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03: End of a pirate ship.

╭──────────╮
ACT ONE | SIREN
E3T1: CHASING A DREAM
Fin de un barco Pirata
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Maratón 3/3
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Humanos; Piratas, no hay mucha diferencia. Todos son cortados por la misma tijera. Arrogantes criaturas terrenales que se creían con el poder absoluto sobre toda vida existente en aquel basto mundo de posibilidades, despreciando a cualquiera que consideraban inferior y destruyendo aquello que consideraban como una amenaza para reafirmar sus dominios y su voluntad como soberanos de todo el mundo. Tierra o mar, ellos debían sentirse en la cima de todo. Ellos debían estar por encima de una pirámide construida por su propia mano, porque no podían tolerar el simple hecho de ser inferiores a nadie más que ellos mismos.

Pero la verdad sea dicha: Incluso algo tan ordinario como un ser humano (o pirata) puede sentir miedo. Miedo a lo desconocido, a lo incontrolable. Y lo que es peor: Miedo hacia aquello que alguna vez creyeron extinto y fue, entre todo lo demás, lo único que no pudieron dominar.

—¡Por las barbas de Neptuno!

—¡¿Qué-Qué es-es eso?!

—¡¿Un monstruo?!

—¡Una bruja del mar!

La capitana Alvida no habia sido la única sorprendida ante la estremecedora visión que se estaba desarrollando frente a sus narices. Muchos de sus piratas que habían estado junto a ella y habían presenciado el cambio, al ver lo que ella habia visto, exclamaron y dieron un par de pasos lejos de la chica-pez, como si de pronto se hubieran percatado del peligro que era estar cerca de ella y no lo hubieran notado hasta ese momento.

La sonrisa de Cora se ensanchó, mostrándose complacida por el terror que habia generado en sus rostros, el pavor en cada una de sus facciones y parpadeó, ladeando la cabeza con un gesto que solo pudo haberse interpretado como el de una niña inocente que contempla sus nuevos juguetes de entretenimiento.

La capitana Alvida, no obstante, se rehusó a dar un paso hacia atrás. Siendo la capitana del navío y, por ende, la figura con mayor rango del lugar, era de esperarse que mostrara una actitud digna de su título. Ahora bien, aunque no se apartó tanto como se hubiera esperado, Cora pudo divisar cierto temor oculto detrás de su mascara impenetrable, como una fisura rota que se habia creado al comprender (o como si hubiera visto) algo que los seguidores que la respaldaban ignoraban sin darse cuenta.

¿Será posible que supiera lo que Cora era en realidad?

—Mátenla. —La orden salió como un murmullo apenas audible de sus labios, pero como la cubierta en si se encontraba envuelta en un silencio casi sepulcral, muchos pudieron entenderla. A pesar de eso, ninguno fue capaz de mover un solo musculo hacia la chica-pez, que esperaba pacientemente en su lugar y en silencio. Al ver que habia sido ignorada por sus perros sarnosos, la capitana Alvida grito con un deje de desesperación en la voz— ¡He dicho que la maten! ¡Ahora!

Las espadas fueron desenvainadas en el acto. Las burlas, risas y jarras de cerveza habían sido olvidadas en el pasado. Los piratas, que hasta ese entonces se habían mostrado de manera despreocupada, se volvieron tenaces al momento de dar un paso hacia la chica con evidentes intenciones asesinas en el rostro. Pero cuando estuvieron a punto de tomarla entre sus garras y cumplir de esa forma la orden de su superior, la polizona se volvió entre sus dos pies y comenzó hacer algo que los dejo a todos estáticos en su lugar.

Comenzó a cantar.

Están solos
A la deriva en el mar
Viviendo la vida sin un propósito
Apenas flotando en la superficie

Las palabras brotaban como seda de sus labios, tan suaves como la brisa que habia comenzado a soplar y alborotaba ligeramente las hebras de su cabello que descansaban sobre sus hombros. Una melodiosa voz, que no podría comparársele a ningún ser común de este mundo, habia sido capaz de petrificar a toda la tripulación que observara a la chica de ojos refulgentes, tocando cada verso como si del pétalo de una rosa se tratase; Como una canción de cuna que endulzaba el oído y nublaba la mente únicamente a su merced. La orden de asesinato habia sido olvidada, borrada con un PUF de sus inconscientes.

Luego vino
Una hermosa criatura
Cuerpo brillando en el agua
Ojos esmeralda llenos de asombro

Cora cantaba con la mirada puesta en todos y cada uno de los piratas que la rodeaban, asegurándose de que todos y cada uno de ellos tuviese la atención fija en ella, y solo en ella. No paso mucho tiempo para que todos y cada uno soltaran sus armas, que cayeron a sus pies con un estruendoso sonido. Pero ni siquiera una tormenta podría haber perturbado la paz en la que estaba envuelta la tripulación entera. Como si el único sonido que pudieran percibir sus oídos fuera el de su voz, el de la atractiva e hipnótica canción que parecia alimentar sus hambrientos y codiciosos corazones.

Ella los llevo a lo más profundo
Donde todo el océano dormía
Les mostró los secretos que guardaba
Mientras en sus brazos los ahogaba y los hundía.

Y entonces cada pirata, cada hombre y alma que hubiera sentido y escuchado su voz, como una fila de domino, se derrumbó, sucumbiendo en un profundo sueño a los pies de su canción.

