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Extra 14

Extra 14

El verdadero Shang Qinghua

Trabajar para Mobei-jun había sido solo un método de supervivencia. Si quería seguir con vida, entonces tenía que trabajar para el demonio y traicionar a su secta. De todas formas, no era como si su secta valorara lo que hacía. Si lo pensaba mejor, su secta jamás valoró sus esfuerzos y siempre dio por hecho que Shang Qinghua siempre estaría ahí para hacer sus vidas más fáciles.

Bien, lo mismo hacía para Mobei-jun, quien además lo golpeaba, pero al menos sabía que el demonio valoraba su esfuerzo porque sino ya estaría muerto. Al menos alguien valoraba su intelecto y su capacidad para lidiar con cientos de papeles al día sin morir en el proceso. Shang Qinghua en verdad apreciaba eso.

Que la secta cayera, era solo cuestión de tiempo. Shang Qinghua sabía lo que Mobei-jun planeaba, sabía lo que quería, y lo ayudó consciente de eso. Ayudar a personas que jamás valoraron su esfuerzo, a mantener una secta que solamente se burló de él, no era algo que Shang Qinghua hubiera querido hacer. Ni siquiera su shizun lo valoró, solo eligiéndolo porque hacía buenos pasteles y sabía doblar la ropa. ¡Para todos siempre había sido una sirvienta de la cual se reían y humillaban tanto como quisieran!

Para la secta entera solo servía para transportar sus libros, sus armas, pagar sus posadas, descargar sus pertenencias y organizar todos sus archivos. ¿Y qué recibía a cambio? ¡Ser humillado cruelmente en cada pelea, siendo golpeado sin piedad a pesar de que todos sabían lo débil y malo con la espada que era! Incluso la cretina de Qi Qingqi lo ignoraba y se burlaba de él a sus espaldas, como si eso la hiciera mejor. ¡Solo era una bastarda doble cara!

Shang Qinghua tembló cuando la temperatura de la habitación descendió. Sabía quién había ido a verlo, quién se había acercado a él para darle más órdenes.

Al menos Mobei-jun lo mantenía a salvo de los otros demonios y le daba mejores herramientas de trabajo. De todos los que había conocido, había sido el único que había reconocido su esfuerzo. El único que, aunque era brusco, valoraba lo que hacía.

Shang Qinghua no creía que se pudiera pensar peor de él si, además de saberse que era un traidor, se enteraban que tenía una intensa atracción por el demonio.

No sabía qué decía eso de él. ¿Era muy ingenuo de su parte?

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Mobei-jun lo sostenía del cuello, su intensa mirada azul brillaba de una forma que Shang Qinghua no podía reconocer. Temblaba descontroladamente, sin entender lo que estaba pasando. Mobei-jun había comenzado a servir a Luo Binghe, luego de que este se ganara su lealtad por una pelea. Había ayudado a Luo Binghe a vengarse de CangQiong y de Shen Qingqiu, convirtiéndolo en un emperador demoniaco que había unificado los dos reinos. Creyó que luego de eso lo único que tendría que hacer sería encargarse del papeleo del reino de Mobei-jun, dejando ya de lado el que hacía de AnDing. Todo parecía ir bien.

¿Por qué ya no lo estaba?

Intentó zafarse del fuerte agarre del demonio, pero era imposible. La fuerza del Rey del Norte era increíble y un cultivador mediocre como Shang Qinghua no podía hacer nada al respecto.

—M-mi...R-Rey—dijo con dificultad, sintiendo el dolor en su garganta.

—Cállate—rugió Mobei-jun, Shang Qinghua sintió su cuerpo temblar más—. No intentes dar lástima, ¿crees que no sé que buscas traicionarme en cuanto tengas la oportunidad? Ya traicionaste a tu secta, ¿por qué no a mí?

Shang Qinghua quería decirle que no era así, que a él jamás lo traicionaría porque estaba, extrañamente, enamorado de él. Amaba a ese demonio bruto y tonto que solía quedarse mirándolo cuando leía. Amaba a ese demonio que le dejaba ropa nueva cada pocos días fingiendo no tener nada que ver con eso. Amaba a ese demonio que cada día lo golpeaba con menos fuerza, alegando que no quería volverlo más inútil. Shang Qinghua sabía que no era por eso, sabía que era porque lo valoraba.

¿O todo este tiempo solo se mintió a sí mismo?

Los gestos, las muestras disfrazadas de cariño, ¿fueron producto de su imaginación que anhelaba que Mobei-jun lo mirara de la misma manera en que él lo veía?

—N-no...m-mi R-Rey...

Mobei-jun lo arrojó contra la pared, su espalda estrellándose con fuerza. El dolor lo atravesó de arriba abajo, su sangre subió desde su garganta y salió por su boca como un borbotón. La cabeza le daba vueltas luego de que la parte de atrás se estrellara contra la pared también. Todo dolía tanto, sus huesos, sus músculos.

¿Acaso iba a matarlo?

—P-por f-favor...—intentó suplicar, la sangre goteando de su boca mientras intentaba enfocar la vista hacia Mobei-jun.

¿Este era su precio por traicionar a su secta? ¿Por traicionar a personas que confiaron en él? Quizás por eso Mobei-jun sería quien lo asesinara. Él confiaba en el demonio, así que ese mismo demonio sería el que lo asesinaría.

Mobei-jun volvió a tomarlo del cuello. No dijo nada más. Shang Qinghua no podía verlo con claridad y menos pudo verlo cuando comenzó a ser azotado contra la pared. Su cuerpo estremeciéndose de dolor con cada golpe que su cuerpo daba. Incluso con el dolor invadiendo su cuerpo, Shang Qinghua se aferró al brazo de Mobei-jun, implorando piedad en silencio.

¿Acaso todos esos años sirviéndole no habían significado nada? Su lealtad, ¿no había sido valorada? Todos esos regalos, todos esos gestos...

