Extra 17
Extra 17
La canción del hermano perdido
La familia Ming era pequeña, pero a pesar de sus pocos integrantes, era una familia reconocida en el comercio, en especial en el comercio de las hojas de té. Los Ming estaban orgullosos de que el negocio que sus ancestros iniciaron tres generaciones atrás, siguiera en pie y en crecimiento hasta estos tiempos.
Ming Fan había aprendido, desde muy temprana edad, que debía estar orgulloso de su legado y que lo único que debía hacer, era acrecentar el orgullo de la familia Ming. Y para eso, debía seguir dos caminos: el de las hojas de té o el del cultivo. Casi nadie de los Ming, salvo el bisabuelo Ming, tuvo la oportunidad de cultivar y pertenecer a una secta de cultivo. El bisabuelo Ming perteneció a una secta pequeña que se perdió en el tiempo hacía muchos años atrás. Ming Fan fue el primero, de todo su linaje, en ser aceptado por una secta de cultivo de renombre. Sus padres habían confiado en que lo lograría, alegando que era un muchacho fuerte y saludable. Y fue así, lo logró. Fue el orgullo de su familia.
Ming Fan no podía sentirse así.
A pesar de que su familia lo creía especial e importante, la verdad era que, en el mundo del cultivo, Ming Fan no destacaba en absoluto. Su cultivo no era muy diferente de otros y sus conocimientos en las cuatro artes no era la mejor. No destacaba en nada, así que lo único que podía hacer era luchar día a día por mejorar y destacar un poco más que sus compañeros para lograr el favor de shizun.
Lo logró, luego de mucho esfuerzo y de escuchar la burla de discípulos mayores sobre su cultivo mediocre y que era el destacado orgullo de la familia Ming. Burlas duras y fuertes contra él. Nunca antes había escuchado que alguien lo tratara así, siempre había sido el único hijo de la familia Ming, el menor de toda la familia. Siempre mimado, siempre elogiado.
En QingJing no era más que un discípulo más del montón. Fue decepcionante y frustrante.
Cuando sus padres iban a verlo, llevaban regalos a su maestro y siempre lo elogiaban, diciendo que era mejor que todos los demás discípulos y que su futuro sería brillante. Ming Fan sonreía y afirmaba sus palabras, pero no podía creerlas.
Y cuando fue seleccionado para ser el discípulo principal, a pesar de la felicidad de haber sido elegido para tan alto honor, tuvo miedo. Mucho miedo. Porque no estaba a la altura para su título, porque no era lo suficientemente fuerte, porque no era más que un fracaso.
Pero como discípulo principal, ¿cómo podía expresar su vulnerabilidad? Si quería ser fuerte, entonces tal vez debía asegurarse de mantener débiles a los débiles. Si ellos no podían avanzar, entonces Ming Fan sería mejor que ellos. Sonaba mejor que esforzarse y no lograr llegar a lo que esperaba llegar.
Mu Sheng nunca estuvo muy de acuerdo con sus decisiones, pero las aceptaba. Ming Fan no buscó entender por qué. Ling Yi le seguía la corriente, yendo donde el viento lo llevara. Tampoco sabía por qué lo seguía a pesar de que sus decisiones no eran las mejores. Pero shizun no lo juzgaba, lo dejaba ser, y para Ming Fan esa era una buena señal. Si shizun lo aprobaba, entonces no tenía nada de malo. Ning Yingying solo era demasiado buena, por eso no entendía sus acciones. Ella las entendería con el tiempo y se daría cuenta de que Ming Fan... ¿valía la pena?
A pesar de que Yingying le gustaba mucho, Ming Fan no era capaz de atreverse a dar el primer paso hacia ella. Siempre retrocediendo, un paso más atrás. Porque... ¿por qué ella se fijaría en alguien como él? Si no fuera por su apellido, por el negocio de las hojas de té, ¿quién sería Ming Fan? ¿Qué es lo que sería capaz de lograr por su cuenta?
Y mientras golpeaba a uno de los niños más débiles de QingJing, Ming Fan dejó ir su frustración.
.
El regaño de shizun fue suficiente para bajar el odio de Ming Fan y hacer crecer su vergüenza. Creyó todo este tiempo estar haciendo lo correcto, creyó que shizun aprobaba lo que hacía, pero cuando escuchó sus palabras, Ming Fan sintió como una daga incrustándose en su pecho y removiendo su corazón.
No olvides que así como te nombré mi discípulo principal puedo sacarte el título.
Era desechable, Ming Fan lo sabía bien. Su talento no destacaba y era consciente que alguien más capaz que él podría tomar su lugar en un chasquido. No era indispensable, solo era como cualquier otro discípulo más, con la única diferencia que tenía un título un poco más elevado que el resto. Un título inmerecido.
Quiero un discípulo del cual sentirme orgulloso.
¿Cómo se supone que debía ser? Debía ser el orgullo de su familia, simplemente siendo mejor que sus ancestros. Tenía que destacar, pero... ¿cómo? ¿Cómo se suponía que debía ser mejor? ¿Cómo hacía para ser mejor?
Alguien que sea digno de ser el futuro señor del pico QingJing.
¿Siquiera podía ser mejor? Ming Fan se esforzó por años para destacar, no solo en QingJing, sino también en su casa con sus padres. Siempre quiso ser mejor, porque debía serlo. Los Ming eran una familia pequeña, pero de prestigio. No tenían mucho más que sus hojas de té para sentirse orgullosos, pero era lo único de lo que podían jactarse. Y sus padres esperaban que él fuera mejor que eso, ponían todo el peso de sus frustraciones en él.
Y si sigues así, nunca lo serás.
Solo, sentado en el melocotonero que encontró de casualidad, Ming Fan se acurrucó y lloró amargamente.
¿Cómo se suponía que debía ser mejor?
.
Le tomó un tiempo sentirse mejor y volver a empezar, como si recién ingresara a QingJing. Pero Ming Fan sabía que no acababa de entrar, lo veía claramente en el miedo de algunos discípulos cuando se acercaba a ellos, así fuera para sentarse a su lado porque no había otro lugar.
Su mente fue su mejor amiga por ese tiempo, donde ni siquiera fue capaz de hablar ni con Ling Yi o Mu Sheng. Tan enfrascado en la mirada de su shizun, en sus palabras, que difícilmente podía hacer algo. Ming Fan se sentía perdido. Así que tras un tiempo sintiendo que su mente explotaría si seguía pensando, decidió ser amable con los discípulos más jóvenes.
No fue un trabajo fácil, porque ellos no se acercaban a él por iniciativa propia y cada vez que se acercaba parecían dispuestos a salir corriendo. Pero era normal, ¿no? Un perro apaleado no se acerca a quien tiene el palo para golpearlo.
De nuevo, era frustrante. Que nadie se acercara a él, eso era decepcionante. Pero había motivos, él se lo había buscado, ¿qué podría hacer al respecto? Si nadie quería hablarle de nuevo, ¿qué se supone que haría? Era el discípulo principal de QingJing, pero si nadie quería escucharlo, entonces, ¿cómo se supone que sería el futuro sucesor de shizun?
Miró la espada de madera en su mano, deteniendo su práctica solitaria cerca del bosque de bambú. Mejorar, ¿era siquiera capaz de hacerlo? Ming Fan no se sentía capaz de mejorar. Solo era una decepción, no solo para su shizun, sino también para sus padres. Era un fracaso.
—¿Shixiong?
Ming Fan salió de sus pensamientos al escuchar la tímida voz de Yang Chen. El niño se veía vulnerable, sosteniendo una espada de madera.
—¿Sí?
—Uhm, ya que estás practicando... ¿te molestaría practicar con este shidi? Mi habilidad con la espada no es tan buena y...pensé que quizás shixiong podría ayudarme.
Ming Fan vio al chico, al cual solían molestar en el pasado con Ling Yi y Mu Sheng, a pesar de que Mu Sheng nunca se mostró de acuerdo al respecto. Yang shidi era adorable y pequeño, y demasiado tímido. Incluso ahora, miraba el suelo mientras sostenía con fuerza la espada de madera.
Miró hacia el campo de entrenamiento, donde algunos discípulos mayores entrenaban junto con otros discípulos un par de años mayores que Ming Fan. Volvió a mirar a Yang Chen, la duda en su mirada. ¿Por qué fue por él teniendo a tantos otros discípulos mejores entrenados para ayudarlo?
—¿Yo?—Yang Chen asintió, todavía mirando el suelo—Mm... ¿estás seguro? No soy tan bueno. Podrías ir con un discípulo mayor.
—Oh...es que...no me siento muy cómodo con los discípulos mayores. Ellos...no lo sé...me siento incómodo entrenando con ellos.
Ming Fan podía entenderlo. Las técnicas de los discípulos mayores estaban pulidas con los años, ellos apenas empezaban. Practicar con ellos era vergonzoso porque sus técnicas daban asco.
—Bien...puedes entrenar conmigo.
Yang Chen alzó la mirada, sonriendo radiantemente, antes de posicionarse frente a Ming Fan para entrenar.
La tarde se pasó en practicar, con Yang Chen tropezando con sus propios pies y Ming Fan corrigiéndolo para que ya no cometiera esos errores. Errores que alguna vez él cometió al inicio. Yang Chen buscaba mejorar la postura, pero su fuerza era precaria. En una lucha contra un demonio, Yang Chen tenía las de perder.
Sin embargo, a pesar de su decepcionante técnica, Ming Fan encontró entretenida la actividad y fue reconfortante poder ayudar a Yang Chen con lo que no entendía. ¿Esto era ser discípulo principal?
Al final, terminaron agotados y sentados en el césped, tomando un respiro.
—Gracias, shixiong.
Y fue la sonrisa de Yang Chen, una sonrisa cansada, pero agradecida, lo que mejoró el humor de Ming Fan.
.
Cambiar su rutina, al final, resultó mejor de lo que Ming Fan esperaba. Ayudar a sus hermanos marciales en lo que podía ayudarlos, fue mucho más reconfortante de lo que había imaginado en un inicio. Incluso simplemente pasear con ellos, recoger leña o juntar agua era un trabajo divertido. Las charlas con ellos eran entretenidas y descubrió que Ning Yingying valoraba más un grupo de amigos como ellos eran ahora que como el grupo desastroso que habían sido. Ella se solía sumar a sus trabajos, buscando ayudarlos o conversando con ellos para entretenerlos en lo que trabajaban.
Todo había mejorado. Pero a pesar de eso, cuando shizun lo mandó por un discípulo nuevo, Ming Fan se sintió aterrado.
¿Por qué lo mandaba a él, a un discípulo sin gracia, a buscar un nuevo discípulo? ¿En serio shizun creía que alguien querría ir con ellos si lo veía a él, un chico de doce años, representando QingJing? La simple idea era ridícula y Ming Fan no sabía lo que su shizun había estado pensando como para mandarlo en su representación. Le hubiera gustado creer que era porque tenía un porte llamativo o su nombre era mencionado por cientos de personas fuera de CangQiong. Pero no tenía ni una ni la otra cosa, solamente era Ming Fan, un chico de doce años que se había ganado el puesto de discípulo principal porque... ¿por qué? No lo sabía, solo sabía que debía cumplir el rol.
Se paró cerca de los otros maestros y llevó las manos hacia atrás, mirando a los chicos que cavaban pozos y recordando el día de su selección. Shizun no lo había elegido, fue Ming Fan quien lo eligió porque le había parecido un erudito poderoso, alguien en quien le gustaría convertirse. Claro, eso lo pensó cuando todavía tenía la confianza en sí mismo y los elogios de su familia frescos en su corazón. Pero tras vivir en QingJing, esa confianza disminuyó y ahora no podía creer en ser capaz de convertirse en alguien como su shizun.
Apretó los dedos tras su espalda, intentando calmar los nervios que devoraban su interior. Si ningún niño iba con él, ¿su shizun se sentiría decepcionado de él?
Entonces...un pequeño niño, lleno de tierra y con el cabello alborotado, se acercó a él. Tenía los ojos redondos y brillantes como estrellas, tan pequeño y adorable. Le recordó a Yang Chen.
—Quiero unirme a QingJing—dijo el niño y los nervios que devoraban a Ming Fan, se alejaron de repente.
Una felicidad genuina y un gran alivio se instaló en su corazón.
.
Luo Binghe lloró en su primer día en QingJing, como si hubiera encontrado un hogar al cual pertenecer. Como si hubiera estado perdido y al fin encontraba el sendero a la luz. Ming Fan lo entendía. Como alguien que se salió del camino y se perdió, podía entender a Luo Binghe.
Quizás de ahí surgió el nacimiento de su lazo.
Al principio lo trató como los demás discípulos, protegiéndolo de los idiotas de BaiZhan porque Luo Binghe era pequeño y era su shidi. Pero los días pasaron y mientras más tiempo pasaba con Binghe a su lado, más difícil era verlo como su shidi y no como su didi.
Como hijo único, Ming Fan no tuvo la dicha de compartir su antiguo hogar con otras personas. Quizás de haberlo hecho, hubiera sido mejor desde un inicio y hubiera sabido proteger a sus shidi. Pero la llegada de Luo Binghe le hizo entender cómo hubiera sido tener un hermano menor. No entendía por qué con Luo Binghe, pero solo sabía que era a él a quien sentía como su hermanito. Era a Luo Binghe a quien buscaba cuidar y proteger con mucha más intensidad que a sus demás hermanos marciales. Lo mismo ocurría con Yingying, pero Yingying era diferente. Ella era más que Binghe para su corazón.
—Shixiong, estoy cansado—dijo Binghe, apoyándose en su hombro mientras ambos estaban, esa tarde, sentados contra el melocotonero.
Ming Fan rio y lo abrazó para que se acomodara mejor contra su cuerpo.
—Shidi puede descansar un rato antes de la cena. Te despertaré para ese entonces.
—¿Y por qué shixiong no me carga? Este shidi está muuuuy cansado—dijo Binghe, acomodándose contra él.
—Este shixiong no tiene tanta fuerza para cargar con Luo shidi. Si shidi comiera menos tal vez podría—Binghe le pellizcó el vientre, Ming Fan rio—. Ya, ya, descansa, Bao shidi.
—Shixiong malo—murmuró Binghe, dejándose llevar por el cansancio.
Ming Fan sonrió y acomodó su cabello, mientras veía el cielo.
Binghe era su hermano, sin importar lo que dijeran sus padres, y él siempre iba a protegerlo.
.
El tener que dejar ir a Luo Binghe al Abismo sin Fin hizo que Ming Fan se volviera a sentir un fracaso, luego de años de no sentirse así. No haber podido ser lo suficientemente fuerte para cuidar de su didi, para mantenerlo a salvo de las demás sectas, hizo que Ming Fan se sintiera ese niño inútil que fue cuando apenas ingresó a QingJing. Tan incapaz de hacer algo bien, tan débil, tan estúpido.
Yingying lo confortó, pero era difícil sentirse bien siempre. Había veces, como ahora, en donde Ming Fan recaía en su dolor y se hacía la misma pregunta una y otra vez:
¿Cuándo seré lo suficientemente fuerte?
Luo Binghe cayó al infierno, solo equipado con una estúpida espada, tan débil como su dueño. ¿Cómo podría su hermano sobrevivir a ese lugar con una espada tan frágil como BaiYe? Para usarla con demonios en misiones era suficiente, pero ¿en el Abismo sin Fin? Era lo mismo que enfrentar a un demonio celestial con una escoba. Tan inservible. ¿Y si Luo Binghe no sobrevivía ahí abajo? Tal vez debió ir con él, lanzarse juntos al infierno y acompañarlo cada paso que diera para asegurarse de que volviera con su familia de nuevo a QingJing.
¡Maldita sea! ¡Era el maldito discípulo principal de QingJing y lo único que podía hacer era aceptar que su hermano fuera arrojado al infierno mismo solo para que los demás se salvaran de un montón de viejos inútiles!
Golpeó su cabeza contra el suelo. El dolor corroyendo su corazón y sus lágrimas fluyendo en cascada.
¡Inútil! ¡Inútil! ¡Inútil!
¿Por qué nunca podía hacer nada bien?
¿Por qué nunca era suficiente?
Cuando el dolor disminuyó y solo quedó como un idiota con la frente lastimada, llorando silenciosamente contra el melocotonero, se dio cuenta de que había anochecido y que seguramente se había perdido la cena.
