a pesar de todo?

Es un buen momento para ver hasta donde está dispuesta a llegar por él, tal vez a nada quién sabe.

Hasta el siguiente capítulo 🤗✨

¡Os leo!

Atte. Venus. 

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