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➤S I R E N S O N G; chapter one



          EL EMPERADOR siempre fue descrito como una figura intocable, inalcanzable. Jaider de Secramise solía reír con amargura ante aquellas palabras dichas con admiración u envidia; no podían estar más equivocados, cegados ante una imagen vendida por los medios.

Porque aquello no era más que una vil fantasía.

Los emperadores decían ser figuras intocables cuando únicamente dejaban de lado al gran consejo noble y condenaban a muerte al pueblo; intocable, decían porque causaban miedo y pánico hasta que uno se alzaba en medio del caos para traer paz, estabilidad y comida. Inalcanzable, porque nadie vivirá eso, nadie tiene que vivir eso y nadie lo hará. Jaider lo sabía, lo vivió y su cuerpo aún lo resiente con un dolor desbordante.

Él no era más que un príncipe desechado, un niño que tuvo el infortunio de encontrarse con un emperador enojado. Y él, siendo un joven niño asustado, sólo pudo aceptar su nuevo infierno.

Pero el se alzó en medio del caos y dominó su infierno para convertirlo en su reino, su imperio.

Jaider de Secramise es el emperador inalcanzable.

Y está cansado.

Porque no deseaba gobernar, no cuando nunca hubo preparación para nada de eso. Él no estaba listo, solo servía para la guerra y ellos se aprovecharon de ello; obligado a casarse con tres mujeres de distintas sociedades: Roserise era la rosa azul, la emperatriz, por pertenecer a la realeza y ser igual de mentirosa. Benela era la rosa roja, su cuncubina, por pertenecer a la nobleza y ser tan hermosa como trágica. Marigold, oh, ella el girasol; fantasiosa, dependiente y codiciosa, era la amante.

Pero él no quería nada de eso; había luchado por obtener algo de paz, pero sólo consiguió cadenas que lo obligaban a actuar según les plazca.

—¡Bah!

El tenue grito de enfado hizo que Jaider volviera en si, prestándole atención a la pequeña princesa sentada en su regazo pareciendo haber sido ofendida por alguno de los papeles frente suyo.

—¿Es tan odioso el Márquez Karl? —conteniendo una risa, el emperador... no, el padre de la pequeña, Jaider, le sonrió con un amor tan paternal que se sintió en paz consigo mismo. —No es tan malo, ¿sabes?

En respuesta, la princesa balbuceó con enojo.

—¡Blehg, wuah, ma! —"¡Es la propuesta más terrible del mundo! ¡¿Es esa persona tan estúpida?!" Kiara odiaba a las personas así y estaba decidida a nunca dejar pasar la situación que... ¿Ella siempre fue tan intensa? No lo recordaba. —¡Bah!

Kiara decidió tomarse unos momentos para cuestionar qué estaba mal consigo misma.

¿Sería, tal vez, el hecho de que era un bebé?

—Bueno, algo ha de tener el condenado para que mi Ángel lo encuentre desagradable. —Jaider comenzó a leer con atención los papeles.

Y lo tiene.❜ Kiara quiso asentir con la cabeza, pero terminó cayendo hacia adelante... para el susto, casi infarto, de Jaider.

—Cuidado, Ángel mio. —Jaider sostuvo con más firmeza el pequeño cuerpo de su princesa, dejando que su corazón se calme después de ese susto.

Kiara rió.

Y mientras Jaider escuchaba esa dulce risa, sonrió con los ojos húmedos aceptando que debió haber tomado la decisión correcta; Kiara de Secramise es el pequeño ángel que llegó a su vida para rescatarlo de su miseria, permitirle tener una vida y ser un buen padre.

Aún si no supiese que camino seguir, o cómo enfrentar la vida de casado, estaría bien mientras su pequeño y diminuto Ángel y su hermosa rosa roja estuviesen con él. Porque, al final, su rosa roja siempre podía cosolarlo incluso en sus peores días.

Tal vez... también pueda formar parte de la vida de Bavilo, puedo hacer tiempo para asistir a su competencia.❜ Jaider sintió como un peso desaparecía de sus hombros al pensar en una pequeña familia de cuatro.















Oh, las cosas estaban cambiando.
























Bavilo tomó con cuidado a su pequeña hermana; ella se sentía diminuta, frágil, entre sus brazos.

Aún podía recordar la primera vez que la vio y ella le sonrió tan bonita como esos bebés en los cuentos. Fue una toda una experiencia, fue la primera sonrisa genuina hacia su persona y vino de su hermanita.

¿Era normal que su corazón se agitara de esa forma?

Su hermana menor era una cosa curiosa y escandalosa, siempre parecía tener algo que decir al respecto... aunque Bavilo no pudiese entender sus balbuceos de bebé. Eso no quitaba que era divertido seguirle el juego, sus risas eran dulces.

—Me gustas —decidió compartir Bavilo mientras le acomoda el lindo sombrero lila a su hermana. —, eres la única que no parece odiarme en ésta familia.

Los grandes ojos de su hermana le observaron con atención mientras terminaba su misión casi imposible, porque los sombreros y Kiara no se llevan bien.

En otro momento se habría sentido intimidado por esos ojos; eran grandes y de un violeta intenso como los de su padre... como su abuelo. No era secreto para nadie que era el príncipe menos valorado, menos querido, dentro de la familia imperial. Pero los ojos de Kiara eran más amables y brillantes.

Siempre parecían contener el brillo de mil estrellas cada vez que sus miradas se encontraban.

—¡Bah!

La pequeña y gordita mano de su hermana se cerró de golpe sobre su nariz haciéndole soltar una risa involuntaria; Kiara a penas tenía la fuerza suficiente para cerrar sus manos por lo que aquello no dolía.

Kiara nunca le hacía daño, eso... ¿podía esperar que eso siguiera igual en el futuro?

—Eres una estrella llena de energía, ¿no es así? —Bavilo sonrió, dejando que su hermanita jugara con su rostro y la sonrisa de Kiara fue especialmente brillante esa vez.

Qué dulce...









































Todas las piezas fueron cuidadosamente puestas en el tablero; las estrellas quedaron bien alineadas y las alianzas fueron pactadas.

Los dioses lanzaron los dados y eligieron a una estrella para comenzar el juego; los héroes resoplaron ante la vista, maldiciendo a los dioses por su depravación.

Pero, ¿qué se podía hacer?

Aquella estrella debía sobrevivir por si misma, debía aguantar la maldición puesta sobre su cabeza; el destino se había arriesgado en salvarla, debía devolver esa amabilidad.

Aunque el juego fuese brutal y las estrellas no conocieran piedad...

Kiara de Secramise debía sobrevivir y convertirse en una santa.

Y, por Astotelia, que así sea.










↳nota

buenas, ¿qué tal?

ay, lo hice super rápido y casi sin ganas... qué decirles. pero es que no comienzo ahora no lo haré nunca, ¡nunca!

me calmo, me calmo.

verán, yo dije que habrían yanderes en la familia imperial... ¿saben cuales son?
*risas malvadas*

sí, también, voy tener que modificar un par de cositas por las nuevas normas, pero todo bien... creo¿

ah, ¿les gusta ésta historia?

¿hay algo que les llame la atención?

¿algo que lean y piensen: "mALDITA sea, ella no lo hará; esta escritora no lo hará, ¿verdad?"?

porque estoy segura de que esto tira para ¡uff! mucho contenido oscuro y perturbador, pero...

en fin, buenas noches.

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