Una mano acarició suavemente su cabello. Ming Fan no tenía mucha fuerza para moverse, así que apenas giró la cabeza. Yang Chen estaba ahí, en compañía de Chen Lin. Ella limpió sus lágrimas, mientras su shidi limpiaba y curaba la herida en su frente.
Ninguno dijo nada, trabajando en silencio para ayudarlo a levantarse. Chen Lin acarició su cabello y secó sus lágrimas, tan suave como la seda. Yang Chen curó sus heridas y sostuvo su mano, el apretón le recordaba que todavía estaban aquí.
—Vamos, shixiong—dijo suavemente Chen Lin, ayudándolo a ponerse de pie junto con Yang Chen.
Tomaron su mano y lo guiaron de nuevo a casa. Yingying vio su semblante y, como cada vez que eso le pasaba, lo abrazaba fuertemente y lo consolaba en silencio. Entonces Ming Fan se aferraba a ella, oliendo su perfume y sintiendo su cálido cuerpo contra el suyo. Ella lo mantenía en tierra, ella le recordaba su propósito de hacerse más fuerte para proteger a Luo Binghe cuando regresara.
Y entonces, Ming Fan seguía adelante. Porque tenía que mejorar, porque tenía que hacerse más fuerte.
Por shizun. Por Yingying. Por Luo didi. Por sus shidi. Por sus shimei. Por su familia.
Ming Fan lo haría. Él podía hacerlo.
Él podía ser suficiente.
.
.
.
Ling Yi mentía mucho. Lo había hecho por muchos años, incluso desde antes de ingresar a la secta. Vivía en una enorme casa, llena de sirvientes y riqueza. Conocía el jade auténtico y el oro. Nunca le faltó un techo ni la comida.
Porque sus amos jamás permitieron que le faltara.
Comprado junto con su madre, Ling Yi creció en una enorme mansión de ricos políticos, aprendiendo de ellos el arte de mentir y de fingir perfectamente. No era un trabajo muy difícil. Lo verdaderamente difícil era ser un esclavo.
Mataron a su madre cuando tenía cuatro años y desde entonces, no tuvo a nadie más que lo ayudara. Así fue como a sus ocho años le robó una buena cantidad de joyas a la familia Ling y se fugó, inventándose una historia demasiado rebuscada hasta que se topó con CangQiong y realizó el examen de ingreso, porque otra cosa no podía hacer. Con diez años, tenía una historia perfectamente creada para contarle a los demás.
Tomó prestado el apellido Ling de sus antiguos amos, junto con su reputación de políticos. Disfrazó el verdadero significado de su nombre, Yi, un simple número de esclavo, al de Yi de arte. Inventó que sus padres le daban la libertad de hacer lo que quisiera y por eso se había ido solo de casa y terminó en la secta.
Nadie objetaba nada. Nadie decía nada. Quizás porque los Ling tenían una reputación que todos conocían. Y el dinero que todavía conservaba de su robo, era una máscara lo suficientemente buena como para cubrir su apestosa mentira.
Lo único que debía hacer ahora, era ser mejor. Más poderoso que los Ling, para demostrarle que el esclavo al cual tanto habían repudiado y tratado como basura, era mucho mejor que ellos y mucho más famoso. Si se volvía un gran cultivador, podría sacarle en cara a los Ling el cómo trataron a una persona de su calibre de una manera tan cruel.
Y si para hacerse fuerte, tenía que intimidar a los débiles, que así fuera.
.
Ling Yi no solía tomarse las amenazas en serio. Quizás por eso no escuchó la nueva regla de QingJing e hizo lo que quiso.
Se ganó diez latigazos por eso. Nunca olvidaría el dolor de los golpes y el olor de su sangre al gotear por el suelo. La carne abierta ardía demasiado y Ling Yi solo podía pensar en que su shizun era un bastardo como los Ling. Si solo tuviera más poder.
Zhang Hua, uno de los discípulos más grandes, se encargó de curar las heridas de su espalda. Ling Yi se quejaba por el ardor, siseando maldiciones mientras su shixiong pasaba el ungüento por sus heridas.
—Esto te pasa por idiota—dijo Zhang Hua palmeando su espalda herida y haciendo que se erizara por el dolor.
—¿Acaso quieres morir?
—¿Me vas a matar tú?—Zhang Hua suspiró—Ni siquiera te puedes levantar de la cama.
Ling Yi murmuró algo contra sus brazos, jurando que le haría pagar a Zhang Hua por sus palabras. Su compañero no le dio importancia y simplemente continuó curando su espalda.
—Deberías dejar de molestar a los demás, shizun va en serio, como verás.
—Yo no hice nada.
—Empujaste a dos discípulos más pequeños que tú, eso no es no hacer nada.
—Se lo merecían.
—¿Por qué?
—Porque sí.
Zhang Hua resopló divertido.
—Qué agradable. ¿Acaso es divertido molestar a los demás?
—Es mejor que ser molestado.
Zhang Hua se mantuvo en silencio hasta que terminó de colocar el ungüento en las heridas.
—¿No te hace eso igual a las personas que te molestaron?—Zhang Hua se levantó, cargando con lo que usó para curarlo—No creo que eso sea ser mejor.
—¿Y tú qué sabes?—Ling Yi apretó sus puños.
¿Qué mierda podría saber Zhang Hua al respecto?
—No mucho, la verdad. Solo pienso demasiado. ¿Crees que seguir siendo así valga la pena? ¿Crees que tu familia querría esto?
Ling Yi quería decirle que ya no tenía familia, que su madre estaba muerta. Pero según sabían los demás, la señora Ling estaba viva por lo que decir eso sería estúpido. ¿No delataría su verdadero pasado de esclavo? Su reputación era importante, no podía arruinarla solo por dejarse llevar por el enojo.
Su madre seguramente querría lo mismo. O no, no podía saberlo. Ella murió cuando él tenía cuatro años. Apenas tenía recuerdos con ella.
—¿Importa lo que ellos quieran?
Zhang Hua se detuvo un momento, como si pensara en una respuesta.
—Es verdad. Entonces, ¿qué quieres tú?
Ling Yi quiso burlarse de él, pero entonces se encontró sin palabras para hacerlo. La pregunta era demasiado para responder. ¿Qué mierda quería él? Quería poder, quería ser fuerte, para mostrarle a los Ling el esclavo del cual se burlaron. Quería ser lo suficientemente poderoso como para demostrarle a todos que un esclavo podía romper su maldición y ser más de lo que los demás pensaban que sería.
Pero entonces, se dio cuenta que había otra parte de él, una parte que no era Ling Yi, sino Yi*. Esa parte solo quería ser feliz, tener una vida tranquila, un lugar al cual pertenecer. Los primeros años de vida fue parte de una casa donde no era más que un número, algo fácilmente desechable. Luego, cuando escapó, se convirtió en un viajero sin techo propio ni personas a las cuales llamar amigos o familia. Estaba solo, buscando un lugar al cual pudiera llamar hogar. Un lugar donde sentirse protegido y feliz. El pequeño esclavo todavía soñaba con algo que Ling Yi ya había perdido la esperanza de encontrar.
Cuando se dio cuenta, Zhang Hua ya se había ido y él había quedado solo en la cama, sin nadie alrededor que lo acompañara para hablar o simplemente estar a su lado.
Ling Yi se acostó y se dijo a sí mismo que estaba bien, que no debía esperar nada de nadie nunca porque estaba solo. Así había sido en el pasado y así sería siempre. Solo, dependiendo únicamente de su persona. Estaba bien, así estaba más que bien.
Si lloró y ahogó sus sollozos contra la almohada, era solamente por el dolor en su espalda.
.
Cuando abrió los ojos, luego de quedarse dormido tras llorar, Ling Yi se dio cuenta de que ya era de noche. La oscuridad invadió los aposentos de los discípulos y solo la luz de luna era lo único que iluminaba el lugar. Se movió, girando su cabeza para ver su alrededor. Los demás dormían, pero todavía había alguien sentado contra su cama.
—Hasta que despiertas—murmuró Mu Sheng—. No queríamos despertarte antes porque creímos que necesitabas descansar. Lu Song fue por algo para que comas.
Mu Sheng revisó sus heridas otra vez, asintiendo satisfecho con lo que vio. Ling Yi lo miró, preguntándose qué hacía Mu Sheng a su lado y por qué Lu Song, el idiota de los mil insultos, fue por comida para él.
—¿No deberían estar dormidos?