Cora desvió la mirada hacia la capitana Alvida, quien era la única que se resistía al encanto de su voz. La formidable mujer que habia parecido imperturbable, como una coraza de hierro semejante a su mazo tenía los ojos abiertos como platos, observándola con estupor. Un desconcierto que solo podía compararse con el terror que carcomía cada hueso, cada nervio de su cuerpo. Lo sabía, por el modo en el que sus nudillos temblaban sujetando el mango de su arma, estaba luchando contra su propio dilema interno. Sin mucho esfuerzo Cora pudo adivinar el hilo de sus pensamientos, pudo sentir el deseo que tenia de lanzar el arma hacia su cabeza, pero algo la detenía.

En parte era la canción, eso era seguro, pues estaba poniendo hasta la última gota de su energía para asegurarse que el hechizo penetrara hasta la mente más fuerte, pero, también, habia una resistencia propia. Como si la capitana Alvida supiera, o hubiera comprendido, que criatura era la que tenía en su barco y se rehusara a cometer un error que pudiera costarle la vida.

El pensamiento entusiasmó a la chica-pez, quien se aseguró de enviar una onda más profunda de sueño en el siguiente verso de su canción.

Ella dijo: Silencio
Seré tú estrella guía
Te mantendré cálido y a salvo
Silencio, sigue mi canto de sirena
Te guiare a través de la tormenta

Aquello habia sido suficiente incluso para la gran capitana Alvida, quien sin poder evitarlo sucumbió sobre la pila de cuerpos que descansaban y respiraban de forma acompasada. El maso con forma de caballo se arrastró lejos de su mano, ahora abierta y vacía.

Cora esperó unos segundos sin moverse, contemplando su hazaña con una expresión inescrutable en el rostro mientras sentía como la magia que habia liberado regresaba a ella con la misma fuerza de una vela, como las débiles llamas de una fogata que habían consumido toda la leña a su paso y se hubiera quedado sin nada más para dar. En ese efímero momento de tranquilidad la chica-pez solo pudo sentir como su corazón latía violentamente en su pecho; como sus manos sudaban frio por la sensación de vacío en su cuerpo. Y solo entonces, en soledad y sin ningún peligro al asecho, pudo soltar un largo suspiro de alivio.

Habia estado muy cerca.

Decidió entonces seguir adelante con su plan, pero apenas habia movido un pie para alejarse de los cuerpos durmientes cuando un ruido alteró su más reciente y adquirida calma. Los vellos de su brazo se erizaron ante la presencia de un inminente peligro y sus alarmas se activaron hasta poner cada musculo de su cuerpo de nuevo en tensión.

¿Y ahora que podrá ser...?

Cora se giró hacia la fuente de aquel extraño chirrido, pero solo encontró un par de cabezas asomándose en lo que parecia ser la escotilla del navío. Estuvo lista para tomar prestada la espada de algún pirata dormido con la intención de atacar si era necesario, pero entonces sus ojos divisaron aquel característico sombrero de paja tan familiar y, así como habían estado latiendo como loco, su corazón se paralizo.

—¡Aja! ¿Lo ves, Koby? Te dije que reconocería esa voz en donde fuera —Exclamó esa voz, su voz, sonando evidentemente feliz mientras salía de la escotilla con una figura encorvada detrás. En cuanto sus ojos se encontraron con los de la castaña, se mostró aún más contento— ¡Cora!

—¡Cierra la boca!

Cora no se molestó en devolver el saludo. La sirena, que hasta ese momento habia permanecido en un estado de shock sin poder creer del todo que por fin hubiera conseguido a su capitán con vida, se abalanzó sobre su cuerpo tan solo para acallarlo, colocando ambas manos en su boca con el ceño fruncido mientras lo fulminaba con la mirada. Lo menos que le apetecía a Cora era despertar a los casi veinte piratas que dormían plácidamente a sus pies, incluyendo a su capitana. Pero como Luffy siguiera gritando a los cuatro vientos sin cuidado, todo se iría al demonio.

—¡Mhm!

Luffy la miró con los ojos bien abiertos, soltando sonidos ahogados que pudo percibir como un «¿Qué? ¿Qué sucede?»

Pese a eso, el chico dirigió una rápida mirada a su alrededor y comprendió porque debía guardar silencio y tras asentir repetitivamente un par de veces, la chica-pez lo liberó. Cuando lo hizo, Luffy se deshizo de dos tapones de corcho que habían estado dentro de sus orejas y que hasta ese momento Cora no se habia percatado que habia llevado encima. Al mirarlos, alzó una ceja con desconcierto.

Conque así se habia protegido de su hechizo. Bueno, ahora todo tenía sentido. Ya no le parecia tan raro que el chico con sombrero de paja estuviera gritando como un loco. Cora decidió dejarlo pasar con un suspiro exhausto.

—¡Por mis escamas, Luffy! —Exclamó en susurros, sonando bastante disgustada, olvidándose de todo lo demás mientras se aseguraba de que estuviera bien y en una sola pieza. Sus ojos escanearon el cuerpo del chico en busca de cualquier señal de herida o malestar— ¡Te hacia comida para tiburones! ¿Estas bien?

Luffy sonrió de oreja a oreja, mirándola con diversión mientras se dejaba examinar de pies a cabeza por la chica-pez.

—Lo estoy. Además, no creo que no sería apetitoso para los tiburones —Dijo—. Soy puro huesos y poca sazón.

Tras una rápida inspección y a la vista que el chico con sombrero de paja no tenía nada más que su característico sentido del humor intacto, Cora pudo mirarlo con severidad y, sin sentirse ni un poquito culpable, lo golpeó fuertemente en el hombro.

