Capítulo Diecisiete.
Hoseok abrió los ojos, encontrándose cara a cara con un ángel.
—¡D-Despertaste!— le oyó decir mientras se acercaba a él. —Llamaré a los doctores...
Casi media hora después, unos hombres entraron con Jungkook siguiéndolos. El peliazul los miraba muy de cerca, porque ya no confiaba ni en su propia sombra. Le preguntaron cómo se sentía y lo examinaron, además de curarle las heridas con bastante delicadeza, lo cual el mayor agradeció bastante puesto que todo su cuerpo dolía.
Otra media hora más y lo dejaron libre, aparentemente todo funcionaba correcto en su cuerpo.
Jungkook tenía razón al llamarlo un idiota con suerte.
—¿Cuánto tiempo dormí?— preguntó.
—Una semana...— respondió el menor.
Hoseok se percató rápidamente de sus ojeras, cómo su cuerpo estaba más delgado de lo normal y el hecho de que habían marcas que, no había hecho él. También, que el lado derecho de su cama estaba desordenado.
—¿Quieres algo de comer? Puedo pedirle a las chicas que te preparen algo.— preguntó el peliazul.
—Sí... Lo que sea estaría bien.— asintió. —Dile por teléfono y ven conmigo...
—¿Por qué debería?— preguntó, esta vez con un tono brusco.
Porque a pesar de su preocupación y todo el amor que le tenía, aún estaba enojado y tenía derecho a estarlo. Él odiaba las mentiras y le hería demasiado que fuese Hoseok quien se las dijera. El corazón quería lo que quería, pero querer no es lo mismo que necesitar. Sin embargo, Jungkook necesitaba y quería a Hoseok con todo su ser; pero aquello no quitaba el dolor de sus acciones.
Eran sentimientos conflictivos.
—Porque yo te lo pido...— susurró, sentándose lentamente en la cama.
—¿Y qué gano yo haciendo lo que tú me pides?
—Nada, en realidad.— apretó las sábanas. —Pero yo quiero estar contigo.
—Qué curioso, pensé que siempre habías estado conmigo todo este tiempo.— se encogió de hombros. —Ya sabes... La vigilancia, las cámaras, los rastreadores...
—¿Me escucharías? Puedo asegurarte que tengo una muy buena explicación y realmente quiero que sepas todo.— pidió. —Esta vez sin mentiras, amor.
—Quizá más tarde, y no me digas amor.— bufó. —Ahora mismo sólo quiero dormir, porque llevo tres días sin pegar un ojo.
—Lamento haberte preocupado...— lo miró fijamente. —Escuché tu voz... Gracias por seguir amándome.
Sin poder evitarlo, las mejillas del menor comenzaron a hormiguear y muy pronto pudo sentir que todo su rostro estaba rojo. Hizo un puchero antes de darse la media vuelta e irse de la habitación, anunciándole al pelirrojo que dormiría en la habitación de al lado.
Hoseok sintió que era afortunado y no por el hecho de estar vivo, sino porque a pesar de toda la mierda que los rodeaba y todos sus errores, que casualmente cometía uno tras otro, Jungkook seguía a su lado y jamás cambiaba sus sentimientos. Y le daba miedo que Jungkook alguna vez descubriese que podía tener a alguien mejor, porque no soportaría perderlo... Pero tampoco podía culparlo, había sido el imbécil más grande del mundo con él y en vez de disculparse y hacer bien las cosas, simplemente seguía cagándola más.
Un rato después, Shuhua le subió la comida acompañada de Zack, con quien se entretuvo balbuceando un rato.
Comió tranquilamente pero sin embargo, un tiempo después no soportó más la idea de estar separado de Jungkook. A duras penas se puso de pie, tomando el bastón apoyado en su mesita de luz que al parecer, era cortesía de Soojin. Ella era tan pero tan graciosa cuando quería.
Abrió la puerta y pudo ver al peliazul sentado en el balcón, mirando hacia el cielo gris y nublado tan típico de allí.
—Hablemos aquí en la cama, si me siento en el suelo no creo que luego pueda levantarme.— dicho esto, se recostó lentamente en la cama.
—Yo no tengo nada de qué hablar, el único que tiene que hacerlo aquí eres tú.
—Entonces toma asiento porque va a ser una historia muy larga.— advirtió.
Jungkook se acomodó a los pies de la cama, mirando al pelirrojo.
