Ansiedad
31/05/2024
—¿Entonces dices amarme? —le pregunto a mi otra yo, que en realidad soy yo misma, y ella solo se queda en silencio y yo continúo:— Dime, ¿Por qué sigues lastimándome con tantos pensamientos de odio hacia ti misma —y pienso que esa misma soy yo—. Necesito saber, porque ya estoy cansada... De nuevo. Simplemente me cansé de sonreír y de llorar, me cansé de ser auténtica y de simular, y sobre cualquier otra cosa, me cansé de solo aparentar que realmente quiero luchar. Porque a estas alturas, ya no sé por qué sigo luchando por no dejarme llevar por asficciantes palabras de tu parte —de mi parte“: ni filosas promesas de paz.
Por fin la otra “que en realidad soy yo misma" tiene el valor de decir algo y solo alcanza a preguntarme si quiero morir, no sin antes mostrarme sus propias heridas que en realidad son mías, las lágrimas en las mejillas y la fragilidad en la sonrisa.
—No quiero morir —le digo “me digo"
—¿Y por qué no? —me pregunta “me pregunto"
—Porque me gusta la vida por más jodida que sea.
—Estoy cansada —suspira y yo suspiro.
—yo también —“nos confieso.
La otra yo “que en realidad soy yo misma" se quita la ropa “me quita la ropa" y me muestra las heridas en su piel —en mi piel" hechas por mano propia. La otra yo “que en realidad soy yo misma" se acaricia “me acaricia" pero, esta vez no lo hace “no lo hago" por buscar su placer “mi placer" sino para encontrar las cortadas que no se sienten al tacto y ya casi han desaparecido a la vista. La otra yo “que en realidad soy yo misma" se toca el estómago. Sabe “se" que hace años intentó “intenté" quitarse “quitarme" la vida tomando pastillas. La otra yo “que en realidad soy yo misma" se pone “me pone" los dedos cerca del pulso, dónde antes había una herida. La otra yo “que en realidad soy yo misma" se lleva “me lleva" las manos al vientre y me obliga a recordar “me obligo" a recordar el cóctel de medicamentos y drogas que acabaron con la vida incorrecta; después, me fuerza “me fuerzo" a recordar las peleas, los gritos, los abusos, los golpes y la sangre que nunca quiso “quise" saber si era suya “mia"
—Eres esto. Somos esto —me dice “me digo" y suspira y yo suspiro—. ¿Recuerdas las pesadillas? —yo le digo “me digo" que si—. ¿Recuerdas los reclamos a Dios? ¿Recuerdas la soledad? ¿Recuerdas la oscuridad! ¿Recuerdas el miedo? ¿Recuerdas tus escapes de la realidad? —yo solo puedo afirmar—. Estamos rotas y eso no va a cambiar. ¿Sabes lo facil que nos podrán olvidar? Acaba con todo ya —me pone un filo entre los dedos y me susurra lugares para que sea rápido, pero yo lo lanzo lejos—. Se que quieres vivir, pero estoy cansada —repite—. Estoy agotada de sufrir y ocultarlo por no preocupar a nadie de nuevo. Porfavor, déjame recordar aquella terrible adicción a los cortes y tú aún no superas tu elección por recurrir al dolor cuando no puedes más con la situación: he visto tus uñas y tus labios, no se para que prefieres pintarlos.
—Esas son elecciones mías.
—Sabes que se siente peor ahora que volviste a sonreír con facilidad. Porfavor, ya no quiero sufrir por culpas que no son mías y solo son designios de la vida. Esta historia no ha sido alegre y nunca lo será, aprende eso ya.
—Lamentablemente no me puedo deshacer de ti, Ansiedad, porque ya eres parte de mi, pero hoy estoy agotada de ti. Es tiempo de que vuelvas a tu lugar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro