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Capítulo Once.

—¡¿Dónde carajos está Jungkook?!— fue lo primero que gritó el pelirrojo al ver que el rubio no estaba por ninguna parte en todos los metros cuadrados de su mansión.

Poco le iba costar hacer que se deshicieran de Soojin y Shuhua por no haberlo vigilado bien.

—Nos d-despertamos y ya no estaba, pensamos que había i-ido a buscarlo a usted...— susurró la castaña.

—¡¿Cómo iba a buscarme si él no sabía donde estaba?!— pateó la mesa, rompiéndole tres patas en el proceso.

—Cálmate, ellas no tienen la culpa.— ese fue Yoongi. —Busca algo que te sirva en el cuarto, pero no la tomes con ellas.— lo señaló. —Demasiado arriesgaron su vida como para también tener que vigilar a Jungkook.

Hoseok suspiró antes de reconocer que Min tenía razón, aunque no lo dijo en voz alta.

Mientras el pelirrojo subía a pasos largos a la habitación, Yoongi les explicó rápidamente la situación; Soojin se mostró más desinteresada, en cambio Shuhua no quería pensar que algo podía ocurrirle al peliazul. No podía evitarlo, él le caía bien y siempre había sido muy amable con ella, solía ayudarla en la cocina y preparaban postres juntos.

Jamás pensó que Hoseok les pediría vigilarlo por aquellas razones. Pensó que solamente era porque quería cuidarlo.

A su novia pareció importarle poco y aquello la enfureció. No era justo.

—No hay ni un puto rastro, y dejó todos los accesorios en el baño.— maldijo. —¡Dejó el anillo! ¡El anillo con el puto rastreador!—gritó.

Gruñó antes de arrojarle una silla a las alacenas para después caer de rodillas al suelo y para sorpresa de todos los presentes, comenzar a llorar. No fue silencioso, sus desgarradores sollozos podían oírse en toda la casa.

—¡Todo el personal de esta puta casa, más vale que comiencen a buscar en toda esta maldita ciudad!— su respiración estaba agitada. —¡Ahora!

Esa tarde, la mansión del mayor fue un completo caos. 

Mientras tanto, Jungkook estaba en su tina dándose un baño de burbujas mientras bebía una copa de vino. Lágrimas caían por su rostro y de tanta ansiedad se había rasguñado todo el cuerpo, por lo que ahora el jabón ardía en su piel.

—Realmente quiero irme a la mierda ahora...— sorbió su nariz. —Pero no puedo hacerlo... ¡No tengo por qué huir! ¡Tampoco soy yo el que debería sentirse avergonzado!— golpeó la pared.

Honestamente, le daba igual si Hoseok lo encontraba. No quería verlo pero tampoco quería escapar de él, cuanto antes afrontara la situación y a toda la mierda que en ella había, podría irse a cualquier otra parte del mundo mucho más tranquilo; sin sentir aquel enorme peso en los hombros.

No había podido pegar un ojo desde que llegó a su apartamento y realmente hacía dos semanas que no estaba comiendo adecuadamente. Sus pensamientos no dejaban de atormentarlo, estaba estresado y tan ansioso que sentía una crisis aproximarse. En un vano intento de relajarse se fumó unos cuantos porros pero, ni la marihuana le hacía efecto a estas alturas.

Ya no quería nada.

Salió de la bañera y se cubrió inmediatamente con su bata. Pasó a tirar la botella de vino y terminó haciendo un desastre en el suelo, puesto que se cortó las manos en un desesperado intento de recoger los pedazos.

—Duele...— se quejó mientras se lavaba las manos.

Dejó todo en el baño como estaba y suspiró, yéndose a su habitación y arrojándose a la cama con fuerza. Su cuerpo se sentía cansado pero a su vez no podía dormir porque su cerebro decidía que era momento de pensar en todas las decisiones de mierda que tomó en su corta vida.

Sin embargo, pronto terminó de cambiarse y tomó la bici que tenía en la entrada. Necesitaba despejarse porque estar sólo era igual a tener más tiempo para pensar y definitivamente lo último que necesitaba era seguir pensando. 

Pedaleó al único lugar donde sabía que no habría peligro, la casa de Minhyuk.

Apenas golpeó la puerta fue recibido por Lalisa, quien al verlo lo abrazó con fuerza antes de prácticamente arrastrarlo al interior de la casa con bicicleta y todo.

—¡Jungkook!—sonrió Minhyuk, antes de abrazarlo también. —Demonios, te llamé muchas veces y no contestaste... Hoseok estaba buscándote, me llamó preguntando por ti y le dije que no sabía nada...

