Extra 13
Extra 13
El transmigrador y el rey del hielo VI
Shang Qinghua tensó el arco, intentando apuntar al objetivo a unos metros de él. Hei Qinghei estaba a su lado, evaluando su postura. Como por tercera vez en el día, volvió a corregir su postura. Shang tomó aire y entonces dejó ir la flecha. No dio donde esperaba, pero al menos había llegado a un costado de la diana. Las últimas veces había terminado en los árboles que estaban detrás.
—Bueno, shixiong está mejorando—comentó Hei Qinghei estudiando su tiro.
—Shidi solo pierde el tiempo, este shixiong no sirve para esto—suspiró Shang Qinghua suspirando y bajando el arco.
—Solo necesitas tiempo, uno no se vuelve bueno de la noche a la mañana. ¿Acaso crees que me volví bueno de un año para el otro? Tardé más de diez años en poder acertar a diez blancos seguidos.
Para Shang Qinghua, escuchar a sus hermanos marciales tratarlo bien e intentar alentarlo, era extraño. Se había acostumbrado a sus burlas sobre su habilidad en la pelea, escuchar que ahora lo trataban bien era un evento inusual.
No era desagradable, solo extraño.
—Uh, shidi tendrá que ser muy paciente entonces, este shixiong no es tan bueno.
—Bueno, considera el hecho de que puedo enseñarte y evitar que cometas los errores que yo cometí—comentó Hei Qinghei sonriendo—. Así que es probable que tardes menos en aprender.
Eso esperaba Shang Qinghua.
Mirando a un costado, notó a sus discípulos aprendiendo también el manejo del arco y la flecha. Había sido una decisión de Shang, luego de hablarlo con sus hermanos marciales, el que sus discípulos manejaran dicha arma. La espada no era lo de ellos, menos las armas más pesadas como un hacha o un martillo. El arco y la flecha era lo mejor para que ellos pudieran defenderse.
Por ese motivo, una vez a la semana el pico HePing iba a comprobar su avance. Durante la semana practicaban en el tiempo libre que QiongDing le concedió. A veces también había miembros de otros picos que se acercaban a ayudarlos, lo que había hecho que su pico dejara de ser la burla de la secta y pasara a ser un pico más. Incluso sus discípulos habían conseguido más amigos durante ese tiempo. Sun Lian, por ejemplo, era visitado por el discípulo principal de WanJian, quien solía llevarle regalos o lo invitaba a pasear por los bosques que rodeaban el pico. Desde la pelea contra Huan Hua, se habían vuelto muy buenos amigos.
Las visitas de QingJing seguían siendo las mismas. Ver a Yang Chen llevar comida al pico AnDing era un evento muy normal, como también lo era que Mu Sheng fuera acompañándolo y cargando algunas cajas con comida. Pero también había veces en que iban otros miembros de QingJing, como Ming Fan, quien solía hablar con algunos miembros de AnDing que parecían interesados en el cultivo de la tinta, o con Sun Lian. También algunas contadas veces iba Luo Binghe, más para acompañar a Yang Chen que por otra cosa, pero lo importante era que iba de visita a AnDing.
Su pico seguía siendo el pico más estresado de los doce, eso era algo que ni el poder de la amistad podría solucionar. Pero a pesar de eso, el trabajo que tenían se había reducido y las horas libres habían aumentado. También tenían la ayuda de otros discípulos, cultivadores jóvenes que se encargaban de ayudar a sus compañeros a cargar con los paquetes o a simplemente acompañarlos para hacer el viaje más agradable. No estaban solos, no eran humillados. Y eso era algo que Shang Qinghua en verdad valoraba mucho. Que fueran parte de la secta, que fueran como hermanos, era algo que nunca se le hubiera ocurrido para su novela.
No sabía cómo lo había logrado Shen Jiu, pero si tenía que ser sincero, su cambio había sido beneficioso para todos. No solamente había evitado que Ming Fan se volviera un matón estúpido, sino que también había conseguido que ese mismo chico, cuya vida había sido tomada por su shidi luego de años de abuso, unificara a toda la secta para una causa común y salvara a sus maestros.
¿Quién decía que la terapia no conseguía nada? ¡Claramente la terapia de shock forzada e indeseada por la que pasó Shen Jiu había servido para volverlo un hombre más justo! Su villano escoria había crecido y había dejado de ser un villano escoria. Shang Qinghua se sentía como esos padres que veían a sus hijos crecer y marcharse de casa.