—¡Ay! —Se quejó Luffy entre la confusión y la sorpresa, frotándose la zona en la que habia sido agredido. Miró a la chica con los ojos como platos— ¡¿Por qué ha sido eso?!

Cora bufó, taladrándolo con la mirada.

—De ahora en más, si te vuelves a dormir en una situación así, yo misma te arrojare de cabeza al océano, ¿Te ha quedado claro?

Luffy parpadeó.

—Como el agua.

Con un peso menos sobre sus hombros, la rigidez que habia estado envolviendo a la sirena se disipó notablemente. Solo entonces pudo prestar atención a la segunda figura que los acompañaba y que era ajena de su confianza, a aquel chico debilucho y de baja estatura que se encontraba detrás de su capitán. Tan pálido como el papel, luciendo nervioso al mismo tiempo que se acomodaba los anteojos cada dos por tres. Tenía toda la pinta de querer tirarse de la plancha por sí mismo con tal de no tener que soportar la penetradora mirada de la chica-mitad pez, quien lo observaba como si quisiera hacerlo picadillo.

—¿Y quién es él? —Cuestionó, sin esforzarse en parecer amigable frente a un desconocido— ¿Otro de la tripulación de esa arpía? ¿Lo noqueo aquí mismo?

Dio unos pasos hacia el frente, con la intención maliciosa en el rostro. El renacuajo pálido de cabello rosado, en cambio, dio un par de pasos hacia atrás, abriendo muchos los ojos con temor.

—Yo-Yo...

Luffy se interpuso entre ambos, bloqueando al chico del campo de visión de la castaña. Cora miró a su capitán con confusión, pero este solo le devolvió una expresión inflexible, casi de advertencia.

—Él no es nuestro enemigo, Cora —Fue lo que dijo, soltando las palabras con lentitud, como si temiera que la sirena no le hiciera caso e hiciera daño a su más reciente aliado—. Koby nos ayudará a salir de aquí.

Cora arrugó aún más el entrecejo, pensando en donde habia escuchado tal nombre antes. Sus ojos, aunque desconfiados, pasaron del chico asustadizo a su mejor amigo un par de veces, sospechando; recordando los últimos eventos, antes de comprender y preguntar con una mueca de desagrado.

—¿Eres Koby, el chico que le haría masajes antes de dormir a esa horrible mujer?

El chico no pudo ocultar la incomodidad por la pregunta formulada. Mucho menos aun cuando furtivamente le dirigió una mirada al cuerpo inconsciente de quien era su capitana. Alvida, como toda su tripulación, ahora descansaban al otro lado de la cubierta, roncando como lo haría una bestia marina gigante. Cora lo observo con atención, dándose cuenta del ligero temblor que carcomía sus debiluchas extremidades ante la visión de quien era su líder en tan humillante posición. Si le afecto en algo la escena que ella misma habia armado, no lo mencionó.

—Soy yo —Dijo por fin, no pareciendo orgulloso en lo absoluto. Luego, con un poco de atrevimiento, Koby levantó los ojos para analizar a Cora, a la chica que habia sido capaz de dormir a toda su tripulación con una sola canción. Desafortunadamente no llegó muy lejos en su inspección al encontrarse con los helados ojos de la sirena, que lo escrutaban como cubitos de hielo a pesar de su cálido color. El rostro de Koby se calentó en modo de respuesta, pero pregunto tímidamente, señalando a Luffy con un gesto de cabeza—: ¿Y-Y tu-tu eres la compañera de él?

La chica-mitad pez entrecerró los ojos en su dirección. La desconfianza brillando peligrosamente en su mirada, pero, sin ánimos de comenzar un segundo enfrentamiento, espetó de malos modos:

—Cora, me llamo Cora.

El chico de cabello rosado asintió y se abstuvo de soltar un nuevo comentario al respecto, concentrándose solo en jugar con lo que parecían ser un par de tapones de corcho entre los dedos. Luffy, quien habia estado presente mirando alternadamente el uno de otro en su intercambio de palabras, volvió a sonreír de oreja a oreja, regresando el buen humor a la escena.

—Muy bien. Ahora que hemos realizado las debidas presentaciones, ¿Por qué no nos guías hacia la mejor ruta de escape, Koby?

El chico de anteojos de pasta volvió asentir, y fue el primero en moverse hacia las escaleras que daban hacia la popa con cuidado de no pisar a ningún pirata en el camino, arrastrándose incluso por los escalones de madera con ambas manos para evitar hacer ruido. Luffy, por otro lado, lo siguió por detrás con movimientos despreocupados, mirando a su alrededor con absoluta fascinación y sin parecer sorprendido por la masa de cuerpos que se apilaban a su alrededor. Es más, ni siquiera reparó en ellos mientras echaba un vistazo a todo lo que pudiera generarle interés.

Cora, quien fue la última en seguirlos, moviéndose con aburrimiento por entre el campo minado de piratas dormidos. No obstante, cuando estuvo a punto de subir los escalones también, su equilibrio se vio afectado por una extraña fatiga que hizo que desfalleciera hacia el suelo. Aunque habia puesto de sí misma para evitar caer, sosteniéndose de los barandales con fuerza, no impidió que sus rodillas se debilitaran y la enviaran sin tregua hacia los escalones que tercamente se habia propuesto a subir.

Luffy fue quien detuvo su caída, sosteniéndola por la cintura antes de que pudiera tocar el suelo.

—¿Estas bien, Cora?

No, no lo estaba para nada.