—¿Qué sucedió?— preguntó la mujer. —Luces mal, Kookie.— tomó su rostro, comenzando a observarlo de todos los ángulos posibles. 

—Si les cuento... ¿Prometen no decir nada?— su voz se rompió.

—Por un demonio, claro que sí.— la voz del tatuado se oyó preocupada. —Vamos al sofá, te prepararé algo para tomar.

Lalisa lo guió hasta el sofá, moviéndose rápido para tratarse de una persona que tenía una enorme barriga.

—Puedes hablar con nosotros, Jeon. No vamos a decirle nada a Hoseok.— la rubia tomó su mano, reconfortándolo.

Decidió que iba a confiar en ellos, por lo que terminó contándoles todo lo sucedido desde ese fatídico jueves hasta el día de hoy. Recibió abrazos y lloró como un bebé, durmiéndose tiempo después ante el efecto del té de manzanilla.

—Está destrozado...— negó la mujer, mirando a quien pronto sería su esposo. —Voy por una manta.— se fue hasta la habitación.

—No pienso decirle nada a Hoseok...—relamió sus labios. —Jungkook no es de hablar así como así, por eso imagino lo mal que debe estar.— hizo una mueca.

Finalmente, la joven pareja cerró todas las puertas con llave y dejaron al peliazul durmiendo en el sillón, colocándole también una almohada para que su cuello no doliera por la mañana.

{♡}

Jungkook se despertó desorientado y se sentó de golpe, no recordaba cómo era que se había quedado dormido y ante los sucesos anteriores le fue imposible no pensar que era una especie de secuestro.

—¿Jungkook? Estamos en la cocina...— esa fue la voz de Minhyuk y pudo respirar mejor.

Allí en la mesa estaba alguien que justo en ese momento, no quería ver. Shuhua estaba mirándolo con ojitos de perro mojado.

—¿Qué quieres?— fue lo primero que dijo.

—Vengo a disculparme...— se puso de pie e hizo una reverencia. —Yoongi me contó por encima todo lo que había pasado cuando Hoseok quiso echarnos y... De verdad lo siento, no pensé que fuera por eso que él quería que te vigiláramos.— suspiró. —Pensé que era porque trataba de protegerte.— se encogió de hombros.

—¿Cómo supiste que estaba aquí?— la miró con ojos entrecerrados.

—Sólo hablas con Minhyuk, sentido común.— hizo una mueca. —Quita esa cara, no voy a decirle nada a nadie. Después de todo, no cociné junto a ti porque me lo hubiesen ordenado...— se acomodó el cabello. —No creo que podamos ser amigos, pero puedes contar conmigo.

—¿Por qué me dices esto?— preguntó con una mueca de confusión.

—No trabajaré más para Jung. Quiero criar bien a mi hijo y tener un mejor futuro.— sonrió. —Si Soojin quiere o no, igual voy a irme. Pero antes de eso, quería disculparme contigo.

Jungkook siempre supo que Shuhua era sólo una chica ingenua que había caído en aquellos sucios trabajos por error, y que aunque fuese algo tradicional, todo lo que ella anhelaba era formar una familia amorosa. Siempre se lo decía.

—Está bien. Acepto tus disculpas.— dijo luego de unos segundos.

—Gracias...— suspiró aliviada. —Eso era todo, nos vemos.— hizo una reverencia para que luego Minhyuk la acompañase a la entrada.

—Siéntate y desayuna.— Lisa palpó la silla a un lado suyo.

El peliazul asintió y se sentó con las únicas dos personas que no habían actuado jamás en su contra.

Cuando terminó de desayunar, ayudó con la mesa y luego se despidió de la pareja. Tomando su bici dispuesto a regresar a su departamento.

—¿No quieres quedarte unos días?—ofrecieron rápidamente.

—Estaré bien...— les sonrió. —No voy a esconderme porque no hay razón para hacerlo. Tampoco de huir. No soy yo el culpable.— se encogió de hombros. —Tampoco voy a morirme.

A duras penas, ellos lo dejaron ir.

Una vez en su casa, Jungkook acomodó su bicicleta y se sentó en la alfombra del living. Prendió el equipo de música y colocó su playlist de relajación; pronto se halló a sí mismo cayendo de espaldas y mirando hacia el techo, respirando profundamente.

Y estuvo a punto de quedarse dormido pero unos golpes en su puerta lo interrumpieron.

Solo diré que stream al teaser de Butter ♡

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