T/N

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-ESTÁS FUERA del caso, ya le he pedido a otra persona que se encargue.

Mi cuerpo se sintió congelado, no podía decir que no lo viera venir, y sabía que nunca sería capaz de encerrar a Draco, aunque lo intentara, no porque fuera demasiado débil, pero cada vez que nos encontramos, es como si fuera blanda como la gelatina, con sólo una mirada suya, sabía que mis rodillas se debilitarían.

Nunca podré terminar este trabajo, pero si quiero mantenerlo vivo, necesito asegurarme de que nadie más lo atrape.

-Lo siento, señor, pero si me da otra oportunidad...

Robards ni siquiera me dejó continuar.-¡Ya tuvo su oportunidad! ¡Lo tenía acorralado, incluso! Pero lo dejaste escapar.-el auror jefe sacudió la cabeza con decepción, y yo no pude evitar querer derretirme en mi silla, con la vergüenza corriendo por mis venas.-Debo decir que esperaba algo mejor de ti, Edimburgo.

Sentí la piel fría.-Lo prometo, lo haré mejor, sólo déjame quedarme con este caso.

Pero supe que era el final de la conversación cuando Gawain Robards bajó su pluma.-Hazlo mejor cuando te haya dado un nuevo caso, por ahora, vete a casa y descansa, debes estar agotada por la misión.

No había nada más que hacer, así que me levanté y me despedí, agachando la cabeza mientras caminaba por el Ministerio, tirando de mi abrigo con fuerza, estaba acabada, también lo estaba Draco.

Si esa no era mi última misión, dudo que viva lo suficiente para hacer otra, o pude evitar soltar un suspiro tembloroso cuando me detuve frente a una estación de flooing.

No, pensé, quiero tomar el camino largo a casa.

Mis pies se adelantaron a la estación de flooing, mi pequeña voz dejó escapar las palabras "Londres muggle" y así desaparecí entre el humo verde.

Aparecí en el Londres muggle, dentro de una cabina telefónica, salí, quitándome el polvo de las mangas, y justo cuando lo hice, el tiempo de Inglaterra comenzó a suceder.

La lluvia comenzó a caer, haciéndome fruncir el ceño. No tenía paraguas, sin embargo, mantuve mi ritmo, caminando ligeramente despacio hacia mi piso, con el abrigo empapado por la lluvia.

La gente caminaba con paraguas, o corría a resguardarse, pero yo seguía caminando sin nada sobre mi cabeza, mi tren de pensamientos seguía en marcha, pensando en lo que pasaría ahora.

Apenas noté que me detenía frente al edificio de mi piso, la lluvia caía con fuerza, me estremecí, notando sólo el frío que hacía, corriendo rápidamente hacia el interior del edificio, saqué las llaves de mi pequeño bolso, abriendo la puerta.

En cuanto cerré la puerta principal de mi piso, me quité el abrigo y dejé caer el bolso y los zapatos en el suelo junto a la puerta, rápidamente tomé mi varita del bolsillo de mi abrigo, encendiendo mi chimenea, mis ojos se cerraron de tanta satisfacción por el calor que daba.

Una vez que estuve lo suficientemente caliente, aunque todavía empapada por la lluvia, me senté en el suelo junto al fuego, sin importarme si mi alfombra se mojaba, tengo problemas más importantes que las alfombras mojadas en este momento.

Mi mente se disparó, desde mi carrera como Auror, hasta Draco, consideré dejar el país, y comenzar una nueva vida, tal vez eso sería mejor para todos, pero entonces, Draco sería atrapado, lo encerrarían en Azkaban hasta su muerte.

De repente, oí a alguien aparearse detrás de mí, me maldije por haberme olvidado de volver a poner las protecciones, pero entonces, me di cuenta, y no hice ningún movimiento para atacar, conocía demasiado ese olor como para no saber quién era.

-Si ibas a matarme, ¿por qué no lo has hecho?-pregunté, mi voz tranquila, el crepitar de las llamas bastante más fuerte.-Si realmente quieres matarme, entonces ya no lo cuestionaré, ahora es tu oportunidad, estoy de espaldas a ti, estoy desarmada, ahora es la oportunidad perfecta.

Pero no lo hizo.

Volví la cara hacia él, con una expresión claramente confusa.

Draco Malfoy estaba de pie en mi salón, con sus ojos buscando los míos.

-No estoy aquí para matarte.-me dijo, su voz suave como una nube.