Cora trató de recomponerse, rápido, sin mirar el deje de preocupación que pintaban las facciones de su capitán. Si habia algo que la chica-pez detestaba más que comer pescado o beber agua dulce, era parecer una carga en medio de situaciones como por las que estaban pasando. Era consiente que admitir su debilidad no era una opción, no cuando ni siquiera habían podido salir de aquel problema. Por ende, la sirena se abstuvo a mostrar cualquier rastro de malestar a su mejor amigo, se aparto y se sostuvo por su cuenta con algo de esfuerzo. El mareo pasó, de a poco, pero lo hizo.

—Solo es un simple agotamiento —Murmuró la sirena, quitándole hierro al asunto mientras seguía subiendo—. Estaré bien una vez hallamos salido de aquí.

—Pero estas pálida —Insistió Luffy, siguiéndola muy de cerca. Apartó varios mechones de cabello de su frente y al momento en el que su piel hizo contacto con la de ella se alarmó— ¡Y estas ardiendo!

Ah, Cora no supo cómo responder a eso, ¿Con que por eso sentía más frio de lo usual? Y ella que habia creído que se trataba del clima templado.

Bueno, no tenía por qué sorprenderse, no con todo el esfuerzo que habia estado invirtiendo desde el momento en el que se dispuso arrastrar un barril por casi dos días en alta mar. Además, subir un barco en movimiento tampoco habia sido una tarea sencilla, no si más tarde habia decidido usar casi todo el poder que habia estado almacenado para dormir a un buen número de piratas gruñones. Desde el primer momento se habia mantenido en movimiento sin descanso alguno. Si por algo la sirena debía sentirse sorprendida, era por seguir aun en pie a pesar de todo lo que habia hecho para poder llegar hasta allí.

No obstante, repuso tercamente:

—Estoy bien.

Luffy iba a replicar una tercera vez, no muy seguro de sus palabras, cuando de pronto escucharon el llamado entre susurros de Koby, quien los habia estado esperando todo ese tiempo arriba, junto el timón del navío.

—¡Chicos! ¡¿Qué están esperando?!

Cora fue la primera en adelantarse, escapando de ese modo de la mirada inquisitiva del chico con sombrero de paja, quien la siguió por detrás con el ceño fruncido, pero sin objetar nada más sobre el tema.

—Muy bien —Exhaló Cora, mirando a su alrededor en busca de aquello que podría sacarlos de allí, pero encontrándose solo con más cuerpos apilados de piratas dormidos. También estaba el cuerpo semidesnudo del navegante que habia agredido antes, pero hizo como si no lo hubiera visto y se dirigió a Koby con frialdad— ¿Cómo precisamente nos sacaras de aquí?

—Pu-Pueden tomar uno de los botes auxiliares de Alvida —Tartamudeó el chico, sin hacer contacto visual con ella y dirigiéndose solo a Luffy—. Vayan hacia el norte y encontraran tierra firme en unos días.

Cora asintió, adelantándose en buscar las cuerdas que ajustan los botes auxiliares, pero allí estaba Luffy, todo un personaje que no podía pasar inadvertido, aunque hubiese querido, tomando entre sus manos un gigantesco palo de remar y, tras afirmar que necesitaba uno parecido para sí mismo, miró a Koby con confusión.

—Norte... ¿Cuál es el norte?

Al momento de hacer la pregunta dio un giro de ciento ochenta grados. Aquello no hubiera podido ser nada si no fuera porque lo habia hecho con el remo aun entre en sus manos. Y aunque Cora ya estaba allí en un milisegundo más tarde, gritando una advertencia en susurros, no pudo evitar que el dichoso palo chocara con la campana del navío que era usado especialmente para alertar a la tripulación de nuevos barcos, tierras o, en este desafortunado caso, levantar el hechizo que habia puesto Cora sobre los piratas que yacían dormidos en el barco. El estruendoso sonido que dejo atrás fue ensordecedor incluso para los tres chicos que saltaron del susto.

La castaña se giró hacia su capitán con una mirada asesina. Este tan solo pudo mirarla con una expresión de inocencia.

—¿Oops?

—¡Me lleva un kraken, Luffy!

¿Para que se molestaba? No es como si fuera la primera vez que sucedía algo así, después de todo era Luffy de quien estábamos hablando, una razón de más para que Cora se resignara y se tragara las malas palabras. Y en el momento preciso, pues un nuevo problema se estaba desenvolviendo frente a sus narices.

La tripulación de piratas de Alvida despertó, uno por uno, entre gruñidos, quejidos y movimientos desorientados. La chica-pez pudo sentir como el hechizo que habia nublado sus mentes se desvanecía con el viento, una prueba de que por mucho empeño que le hubiera puesto este habia sido débil, producto solo de su agotamiento. De otra forma no hubiera sido roto tan fácilmente, pero era lo que habia. Debian adaptarse, y rápido.

Luffy miro a los piratas con las cejas levantadas hasta el nacimiento de su cabello.

—Supongo que ya no puedes volverlos a dormir, ¿Cierto?

Cora le dirigió una mirada significativa.

—¿Tu que crees?

La capitana Alvida fue la ultima en aparecer entre los cuerpos corpulentos y, de forma inesperada, Luffy se colocó frente a Cora, cubriéndola con su cuerpo. Esto no le gustó a la sirena, quien estuvo a punto de objetar al respecto cuando la capitana, de muy mal humor, se puso frente a ellos.

