Todo en familia
Aunque mi experiencia en situaciones incómodas es amplia, no lo es tanto para reuniones familiares extrañas.
Antes de ir al comedor hago una breve escala en el baño para enjuagarme la boca y peinarme. Mi ropa está muy arrugada pero no hay nada que pueda hacer ahora.
Tomo mi lugar en la mesa mientras la mamá de Alex termina de servir los platos en la cocina y él le ayuda a acarrear las tazas de café.
―Miren quién amaneció de buenas― dice Carmina saliendo de uno de los cuartos y cargando a una niña como de cuatro años.
―Hola mi cielo―la mima la mamá de Alex.
―Buenos días abue―contesta la niña saltando a sus brazos.
Los niños me ponen un poco nerviosa. Nunca sabes qué están pensando y hacen observaciones que dañarían el orgullo de cualquiera. Por eso, cuando la mamá de Alex la acomoda en la silla junto a mí me empiezan sudar las manos, ¿qué tal si dice algo horrible sobre mí y yo le respondo con algo peor?
Carmina se sienta en la otra silla a mi lado.
―¿Verdad que está igualita a su papá?
―Yo no sé.
―Pero Alex y ella son como dos gotas de agua.
―¡¿Que qué?!
―Ah, no te lo ha dicho.
―Estás mintiendo como siempre.
―Para nada, te estoy poniendo al tanto.Lili es nuestra hija, ¿por qué crees que él no quería terminar conmigo?
―¡Eras novia de Chino!
―Fue temporal, además él nunca iba a ser un buen padre para Lili.
Con el alma en los pies y la cara azul veo llegar a Alex con dos platos. Él enseguida nota mi expresión de horror.
―Carmina, ¿qué le dijiste?
―La verdad, cariño.
Me quiero morir, no tengo edad para ser una madrastra.
―¿Por qué tiene esa cara tu amiga, papi?―dice Lili, y mi horror crece más.
―¿Tú también Lili?―le recrimina él.
Carmina y Lili se empiezan a reír a carcajadas.
―No les hagas caso Ana, son unas embusteras estas dos. Ya en serio ¿con qué te sobornó Carmina para que me dijeras papi?
―Con llevarme a Burger King―responde Lili.
―Es lo que me encanta de tí Anabel, eres muy crédula.
―¿Sí? Pues lo que yo odio de tí es que seas una mentirosa―le respondo casi escupiendo espuma por la boca.
―A estas dos se les está haciendo costumbre hacerse pasar por madre e hija para gastarle bromas a la gente.
―Y para conseguir descuentos, no te imaginas cuanta gente se enternece por el cuento de la madre adolescente―comenta Carmina preparandose su café.
―Más vale que lo dejen, no quiero la reputación de padre irresponsable.
La mamá de Alex se reúne con nosotros, y Alex cambia súbitamente de tema, en tanto que Carmina y Lili se portan las dos como unos angelitos.
La broma me ha caído tan mal que los ratones me comen la lengua, así que en cuanto termino mi desayuno llevo mi plato al lavatrastes. Abro el grifo del agua y dejo mi plato se remoje.
―¿De verdad pensaste que tendría una hija y no te diría?
Suspiro.
―Creo que sí. Quisiera dejar de pensar que tienes secretos, una vida oculta.
―Ya me conoces, soy del tipo misterioso.
Le sonrío un poco a fuerzas.
―Hola hola―dice una voz irrumpiendo en el comedor―Quiero escuchar que esta señorita se portó bien.
La reconozco enseguida. Es la misma joven de la foto de bodas de la estancia. Trae un saco muy formal y lleva con ella una maleta de ruedas rosa con el logotipo de una compañía de cosméticos.
―Con una niñera tan bien portada como Carmina, júralo―dice Alex acodándose en la barra, yo lo imito.
―Ustedes dos, más vale que no reciba quejas, sobre todo ahora que tenemos visitas.
―Ah, Samanta ella es mi novia, Anabel.
Titubeo. Suena tan raro que me presente formalmente.
―¡Mucho gusto! Ojalá este burro no te haga pasar malos ratos.
―¡Ey!―protesta Alex.
―Eres mi hermano, pero eso no quita que seas un idiota.
―Ahí tienes—me dice Alex―¿No te encanta entrar a la familia?
―Ya conoces a la mía―le respondo―.Todavía estás a salvo Samanta.
Ella abre su maleta y saca una cosmetiquera que me entrega.
―Ya que entramos en confianza te regalo un kit de cortesía de cosméticos Kary May.
Alex pone sus brazos alrededor de mí.
―No intentes transformar a mi novia con tanta cosa, ella ya es bonita así.
Carmina se ríe con sarcasmo y yo atesoro la cosmetiquera y la pego en mi pecho.
―Gracias Alex, pero no me hago más joven. Una manita de gato no me vendría mal.
―Ya me caes bien Ana―dice Samanta con las manos en la cintura.
Carmina agarra a Lili de la mano.
―Ven Lil, hay que recoger tus cosas―le dice.
Samanta se despide de mí y va a reunirse con ellas.
Sé que no hago nada malo, pero me siento mal por Carmina. Aún con su horrible personalidad y sus bromas pesadas ella es parte de esta familia, incluso mucho antes que yo. Ahora siento que le estoy quitando su lugar.
―Perdón por la broma de hace rato. Te deben una disculpa.
―No hace falta, ya no siento ganas de arrancarme los ojos.
Alex entrelaza sus dedos a los míos sobre la barra.
―Samanta se está divorciando, así que ella tiene que ser papá y mamá al mismo tiempo, además de ir a trabajar. Carmina conoce a Lili desde que era bebé y la cuida bien, una niñera gratis no se desprecia. Sólo por eso está aquí, nada más.
―Sí, sí, yo lo entiendo―digo cabizbaja.
―Nada va a pasar entre nosotros ¿entendido?―dice enganchando un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.
Salimos al patio, es hora de que vuelva a mi casa. Lanzo un último vistazo al interior de su casa. Carmina se mueve en ella como pez en el agua, hablándole a mi suegra y a mi cuñada con más confianza que yo. Sé que Alex no me engañaría, estoy convencida. Pero mientras que Carmina está mucho más cerca de su vida yo siento que me voy alejando cada vez más.
La familia de Alex ha recibido otro golpe. Si pudiera hacer algo para ayudarle, además de sólo preocuparme por mí...
Es una idea precipitada, terrible quizá. Pero ya es algo.
―Yo también puedo cuidar a Lili alguna vez, cuando Samanta esté muy ocupada.
―¿Lo harías? No te gustan mucho los niños.
―No es que no me gusten, la cosa es que...me dan un poco de miedo.
―Yo sí los odiaba, ¡los aborrecía! pero ahora soy un tío y ya que tratas a los niños de cerca no son tan horrendos como parecen. Y Lili es un poco cabrona...
―No estás ayudando.
―Ja, pero no sería nada que no puedas manejar―dice abrazándome―.No hay nada que no puedas manejar, eres muy aguerrida cuando te lo propones.
―Es verdad―digo enderezándome―, sí lo soy. Ya lo verán todos, y esa enana si trata de pasarse de lista.
―Oye, vas a cuidarla no darle entrenamiento militar.
―Por su puesto, ¿sabes una cosa Alex? Creo que ahora sé exactamente cómo manejar mi vida―lo abrazo, convencida de ello, y espero mantener la convicción para lo que me espera en la escuela.
***Continuará***
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