Esperaba que esos pensamientos nunca salieran de sus labios o seguramente Shen shixiong lo mataría. Esta vez de verdad.
Luego de un par de consejos por parte de Hei shidi, de seguir sin darle al centro de la diana pero dándole a la misma al menos, el día de Shang Qinghua terminó y pudo cenar tranquilamente. Generalmente a esa hora solía encargarse de cartas y documentos de ese tipo, pero en un acuerdo mutuo, donde intervinieron varios de sus hermanos marciales, entre ellos Shen Jiu, se le quitó la responsabilidad de varias cosas que, en realidad, no tendría por qué hacer el pico AnDing. Los picos correspondientes tomaron la responsabilidad de ello, dándole de alguna manera un respiro al pico AnDing.
De alguna manera, era un alivio para todos.
—Shizun—dijo Sun Lian, tocando la puerta de su habitación.
La cena había terminado, así que Shang Qinghua había ido a su cuarto para descansar después de un largo día de práctica. No esperaba la visita de su discípulo principal.
—Pasa, Sun Lian.
El chico entró, un plato en su mano. Mirando un poco mejor, Shang Qinghua notó unos trozos de fruta cortados en cubos.
—No es mucho, este discípulo todavía no tiene muchos conocimientos con la cocina, pero consideré que a shizun le gustaría algo dulce de postre antes de dormir—Sun Lian bajó la mirada, viendo las coloridas frutas troceadas en el plato—. Uhm, no es mucho, pero...
—Gracias—Shang sonrió, tomando el plato de la mano de su discípulo.
De las personas que conocía, Sun Lian era de las pocas que era capaz de realizar una acción mínima como esta por él sin esperar nada a cambio.
Este tipo de cosas lo llenaba de un calorcito agradable en el pecho y lo hacía sentir una persona afortunada.
—Yo...también quería felicitar a shizun por su avance en la práctica de hoy. Shizun ahora sí le está dando a la diana—Sun Lian sonrió, amable y tímido.
Shang rio, recordando sus torpes intentos anteriores.
—Gracias, Sun Lian. Puedes regresar con tus compañeros.
Sun Lian asintió, dando media vuelta para retirarse con una caminata saltarina, feliz de su pequeña hazaña.
Shang Qinghua negó con la cabeza y se giró para sentarse a comer los trozos de fruta mientras leía algún libro. Pero al girarse casi grita del susto al ver ahí a Mobei-jun. El demonio llegó a sostenerlo para evitar que arrojara la fruta al aire.
—Mi Rey, ¿por qué tiene que aparecer así?—preguntó tras recuperarse un poco del susto.
Mobei lo soltó al verlo mejor y lo siguió hasta la pequeña mesa donde Shang Qinghua planeaba comer el improvisado postre que Sun Lian había hecho para él. Se sentaron en silencio y solo después de que Shang se llevó un trozo de fruta a la boca, el demonio habló.
—Quiero que vengas conmigo al palacio del norte.
—¿El palacio del norte? ¿No es ahí donde vive tu padre?
—Vivía—corrigió Mobei sin darle mucha importancia—. Debo recibir mi herencia. Quiero que estés ahí conmigo.
Su herencia...un momento ¡al final sí llegó esta parte de la trama! Pero en la novela original, Mobei-jun le pedía ayuda a Luo Binghe para que lo mantuviera a salvo de su tío, quien planeaba asesinarlo. El plan resultó ser un éxito, Mobei-jun recibió su herencia y su tío había muerto en manos de Luo Binghe cuando intentó hacerle daño.
Si su tío planeaba matarlo, ¿por qué llevaría a Shang Qinghua con él siendo que era un cultivador débil que apenas sabía lanzar talismanes? No podría hacer nada si Linguang-jun intentaba matar a su sobrino, solo dejar que lo golpeara y lo asesinara, pero no más que eso. Ni siquiera creía que fuera a ser una buena distracción o siquiera un poco de entretenimiento. Solo sería una pelusa que alguien se quitaba fácilmente de un manotazo.
—Mi Rey, tú... ¿estás seguro?
—Sí, quiero que estés ahí.