—Empezó cuando tú tenías once años, ¿recuerdas que fuiste secuestrado por un maniático a esa edad, no?— el mencionado asintió. —Bien, tu padre logró salvarte esa vez y todo fue genial, pero... Qieong estaba obsesionado contigo, no paraba de hablar de tu pureza y no sé qué diablos más, era repugnante.— le dieron escalofríos. —Entonces él acabó con la vida de tu padre y eventualmente la de tu madre... Tu padre y mi padre eran mejores amigos, así es como llegaste a conocerme. Tu padre le pidió al mío hacerse cargo de ti en caso de que algo pasara y...— se rascó la nuca. —Pasó, tus padres murieron y fuiste enviado con tus abuelos, que también corrieron con la misma suerte, incluso mi padre.— suspiró. —Todo fue obra de Qieong y el bastardo sabía que yo no iba a dejar que algo te ocurriese, por eso también quiso acabar conmigo.
—¿Y eso cómo demonios justifica tus mentiras?— preguntó bruscamente.
—Fue parte de mi plan para poder atrapar a Qieong. Tuve que ponerme en su maldito lugar para poder entender cómo pensaba y créeme que, aún sigo sin comprenderlo del todo.— relamió sus labios. —Zhou tenía unos problemas mentales importantes, algo así como una esquizofrenia sin pastillas porque odiaba tomarlas.— explicó. —Él era invisible y sólo daba señales de vida cuando tú y yo peleábamos o cuando yo tenía que salir por trabajo. ¿Jamás te sentiste observado esas veces?— le preguntó.
—Uhm... De hecho sí...— asintió.
—Eran sus hombres, andaban tan cerca de ti como podían.— suspiró. —Zhou pensaba que si te ibas voluntariamente de mi lado y él te encontraba, te apoyarías en él...— explicó. —Fue entonces cuando me decidí por llenarte de cámaras, rastreadores, micrófonos y cualquier vigilancia que tuviese a mi alcance.— esta vez su voz se rompió. —N-No fue porque no confiase en ti, d-de verdad quería protegerte y-y... Realmente iba a morir si algo te ocurría.— tomó su mano. —En un momento, me dió miedo incluso que fueras a la tienda de víveres que solía estar a la vuelta de casa...
Jungkook estaba mudo.
—Comencé a tratar de localizarlo pero siempre que me acercaba, él desaparecía y entonces llegué a la conclusión de que tenía que hacerte daño. Sólo así él se acercaría a tí, y yo podría matarlo de una vez por todas para tenerte sano y salvo.— tomó aire. —Mi pecho pesaba, y cuando me enteré que ibas a entregarme a la DEA me sentí aún peor... Más tarde entendí por qué, esos bastardos quemaron nuestra vieja casa pensando que yo estaba dentro. — sorbió su nariz. —Yo jamás dejé de creer en ti, sigues siendo la única persona a la que le confío mi vida.— sonrió. —Honestamente, todo este plan sólo estaba en mi cabeza. Ni Yoongi, SeokJin, las chicas o Jinwoo sabían de él. De hecho, a todos les conté una historia distinta del por qué te vigilaba tanto, ni me acuerdo que fue lo que les dije.— suspiró. —Cuando te hirieron en Miami, eso tampoco debería haber ocurrido, las personas que hicieron mal su trabajo ya pagaron por ello.— continuó hablando. —Pero necesitaba que me despreciaras, para asegurarme de que mi plan no fallara... Y aún así... Fallé.
Y esta vez, Hoseok rompió en llanto.
—Tendría que haber interceptado a Zhou antes de que llegase a tu apartamento, pero tomó a mis hombres por sorpresa y mató a la mayoría. Sólo Minhyuk y Jinwoo salieron vivos de allí.— mordió su labio. —Fue allí cuando recordé todos los micrófonos y rastreadores. Te salvaron tus mugrosas converse rojas.— rió.
—¿Mis converse?— lo miró confundido.
—Tus converse rojas, las primeras zapatillas que compraste con tu propio dinero, Kookie. Aún las conservas y es lo que más usas, aún cuando están tan gastadas... Hay un rastreador en ellas.— negó. —Lo siento, de verdad estaba asustado.— sorbió nuevamente su nariz.
Jungkook por impulso comenzó a acariciarle el cabello. No le gustaba verlo llorar.
—Yo de verdad lamento no haber llegado antes... ¿C-Cuánto daño te hizo?— preguntó.
—No hizo mucho, sólo b-besó mi cuello y me baboseó un poco pero... Puedo superarlo, no te preocupes por ello.— negó, no queriendo tocar demasiado el tema porque le daba náuseas.
—Todo estará bien ahora, esta vez lo prometo. Por ti.— ignorando el dolor de su cuerpo, atrajo al menor hacia su regazo y lo acunó entre sus brazos. —Mataré a cualquiera que intente hacerte daño.
—¿No más secretos ni mentiras?— le preguntó.
—No. Ya no más.— descansó su pera en su cabeza. —Te amo.
—Te amo más.— le sonrió con ojitos brillosos, aquellos que solamente tenía cuando miraba a Hoseok.
Esta vez, Jungkook sintió sinceridad en su voz y pudo quedarse dormido plácidamente al oír su corazón.
Debo pensar porque actualizo tan tarde f
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