—Sí, pero tú necesitas cuidados. Zhang Hua nos dijo que tus heridas estaban abiertas y necesitaban de un correcto cuidado para no infectarse. Nos hemos estado turnando con Lu Song para cuidarte.
Ling Yi lo miró, parpadeando confundido.
—¿Por qué?
—¿No te lo dije ya? Para que no se infecten tus heridas.
—No, yo... ¿por qué me cuidan?
Mu Sheng lo miró, incluso con la poca luz que entraba de la ventana pudo notar su desconcierto.
—Eres nuestro amigo, ¿por qué no te cuidaríamos?
Mu Sheng habló como si fuera lo más obvio. Como si fuera algo normal, como si la pregunta hubiera estado de más. Ling Yi no podía entenderlo. Pero algo en su interior se calentó, de manera tan agradable y sincera.
—¿Lo soy?—preguntó, tan bajo e inseguro.
—Sí, aunque seas un idiota, todavía eres nuestro amigo.
—Llegué—informó Lu Song, cargando en sus manos algunos bollos—. Creo que esto será suficiente. Come antes de que se pongan duros.
Ling Yi miró los bollos en las manos de Lu Song, todavía sin reaccionar del todo por las palabras de Mu Sheng.
—¿Eh?
—Oh, vamos, ¿acaso no puedes agarrar los bollos? ¿Quieres que los mastique por ti y te los regurgite como los pájaros? Porque puedo hacerlo, no debe ser tan difícil.
—No seas asqueroso—regañó Mu Sheng, tomando los bollos de las manos de Lu Song para acercar uno a Ling Yi—. Te ayudaré a comer, colabora al menos abriendo la boca.
Saliendo de su estupor, Ling Yi abrió la boca y comió los bollos que Mu Sheng le ofrecía, mientras ambos escuchaban el montón de tonterías que Lu Song tenía para contar.
El pequeño Yi en su interior vibró de felicidad.
.
La cama de Luo Binghe estaba vacía, un hecho tan extraño que parecía irreal. Ling Yi acostumbraba a ver a Binghe durmiendo hecho un bollo con las mantas o bien acompañado de Yang Chen, quien se quedaba a su lado hablando hasta que ambos se quedaban dormidos. No verlo era desagradable. Un sentimiento opresor se instalaba en su pecho, uno que no había sentido en años.
Se sentó en la cama de Binghe, que estaba debajo de la ventana, y miró el cielo desde ese lugar. La cama estaba tendida, tal y como Binghe la dejó antes de irse. Su pequeño shidi que se había ido en la Conferencia de la Alianza Inmortal, cayendo a un lugar que no podía ser mejor que el infierno.
Sentía la misma desesperación y el mismo dolor que sintió cuando vio como golpeaban a su madre y no pudo hacer nada.
Le arrebataron a su shidi y lo único que pudo hacer fue escuchar la noticia, porque ni siquiera estaba ahí para él. Luo Binghe era parte de su familia, parte de su manada, y no fue capaz de mantenerlo a salvo. No era capaz de mantenerlo a salvo. Tan patético y tan inútil. No dejaba de ser el pequeño esclavo que solo podía ser más de lo que era a través de mentiras.
¿Un cultivador poderoso? ¿Alguien fuerte que pudiera burlarse de los Ling? Yi solo quería reírse amargamente por su estupidez. No era fuerte, no podía serlo. Ni siquiera podía mantener a salvo a su shidi, ¿cómo podría mostrarse frente a los Ling siendo un cultivador tan mediocre e idiota como era?
Un esclavo, al fin de cuentas, no dejaba de ser un esclavo. Débil e idiota, solo soñando con una vida mejor. Con ser mejor.
Nunca sería mejor, nunca podría proteger a su familia.
Unos brazos lo rodearon, sintió unas piernas largas a sus costados, un cuerpo que lo cubría desde atrás. Ling Yi conocía ese cuerpo. Había sido su consuelo cuando no podía seguir tragándose las lágrimas.
Una mano fue a su rostro y gentilmente limpió sus lágrimas. Ling Yi se apoyó contra el pecho de Lu Song, dejando que limpiara sus lágrimas y lo siguiera abrazando.
—Piensas demasiado—susurró Lu Song, pasando el pulgar en su mejilla para secar sus lágrimas—. Deja de hacerlo, te estás lastimando.
—Como si fuera fácil—susurró Ling Yi, su voz rota por el llanto.
Lu Song dejó sus lágrimas para acariciar su cabello. Era tan suave y tan cálido, su toque siempre era gentil cuando estaban a solas, lejos de los ojos curiosos de los demás. A Ling Yi le gustaba burlarse de él, molestarlo y fingir que su presencia no era la gran cosa para él. Pero también disfrutaba de ser abrazado y mimado de la manera en que Lu Song lo mimaba. Era reconfortante sentir su pecho fuerte contra su espalda y sus manos acariciándolo inocentemente para alejar el dolor.
Aunque su dolor persistía terriblemente en su pecho.
—Sé lo que sientes—susurró Lu Song cerca de su oreja, mientras seguía acariciando su cabeza—. Lo entiendo. Pero sumergirte en eso no solucionará nada.
—Lo sé, idiota.
Aunque quisiera sonar enojado, la verdad era que Ling Yi solo sonaba lamentable.
Lu Song sonrió, pudo sentirlo contra la piel de su hombro.
—Está bien, entonces llora. Estaré aquí para ti.
Ling Yi se aferró a sus brazos, mientras dejaba que el dolor fluyera como lágrimas infinitas. Lu Song lo sostuvo todo el tiempo, mientras lo acariciaba y, de vez en cuando, dejaba pequeños besos en sus hombros.
Cuando el dolor pasara, sabía que podría volver a ser fuerte. Pero por el momento, estaba bien ser vulnerable en los brazos de Lu Song.
.
.
.
Chen Mei y Chen Lin, desde que nacieron, habían formado parte del Pabellón Rojo Cálido. Su hogar, un lugar tan concurrido por hombres de todas las edades, nunca había sido del todo seguro. Sus madres les decían que debían permanecer escondidas en las noches, en un cuarto al fondo al cual nadie más que las mujeres del burdel tenían acceso.
Era su pequeño rincón seguro.
Ahí, antes de dormir, las dos jugaban con los pocos juguetes que tenían y contaban historias inventadas por ellas mismas, mientras esperaban a que el sueño las venciera. Era un pequeño mundo que, con el correr de los años, se hacía más pequeño para ellas dos. Y como estaban creciendo, una de las mujeres del burdel comentó que, en algún momento, deberían comenzar a dedicarse a lo que ellas hacían.
Fue la primera vez que Chen Mei y Chen Lin vieron a sus madres tan enojadas y aterradas. Ninguna de las dos entendía cuál era exactamente el trabajo de sus madres, pero ambas sabían que no era un trabajo bueno. Chen Mei había llegado a ver a su madre golpeada, hablando con Madame Lin sobre el cliente aterrador que le tocó atender. Y Chen Lin vio a su madre llorando en un rincón del burdel, abrazándose a sí misma e intentando calmar un dolor del cual desconocía origen.
Ninguna de las dos quería terminar como sus madres, pero no sabían a dónde podrían irse. Solo sabían que no querían terminar igual.
—¿Qué hacemos, A-Lin?—preguntó Chen Mei, escuchando a sus madres discutir con dos de sus compañeras sobre el destino de las dos niñas encerradas en el rincón del burdel.
Las mismas mujeres que las miraban con desprecio y comentaban que nunca serían queridas por nadie. Las mismas mujeres que solían hacer comentarios hirientes sobre ellas, sobre el hecho de que nadie iba a quererlas por ser hijas de dos trabajadoras de burdel.
—Si no tenemos más opción, escaparemos de aquí—dijo Chen Lin, abrazando con fuerza a la temblorosa Chen Mei.
Escapar podría ser un mejor destino que seguir ahí, dejando que los demás manipulen sus futuros.
Chen Lin no estaba dispuesta a dejar que eso pasara.
.
Una mañana, tan temprano en la mañana que apenas comenzaba a salir el sol, el rincón donde se protegían fue abierto. Chen Mei y Chen Lin reaccionaron al instante, sentándose de repente en la cama y tomando lo que tuvieran a mano para protegerse. Pero los objetos inútiles que tomaron tuvieron que ser dejados al ver a sus madres ingresar a su habitación.