Me levanté de mi sitio, caminando hacia él.-¿Entonces por qué estás aquí?-le pregunté, dejando escapar una burla.-También hiciste esto en el castillo, ¿Por qué?

Draco bajó la mirada hacia sus zapatos, una risa amarga se le escapó de los labios.-Nos he echado de menos.-suspiró, y luego levantó la vista hacia mí.-Te he echado de menos.

Hubo un momento de silencio, no sabía cómo reaccionar, pero mi corazón me decía que yo sentía lo mismo, después de tanto tiempo, no había nada entre nosotros. Nada de sus padres. Nada de varitas. Ningún muro, sólo estábamos nosotros dos.

-¿Por qué ahora?-me atraganté, con una sola lágrima escapando de mis ojos.-¿Por qué no antes de todo este lío? Me dijiste que yo era el mayor error que habías cometido.-le recordé.

Las manos de Draco se movieron, como queriendo tomar mi cara entre sus palmas, pero se detuvo.-Sabía que estabas mejor sin mí, tuve que hacer algo para alejarte -dijo, mirándome con sus ojos plateados-, pero me arrepiento profundamente en cuanto me diste la espalda.

Le devolví la mirada.-Pensé que me amarías hasta siempre.

Su respuesta fue lo único que necesitaba para derribar todos mis muros.-Todavía lo hago, y te amaré hasta siempre.

Lo besé, lo besé, haciéndole saber todas mis frustraciones, mi dolor, pero al mismo tiempo, mi anhelo por él, mi amor por él. Todo.

Él no dejó de rodear mi cintura con sus manos, y la otra ahuecando mi cara para profundizar el beso, derribó todos sus muros, no había nada más entre nosotros. Sólo nosotros.

Mis labios no se separaron de los suyos mientras retrocedía lentamente, guiándolo hacia mi dormitorio, las prendas empezaban a caer de nosotros, y al suelo.

Y supe que con cada prenda que caía al suelo, estábamos un paso más cerca el uno del otro.

Me hizo retroceder hacia mi cama y, por primera vez en mucho tiempo, respiré, mirándole con ardiente pasión. Él, sin embargo, dudó, me dirigió una mirada que me preguntaba si realmente quería entregarme a él.

Pero ya he tomado mi decisión, lo besé una vez más, y esa fue la única respuesta que necesitaba para devolverme el beso.

Me he entregado a él completamente, mi cuerpo, mi corazón y mi alma, todo dedicado a él. Y la suya, dedicada a mí. Cada aliento y cada gemido que dejaba salir en estas cuatro paredes eran la prueba de nuestro amor mutuo.

Incluso después de todo este tiempo, éramos sólo nosotros dos, siempre. Siempre ha sido él, y siempre he sido yo.

Nuestros cuerpos tocándose, sin nada en medio, con cada paso que dábamos, él se probaba a sí mismo.

Era el mismo Draco del que me enamoré ,es el mismo, sólo que roto.

Él es Draco.

Y estoy dispuesta a arreglarlo de nuevo, a recomponerlo y a amarlo hasta siempre.

Hicimos el amor bajo estas sábanas, y dentro de las paredes de mi piso, no habría elegido a nadie más para hacerlo.

Su pecho estaba caliente en mi mejilla, subiendo y bajando lentamente mientras respiraba, yo sólo me acurruqué más cerca de él, cansada por el amor que me acababa de dar, y por el que yo le daba a él.

Por un momento, nos quedamos allí, vulnerables el uno al otro, pero sin juzgarnos.

Él fue el primero en hablar, sus brazos alrededor de mí me dieron calor.-Vamos a huir.

No pude evitar mirarlo, una pequeña risa salió de mis labios mientras negaba con la cabeza.-Sabes que no puedo hacerlo.

-¿Por qué no puedes?-preguntó, su voz suave pero atractivamente ronca.-Nada te retiene aquí, cariño. Huyamos, y te prometo que te amaré hasta siempre.

Mis ojos buscaron los suyos, mi mente corriendo.

Él tenía razón, aunque había gente a la que le gustaba mi compañía, nunca fui su primera opción, mi sueño de ser un Auror se derrumbó, y de repente ya no era mi sueño.

Ahora tengo un sueño mejor. Era él.

Mis labios volvieron a encontrar los suyos, pero no me apresuré, no quería nada más que la confirmación de que él realmente estaba aquí, justo a mi lado, y yo estaba en sus brazos.

Cuando me separé, vi esperanza en sus ojos.

Y eso me bastó para responder.

-Huyamos .

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