Ese día Marcos no fue a trabajar, quería quedarse en casa, según él, disfrutando de nosotras.

- ¿Qué quieres hacer hoy en casa?- Pregunté.

- Bueno, ¿qué tal si le decimos a tu madre que cuide de Carol para estar los dos juntos?- Preguntó.

Le sonreí al instante. Cogí el teléfono y llamé a mi madre.

- Mamá, ¿puedes cuidar hoy de Carol?- Pregunté-. Sí, todo el día-. Contesté a su pregunta-. Sí, mamá, estamos bien-. Respondí un poco brusca-. Vale, te la llevamos-. Y colgué.

La llevé a casa de mi madre en cinco minutos. Cuando llegué había un camino de pétalos de rosa que subían por las escaleras, sonreí y decidí seguir ese camino. Ese camino entraba a la habitación de los dos y entré.

Había música romántica y pétalos de flores por todo el suelo y la cama. De golpe, apareció del cuarto de baño Mario con dos copas y una botella de Champagne.

- ¿Qué celebramos?- Pregunté cogiendo una copa y bebiendo de ella.

- No hay por qué celebrar nada-. Se bebió su copa y empezó a besarme.

Dejé la copa en la mesita mientras le besaba. Me tomó en brazos y me tumbó en la cama quedando él encima de mí sin dejar de besarnos.

De repente sentí una mano fría por debajo de la camiseta y yo hice lo mismo. Quedamos desnudos en cuentión de minutos mientras nos reíamos y besábamos.

Cuando me desperté eran las seis de la tarde, había sido una mañana preciosa, la mejor en toda mi vida.