Pese a que estaba cubierta por las figuras de ambos chicos, Cora pudo apreciar la furia helada que transmitía la postura de Alvida, una emoción peligrosa que prometía el peor de los escenarios. La mujer, a pesar de haber estado dormida por un corto periodo de tiempo, parecia como si nunca hubiera estado roncando como bestia gigante en la cubierta. Sus ojos, tan negros como la madriguera de conejo, estaban tan lucidos, tan llenos de venganza asesina que, por un momento, el temple firme de Cora se vio afectado por pequeñas fisuras. No estaba en sus cinco sentidos para un enfrentamiento, y eso le preocupaba más de lo aparentaba por fuera.

Y entonces Alvida puso sus ojos en Koby, y un brillo peligroso destello en su mirada.

—¿Qué significa esto? —Preguntó.

Cora y Luffy miraron a Koby, quien temblaba de pies a cabeza con el rostro tan pálido como la cal. Tenia pinta de que colapsaría en cualquier momento por culpa del pánico. Pánico hacia su capitana, por supuesto. Aunque, por cómo iban las cosas, Cora supuso que el chico podría sentir terror incluso de su propia sombra.

—Alvida, yo le explico...

—¿Te atreves a venderme a un cazarrecompensas, niño? —Alvida alzo las cejas con desdén, taladrando a Koby con todo el peso de su mirada. El pobre solo pudo negar frenéticamente con la cabeza mientras trataba inútilmente de dar su explicación.

—¡No es eso! Enserio yo...

—Y tu —Alvida dirigió su mirada a Luffy. Cora, a sus espaldas, se tensó—. Eres muy flacucho para ser Roronoa Zoro.

Cora frunció el ceño. Otra vez ese nombre, Roronoa Zoro ¿Quién era, su amante tal vez? Si los humanos ya en si le parecían extraños; los piratas no se quedaban atrás.

—Soy Monkey. D Luffy. —Se presentó el chico de sombrero de paja como si no estuviera cruzando palabras con un pirata enemigo, mostrando incluso una sonrisa de par en par como si fueran grandes amigos. Cora, al escucharlo, no pudo evitar soltar una maldición interna.

—Oh, perfecto, Luffy. —Susurró la chica-pez con sarcasmo— ¿Por qué no le invitas una tasa de te y nos ponemos al día con los últimos chismes piratescos?

Luffy giró la cabeza hacia ella y susurro de vuelta por encima de su hombro:

—¿Lo quieres con crema o azúcar?

Cora le dio un golpe en las costillas.

Luffy se tragó el gemido de dolor.

Alvida, que no se enteraba de nada, se terminó de poner su sombrero pirata y soltó sin impresionarse ni un poco:

—No te conozco, flacucho.

—Bueno, no olvides mi nombre —La sonrisa de Luffy solo crecía a pesar del dolor en su costado. Cora, presintiendo lo que venía después, intento hacerlo callar con un pellizco en la espalda baja, pero este continuó de todas formas—, porque voy a ser el rey de los piratas.

Y allí estaba, su dichosa frase.

Cora se resignó, bajó la cabeza y escuchó como toda la tripulación de Alvida se deshacía en carcajadas. Algo parecido a lo que ella habia causado antes en la cubierta, pero con su capitana uniéndose como si lo que habia dicho su capitán fuese el mejor chiste de los cuatro mares. La ira de la sirena solo iba en ascenso, burbujeando a fuego lento bajo su piel por el simple mero hecho de presenciar como se burlaban del chico con sombrero de paja.

Alvida volvió a la acción y, aun riéndose, dijo:

—Debes ser nuevo en esto, mocoso, porque estas viendo a la futura reina de los piratas. La pirata mas poderosa del océano.

Esto último lo dijo enviándole miradas significativas a su tripulación, quienes inmediatamente respondieron con ovaciones, afirmaciones y gritos de adoración hacia su persona. Cora no pudo evitar pensar que eran una banda de aduladores, lamebotas, seres humanos sin cerebro y una pizca de personalidad propia. La visión le dio tanta repugnancia, tanto malestar que no pudo evitar contener su lengua y, para cuando se dio cuenta de que era imprudente, ya estaba soltando en un tono mordaz:

—Si tu eres la pirata más poderosa del océano entonces la nueva generación de piratas lo tendrán fácil este año.

Al instante en el que abrió la boca la sonrisa de la capitana Alvida se esfumó; Su rostro perdió tres tonos su color y algo muy cercano al temor remplazo su engreída expresión. Pero solo cuando sus ojos divisaron a Cora, que se habia apartado del escondite humano que le habia fabricado Luffy, la mujer pareció titubear.

—Tu.

Cora sonrió a pesar de su fatiga.

—Yo.

El labio de la capitana Alvida tembló. Ya sea por miedo o por alguna especie de contención, la sirena no lo sabía. Después de lo que habia hecho fácilmente podía ser una mezcla de ambas.

—Ya me estaba preguntando donde te habías metido —Siseó la mujer con los dientes apretados, fulminando a la chica con la mirada en un deseo interno de aplastarla y enterrarla muchos metros bajo el océano por el que se movían. Luego miró a Koby, y espetó— ¿Esto también formaba parte de tu plan, Koby? ¿Traer un lunático de sombrero ridículo y una sirena para acabar con mi tripulación?

Los ojos de Koby se abrieron de par en par, alarmados. La mirada que le dirigió a Cora se sintió aun mas significativa que antes. Pero enseguida dejo pasar el estupor ante la nueva revelación y miró nuevamente a su capitana con el horror reflejándose en sus grandes ojos azules.

—Respóndeme, ratita chillona. —Demandó la mujer a punto de perder la paciencia ante el silencio del pobre chico con anteojos que tenia pinta de hacerse en los pantalones en cualquier momento.