La seguridad con la que hablaba le hacía creer a Shang Qinghua que todo estaría bien, pero no podía estar seguro al respecto. Esta historia se había desdoblado y desfigurado tanto que ni siquiera sabía lo que pasaría en una trama que él mismo había escrito.
Podría bien negarse a la petición, considerando que para Mobei-jun lo mejor era ir acompañado de Binghe. Pero por otro lado, sentía que no debía rechazar la petición. Mobei-jun lo estaba invitando a un momento donde estaría más débil y vulnerable que nunca. Le mostraría un lado de él que no le había mostrado a nadie. Le estaba confiando eso a Shang Qinghua. Y Shang Qinghua sentía que rechazarlo sería un insulto.
Tenía un trozo de fruta en la mano la cual miraba mientras pensaba en su respuesta.
—Yo... Mi Rey, lo preguntaré una vez más, ¿está seguro de que quiere que este Qinghua lo acompañe durante un evento tan importante en su vida?
Mobei alzó una ceja ante la pregunta.
—¿Por qué querría a alguien más? Solo quiero que Qinghua esté ahí ese día conmigo.
Shang Qinghua intentó detener la felicidad que burbujeaba en su pecho, pero era demasiado difícil para él.
—Yo...entonces, si mi Rey está seguro, este Qinghua lo acompañará en ese día—estaba por comer la fruta en su mano, pero se detuvo—. ¿Cuándo es eso?
—Mañana pasaré por ti. Prepárate.
—Bien, esperaré—al fin se llevó la fruta a la boca.
Mobei-jun se quedó a su lado hasta que tuvo que irse a dormir. Shang cerró los ojos, sintiéndose feliz de poder acompañar a Mobei-jun en ese momento tan especial.
[Misión finalizada. Regreso a casa disponible.
¿Desea volver a casa?
Sí No ]
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Mobei-jun no podía negar que estaba ansioso. En su vida pasada, fue Luo Binghe quien lo acompañó durante este ritual de su familia para asegurarse de que su tío no quisiera asesinarlo cuando estuviera absorbiendo su legado. Sin embargo, ahora su tío no sería un problema ya que Meng Mo tenía su control y lo estaba usando para ayudar a Binghe en el reino demoniaco. Así que podía llevar a Shang Qinghua para que lo acompañara en ese momento y estar seguro de que estaría a salvo en su palacio frío y solitario. Tras la muerte de su padre, el palacio había sido vaciado y lo único que reposaba en su interior, protegido por un escudo ancestral de la familia de Mobei-jun, era el cadáver del antiguo rey del norte.
Fue por Shang como había dicho que haría. El pequeño hombre estaba ahí, ya preparado con un pequeño bolso mientras le daba indicaciones a Sun Lian sobre lo que debería cubrir y que, si no podía hacerlo por su cuenta, estaba bien pedirle ayuda a los del pico QingJing. Sun Lian asintió, tomando notas mentalmente de todo lo que su maestro decía mientras intentaba mostrarse tan serio como le era posible. Mobei-jun no pudo evitar imaginar a un pequeño hámster dándole indicaciones a un pequeño pollito que todavía usaba pañales, ambos comportándose tan seriamente como debían comportarse mientras que su imagen no era más que adorable.
Cuando Shang Qinghua se aseguró de que Sun Lian había entendido todo, se acercó a Mobei-jun y ambos partieron al desierto del norte, donde tendrían que caminar por motivos rituales hacia el enorme palacio. Una caminata que Shang Qinghua no soportaría, de no ser porque Mobei-jun tomó su mano para transmitirle su energía y hacer que dejara de sentir frío. El pequeño cultivador sonrió por esa acción y siguió caminando a su lado, sosteniendo firmemente su mano. Mobei-jun no podía dejar de pensar en el hecho de que estaba viviendo esto al lado de Shang Qinghua, al lado de este pequeño hombre que confiaba en él y en el que Mobei podía confiar.
—Si realmente regresara y no me encontraran por ningún lado...realmente lo sentiría. Algo así como esos actores que se van en mitad de la obra y luego alguien más hace su papel.
Mobei-jun se detuvo un momento, girándose hacia Shang Qinghua.
—¿Quieres irte?
Shang Qinghua se estremeció, pero no de frío. Mobei-jun no había soltado su mano en ningún momento.
—Yo, mi Rey...no quise decir eso.