Patético...era tan patético. ¿Cómo pudo amar a alguien así?

El dolor nubló su vista y Shang Qinghua comenzó a recordar toda su vida. Su miserable vida que había encontrado algo de color desde que Mobei-jun formaba parte de ella. Desde que era pequeño luchó por sobrevivir, haciendo lo posible por escalar a un mejor lugar para poder vivir mejor. Haciendo todo lo posible para tener una mejor vida que la que el destino quiso para él en un inicio.

Shang Qinghua solo quería ser feliz. Era lo único que había deseado. ¿Era demasiado pedir? Tuvo una pizca de felicidad, la acarició con la yema de los dedos cuando Luo Binghe se deshizo de CangQiong y él pasó a servirle únicamente a Mobei-jun.

¿Por qué no podía ser feliz? ¡Lo hubiera sido siendo para siempre el sirviente de Mobei-jun!

La vida era injusta.

Su cuerpo comenzó a debilitarse y ya no sabía si seguía sosteniendo o no el brazo de Mobei-jun. Su vista ya no enfocaba nada, luces por todas partes sin forma. Posiblemente su cabeza estaba destruida como todos los huesos de su espalda. Era como un insecto aplastado.

Movió los labios para llamar al demonio una vez más, pero no estaba seguro de haberlo logrado. Ya no podía sentir su cuerpo, ¿siquiera se estaba moviendo? ¿O solo lo estaba imaginando?

Mi Rey...yo en verdad...en verdad solo era leal a ti...

Todo se tornó oscuro y Shang Qinghua supo que su tiempo se había terminado.

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Sentía el cuerpo entumecido, como si hubiera estado ejercitando con la espada todo el día. Un dolor sordo acompañaba su entumecimiento, mientras lentamente recobraba la consciencia. ¿Acaso...Mobei-jun había curado sus huesos rotos? ¿Le estaba dando una segunda oportunidad de servirle? ¿Se había arrepentido de asesinarlo? Shang Qinghua podía perdonarlo todavía.

Cuando abrió los ojos se dio cuenta que estaba en un lugar pequeño y semi-oscuro, con luces que no sabía de dónde venían. Todavía se sentía entumecido, así que no podía moverse, solo mirar hacia el techo descascarado que estaba sobre él. Lentamente sus sentidos comenzaron a funcionar, haciéndolo oler la humedad del cuarto y la ropa sucia. A sus oídos llegaron voces de habitaciones cercanas y también el frío del ambiente. Ese no era un buen lugar, ¿acaso estaba en alguna celda de la prisión de agua?

El entumecimiento pasó luego de un tiempo indeterminado y Shang Qinghua fue capaz de moverse por su cuenta. Se sentó lentamente para mirar el lugar... ¡¿dónde carajos estaba?! La habitación tenía cosas extrañas que nunca antes en su vida había visto. Había cables extraños que cruzaban por las paredes y una cosa cuadrada que emitía brillo. Shang Qinghua notó comida en el suelo, una caja cerrada a un costado que no entendía qué tenía y, lo único que reconoció, una cama a un costado. Incluso su ropa era...rara. Sencilla y la tela no parecía ser del todo buena. También tenía mechones cortos de cabello cayéndole sobre la frente y cuando llevó sus manos para correrlos, descubrió que todo su cabello era corto.

Se tambaleó cuando se levantó precipitadamente, retrocediendo hasta la cama, donde se sentó y miró a su alrededor. ¿Dónde mierda estaba? ¿Por qué...? ¡¿Por qué no podía sentir su energía espiritual?!

Imágenes se superpusieron en su visión. Una detrás de la otra, varias al mismo tiempo. Shang Qinghua sintió un mareo intenso, un dolor de cabeza sin precedentes. Se agarró la cabeza y gruñó, el dolor le atravesaba como un puñal que se movía en su cerebro.

Solo quería que todo pasara pronto.

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Cuando el dolor pasó, Shang Qinghua descubrió quién era y dónde estaba. Por algún motivo que desconoce, terminó en un mundo diferente al que conocía, en el cuerpo de otro chico. No sabe cómo ni por qué, solo sabía que estaba en este cuerpo nuevo, de un chico llamado Shang Ling. Un simple ciudadano que se ganaba la vida escribiendo en una cosa súper genial llamada internet, gracias a lo cual vivía. Su familia era un desastre, con ambos padres ausentes, así que debía buscar la manera de mantenerse por su cuenta. Y parecía ser que vivir para escribir había sido lo único que logró hacer para mantenerse en ese pequeño cuarto y comiendo...esos fideos.

Lo bueno de sus memorias era que obtuvo información útil de ese mundo para saber cómo desenvolverse y no parecer un bicho raro. Si quería pasar desapercibido, era lo mejor.

Se dirigió a su computadora, que para su fortuna seguía funcionando, y vio la historia que escribió. Quería estar seguro de que en verdad fue capaz de escribir lo que vio en sus memorias.

...

¡¿Qué mIERDA?!

Toda esa puta historia... ¿fue lo que había vivido antes de que Mobei-jun lo asesinara?

¡¿Estaba en el cuerpo del escritor de su mundo?! ¡¿El maldito que escribió sobre su muerte?!

¡Shang Qinghua quería matarlo!

Vio los comentarios de muchas personas. La mitad odiaba su historia y la otra mitad la amaba. Shang Qinghua no podía entender a esa mitad de mierda que amaba esa porquería pornográfica. Al releer esa mierda se dio cuenta de que todo no era más que pura historia para atraer a los lectores y ganar unas monedas, ¿valía la pena eso?

Shang Qinghua miró el dinero que ganaba simplemente haciendo eso, dejando ahí sus capítulo seguía ganando unas cuantas monedas.

Pero le daba vergüenza ser el autor de esa mierda.