—No tiene que hacerlo. —Intervino la voz de Luffy en su lugar, mirando a la capitana Alvida con sencillez. Luego sonrió, mirando al chico de cabello rosado— Koby es un hombre libre.

—No me ayudes tanto, muchas gracias... —Susurró Koby con una mirada de apuro.

—No, claro que no. —Los ojos de Alvida brillaron en una furia helada— Es mío, y siempre va a ser mío.

Cora puso los ojos en blanco.

—Por todos los crustáceos, alguien necesita marido.

—Además, eso no fue lo que el me dijo —Secundó Luffy, deteniendo a los piratas que habían levantado sus espadas al escuchar a la sirena. Cora, al comprender sus intenciones se giró a mirarlo con advertencia, pero el chico con sombrero de paja ya estaba sonriéndole a la capitana Alvida con una sonrisa burlona, ese tipo de sonrisa que podría sacar de quicio a cualquiera si no tenia cuidado. El tipo de sonrisa que Cora conocía porque solo aparecía cuando su capitán quería causar nuevos problemas— Dijo que tu eres mala; y cruel; y tonta como una vaquita marina.

Cora abrió los ojos con incredulidad, girándose hacia el chico de cabello rosado, pero este ya estaba más que dispuesto a cavar su propia tumba. Su piel, que era tan clara como la leche, enrojeció hasta tomar el mismo color que el del lápiz labial de su capitana. Además de eso, temblaba y negaba con la cabeza con pinta de querer echarse a llorar en cualquier momento.

—¡No, capitana! —Exclamó al borde de la desesperación— ¡Yo no dije eso...!

Tarde. La provocación de Luffy hacia la mujer de gran tamaño habia tenido su efecto y ni siquiera los inútiles intentos de Koby por querer detenerla pudieron hacer algo al respecto. Para cuando habia abierto la boca, Alvida, fuera de sí por la furia, arremetió contra ellos con un gigantesco mazo en las manos. Nada parecido al pequeño con forma de caballo que Cora habia visto en la cubierta, ni de lejos. El arma que habia decido usar para la ocasión era diferente, mortal, grande y con pinta de desgarrar carne y triturar huesos si no se tenia cuidado.

Luffy reacciono enseguida, usando el remo para hacer agachar a la sirena y al pobre chico de cabello rosado que temblaba sin control. Cora no habia visto aquello venir, por lo que tardó unos míseros segundos en comprender la situación mientras estaba en el suelo, respirando agitadamente por la impresión de haber estado a casi nada de convertirse en papilla bajo esa temible arma.

Era una suerte que Luffy aun conservara sus reflejos intactos, de lo contrario, quien sabría lo que hubiera sucedido con una sirena que no se encontraba en sus mejores cinco sentidos y un chico temeroso que solo podía convertirse en piedra del susto.

De pronto, Cora extraño el mazo con forma de caballo.

Un segundo golpe llegó, pero cuando Cora estuvo dispuesta a luchar fue interrumpida por Luffy, quien se metió en del enfrentamiento, dejándola a ella fuera con un empujón de su remo. La chica-pez, que habia terminado al otro extremo de la popa por el repentino golpe, miró a su capitán con confusión.

—¡¿Qué demonios, Luffy?!

Luffy desvió otro ataque de Alvida, pero se las arreglo para decirle a la sirena con rotundidad.

—Quédate allí y guarda tus fuerzas.

—¡¿Qué...?! —Cora abrió la boca para replicar, pero observó como un pirata a su izquierda tomaba un arma, quitaba el seguro y apuntaba directo hacia su capitán y, en lugar de una queja, la sirena ya estaba gritando— ¡Luffy, cuidado!

Luffy reaccionó, pero la bala de todas formas impacto en su pecho. La sorpresa ocurrió cuando dicha bala, en lugar de perforar su piel, reboto de vuelta hacia el tirador, causándole un daño tremendo por como habia caído al suelo en medio de gemidos de dolor.

Cora volvió a intentar meterse al enfrentamiento en el que su capitán y la capitana de la tripulación enemiga se habían envuelto, pero un segundo mareo llego para hacer que lo reconsiderara. Por mucho que hubiera querido ignorarlo, el malestar logro derrumbarla una vez más al suelo. Una sensación parecida a la pérdida de control de sus extremidades inferiores, como si ya no pudiera mantenerse de pie por su cuenta.

Su corazón palpitaba violentamente para aquel entonces. Por miedo, desesperación o rabia, ya no podría estar segura. Detestaba con todas sus fuerzas encontrarse tan débil en un momento tan crucial, tan inútil cuando lo que debería estar haciendo era luchar al lado de Luffy en contra de todos esos horribles piratas. Pero habia agotado sus fuerzas al máximo. Ponerse de pie ya era todo un reto para la sirena que luchaba con todo lo que tenia para mantenerse consciente mientras contemplaba la lucha entre Luffy y la tripulación del monstruo que era Alvida.

La horrible mujer volvió a embestir a Luffy con su mazo, pero este lo habia esquivado usando uso de sus habilidades, que le permitieron estirar su estómago de una manera antinatural hacia atrás. Tal fenómeno habia impresionado a todos los presentes más allá de todo lo racionable, y se alejaron con expresiones aterradoras en sus rostros. Alvida estaba igual o de peor forma, mirando a Luffy como si no pudiera creer del todo que fuera algo real.

—¿Qué clase de monstruo eres? —Inquirió, impresionada.

Luffy solo sonrió con suficiencia.

—Uno que se estira.

Como si Luffy tuviera habilidades extraordinarias, o como si fuera un simple humano ordinario eso, a la capitana Alvida le valió lo mismo que un puñado de estiércol y ya estaba volviendo al ataque, meciendo su mazo a diestra y siniestra con la intención de derribar al chico con sombrero de paja de un solo golpe. Pero Luffy era más rápido, más inteligente, y habia estirado sus brazos como espagueti hacia los mástiles del navío, terminando de esa forma a muchos metros de altura, lejos de los ataques de la furiosa capitana que lo miraba con el rostro colérico, rojo de pura ira y exasperación.

Cora observó con ojos soñolientos como Luffy se balanceaba como un primate en las cuerdas del barco y no pudo evitar gritar con desaprobación:

—¡Ya déjate de juegos, Luffy!

Luffy se rio, dejándose caer junto al timón de la popa con la misma agilidad que la de un gato.

—¿Dónde estaría lo divertido si no?

Cora estaba a un costado, sosteniéndose de las superficies de los barandales con una apariencia casi enfermiza en el rostro, pero aun así bufó:

—Fanfarrón.

La capitana Alvida estaba echando chispas para aquel entonces. Su temperamento se habia desatado a un nuevo nivel de intolerancia hacia los dos polizones que habían hecho de su esplendida noche, su propio infierno personal y ya no habia nada que pudieran hacer para que entrara en razón. Cora, Luffy y Koby (que se encontraba junto a ellos), observaron como la temible pirata de gran tamaño se acercaba a pasos pesados, con la mirada asesina parecida a la de un tiburón hambriento y, sin pensarlo, volvió a embestir su mazo en dirección a Luffy.

Cora se interpuso, estirando un pie en su camino para hacerla tropezar; Del mismo modo, Luffy se apartó con una voltereta inversa, dejando libre el timón para que este pudiera ser destrozado por el mazo y, segundos después, explotara a causa del impacto con una vela de aceite. El estruendo estremeció la popa en su totalidad y Cora y compañía tuvieron que cubrirse ligeramente para evitar ser golpeados por los trozos de madera, vidrio y cera caliente que salieron volando en todas las direcciones posibles.

Ante la visión de su timón destruido, Alvida dejó salir un grito desgarrador. Sus ojos ardían, pero Cora intuía que no era solo por el reflejo del fuego, ni mucho menos.

—¡Tu! ¡Esto es tu culpa! —Chilló la mujer, dirigiéndose únicamente a Koby, que temblaba como gelatina junto a Luffy. Luego se volteó hacia los demás piratas que, en los últimos minutos, habían sido los espectadores de la confrontación y no habían movido ni un solo dedo— ¡Y ustedes que están esperando, perros sarnosos! ¡Ataquen maldita sea!

Como si hubieran encendido algún interruptor que los habían mantenido en un sueño, los piratas de Alvida reaccionaron y, con armas listas, avanzaron. Pero antes de que pudieran llegar hacia donde estaba su capitana luchando contra el chico con sombrero de página, una figura femenina y tambaleante les bloqueo el paso.

—Ni lo piensen. —Espetó Cora.

—¡Pistola goma...! ¡Goma!

Al mismo tiempo que Luffy llevaba a cabo su ataque final, ese que consistía en uno de sus puñetazos elásticos, Cora uso lo ultimo que le quedaba de energía para dejar salir una nota alta de sus labios que hizo que una gigantesca ola del océano se moviera bajo su voluntad. Un poder inmenso que sacudió el barco con forma de pájaro e hizo que muchos tripulantes se tambalearan al perder el equilibrio, gritaran o exclamaran plegaria a los dioses. Pero la sirena no tuvo intenciones de detenerse allí.

Cora, con los ojos encendidos del color de la aguamarina, hizo que la ola se tragara a un buen nuevo de piratas, los envolvieran entre sus turbulentas aguas, los ahogara y los enviara volando en un tiro certero lejos, hasta el infinito y basto mar, donde se perdieron de vista una vez hubieran caído en sus profundas y negras aguas. Aquellos que se libraron del ataque de la sirena solo pudieron retroceder en silencio, pálidos y temerosos por sus patéticas vidas.

Una mano se apoyó en el hombro de la chica-pez y esta, por puro instinto, se apartó con miedo. Un miedo que desapareció un milisegundo más tarde, cuando se encontró con la mirada amable de su capitán.

Tras cortarse la conexión con sus poderes, los ojos de Cora volvieron a ser oscuros como siempre y la anterior fuente de energía que habia corrido por sus venas con frenesí volvieron a su cauce, liberándola de las agitadas emociones asesinas en las que se habia envuelto recientemente.

Solo entonces se percató de que la horrible mujer, la capitana Alvida, habia desaparecido en medio de todo el alboroto, perdiendo contra el chico a su lado. Cora apostaba lo que fuera a que, para aquel entonces, la narcisista mujer se encontraría nadando junto a sus subordinados en el océano, lo que le confirmaba que el chico con sombrero de paja debió de haber tenido éxito con su nuevo movimiento de lucha.

Pero entonces la sensación de vacío se sintió multiplicada por diez, mareando por decima vez a la castaña.

—Oye, ¿Estas bien? —Preguntó Luffy con un deje de preocupación en la voz, observando el sudor de la frente de su mejor amiga y sosteniéndola por el codo con firmeza.