—¿Mamá?—preguntó Chen Lin confundida de que ambas estuvieran tan temprano en su habitación.
Todavía faltaban dos horas para el desayuno.
—Shh, Lin-er, Mei-er, ambas cámbiense rápido y no hagan ruido.
Ambas niñas se miraron entre sí, pero aceptaron la orden. Sin hacer ruido se cambiaron y peinaron, mientras sus madres guardaban varias cosas en un bolso. Ellas tardaron unos minutos más en terminar, revisando en el cuarto poco iluminado que los dichosos bolsos tuvieran todo lo que creían que debían tener.
Haciéndoles una señal para que se mantuvieran en silencio, las cargaron en brazos junto con los bolsos y las sacaron de ahí, avanzando con pasos sigilosos por el burdel hasta llegar a la salida, donde Madame Lin esperaba.
—No se ha levantado nadie—dijo madame Lin, tan hermosa como siempre—. Vayan rápido.
Sus madres asintieron y salieron sin despedirse. Solo estando afuera las depositaron en el suelo y tomaron sus manos para caminar a paso rápido por la aldea.
—Mamá—llamó Chen Mei mientras medio corría, medio caminaba detrás de su madre—, ¿a dónde vamos?
—Hace unos días vino A-Jiu a visitarnos.
—¿El didi del cual siempre hablan?—preguntó Chen Lin.
—El mismo—continuó la madre de Chen Lin—. Nos contó que hoy empezarían los exámenes de la secta CangQiong para recibir discípulos. Si quedan, pueden vivir ahí y estarían a salvo del burdel.
—Tenemos que llegar rápido, antes de que el señor He llegue—dijo la madre de Chen Mei.
—¿Quién es él, mamá?
—Un hombre horrible, no tienes por qué saber más. Ahora, quiero que ambas recuerden bien esto: si son aceptadas como discípulas de CangQiong, se les dará la opción de elegir un pico. Cuando eso pase, elijan QingJing. A-Jiu es el Señor del Pico QingJing, así que ahí estarán a salvo del señor He.
—Recuerden: QingJing, pico QingJing—repitió la madre de Chen Lin.
Durante el camino, donde las niñas fueron a trompicones, se les repitió incesantemente que debían ir a QingJing porque ahí estarían a salvo del señor He. A-Jiu, el didi de sus madres, era el maestro de ese pico, por lo que era una autoridad respetada y podrían estar a salvo. Solo cuando llegaron a la entrada de CangQiong, sus madres las abrazaron con fuerza, deseándoles lo mejor y esperando que puedan cambiar su futuro, de la manera en que ellas no pudieron.
Chen Mei y Chen Lin comenzaron a subir las escaleras de CangQiong, sus madres se quedaron al pie de las mismas, asegurándose de que llegaran hasta el final de las escaleras.
Ambas apretaron la mano de la otra cuando llegaron. Si tenían suerte, estarían a salvo en CangQiong.
.
Chen Lin fue arrojada al suelo, su rostro en el lodo, sostenida con firmeza por un discípulo grande y alto de BaiZhan. Chen Mei estaba a un costado, siendo sostenida por dos de esos idiotas mientras gritaba para que la soltaran. Chen Lin apretó los dientes, hacía solo dos meses que ingresaron a QingJing y ya todos sabían que sus madres trabajaban en el Pabellón Rojo Cálido.
—Mira, tan frágil y débil, como la puta de tu madre—se burló el discípulo de BaiZhan, apretando su cabello y ensuciando más su rostro contra el barro—. ¿En serio crees que siendo hija de una prostituta puedes ser cultivadora? Qué ingenua y estúpida eres.
—¡Déjala! ¡No les hicimos nada!—gritó Chen Mei, pataleando para liberarse y correr a ayudarla.
Pero ¿qué podrían hacer ambas contra esos discípulos tan grandes y fuertes? Apenas ingresaron a la secta, eran pequeñas y no tenían la fuerza suficiente para aguantar un solo golpe.
¿Acaso era esto lo que sus madres sintieron cuando atendían a los clientes del burdel? ¿Era este dolor y esta humillación la que querían ahorrarles?
¿En serio aquí podrían estar a salvo?
Los ojos de Chen Lin se llenaron de lágrimas de impotencia. No importaba dónde estuvieran, siempre serían lo suficientemente débiles como para no ser capaces de protegerse a sí mismas. Lo odiaba, odiaba sentirse de esta manera.
—Aw, miren cómo llora—se burló el discípulo de BaiZhan alzando su rostro lleno de lodo—. Tonta, ¿en serio te duele esto? Qué patética...
PAFF
Como una ráfaga, cuatros discípulos de QingJing aparecieron y se enfrentaron a los discípulos de BaiZhan. Sus shixiong golpearon a los discípulos de BaiZhan y esquivaron sus ataques con tanta facilidad y rapidez, que Chen Lin y Chen Mei enmudecieron.
Chen Lin reaccionó cuando un par de brazos gentiles la envolvieron y la acercaron para comenzar a limpiar su rostro.
—Shimei, ¿estás herida en algún lugar?—preguntó Ning shijie mientras intentaba quitar todo el lodo posible de su rostro, ensuciando sus propias túnicas en el proceso.
Chen Mei fue tomada suavemente por Yang shixiong para acercarla a Chen Lin.
—¡A-Lin!—gritó y se arrodilló a su lado, mirándola de arriba abajo— ¿estás bien?
—Shimei—dijo Ling shixiong, acercándose con un poco de agua—, usa esto para limpiar tu rostro, necesitamos ver que no estés herida.
Ning shijie no esperó a que Chen Lin reaccionara, simplemente tomó el agua y empapó un trozo de su túnica, la cual rompió para usarla de trapo, y limpió su rostro. Yang shixiong, A-Mei, Ning shijie y Ling shixiong suspiraron al ver que no estaba herida.
—¿Cómo están?—preguntó Ming shixiong arrodillándose frente a ella, Luo shixiong detrás de él, todavía de pie y mirando los alrededores.
—No están heridas—dijo Ning shijie, sonriendo aliviada.
Ming shixiong suspiró y posó una mano en su cabeza, tocando su cabello sucio por el lodo.
—No hagas caso a lo que dicen esos brutos, tienen el cerebro lleno de aire—dijo Ming shixiong, sonriéndole amablemente.
Chen Lin bajó la mirada, apretando sus puños. Chen Mei atrapó la manga sucia de su túnica, como si quisiera decirle que estaba ahí con ella.
—Pero...es verdad...mi madre trabaja en el Pabellón Rojo Cálido—murmuró, sintiendo un pinchazo de humillación al tener que confesarle eso a sus hermanos marciales.
Algo que habían querido evitar decirles con Chen Mei por temor a ser rechazadas. Ambas sabían que el trabajo que ejercían sus madres no era bueno, era completamente mal visto y solo recibían burlas por eso.
—¿Y?—dijo Ming shixiong—Eso no te hace menos cultivadora que nosotros.
Chen Lin alzó su mirada, viendo la mirada gentil y cálida de su shixiong. No la veía con burla ni rechazo, tampoco parecía tener asco de que ella fuera hija de una trabajadora de burdel. Seguía tocando su sucio cabello con gentileza y seguía sonriéndole con amabilidad.
Entonces notó que todos sus hermanos marciales, los que estaban ahí con ellas y los que las habían protegido, no habían cambiado sus semblantes al saber la verdad sobre ambas. Al saber que sus madres trabajaban en un burdel.
—¿A shixiong no le da asco?—preguntó Chen Mei, veía la esperanza en sus ojos, lo escuchaba en su voz.
La esperanza de salir del rincón oscuro en el que por tantos años habían estado escondidas.
—¿Por qué debería? Lo único que me importa de mis shimei es que sigan siendo las grandiosas jóvenes que son, no su pasado.
Chen Mei y Chen Lin miraron a Ming shixiong con un calor creciente en el pecho y un sentimiento de felicidad que no pensaron que experimentarían antes. Sus ojos comenzaron a humedecerse y notaron que Ming shixiong pareció asustarse por eso. Pero antes de que reaccionara, ambas se lanzaron sobre él para abrazarlo.
—¡Ming shixiong! ¡Esta shimei promete no decepcionarlo nunca!—dijeron ambas al mismo tiempo, lloriqueando contra su shixiong.