—¿Quieres irte?—preguntó de nuevo mirando al pequeño hombre frente a él.
Shang Qinghua bajó la mirada, como si no quisiera responderle. Mobei-jun lo observó, preguntándose por qué Shang Qinghua querría irse y dejarlo, sobre todo en un momento tan importante en su vida como lo era este. Recibir el legado de su padre lo dejaría vulnerable por, al menos, unos días. No era una faceta de él que le gustara mostrar a nadie, pero estaba dispuesto a que Shang Qinghua lo viera así. Estaba dispuesto a mostrarle a este pequeño hombre que también podía ser débil, que confiaba en él lo suficiente como para mostrarse de esa manera.
Estaba dispuesto a dar tanto, entonces ¿por qué Shang Qinghua quería irse? ¿Por qué quería dejarlo? Durante todos estos años, Mobei-jun fue suave y amable con él, ¿acaso Shang Qinghua no valoraba eso? ¿Prefería ser golpeado? ¿Por qué...?
Sus pensamientos frenéticos se detuvieron al darse cuenta de una cosa: nunca le había dado opción a Shang Qinghua. Desde que regresó, lo único que hizo fue mejorar su relación, evitar hacerle daño. Pero se olvidó de que Shang Qinghua estaba a su lado por obligación, por temor a ser asesinado.
Estaba tan ocupado pensando en ser mejor para Shang Qinghua, que se olvidó de que el pequeño hombre nunca había sido libre de elegir quedarse a su lado o seguir su camino lejos de él. Mobei-jun nunca le dio esa opción porque nunca la había considerado. En su mente, estaba bien que Shang Qinghua trabajara para él, porque eso significaba que era suyo y a él le gustaba eso. Pero encadenar a Shang Qinghua a su lado, obligarlo a elegirlo, no resultaba ser la mejor opción para tener una buena relación.
Luo Binghe, por ejemplo, no obligó a Shen Qingqiu a ser su pareja. En su lugar, le dio la opción de considerarlo una con el tiempo, si es que tenía esa suerte. Lo único que le había pedido, era seguir formando parte de QingJing.
Mobei-jun nunca le había dado ninguna opción a Shang Qinghua. Si lo elegía, si decidía seguirlo, era porque debía pensar que no tenía opción. Como esclavo, su deber era obedecer a su amo.
La simple idea enfermaba a Mobei-jun.
Miró la mano que sostenía la suya. Una mano pequeña y suave que apenas había conocido el entrenamiento con la espada. Una mano que disfrutaba de tocar, de apreciar, porque era suave y cálida, muy diferente a la suya. Miró al hombre que bajaba la mirada, pequeño y suave, tan dulce y bonito. Shang Qinghua no era el tipo de hombres rudos que había conocido alguna vez. Era tierno y pequeño, con rasgos no tan definidos y mirada de roedor asustado casi todo el tiempo. No era lo que se conocería como atractivo o guapo.
Era el hombre más hermoso que Mobei-jun había conocido alguna vez.
Pero ese hombre estaba condenado a su lado por capricho, porque Mobei-jun había sido incapaz de dejarlo ir. No quería dejarlo ir, no quería volver a sentirse solo como cuando lo asesinó en el pasado. No quería sentir la amargura en su corazón y la desesperación en su alma. Había vivido años desolado por haberlo perdido. No quería volver a pasar por eso otra vez.
Sin embargo, no podía obligar a Shang Qinghua a seguir a su lado si no era feliz con él. No podía condenar a ese pequeño hombre a la infelicidad que él vivió por su ausencia. Incluso si la decisión de Shang Qinghua lo lastimaba y lo volvía hacer sentir infeliz, Mobei-jun prefería ser él quien cargara con ese sentimiento a este pequeño hombre que por tantas cosas había pasado ya.
—Si es lo que quieres, este Rey no te obligará a quedarte—habló Mobei-jun, suavemente para no asustar a Shang Qinghua.
Qinghua alzó la mirada, sorprendido por sus palabras.
—Pero mi Rey, si me voy, no volverá a verme otra vez.
No volverá a verme otra vez.
Dolía, dolía demasiado.
Los días en soledad, en medio de un palacio frío donde nadie lo llamaba mi Rey. Un lugar que no podía ser llamado hogar, un sitio en donde apenas le gustaba estar.
Mi Rey...yo en verdad...en verdad solo era leal a ti...
Pero recordar esto, dolía mucho más.
Al menos en esta vida, no había traicionado la confianza de Shang Qinghua.
—Está bien, creo que ya bastante tuviste de mí en estos años—miró la pequeña mano suave que sostenía, incapaz de dejarlo ir—. Si tu deseo es marcharte y no volver a verme nunca más, entonces no volverás a ver a este Rey en lo que te reste de vida.
Shang Qinghua lo miró, sus ojos parecían dudosos, como si algo rondara su mente.
—Mi Rey...tú... ¿estás seguro? Si me voy, en serio no volverás a verme nunca más.
Mobei-jun sintió la mano de Shang Qinghua apretar más fuerte la suya. Entonces se dio cuenta de que Shang Qinghua parecía igual de renuente a dejarlo que él.
Su mano libre viajó al rostro de Shang Qinghua, acariciando la fría mejilla que se había sonrosado por la temperatura del ambiente. La tocó con cuidado, sintiendo su suavidad y viendo el cuerpo del pequeño hombre inclinarse ante el gesto.
—Y tú, ¿estás seguro de querer dejarme?—preguntó viendo los oscuros ojos de Qinghua cerrarse ante la caricia.
Apretó los ojos, mientras la mano de Mobei-jun se mantenía en su lugar. El demonio no lo soltó, si alguien iba a soltarlo, sería Shang Qinghua. Si quería dejarlo, entonces ese pequeño hombre debía soltar su mano. Otra vez, Mobei-jun no pensaba soltarlo.
—Mi Rey, yo...no sé qué hacer—murmuró Shang Qinghua, abriendo los ojos.
Su mirada se veía atormentada, confundida. Mobei-jun sintió la necesidad de borrar esas dudas de sus ojos. No le gustaba verlo de esa manera.
—¿Qué es lo que quieres ahora?
—Yo...quiero estar así, con usted.
—¿Por cuánto tiempo?
—Por el tiempo que mi Rey desee.
—¿Y si este Rey quiere que te quedes a su lado para siempre?
—Son órdenes de mi Rey, yo no...—Mobei-jun lo detuvo, la mano que había acariciado su mejilla estaba cubriendo su boca suavemente.
—No eres mi sirviente, Qinghua. Y lo que te pido no es como un rey, lo que te pido lo hago como el demonio que soy, fuera del título que heredé al nacer—quitó la mano de su boca—. Si este demonio te pide que te quedes a su lado para siempre, no como su sirviente, sino como su igual, tú ¿aceptarías?
—Yo...—vio la sorpresa en los lindos ojos de Qinghua—Mi Rey, ¿usted...?
—Mo Wenyu.
—¿Qué?
—Mo Wenyu es el nombre que se me dio al nacer. No tienes que llamarme Rey, puedes llamarme por mi nombre de nacimiento.
Un nombre que prácticamente había quedado perdido en el tiempo. Nadie parecía saber cuál era su nombre, solo sus padres y él lo habían sabido. Y durante años, solo él lo supo.
Shang Qinghua humedeció sus labios con su lengua, mientras parecía considerar la nueva información.
—Mo...Wenyu... ¿estás seguro de que quieres que este Qinghua se quede a tu lado para siempre? Yo...no soy fuerte, apenas estoy aprendiendo a manejar el arco y soy un desastre cuidando de mí mismo. No soy nada comparado contigo.
—Lo único que sé, es que eres todo lo que yo deseo. ¿Acaso debe importar si eres tan fuerte como yo? Este Mo Wenyu lo único que quiere es que te quedes a su lado si ese es tu deseo, Qinghua.
Shang Qinghua apretó más fuerte su mano, como si estuviera en una lucha interna que él solo conocería. Mobei-jun esperó a que tomara su decisión, mientras todavía sostenía su mano y acunaba su rostro.
Fueron después de varios segundos en los que Shang Qinghua se calmó, aflojando el fuerte agarre que había tenido en su mano hasta que al final lo soltó. Mobei-jun separó la mano que acunaba el rostro del cultivador, sintiendo el dolor en su pecho desgarrarlo lentamente. Pero si esta era la decisión de Shang Qinghua, entonces la aceptaría.
Sin embargo, de alguna manera este pequeño hombre siempre terminaba sorprendiéndolo. En cuanto se separaron sus manos, Shang Qinghua tomó la iniciativa de tomar su rostro y bajarlo para que tocara el suyo, sus labios apretándose mutuamente en un beso torpe y cálido.
Mobei-jun no pudo reaccionar en el primer momento, pero al darse cuenta de lo que pasaba, de lo que significaba esa acción, rápidamente atrapó la cintura de Qinghua y lo acercó a su cuerpo, devolviendo el beso con alivio y felicidad. Sintió los delgados brazos del cultivador aferrarse a él.
Nunca se había sentido tan bien en toda su vida.
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Shang Qinghua vio a Mobei-jun descansando mientras terminaba de digerir el legado de su padre. Linguang-jun no se presentó en ningún momento, y aunque eso era extraño, no le dio importancia. En su mente había cosas más importantes en las que pensar que en el tío psicópata de Mobei-jun.
Había besado a Mobei...no, a Mo Wenyu, el demonio de hielo que pasaría a ser el nuevo rey del Desierto del Norte. Se había dejado llevar durante ese momento, motivado por las palabras del demonio y por los sentimientos que habían estado inundando su corazón durante todo ese tiempo.
Nunca antes se había sentido atraído por un hombre, ni siquiera había pensado en ellos de ninguna manera posible. Solo tenía un ideal de hombre, pero era un ideal de cómo querría ser él de hombre, no un hombre ideal. Eran dos cosas diferentes y Shang Qinghua sabía diferenciarlas. Lo sabía ¿verdad?
Mobei-jun apretó su mano mientras estaba en la cama, con los ojos cerrados mientras su legado hacía estragos en su cuerpo. Shang acarició su cabello para buscar calmar al demonio, pero aunque su ceño se suavizó, no dejó de parecer agraviado.
Una parte de él se sentía feliz y emocionada (ejem, enamorada) porque Mo Wenyu confiaba en él para mostrarle este aspecto de su vida. Esta faceta que nadie más conocería. Pero por otro lado, se sentía profundamente agraviado.
¡Y cómo no lo estaría si acababa de besar a su hijo!
Shang Qinghua se estaba sintiendo un padre incestuoso y pederasta que estaba aprovechándose de su pobre hijo para robarle la inocencia. Aunque su pobre hijo era un demonio que biológicamente no tenía nada que ver con él y un hombre maduro cuya edad no variaba mucho de la suya.
¡Pero no dejaba de ser su hijo! ¡Él lo creó!
Y a pesar de haberlo creado, nunca antes le había puesto un nombre. El nombre Mo Wenyu había sido pensado y puesto en los borradores, como parte de la historia de Mobei-jun. Pero nunca fue mencionado en la novela. Haberlo escuchado, haber escuchado a Mobei-jun darle permiso de llamarlo por su nombre, había sido algo que realmente jamás esperó.
Y quizás eso había sido uno de los motivos que lo emocionó (enamoró) un poco más y lo alentó a saltar sobre él para besarlo.
Sabía que este demonio no era un transmigrador, de serlo no hubiera sabido jamás el nombre verdadero de Mobei-jun. Pero no era del todo el demonio que él había conocido. No sabía qué le habría pasado a Mo Wenyu para cambiar tanto y comenzar a tratarlo de la manera en que lo hizo, pero fuera lo que fuera, Shang Qinghua estaba profundamente agradecido.
Se acomodó al lado del demonio, que seguía sufriendo por el legado de su familia. Acarició su cabello y sostuvo su mano, para que supiera que estaba ahí para él, que estaba a su lado y que lo estaría cuando despertara con más poder que antes.
Mientras el día se transformaba en noche, Shang Qinghua miró el cartel del sistema.
[¿Desea volver a casa?
Sí No ]
Shang sonrió al presionar su respuesta.
[No]
No tenía ningún lugar al cual regresar, después de todo, él ya estaba en casa.
Sí... Shang es bastante denso y no cayó en cuenta de que Mobei puede ser como Shen Jiu...
Sé que Mobei-jun no es el nombre real de Mobei,sino su titulo. Así que para demostrar que Mobei confía en Shang, decidi poner la escena donde le dice su verdadero nombre. Y para eso puse el que creí más bonito XD Ponganle el significado que quieran, realmente no lo pensé tanto ajajja
Nos vemos en el siguiente! Besos
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