Cora tan solo asintió, no teniendo fuerzas ni para formular una palabra tan sencilla como una confirmación. Bastándole por el momento, Luffy se volteó hacia los piratas sobrevivientes que se encontraban en la cubierta, mirándolos con nerviosismo a la espera de su siguiente movimiento. La expresión del castaño fue severa, seria, tan impropia de su cálida personalidad y, cuando abrió la boca, las palabras que salieron lo hicieron en un tono afilado que los estremeció a todos hasta la medula.

—¿Alguien tiene un problema con Koby?

Por supuesto, nadie se atrevió a responder. Dándose por satisfecho, Luffy prosiguió a rodear con un brazo el cuerpo de Cora para ayudarla avanzar en dirección hacia las escaleras que llevaban a la cubierta. Y a la vista de que Koby, el chico de cabello rosado y gafas con pinta de sufrir un infarto en ese momento, no los seguía, Luffy lo animó:

—¡Vámonos! —Señaló la cubierta con un gesto de cabeza— Necesitamos un bote y comida para varios días.

—¿Qué?

Cora alzó la cabeza un poco para mirar a Koby por un momento y no pudo dar crédito. Si ella no se desmayaba por el agotamiento, Koby lo haría por la simple invitación del castaño. La expresión incrédula de su rostro lo delataba. Luffy, ni corto ni perezoso, tan solo dijo como si nada:

—¡Si! Vienes conmigo, ¿Verdad?

—Luffy... —Gruñó la sirena con descontento— ¿No hablamos hace un tiempo sobre andar ofreciendo cosas a los extraños?

—Koby no es un extraño, Cora. Es un amigo... ¿Cora? ¿Cora?

Tarde. Pese a que la chica-pez habría querido seguir permaneciendo consciente, al menos hasta llegar a los botes auxiliares, no pudo seguir luchando contra el agotamiento que carcomía cada célula de su extenuado cuerpo y, cuando menos se lo esperó, ya habia caído en un profundo sueño entre los brazos de su capitán, que la sostuvieron antes de que pudiera tocar el suelo. 



















Publicado: 10/11/2023
Correcciones: NO.
Dedicación especial para: sabrinagatita
|Escupí un pulmón con lo de «musculitoscora» 🤣🧡✨ |

¡CHAN, CHAN, CHAN! Otra vez lxs he dejado con las ganas, ¿A que si? 🤭🧡✨ Si esto no fuera un Fanfic, cuya finalidad es mantener enganchado al lector para su disfrute, no me sentiría tan mal. 😪💔 Pero como no es el caso y me gusta ver el mundo arder: MUAJAJAJAJAJAJAJAJAJA 😈🔥 SUFRAN! okno.

AQUÍ SE TERMINA EL ARCO CON LA MALPARIA DE ALVIDA 👀👏🏻✨ Muchas gracias a tan fastidioso personaje por ser el punto de conflicto para nuestros bebés. No la extrañaremos por mucho, mucho tiempo. 🤮👎🏻 Por mi que se la coma una bestia marina. Ahre.

¡REDOBLE DE TAMBORES PORQUE... ! 🥁👀✨ ¡SIREN HA LLEGADO A LAS MIL LECTURAS! 😭🧡✨ Agarrenme que me da algo. Muchas gracias de verdad por el apoyo que le han brindado a Cora y su historia desde su estreno. Me emociona un montón que les este gustado. De hecho, es el Fanfic que mas apoyo ha recibido entre mis fics (En tan poco tiempo) y eso me tiene con las inspiraciones a mil. 🥳🧡✨ Seguiré trayendoles capítulos preciosos como agradecimiento por todo su amor y espero que para entonces me sigan acompañado en esta bonita aventura. 🥺🧡💛💙✨

¡Y WEEEEENO! 👀✨ ¿Qué tal les ha parecido el capítulo? Ha sido bastante largo según mi parecer (6600 palabras) y creo que al final fue una buena decisión dividirlos en tres partes. 😅🧡 Aun asi me gustaría saber sus opiniones al respecto. También, si cometo algún error en la ortografía, gramática o algún dato referente a la serie, me lo pueden dejar saber sin ningún inconveniente. 😊🙏🏻✨ De hecho, estarías ayudándome mucho, pues no soy perfecta y estoy consiente que  los errores son inevitables cuando se escribe una novela.

DATO RANDOM: Estoy dedicando capítulos a usuarios destacados que me sacan una sonrisa, una risa, una lagrima o simplemente me emocionan con cada uno de sus comentarios. 🥰💛✨ Tengo una lista con sus nombres e iré nombrandolas individualmente a cada una por capítulo. ¿Qué por qué lo hago? Porque se lo merecen. 🥺🧡✨ Estos comentarios me dan mil años de vida, o para decirlo de otra forma: Me dan la inspiración necesaria para seguir pensando en como continuar esto y, ademas, me alegra mucho el día y es mi forma de agradecimiento por todo el apoyo que me dan. 😪💙✨ Un gesto humilde, pero realizado con todo el corazón.

Ay, me puse toda sensiblona. 😅💙✨

¡EN EL SIGUIENTE CAPÍTULO CONOCEREMOS A DOS PERSONAJES MAS DEL ELENCO PRINCIPAL! 🤯🔥✨ Asi que no te olvides de votar y comentar para alcanzar el limite requerido para actualizar ¡O DE LO CONTRARIO NO TE LLEGARÁ UN LUFFY, UN ZORO O UN SANJI A TU VIDA! 👀☝🏻 Y mira que es algo serio; Soldado avisado no muere en guerra, mis preciosos corazones de posho.

Y ya no hago largo esto. Me despido hasta la siguiente actualización. Besos!
Att: Lux. 🧡💛💙

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