Sus hermanos marciales rieron, en especial Luo shixiong, quien señaló que ambas habían hecho caer a Ming shixiong al lodo, ensuciando por completo su túnica. Ambas iban a disculparse de inmediato, avergonzadas por su comportamiento, cuando de repente Ming shixiong tomó algo de lodo en sus manos y se lo arrojó en la cara a Luo shixiong.
—Luo shidi, creo que tienes algo en la cara—se burló Ming shixiong, causando risas en Ling shixiong.
Luo shixiong pareció ofenderse, haciendo un puchero y arrojando barro en la cara de Ling shixiong.
—Ups, se me resbaló la mano—dijo Luo shixiong cruzándose de brazos y causando risas en Yang Chen.
La guerra de lodo que siguió después había revitalizado los corazones de Chen Mei y Chen Lin.
.
Chen Mei se escabulló a un rincón de los aposentos de las discípulas femeninas. Siendo solo tres, había espacio que sobraba, así que podía encontrar un lugar donde esconderse en la oscuridad y llorar en paz. ¿De qué otra manera podía sentirse luego de saber que su shixiong había muerto en la Conferencia de la Alianza Inmortal? Su familia, parte de ella, se había ido.
¿Cómo podía no sentir dolor? ¿Cómo no dolerle que su shixiong se fuera y no volviera jamás? El mismo shixiong que les sonreía, el mismo que le enseñaba sus técnicas de espada y la alentaba a seguir hacia adelante. El mismo que la ayudaba a levantarse cuando se frustraba porque se sentía incapaz de conseguir avanzar.
No había sido capaz de hacer nada por su madre en el burdel, tampoco por defender a A-Lin cuando decían algo sobre ella o cuando los monos brutos de BaiZhan metieron su cara en el lodo. Era débil, sin importar cuánto entrenara. Nunca sería suficiente, nunca podría conseguir ser más. Era incapaz de ser más fuerte.
Era incapaz de proteger a los que amaba.
—¿A-Mei?
Chen Mei se hizo más pequeña en su rincón, ocultándose en la oscuridad. Pero He Xian la encontró y tomó sus manos. Ella sabía que estaba escuchando sus hipidos, debería ser sordo para no escucharla.
Chen Mei alzó la mirada, los ojos de He Xian se veían rojos e hinchados por el llanto. Él había sufrido tanto como ella la pérdida de Luo shixiong. Quiso hablar, responderle algo, pero el nudo en su garganta era tan grande y estaba tan apretado que no podía decir nada.
Él no lo necesitó tampoco. Simplemente se sentó a su lado y pasó un brazo por sus hombros para inclinarla sobre él. Sosteniéndola contra su pecho para que ella llorara sobre él.
—He shixiong—dijo con la voz rota porque seguía llorando.
Él la miró, sin poder sonreírle del todo como siempre hacía. Solo acarició su cabello y asintió, como si entendiera su dolor.
—No te preocupes, vamos a ser fuertes, vamos a volvernos más fuertes. Por Luo shixiong, por nuestros hermanos marciales, por shizun. Seremos fuertes y entonces no volverá a pasar esto—murmuró He Xian mientras la seguía sosteniendo.
Chen Mei apretó su túnica y, en silencio, estaba de acuerdo con él.
Serían más fuertes y entonces nadie volvería a meterse con su familia.**
.
.
.
La familia de Lu Song era numerosa, demasiado numerosa. Él era uno de los hermanos del medio, más precisamente el octavo hijo. Tenía cuatro gege, tres jiejie, dos didi y cuatro meimei. Eran más hermanos de los que podía contar y sus padres debían repartirse entre todos sus hijos. Una tarea demasiado complicada teniendo en cuenta que eran catorce y que el padre se dedicaba más a educar y guiar a los dos mayores mientras que la madre se centraba más en educar a sus siete hijas para que fueran buenas en la cocina y el bordado. Por lo tanto, los otros niños quedaban prácticamente olvidados. Lu Song solo fue importante los primeros dos años de vida, antes de que su siguiente hermano naciera. Ya para ese momento, se volvió uno más en la familia Lu.
Sus hermanos mayores, e incluso algunos de los menores a veces, lo molestaban. Nunca lo golpeaban o empujaban, pero siempre se burlaban de él, fingiendo no verlo o fingiendo que no existía. Eso divertía mucho a uno de sus gege y a una de sus jiejie.
—Aquí estabas, Yinxing***—rio su hermano mayor, palmeando su cabeza con brusquedad.
Lu Song le pateó la pierna y recibió un jalón de oreja por eso.
—No trates así a tu gege—regañó su madre quien siempre parecía ver lo que Lu Song hacía, pero nunca lo que sus hermanos hacían.
—¡Me llamó Yinxing!
—Song-di, ¿en serio tienes el descaro de mentirle a madre?—dijo su hermano, con fingido agravio—Nunca te llamé así, solo escuchaste mal a este gege.
—¡Mentiroso!—Lu Song estaba dispuesto a golpearlo, pero su madre intervino dándole un jalón más de oreja que lo hizo chillar.
—Deja de dar problemas, Sang-er y ve a ayudar a tu padre—regañó su madre antes de irse de ahí.
Solo cuando estuvo fuera de vista, su gege rio.
—Ya escuchaste a madre, Sang-di—se burló, sonriendo divertido—, ve a ayudar a papá.
Lu Song frunció el ceño, mientras iba con su padre.
"Ya verá, algún día le meteré un palo en el culo y dejará de verse tan estúpido conmigo."
Durante un mes entero, sus hermanos mayores se refirieron a él como Sang-di en lugar de Song-di.
Odiaba vivir en esa inmensa casa donde nadie parecía saber quién era.
.
Había quedado atrapado en la leñera de su casa justo cuando el demonio comenzó a atacar. Su familia había salido corriendo, sus padres atrapando a los hijos que encontraban en el camino y los mayores protegiendo a unos pocos. Nadie pareció recordar a Lu Song, quien había ido por leña para mantener la casa caliente en ese día nevado. Nadie parecía recordar que el octavo hijo, Lu Song, había quedado todavía en la casa, a merced de un demonio que podía destrozar todo.
El miedo recorrió su cuerpo, mientras abrazaba sus rodillas, escondido detrás de un montón de leña amontonada. Temblaba por el frío y por el temor. Podía escuchar al demonio destrozar todo afuera, rugiendo y riendo, haciendo sonidos que le erizaban la piel. Estaba solo ahí y solo tenía troncos secos para defenderse. ¿Cómo un tronco podría contra un demonio? ¡Eso era imposible!
De repente se congeló cuando escuchó rasguños cerca de la leñera. Los gruñidos se escuchaban más cercanos, la bestia estaba cerca y Lu Song estaba solo e indefenso. Tomó con cuidado, para no hacer ruido, un tronco seco que tenía cerca. No sabía para qué le serviría, pero si era posible, lo usaría de distracción para huir. Con un poco de suerte podría conseguirlo.
—Humaaanooo—escuchó decir al demonio, rompiendo la puerta de la leñera.
Lu Song apretó con fuerza el tronco contra su pecho y esperó a ver a la criatura por algún costado. Entonces, algo frío goteó sobre él. Cuando alzó la mirada, vio al demonio observándolo, sus dientes puntiagudos y peligrosos cubiertos de brillante saliva.
El temor hizo actuar a Lu Song quien le arrojó el tronco seco que tenía apresado entre sus brazos. Sin esperarlo, se levantó y rodeó el montón de troncos donde se escondía para poder escapar por la puerta que el demonio destrozó.
Sin embargo, como había previsto, un tronco no era rival para un demonio y este pronto lo alcanzó, tomándolo del cuello y estampándolo contra el suelo. Lu Song tembló, viendo a la criatura manchada con sangre fresca, su boca sobre todo tenía las manchas más grandes y frescas de todas.
Intentó luchar, pero su fuerza no era nada. Al final, solo sería comido por un demonio en la leñera de su casa luego de ser olvidado por su familia. Solo le quedaba cerrar los ojos y esperar que fuera una muerte rápida.
La sangre salpicó, el olor era espeso, pero Lu Song no sintió dolor.
—No abras los ojos, niño—dijo un hombre humano.
Lu Song obedeció y no abrió los ojos, quedándose quieto en el suelo mientras sentía a alguien a su alrededor. Esa persona lo levantó y lo llevó a otro lugar, donde pasó un paño húmedo por su cara.
—Ya está, puedes abrir los ojos.
Lu Song lo hizo y entonces vio al hombre, con una túnica blanca sencilla de cultivador y una espada envainada aferrada a su cadera. Estaba terminando de enjuagar el trapo que había usado para limpiar su rostro.
—¿Quién es usted?—preguntó Lu Song.
El hombre pasó el trapo húmedo por su rostro, quitando alguna mancha que Lu Song no podía ver.
—No importa mucho quién soy—dijo el hombre, terminando de limpiar su rostro—. ¿Estás herido en algún lugar?—Lu Song negó con la cabeza—Bien, eso es bueno.
—¿Usted es un cultivador?
Lu Song no conocía mucho el mundo de la cultivación, pero las ropas de los cultivadores eran bien conocidas por todos. También sabía que ellos peleaban contra demonios y se encargaban de mantenerlos a salvo. Era algo increíble.
—Lo soy—afirmó el hombre volviendo a enjuagar el trapo con el que lo limpiaba.
—¿Y usted mató a esa cosa?—el hombre asintió—Wow ¡usted es increíble!
El hombre lo miró desconcertado antes de sonreírle.
—Gracias.
—¿Usted salva personas así?
—Lo hago.
¿No era increíble que alguien pudiera hacer esto? Proteger a las personas con una espada, con la cual mataba demonios tan fuertes como estos, ¿no era eso ser increíble?
¡Lu Song quería ser igual que él!
—¿Cómo puedo convertirme en un cultivador?—preguntó al hombre cuando este dejó el trapo con el que lo había limpiado en una mesa cercana.
El cultivador lo miró, frunciendo el ceño pensativo.
—Dame tu muñeca.
Lu Song no entendió para qué lo quería, pero igual se la ofreció. El cultivador la tomó con cuidado y analizó algo que Lu Song no entendía.
—Mm, bueno, tienes una buena base para empezar. Sería bueno que vayas a una secta—dijo el hombre, arreglando su túnica manchada con la sangre del demonio—. Conozco una que está por abrir sus puertas para nuevos discípulos, se llama CangQiong y queda al este de aquí. Quizás si pruebas, tengas suerte.
Los ojos de Lu Song brillaron emocionados.
.
BaiZhan no era el mejor pico para vivir, de eso no tenía dudas Lu Song. Luego de que shizun lo descubriera burlándose de otros discípulos, junto a dos discípulos mayores y otro discípulo de su edad, fueron enviados a BaiZhan como castigo. La verdad sea dicha, Lu Song pensó que no tendría problemas si se burlaba de los demás como había estado haciendo desde que entró. Burlarse de los demás era su forma de demostrar su poder sobre ellos, tal y como hacían sus hermanos mayores. Imponerse era una regla básica si no querías ser pisoteado.
Bueno...comenzaba a creer que no era tan buena idea. O tal vez él estaba haciendo algo mal, no podía saberlo.
BaiZhan era un pico lleno de bestias sedientas de pelea y sangre a la que los demás miembros de la secta llamaban discípulos. Todos y cada uno de ellos parecía poseído por un demonio diferente, todos peleando desde que se levantaban hasta que se iban a acostar. Lu Song recibía puñetazos desde temprano en la mañana, antes del desayuno, y una patada antes de irse a dormir que lo lanzaba a la cama. Era peor que estar viviendo con su familia, mucho peor. Y todo se tornaba insoportable cuando, además de golpearlo, los discípulos de BaiZhan se burlaban de él.
—Nos dijeron que estuviste burlándote de otros discípulos por débiles—rio un discípulo de BaiZhan manteniendo su pesado pie sobre su pecho para mantenerlo en el suelo—. Pero tú no eres tan fuerte como dices ser.
—Eres otro niño inútil de QingJing—se burló otro, acuclillándose cerca de él—. Es increíble cómo en ese pico solo aceptan basura. Aunque a ti y apenas te conocía, ¿seguro que no eres un recién llegado? O tal vez desarrollaste una habilidad para esconderte, ¿eres una ovejita cobarde? O quizás eres uno más del montón de inútiles de QingJing.
—Long shidi, ya deja al niño, no queremos que llore.
—Sí, es cierto—Long rio, palmeando la mejilla lastimada de Lu Song—. Perdón por molestarte, Yinxing.
Lu Song sintió que ese simple apodo desconectó su cerebro por un instante. Y cuando volvió en sí, descubrió que Long tenía la nariz rota y él estaba siendo sostenido por los dos discípulos mayores que habían ido castigados también.
—¡Vuelve a llamarme así y te meteré tu propia espada en el ano, animal!—gritó pataleando para ser liberado.
Long frunció el ceño, limpiando la sangre que caía de su nariz mientras lo miraba con odio. Dio un paso hacia él, pero entonces un discípulo mayor se puso frente a Lu Song para cubrirlo.
—Ya es suficiente, nos retiramos.
—Cobardes—escupió un discípulo de BaiZhan que estaba mirando todo.
Los discípulos mayores no refutaron, solamente se llevaron a Lu Song de ahí.
Los tres días que le quedaron de estadía en BaiZhan, Lu Song no la pasó nada bien. Definitivamente necesitaría huesos nuevos al regresar a QingJing.
Al menos había aprendido a ya no burlarse de sus compañeros. No si ya no quería regresar a ese lugar otra vez.
.
Lu Song descubrió que tras dejar sus burlas verbales y comenzar a ser más decente, o lo más decente que podía ser, más discípulos comenzaron a acercarse a él. Ya sea para pasar el tiempo o bien practicar, pero muchos comenzaban a acercarse a él y descubrió que era agradable estar con personas con las cuales hablar y compartir. Su boca siempre fue muy suelta y sucia, pero cuando no la usaba para causar daño, a los demás no les importaba. Incluso reían de sus chistes o frases dichas por impulso.
Era agradable. Pero más agradable era ya no ser un número más. No era ignorado o hasta olvidado, sus compañeros lo veían a él, a Lu Song, recordaban su nombre y lo trataban con respeto porque él también los respetaba.
—Lu shixiong—dijo Ning Yingying encontrándolo en el bosque de bambú—, al fin te encuentro. Ming shixiong dijo que ibas por leña, iré a ayudarte.
—Ning shimei no me cree tan fuerte, ¿verdad?—bromeó, esperando a que Ning Yingying lo alcanzara.
—Lu shixiong es muy fuerte, pero esta shimei solo quiere ayudarlo.
—Ya, vamos, quiero llegar a tiempo para molestar a A-Ling.
Ning Yingying rio y lo siguió, conversando en el camino sobre algo que había leído en un libro, una poesía que le había gustado mucho y que quería cantar usando su guqin para agregar melodía.
Luego de recoger la leña y llevar la mitad cada uno, apareció Wu Ling y un discípulo mayor que estaban paseando por el bosque. Los dos se sumaron a ellos y los ayudaron a llevar la leña, tomando una parte cada uno para que el peso fuera menor.
Lu Song rio cuando el discípulo mayor contó una anécdota propia, una de cómo terminó con la parte trasera de la túnica rota y el trasero al aire. El discípulo mayor le dio con uno de los troncos suavemente en la cabeza, "regañándolo" por reírse de su shixiong. Ning Yingying y Wu Ling rieron entonces, mientras Wu Ling contaba una anécdota propia también.
Lu Song no había sabido antes lo que era pasar el tiempo con gente medianamente de tu edad y pasarla bien. Con su familia, eso nunca había sido posible. Tenía pocos momentos en los que la pasó bien, pero mayormente había sido burlado o ignorado. Incluso el día que se fue a CangQiong, su madre le deseó buena suerte antes de girarse para regañar a su hermana menor que estaba haciendo desastre dentro de casa. Nadie lo acompañó a CangQiong, solo confiaron en un viejo comerciante que iba cerca de allí para que lo llevara. Con suerte recibía cartas de su madre cada tanto, pero no eran tantas y no eran importantes.
Sin embargo, ¿importaba eso teniendo una nueva familia ahora por la cual preocuparse? Hermanos que lo querían, hermanos que lo respetaban y que reían con él. Hermanos que a pesar de ser muchos, todavía sabían quién era y lo veían.
—¡Shixiong!—gritó Luo Binghe corriendo hacia él, el cabello alborotado, mientras detrás de él corrían Yang Chen y Ming Fan—¡Ayuda!