En cuanto consiguiera un trabajo de verdad, borraría esa abominación.

.

Tardó una semana y media en conseguir un trabajo. No era decente y no era lo mejor, pero al menos con la paga podía costear un cuarto un poco mejor y comer algo más decente que lo que estaba comiendo. Al menos en su nuevo hogar ya no sentía frío porque estaba ligeramente calefaccionado. Y su trabajo quedaba a diez minutos en autobús. No era tan malo.

Si no fuera porque regresaba con dolor de espalda cada día. Pero era mejor que vivir de centavos por escribir mala literatura. Shang Qinghua prefería no pensar en eso y simplemente seguir limpiando los pisos del hotel en el que consiguió trabajo. Había limpiado y servido por años en una secta, dedicarse a eso era en realidad sencillo para él, no era nada fuera de lo que ya hacía. Al menos ahora le pagaban, no debía soportar idiotas en su trabajo y un día a la semana era libre de hacer lo que quisiera. Era mejor vida que la que tenía en AnDing. Quizás los clientes a veces no lo trataban muy bien, pero no era nada malo como lo que vivió en la secta.

Regresó a la noche a casa y sacó del pequeño refrigerador que tenía una comida pre-hecha que había hecho el único día libre que tenía para la semana entera. En el trabajo almorzaba así que lo único que tenía que costear para su día a día era la cena y el desayuno, pero el desayuno siempre eran gachas de arroz o avena y un té. Luego comería unas galletas durante un breve descanso que tenía, el almuerzo a elección y al llegar a casa la cena que había dejado semi-preparada.

Se sentó en la cama a comer su cena mientras leía un libro. Su computadora estaba olvidada en una mesita, junto con las demás cosas. Su celular apenas era usado, solo para comunicarse con las personas de su nuevo trabajo o buscar las noticias del día. Luego de eso, ya no lo usaba. Lo dejaba en algún rincón olvidado, mientras se distraía leyendo algunos libros que conseguía o el manuscrito que tenía olvidado en una caja. Lo había comenzado a leer y entonces se preguntó por qué mierda no publicó eso en lugar de lo que había publicado. Entonces recordó los motivos de Shang Ling para no hacerlo y le dio sentido luego de rever la cantidad de vistas que Camino del Orgulloso Demonio Inmortal tenía. Si esa porquería pornográfica tenía tantas vistas, un buen escrito con una historia sensata no tendría demasiado éxito. De todas formas tendría que seguir fregando suelos para sobrevivir.

Shang Qinghua podía hacer eso, sin duda alguna.

Cuando terminó su comida, lavó sus platos y se acostó en la cama para dormir. Había sido un día duro y mañana debería repetir la rutina. Se arropó con una sábana suave y limpia y cerró los ojos. Esperaba no volver a tener pesadillas.

Las pesadillas eran frecuentes en las noches y cambiaban de escenas. No siempre eran las mismas, aunque las que tenían a Mobei-jun como protagonista solían ser las más recurrentes. Podía sentir los golpes en la espalda, el dolor en su cuerpo y en su corazón. La desgarradora verdad de que Mobei-jun jamás valoró su esfuerzo y solo fue un simple humano más ante sus ojos, fue lo más doloroso que Shang Qinghua vivió nunca. Podía aceptar no ser nadie para los demás miembros de secta, para quienes en realidad su presencia nunca significó nada. Pero ser nada para Mobei-jun, había sido un sentimiento asfixiante. Darse cuenta de eso fue agónico porque lo amaba, amaba a ese demonio e hizo todo lo que estuvo a su alcance para que supiera que podía confiar en él, para que supiera que era leal. Pero, aparentemente, su esfuerzo había sido en vano. Mobei-jun lo mató y no le importó nada de lo que hizo por él. No le importaba, no era nadie y su corazón dolía por eso.

Ese dolor le había llevado a preguntarse algo que hacía mucho tiempo no se preguntaba: ¿podía llegar a ser importante alguna vez para alguien?

Sus padres lo abandonaron desde pequeño, dejándolo en la calle muriéndose de hambre. Su shizun solo lo consideró discípulo principal porque cocinaba bien y era una buena sirvienta. Los miembros de la secta nunca lo consideraron miembro de CangQiong. Mobei-jun solo lo usó para destruir a una gran secta y ganar renombre.

Siempre olvidado, siempre solo, siempre utilizado. Shang Qinghua era tan lamentable, un pobre hombre que jamás encontró su lugar. Alguien que nunca encontró a nadie que fuera capaz de tenderle una mano. Siempre insultado, siempre humillado.

Reconocía que nunca había sido muy valiente y que quizás había usado algunos trucos sucios para ascender de puesto. Pero ¿podían culparlo por eso? ¡Solo había buscado sobrevivir! ¡Solo quería tener algo más, ser alguien más! El poder atrae gente, ¿no? ¿Y si su poder atraía gente que pudiera quererlo? Tenía que intentarlo, no a todos les parecería desagradable.

Pero la verdad, fue que lo fue. Un cobarde, debilucho y oportunista. Un cultivador que solo servía para cargar con los paquetes de los demás y leer archivos.

No era nadie. No era nada.

Shang Qinghua no dejaba de soñar con eso.

Y como cada mañana luego de tener una pesadilla, se despertaba con lágrimas secas en las mejillas.

.

Ser Shang Ling tenía ciertas ventajas, como el hecho de que no tenía familia que se preocupara por él y no debía dar explicaciones si estaba actuando extraño. Las desventajas era el hecho de que no tenía dinero y debía trabajar mucho para conseguirlo. Era un ciudadano más de los millones de ciudadanos de China y tenía que sobrevivir con lo poco que tenía en un gran territorio. Lo bueno era que podía salir de China y viajar a otras partes del mundo, conocer otras culturas e idiomas.

La idea surgió luego de conocer a una chica nueva que entró al hotel a limpiar, una joven de Tailandia. Hablaba poco chino, así que tuvieron que ser pacientes con ella para indicarle cosas o bien comprender lo que decía. Shang Qinghua la encontró interesante y no tardaron en hacerse amigos. En este mundo, si bien muchas cosas de su mundo no habían cambiado, sí había cosas diferentes e interesantes. Una de ellas era que había conocido muchas mujeres que no eran tan reservadas o sumisas, como mayormente veía en su mundo. La chica de Tailandia que conoció era simpática y alegre, con la actitud más positiva que había visto en su vida. Fue la primera persona que lo invitó a un karaoke al salir del trabajo. Su compañía había sido agradable y le hizo sentir a Shang Qinghua que, por primera vez en toda su vida, tenía una amiga.

Su relación creció y se fortaleció, a tal punto que Shang Qinghua le contó sobre sus inseguridades y todas sus dudas, dejando de lado su vida anterior. Ella seguramente lo consideraría demente si se lo contara y, además, no era como si valiera mucho la pena. Si esta era su nueva vida, ¿tenía sentido seguir recordando la anterior?

Ella lo escuchó y tomó su mano, intentando calmar sus inseguridades. Pero como Shang Qinghua no estaba convencido con sus palabras, ella le aconsejó que, quizás, la ayuda de un profesional sería lo mejor. Un profesional sabría guiarlo para que se sintiera mejor.

Shang Qinghua llevaba un año en esta nueva vida y nunca había considerado nada como un profesional de la salud mental. Pero luego de la charla con su amiga Tiny, comenzó a pensarlo seriamente. Durante ese año, logró ahorrar suficiente dinero el cual todavía no estaba seguro de hacia dónde lo destinaría. Pero quizás visitar un psicólogo no sería una mala idea para empezar a gastarlo.

—Puedes conseguirlo—lo alentó Tiny—, ánimo, ánimo, Ling-Ling.

Shang Qinghua siguió a la secretaria de su psicóloga, viendo a Tiny hacer gestos de aliento. Sonrió por sus ocurrencias y continuó su camino. Con suerte, todo saldría bien.

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Bangkok era un lugar hermoso, pero lo que lo hacía un lugar más agradable era la familia de Tiny. Durante las vacaciones que tuvo, y que Tiny adelantó para que coincidieran, ella lo invitó a visitar a su familia en Tailandia. Con ganas de conocer nuevos lugares y con la compañía de su única amiga, Shang Qinghua creyó que era la mejor idea. Había llevado dinero suficiente para costear sus gastos, aunque no tenían que pagar su estadía porque se estaba quedando en la casa de la familia de Tiny. Y todos los lugares a los que iba era acompañado por ella porque apenas y sabía algunas palabras en tailandés.

Visitaron una cafetería donde Shang comió panecillos de los más deliciosos que había probado en su vida. Tiny lo llevó a dar un paseo por un parque también donde rieron y sacaron fotos de todo lo que era posible. Ella también le enseñaba palabras nuevas en tailandés y Shang hacía lo posible por memorizarlas. En algunas ocasiones las había utilizado y la madre de tiny le sonreía enternecida y orgullosa de su logro. Shang seguía sintiéndose cohibido, pero la confianza que había conseguido en ese año de terapia con la señorita Chen había sido increíble. Ella lo había ayudado a dejar atrás las inseguridades más fuertes y lo había hecho trabajar en la confianza en sí mismo.

Al inicio, Shang no le encontraba sentido a los ejercicios que la psicóloga le daba. Creía que eran estúpidos y que solamente servían para perder el tiempo o justificar el precio de las consultas. Pero fue por Tiny que lo intentó. Ella le insistió en que debía hacerlo y lo ayudó a ser constante. Cuando se dio cuenta, notó que los ejercicios habían comenzado a ayudarlo y la confianza en él comenzaba a crecer.

No solo fue la confianza en sí mismo, sino también el respeto a sí mismo y el amor a su persona. Shang nunca antes se había valorado y fue eso lo que lo llevó a tomar muchas malas decisiones que llevaron a su triste final. También fue por su poca valoración que se enamoró de Mobei-jun, un demonio que solo lo usaba y lo cuidaba porque le había sido útil. Cuando dejó de serlo, fue cuando lo asesinaron.

De haberse amado, de haber valorado su persona, no se hubiera enamorado de alguien así. Seguramente lo hubiera obedecido, más por miedo que por respeto, pero nunca hubiera sentido nada más por él.

—Ling-Ling, ¿me esperas un momento? Necesito ir al baño—dijo Tiny moviéndose de un lado a otro.

Shang sonrió y asintió, dejando que ella se marchara mientras la esperaba bajo el frondoso árbol del parque donde habían ido a pasar el día. Ese año había sido Tailandia, pero ambos planeaban viajar a otro lado en sus próximas vacaciones, luego de ahorrar lo suficiente. Quizás Japón o Corea, o tal vez Rusia. Shang no estaba seguro, lo único que sabía era que quería viajar y conocer el mundo. Y hacerlo con una amiga de confianza le parecía una gran idea. Además, si iba con Tiny, ambos se perderían juntos cuando buscaran una dirección. Era mejor que perderse uno solo.

Miró dos niños jugando a unos metros. Ambos reían y se corrían uno al otro, yendo de aquí a allá. Le recordaron a la sobrina de Tiny, una pequeña y regordeta niña que hablaba de todo y de nada. Cualquiera pregunta que le viniera a la mente, simplemente la hacía y la repetía de tres maneras diferentes antes de ir por unos juguetes y regresar para jugar con uno.

Shang Qinghua nunca antes tuvo mucho contacto con niños, pero la sobrina de Tiny fue realmente una buena experiencia.

Estaba tan distraído viendo a los niños jugar, que inconscientemente dio un par de pasos hacia atrás, justo cuando una persona caminaba por esa zona. Chocó contra él y rápidamente se disculpó en tailandés, no sabiendo cómo explicar su situación en tailandés. Así que se giró esperando ver a Tiny, quien podría ayudarlo. Sin embargo, cuando vio a la persona con la que había chocado, se quedó sin aliento. No tenía los ojos azules ni el cabello largo. Tampoco su presencia descendía la temperatura a su alrededor, pero Shang Qinghua podía jurar que este hombre frente a él era igual a Mobei-jun. Era la misma cara, los mismos gestos, la misma mueca de desconcierto y de me importas una mierda. Solo que no llevaba una capa de piel encima, sino una camisa blanca sencilla y pantalones negros de vestir. El cabello era corto y estaba bien peinado. Un celular apoyado en su oreja mientras lo miraba. Un hombre cuyo trabajo no era ni de cerca el mismo que el de Shang Qinghua.

—Lo siento—volvió a decir en tailandés antes de alejarse e ir cerca de los baños públicos.

Era algo incómodo estar en presencia de alguien que te miraba como si buscara algo en ti. Algo que no estaba seguro de saber lo que era.

Su mirada le recordó a la mirada intensa de Mobei-jun, una mirada que parecía atravesar a uno. Hizo sentir incómodo a Shang Qinghua, quien solo podía pensar en la coincidencia enorme que resultó ser el encontrarse a alguien parecido a Mobei-jun en ese mundo.

—Ling-Ling—dijo Tiny acercándose a él—, perdón por tardar, pero había fila.

Shang sonrió y negó con la cabeza.

—No importa, ¿ahora sí podemos ir por ese helado?

Tiny sonrió alegre y tomó su mano para apresurarse al lugar de los helados al que quería llevarlo.

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La vida de Shang Qinghua siguió casi igual que siempre. Lo único que se agregó a su lista de tareas, fueron las clases de inglés que empezó a tomar online. Con Tiny habían decidido aprender el idioma para luego probar suerte en Estados Unidos o Canadá. Ella decía que allá podrían encontrar algo mejor y que sino, al menos habrían vivido en un lugar agradable con gente diferente a la que conocían. Como Shang no tenía a nadie importante en China, no le pareció mala idea aprender inglés para mudarse posteriormente a cualquiera de esos lugares.

Para eso, no solo estaban trabajando en el hotel. En sus ratos libres, ambos hacían postres que vendían y, parte de las ganancias, eran guardadas en una cajita donde Tiny había pegado un cartel que decía Para nuestro nuevo hogar.

Shang había estado acostumbrado a trabajar casi todo el tiempo, pero en esas ocasiones trabajaba para hacer la vida de otros más fáciles. En esta ocasión, era su vida la que buscaba hacer más fácil. Así que, la verdad, no le molestaba en absoluto hacer todo lo que hacía con Tiny.

Ese día, al salir, ambos pasarían tras cambiarse por el restaurante del hotel. Tiny conocía a la gente que trabajaba ahí y quería hablar con ellos para aprender la receta de un postre sencillo que había visto y el cual quería agregar para la venta. Shang no era bueno socializando, así que se quedaría a un costado esperando a que ella terminara de aprender la receta para que se la contara a él.

Sacó de su bolso un pequeño libro con el que cargaba para leer en el transporte de regreso a casa. Le serviría de distracción mientras esperaba a Tiny, quien seguramente no hablaría solo de la receta del postre. Estaba seguro que al lugar donde irían a comer ella le contaría sobre algo más que simplemente la receta. Siempre pasaba.

No estaba tan metido en el libro como para no notar que alguien estaba frente a él. Lo único que no podía saber era si se trataba de alguien del personal de cocina o bien cualquier otra persona.

En el momento en que alzó la mirada, vio al hombre que parecía el gemelo perdido de Mobei-jun. Lo miraba fijamente, bajando la mirada por la diferencia de altura. Shang alzó la mirada tímidamente, sonriendo incómodo y haciéndose hacia un costado, pensando que el hombre querría pasar a algún lugar o usar algo que estaba detrás de él. Pero cuando recordó, Shang se dio cuenta que detrás de él solo había una pared sólida.

¡Y lo peor era que el hombre no dejaba de mirarlo! ¿Acaso tenía algo en la cara?

Sacó el celular de su bolsillo para fingir estar ocupado en otra cosa. Con suerte, el extraño hombre se marcharía pronto y lo dejaría en paz. O con suerte se distraería lo suficiente como para no prestar atención a la mirada intensa de esta persona.

Luego de diez minutos (sí, vio el reloj, lo comprobó), Tiny se acercó a él y le dijo que debían irse. Shang dijo un torpe sí y se marchó guardando el celular en su bolsillo, dejando atrás al hombre ¡que en ningún momento había dejado de mirarlo! ¿Cuál era su problema? Le recordaba al demonio que conoció, silencioso y observador, completamente aterrador.

—Creo que le gustas al jefe Mo—comentó Tiny cuando salieron del hotel.

—¿Jefe Mo?—preguntó Shang, mirando a su amiga sorprendido.

—Sí, los miembros de la cocina lo reconocieron. Es el heredero de la línea de hotel para el que trabajamos. Mo Wenle, según me dijeron que se llama. No es tan conocido, mantiene un perfil bajo, pero en el hotel lo reconocen.

El jefe Mo, de cierta manera le daba risa a Shang esa pequeña coincidencia. Aunque hubiera creído que era la reencarnación de Mobei-jun si hubiera sido el heredero de una heladería.

Ya qué, la vida estaba llena de coincidencias.

—Creo que es extraño—comentó antes de preguntarle a Tiny sobre lo que había ido a aprender.

Ella olvidó al jefe Mo y comenzó a hablar con Shang sobre lo que había aprendido ese día.

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Luego de ese encuentro en el hotel, Shang se dio cuenta que veía al jefe Mo fácilmente tres veces por semana. Nunca antes lo había visto, pero desde aquel encuentro incómodo, el hombre sería visto en el hotel tres veces en la semana. Y siempre se encontraba de alguna manera con él. Ya fuera a la salida o durante el almuerzo, pero siempre lo veía y siempre estaría siendo observado fijamente. Era incómodo y Shang buscaba pasar el tiempo con Tiny para calmar la inquietud.

Tiny había notado esa incomodidad y había comenzado a cubrirlo con su delgado cuerpo todo lo que pudiera, para que la mirada del jefe Mo no llegara a su amigo. Cuando ella notó ese comportamiento en el jefe Mo, no tardó en considerarlo un rarito posiblemente peligroso y comenzó a acompañar a Shang Ling a su casa todos los días, temerosa de que alguien pudiera hacerle algo.

Lo único que tenía de buen humor a ambos, era el dinero que estaban ahorrando para irse a una nueva vida juntos en otro lugar. Cada día se esforzarían más para que el dinero ahorrado aumentara. Gracias a las nuevas recetas, las ventas habían aumentado considerablemente y tanto Shang como Tiny estaban felices de ver los billetes ser cada vez más.

Era el único consuelo y en lo único en lo que pensaba Shang cada vez que se encontraba con el jefe Mo para no sentirse tan mal.

—Shang Ling.

Sorprendido por la repentina intromisión, Shang dio un respingo por el susto y alzó la mirada. Un par de ojos oscuros lo miraban fijamente sin demasiada emoción. La voz del jefe Mo era igual a la de Mobei-jun, razón por la cual tuvo un fuerte escalofrío.

Maldita sea, ¿por qué eran tan parecidos? Lo asustaba.

—¿Sí, señor Mo?

El jefe Mo lo miraba en silencio, Shang consideraba simplemente dar media vuelta y marcharse sin importar lo maleducado que fuera su acción. Simplemente quería dejar de sentirse tan incómodo.

—¿Estás ocupado hoy?

Shang parpadeó confundido.

—Eh, sí, sí lo estoy.

Hoy tenía que seguir cocinando con Tiny, ambos habían calculado y en cinco meses más llegarían a su meta.

—¿Mañana?

—También.

—¿El domingo?

—También.

El jefe Mo frunció el ceño, Shang dio un paso hacia atrás buscando una ruta de escape.

—¿Cuándo tienes un día libre?

—No tengo días libres, señor Mo.

Eso lo hizo fruncir más el ceño.

—¿Cómo que no? ¿No tienes un día libre?

—Sí, pero tengo otro trabajo. Oh, lo siento, señor Mo, debo irme.

Aprovechó que Tiny al fin se había acercado, haciéndole una señal para que se acercara a ella. Hizo un saludo rápido y corrió hacia ella para salir cuanto antes del hotel y marcharse a casa.

—¿Qué te dijo? ¿Estás bien, Ling-Ling?—preguntó ella preocupada, sosteniendo su bolso.

—No mucho, quería saber si tenía un día libre.

—¿Día libre?

—Sí, no le des importancia, gracias por ayudarme a huir de él.

Tiny sonrió, palmeando su hombro.

—Cuando quieras, Ling-Ling.

.

Una semana después de la extraña conversación, Shang comenzó a recibir regalos. No en su casa, un recepcionista del hotel siempre lo buscaba antes de que terminara su turno y le entregaba un paquete envuelto cuidadosamente, diciéndole que el jefe Mo se lo había enviado. Shang lo abría al llegar, tanto él como Tiny se morían de curiosidad por ver de qué se trataba. Accesorios costosos o prendas de ropa de buena marca. Shang se avergonzaba de recibir cosas así, por lo que tras el tercer regalo, habló con el jefe Mo para decirle que regalarle esas cosas no era necesario. Realmente Shang se sentía muy incómodo de recibir todas esas cosas.

El jefe Mo aceptó la queja y cambió sus regalos por cosas un poco menos costosas. Shang no sabía si reír o llorar. Al final, resolvió eso vendiendo los costosos obsequios y guardando el dinero en la cajita especial que tenían con Tiny. Realmente no tenía uso alguno para las cosas que el jefe Mo le regalaba y si este no planeaba dejar de hacerlo, entonces Shang tenía que hacer algo.

Gracias a eso, el dinero que habían juntado había llegado a su meta un mes antes y ambos habían conseguido el inglés suficiente para no sentirse perdidos al llegar a Canadá. Luego de tanto tiempo, al final se habían decidido por ese país. Tiny también se tomó la molestia de buscar trabajo antes de viajar, hablando con muchas personas que había conocido por una aplicación del celular y recibiendo ayuda de las más confiables. Cuando la vivienda y el trabajo se solucionaron, ambos dejaron el hotel y se prepararon para el viaje a su nuevo destino. Shang Qinghua no tenía demasiado para llevar. Solo ropa y unos pocos libros. Su computadora viajaría, luego de haberla reseteado y borrado todo lo relacionado con Camino del Orgulloso Demonio Inmortal. Claro que no la borró así nada más, antes de hacerlo se comunicó con una lectora muy fiel a su libro de mierda y luego de intercambiar algunas palabras con ella, le vendió el libro y toda su historia para que ella hiciera lo que quisiera con toda esa porquería. La última vez que miró su perfil, ella había subido una historia llamada Sistema de Auto-salvación del Villano Escoria. Shang leyó el primer capítulo y le deseó suerte antes de cerrar su cuenta de ese lugar para siempre y empezar una nueva vida.

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En el avión Tiny sostuvo su mano en todo momento y le dijo que todo estaría bien, que ambos conseguirían tener una vida mejor y que seguramente el trabajo literario de Shang sería mucho más valorado allí que en China. No le interesaba mucho eso, solo empezar de nuevo en un lugar lejano donde pudiera vivir en paz. Con Tiny tenían la idea todavía de conseguir su propio negocio de comida, pero eso llevaría tiempo y dinero, así que primero tendrían que valerse con otra cosa antes de conseguir su meta.

—Mira, mira, Ling-Ling, así se vería un hijo nuestro—dijo Tiny mostrándole una aplicación en su Tablet donde fusionaban dos fotos y te mostraba cómo podría ser el hijo de esas dos personas.

Una estupidez, pero ambos se divirtieron mucho en el camino con eso. Incluso mezclaron imágenes de famosos para reírse más. Durante las escalas en otros aeropuertos, comían algo simple que compraban en un local y prestaban especial atención a la hora para no llegar tarde. Ya en el avión de nuevo, volvían a reír con otra aplicación que Tiny encontrara en el viaje o dormían arropados con una misma manta.

Al llegar, ambos se encontraron con una pareja con la que mantuvieron contacto. La pareja hacía videos en YouTube y solían ayudar a los extranjeros que llegaban al país para una mejor vida. Ellos los llevaron a su nueva casa, un departamento de una sola habitación, y les desearon mucha suerte en su nueva vida.

Shang Qinghua dejó la maleta a un lado y miró a través de la ventana el amanecer. Tiny detrás de él terminaba de guardar su ropa y estaba dejando algunas de sus cosas en los muebles que se habían dividido.

Una nueva vida comenzaba.

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Luego de un año viviendo en Canadá, Shang podría decir que era un lugar agradable que no quería dejar. En esos meses solo cambió una sola vez de trabajo, y su nuevo trabajo era mucho más liviano de lo que era el primero. Tiny había tenido una suerte similar, consiguiendo un trabajo con una paga mejor. Eso hizo que ambos pudieran mudarse del pequeño departamento a uno con dos habitación para que cada uno tuviera su espacio. En algunos ratos libres, también se encargaban de dar clases de chino o tailandés en el caso de Tiny, para tener algo de dinero extra que ahorraban. La caja de ahora tenía un cartel hecho por Tiny que rezaba: Para nuestro futuro negocio. Todavía había bastante dinero que les faltaba, pero eso no quería decir que fuera imposible para ellos. Trabajando juntos, con una meta en común, podían lograrlo todavía.

Ese día era Navidad y Tiny viajó a Tailandia, donde su familia la esperaba. No quisieron que fuera con ella luego de saber que su padre estaba muy enfermo y que esa Navidad las cosas podrían no ser muy buenas para la familia de Tiny. Tanto ella, como su madre, le habían dicho que lo mejor era que se quedara en Canadá y disfrutara de Navidad sin necesidad de ser afectado por el malhumor de ellos. Por más que insistió, ellos rechazaron que fuera a hacerles compañía y prefirieron que se quedara a disfrutar en Canadá.

Si no fuera porque Shang tenía otros amigos en Canadá con los que iría a un restaurante a pasar Navidad, se hubiera quedado en casa comiendo comida chatarra y mirando películas en Netflix.

Sus amigos eran simpáticos y habían conseguido hacer amistad con los de la mesa de al lado. Shang no era como ellos y solo se limitó a hablar con sus amigos y, de vez en vez, conversar con los de la otra mesa si le hacían alguna pregunta. El grupo de chicos con el que fue al menos no lo habían dejado solo y siempre estaban a su lado. Era algo muy diferente a lo que había experimentado en su primera vida y le gustaba, principalmente porque le parecía increíble poder pasar tiempo con personas de su edad, o similar, y disfrutar de esa compañía. Tiny era su mejor amiga, pero había sido la única que tuvo en China. Aquí, en Canadá, tenía amigos de todo tipo y todos lo querían y valoraban demasiado.

—¡Feliz Navidad!—exclamaron chocando sus copas.

Shang bebió unos sorbos de su bebida antes de que comenzara el intercambio de obsequios. Risas y bromas en el medio más tarde, se separó de ellos para ir al baño. Había tomado tanto que era un milagro que no se orinara encima.

Fue a la salida del baño, que se paralizó al ver al hombre frente a él. El hombre de ojos oscuros que lo hacía sentir incómodo por diversos temas.

—Señor Mo—dijo en forma de saludo, buscando un camino libre para huir.

Pero el jefe Mo parecía un muro y él una pobre hormiga indefensa.

—Shang Ling, ¿podemos hablar?

—Eh, si es por haber dejado el trabajo hace más de un año, quiero informarle que...

—No es eso—interrumpió calmadamente el jefe Mo—. Es sobre algo más. Solo puedes escucharme y luego irte, no necesitas decir nada.

Considerando que de esa manera posiblemente Mo Wenle lo dejaría ir, Shang aceptó la propuesta y se encaminó con él al jardín cubierto del restaurante. Algunas personas parecían estar tomando algo de aire ahí, luego de estar rodeados por tantas personas. Algunos estaban con su celular y otros fumando.

—Aquí estamos—dijo Shang, cruzándose de brazos mientras esperaba a que el alto hombre hablara.

Mo Wenle pareció tímido de repente, bajando la mirada y jugando con el celular que tenía en la mano.

—Está bien si piensas que estoy loco por lo que te diré, pero todo este tiempo solo he pensado en el hecho de que necesitaba decírtelo, independientemente de tu respuesta o de si entiendes o no de lo que hablo. Para ser sincero, yo no entiendo demasiado tampoco. Así que...está bien si no lo haces o crees que perdí la cabeza—Mo Wenle suspiró antes de retomar—. Desde niño, siempre he tenido sueños recurrentes. Sueños de un mundo diferente a este, de un mundo... ¿conoces esas historias de cultivación y esas cosas? Bueno, sueños de ese tipo. En él soy un demonio, o algo así, y tengo poderes de hielo. Es...muy loco, pero siempre que sueño con ese mundo es lo mismo, soy la misma persona. Y en ese mundo, tengo a alguien que trabaja para mí. Es un cultivador mediocre al cual a veces golpeó o insulto, pero es eficiente en su trabajo y de alguna manera me cae bien.

»Yo...pasan muchas cosas en el medio, cosas que no entiendo muy bien. Mis sueños no siempre son claros, pero sé que por un motivo, yo termino con la vida de este cultivador. Lo asesino con mis propias manos y luego...me siento culpable, muy culpable de haberlo hecho. Durante años, he soñado con este mundo, pero con esta escena es con la que sueño constantemente. Es...asfixiante sentir la culpa constante, sentirme desolado y perdido.

»Es por eso que, durante años, he esperado poder encontrar a esta persona para decirle lo único que se me ocurre cada vez que tengo ese sueño. Lo único que inunda mi cabeza. Pero durante todo este tiempo, siempre se me ha complicado decirlo.

—Y-yo...no entiendo por qué me dices esto—dijo Shang Ling sintiendo sus piernas temblar.

—Porque tú eres igual a ese pequeño cultivador al cual asesiné.

Shang no había soñado con aquel momento en mucho tiempo, incluso por todo lo que estuvo haciendo con Tiny, casi no había pensado en lo ocurrido con Mobei-jun. Pensó que lo había superado, que había sido un capítulo de su vida que quedó atrás. Pero por la forma en que su corazón latía, estaba claro que no era así.

—¿Y qué es...lo que quieres decirle?

La mirada de Mo Wenle mostraba arrepentimiento y dolor, una tristeza difícil de superar.

—Lo siento mucho, Shang Qinghua.

Algo se rompió en Shang, algo que había llevado mucho tiempo intentando mantener guardado solo para sí mismo. Lágrimas inundaron sus ojos y bajaron por sus mejillas. Un dolor traído de otra vida. Una herida que pensó que ya había sanado por completo y desaparecido. Pero este hombre llegaba de repente, decía un par de palabras, y le hacía entender que esa herida jamás se había ido de su corazón.

—Y-yo...también tengo sueños. Sueños en los que soy un cultivador y trabajo para un demonio de hielo—no eran sueños, pero al menos no se sentiría loco al decir esto—. Yo...confiaba mucho en él y yo...solo pensaba en estar para siempre a su lado. Pero me asesinó y yo...me sentí tan traicionado. Yo...siempre me pregunté si le importaba tan poco, si no significaba nada para él.

—No era eso...él...significabas mucho para él. Pero le debía lealtad a alguien más y...

—No tuvo más opción, ¿verdad?—Shang hizo lo posible para parar el llanto, pero no podía.

El dolor acumulado, el dolor que intentó ocultar al fin se liberaba de su corazón.

—Sí, fue así—suspiró Mo Wenle.

Shang lo miró, era igual a Mobei-jun, tan parecido a él, pero su vida había sido diferente. No era un demonio, sino el heredero de una línea de hoteles. Era tan importante como lo fue en aquella vida, pero había tenido un pasado diferente. Sueños de una vida antigua, donde traicionó a alguien que había sido leal a él.

Shang Qinghua sí significó algo para Mobei-jun. El corazón de Shang sintió que el nudo fuertemente apretado en su pecho al fin se soltaba poco a poco.

El llanto pasó lentamente, pero lo hizo. Ahora solo quedaba Shang Qinghua con los ojos rojos e hinchados, mirando incómodamente hacia otro lado.

—¿Por eso me seguías?

—Sí.

Tenía sentido. Al ser parecido a Shang Qinghua, Mo Wenle habría creído que tenía una conexión y simplemente quiso calmar sus memorias pasadas para que dejaran de atormentarlo en sueños.

—Bien...gracias por esto, creo—Shang miró hacia atrás, pensando en que debería ir al baño antes para no preocupar a sus amigos—. Yo...tengo que volver, ¿sabes? Mis amigos esperan.

—Sí, claro—Shang no llegó a girarse, cuando Mo Wenle volvió a hablar—. Sé que esto podría sonar atrevido de mi parte, pero ¿te molestaría que nos conociéramos más? Yo...en verdad me siento curioso por ti.

—¿Conocernos? ¿En qué ámbito?

Por el momento, Shang no se creía capaz de mantener una relación romántica con nadie.

—Eso dependerá del destino. Pero...podemos empezar como amigos. Yo solo quiero conocerte más.

Mo Wenle hablaba calmado y seguro, pero su mirada no conectaba con la de Shang. Tan tímido que era adorable.

—Yo...creo que está bien.

—Bien, entonces—del bolsillo de su pantalón sacó una tarjeta—, este es mi número. Escríbeme cuando quieras. Estaré por Canadá por un mes, podemos encontrarnos cuando quieras.

—Sí, creo que es buena idea.

—Sí—Mo Wenle asintió y palmeó distraídamente su hombro—, feliz navidad, Shang Ling.

Sus pasos resonaron al alejarse, Shang se giró, viendo su ancha espalda desaparecer a la vuelta del pasillo.

—Feliz navidad...mi Rey.  


Y la historia de el verdadero Shang Qinghua con Mo Wenle queda con final abierto porque...bueno, considero que cada quien puede decidir si terminan como pareja o no. Quizas solo quedan como buenos amigos y ya, eso dependerá de ustedes.

Este extra es para hacerle justicia al verdadero Shang Qinghua que siempre es opacado por el hermano Avión. En algún momento voy a escribir ff con el verdadero SQH como personaje también, pero es que se lo merece. Él también tuvo una historia de mierda, solo que tuvo un cultivo mediocre y tenía miedo de todo jajaja Apreciemoslo un poco más

Nos vemos en los tres ultimos! Besos :D

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