—¡Shidi, ven aquí!—gritaba Yang Chen intentando alcanzar a Binghe.
—¡Shidi, tienes que peinarte!—gritó Ming Fan agitando un peine en el aire.
—¡Mi cabello está bien!—gritó Binghe, corriendo alrededor de ellos para evitar ser atrapado.
Tomó de repente un tronco de los que cargaban y amenazó como si fuera una espada. Ming Fan tomó otro y comenzó a luchar con su shidi, mientras se aferraba al peine que tenía todavía en su mano. Yang Chen suspiró, sonriendo cansado.
—¿Alguien ayuda a atrapar a Luo shidi?—preguntó.
Lu Song le pasó la leña que cargaba y ayudó a atrapar al pequeño Luo, quien se rindió tras una ronda de cosquillas.
—Lu shixiong hizo trampa—se quejó cruzándose de brazos mientras Ming Fan lo peinaba.
Lu Song rio.
Le gustaba tener hermanos de verdad.
.
Miró el jade blanco de Luo Binghe, el que había encontrado en la Conferencia de la Alianza Inmortal y que pensó que le devolvería a su shidi muy pronto.
No estaba seguro ahora.
Tanto él como Mu Sheng y Yang Chen vieron el momento en que se despedían de Binghe y luego su shidi se lanzaba al Abismo sin Fin. Todos vieron ese momento, igual que como vieron la marca roja en la frente de Binghe. Una marca inusual que a Mu Sheng le tomó dos semanas encontrar en un libro.
Un demonio celestial. Su shidi todo este tiempo fue un demonio y nadie se había dado cuenta.
Lu Song recordó al demonio que lo había atacado en la leñera, el que casi le arrebata la vida. Un ser tan horrible y con sed de sangre, una criatura capaz de matar a un niño.
Luo shidi no podía ser un demonio. Lu Song tenía frescas en su memoria la sonrisa tierna de su shidi, las conversaciones durante la noche, cuando no podían dormir. Luo Binghe no podía ser un demonio.
Pero lo era.
Y Lu Song solo podía darse cuenta de que realmente no sabía nada de los demonios como había creído.
Rio, apoyado contra un bambú. Tantos años cultivando, mejorando, y al final no había servido de nada. Quería ser cultivador porque quería ser mejor que sus hermanos y salvar a las personas inocentes como él que tenían la desgracia de encontrarse con un demonio.
Sin embargo, lo único que pudo hacer en la Conferencia de la Alianza Inmortal, fue ver como su shidi se arrojaba al Abismo para mantenerlos a salvo de las dichosas sectas justas.
—Son todas unas mierdas—murmuró apretando el jade blanco en su mano.
Si las sectas justas eran capaces de hacerle daño a alguien como Luo shidi, entonces Lu Song no estaba muy seguro de querer pertenecer a una secta justa.
—Aquí estabas—suspiró Ling Yi acercándose a él—. Te estaba buscando.
—¿Pasó algo?—preguntó guardando el jade blanco en su bolsa qiankun.
—No—Ling Yi vio lo que guardó, pero no dijo nada, solo se sentó a su lado—, solo quería distraerme un rato. Y tú siempre tienes una estupidez diferente para compartir.
Lu Song sonrió y de su manga sacó un pequeño paquete que había dejado olvidado ahí desde la mañana. Se lo pasó a Ling Yi y volvió a recostarse contra el bambú.
—Me llegó esta mañana, es de mi madre. Puedes abrirlo si quieres.
Ling Yi lo abrió, sin preguntarle nada. Abrió el paquete mientras Lu Song esperaba pacientemente viendo el cielo.
—Tiene una carta.
—Puedes leerla.
Ling Yi pareció darle una leída rápida, ya que tardó un momento antes de hablar.
—¿Querido Lu Liu? ****
—Ah, sí, mi madre no suele recordar mi nombre. Si no fuera porque mi apellido es igual al de mis hermanos, seguramente tampoco lo recordaría—Lu Song se encogió de hombros.
—Hay galletas... ¿no que eras alérgico a las almendras?
—Ajá—¿hacía falta decir que su madre nunca recordaba nada que tuviera relación con Lu Song?
—¿Cómo es eso que tu madre no recuerda a qué eres alérgico?
—Mi madre está más ocupada con mis otros quince hermanos. Agradece que recuerde que tiene un hijo en una secta de cultivo—se burló Lu Song mirando el cielo.
Dolía que su madre ni siquiera pudiera recordar su nombre, pero habían pasado años, Lu Song poco a poco comenzaba a aceptar que siempre sería invisible para su familia biológica.
De repente el cielo dejó de estar frente a él. Ling Yi se puso sobre él y antes de que pudiera reaccionar, ya lo había besado. Lu Song solo pudo quedarse estático en su lugar, sintiendo los labios suaves de Ling Yi contra los suyos.
No era la primera vez que se besaban, pero era la primera vez que lo hacían al aire libre.
—Odio cuando pones esa cara—dijo Ling Yi tras separarse del beso—. Tu familia es estúpida, lo sabes ¿no? Tu madre debería dejar de tener hijos como una coneja desesperada por aparearse o a este ritmo se olvidará de que tiene familia.
Lu Song estaba saliendo de su estupor cuando escuchó lo que dijo Ling Yi. Era una ofensa a su madre, pero no podía ofenderse porque, en ocasiones, Lu Song pensaba lo mismo.
Abrazó a Ling Yi, quien seguía sobre él, y apoyó su cabeza contra su pecho. El latido de su corazón era uno de los sonidos que más disfrutaba.
—Baobei—susurró—, no hagas que me enamore más de ti o mi corazón explotará.
—Tú eres el idiota que cae rendido fácilmente, no me culpes a mí por eso.
Y aunque lo estaba regañando, Ling Yi lo abrazó y acarició su cabello. Tan suave y tan dulce. Tan adorable y cálido.
Lu Song alzó la mirada y lo vio. Se hundió en sus ojos oscuros, en el cabello que caía y enmarcaba su rostro, en su piel tersa y pálida. Su mano acarició la mejilla de Ling Yi y pensó en que los Ling habían perdido a la joya más bella que pudieron encontrar, solo por tratarlo como esclavo desechable cuando Ling Yi era mucho más que eso.
Tan bonito, tan suave y tan perfecto. Lu Song no dejaría que los Ling ni nadie volviera a hacerle daño.
Ni a él, ni a ningún otro miembro de su familia en QingJing. La única familia que importaba.
Lu Song se haría fuerte para protegerlos a todos.
Tomando a Ling Yi de la nuca, lo acercó para otro beso. Ling Yi se dejó, aferrado a él.
Por esta felicidad que tenía en CangQiong, Lu Song se haría más fuerte para protegerla.
*Acá se refiere a Yi, su nombre real.
**No detallaré el dolor de Chen Lin porque es el mismo que el de Chen Mei, solo que la mostré a ella en lugar de Chen Lin. Por eso las escribí juntas y no por separado como a los demás.
***Yin Xing: Ser invisible o simplemente invisible.
****Liu es sauce, mientras que Song es Pino. La madre de Lu Song se acordaba el significado de su nombre, que tenía relación con un árbol. Solo que no recordaba qué árbol era.
Y este es el último extra de toda la historia mis niños. A continuacion pasaré a dejar los nombres de algunos personas de QingJing a los que pensé con caracter y todo:
Lu Song: lù 坴 sōng 松 (Apellido/Pino)
Mu Sheng: mù 木 shēng 生 (Madera/Vida)
Yang Chen:yáng 杨 chēn 琛 (Apellido/Gema, Tesoro)
Ling Yi: líng 霛 yī/yì 一/艺 (Espíritu, Divino, Dios/el primer caracter significa uno, el segundo arte)
Zhang Hua:zhāng 张 huá 猾 (Apellido/Astuto)
Wu Ling: wú 吴 líng 灵 (Apellido/Brillante, inteligente)
Chen Mei y Chen Lin: chén 陈 měi 美 y chén 陈 lín 琳 (Apellido/Bello, hermoso y Apellido/Jade precioso)
Y esto ha sido todo por este ff, espero que lo hayan disfrutado. Gracias por seguirme hasta este capitulo y lamento el desastre con los últimos, en verdad no me agrado despues de haber estado cumpliendo puntualmente con los dias pactados.
Nos vemos en otros ff! Besos :D
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro