Doble A
No sé cómo pero lo conseguí.
Durante toda la semana logré mantener a raya al encimoso de Sebastian. Sólo tuve qué hacer uso de mis malos modales, feas miradas y cuando eso no funcionaba practiqué la ley del hielo.
Es increíble.Uno pensaría que necesitas de habilidades súper especiales para que te dejen de molestar cuando todo lo que se requiere es ignorar a la molestia en cuestión.
Así es, decidí anular a Sebastian. De hecho decidí anular a toda la escuela. Aunque esto último no es tan fácil considerando que los maestros esperan que les contestes y tienes qué moverte en el plano material, con todo, he logrado tener las cosas bajo control sin parecer una demente.
Sólo que hay un pequeñísimo problema. Quizá he logrado engañar a los adultos, pero a mis compañeros no tanto. Se huelen algo lo sé. Con ellos no es tan fácil pretender. De todos modos sigo siendo amable pero mantengo mi bajo perfil. ¡Ah, bendito sea, me ha salvado tantas veces!
Y como no quiere la cosa ya tengo mi cómplice y ese es Gil.
Hablar con Gil hace mucho más fácil ignorar a Sebastian, aunque mi pequeño compañero no tiene idea. Él es feliz explicándome dónde están los salones o quienes son los profesores de cuidado. No entiendo porqué el chico no tiene más amigos y en cambio ese engreído de Sebastian tiene tantos.
No. Yo sé porqué: todos son igual de engreídos que él.
Creerías que te moriste y fuíste al cielo al estar en una escuela llena de chicos guapos, pero no es así. ¿quién puede derretirse por un malcriado que habla con una papa en la boca? ¿o por potenciales super modelos cuando caminan sacando pecho y mostrando bíceps como gallos paseándose por el gallinero? Puaj.
De que debe haber chicos lindos no lo dudo, pero no voy a tomarme el tiempo para averiguarlo. Ya tengo novio, muchas gracias.
La que está como pez en el agua es Clara. Ella se lo puede permitir porque es soltera y además tiene el gen de la "sociabilidad natural y sensata". O por sus siglas: SNS. Bueno, no sé si así se llame (si es que existe) pero es la única explicación posible para su adaptación en esta cochina escuela.
―Ay, por Dios, Anabel, ¿ya viste ese chico tan guapo?―dice a lo largo de las horas de clases y cuando no está con esas chicas del salón con las que almorzamos en la cafetería.
Y si el sujeto en cuestion se acerca, ella actua como si fuera cosa de todos los días hablar con chicos despampanantes.
Por eso la fiesta nos va a caer de perlas. A las dos nos hace falta un baño de pueblo, antes de que se nos olvide cómo es la escuela pública. El lugar de donde venimos.
―Are you ready to partyyyyyy?!!―vocifero cuando me responde la llamada.
―Ah, ¿era hoy?
―Sí que sí, ¿ya sabes qué te vas a poner?―digo encaminándome a la cocina.
―No, pero eso no es problema.
Saco una botella de refresco de litro y cuarto y me sirvo un vaso.
―Uyuyuy, debes tener pensado un look de infarto me imagino.
―Pues no. Lo que pasa es que...uf, no voy a poder ir.
―¡¿Por qué?! Habíamos acordado que iríamos―le digo dibujando un corazoncito con el sudor helado de la botella.
―Voy a ir a visitar a mis tíos a la capital, pero mis papás dicen que nos regresamos el domingo temprano―responde desanimada.
―Ni hablar. Que te diviertas con la tía Gertrudis.
―Ya ni me digas. Yo te iba a decir que te divirtieras también, pero creo que no necesito decírtelo ¿verdad?
―Nope―dentro del corazón trazo con el dedo: "A+A" y sonrío.
Colgamos y yo miro mi garabato.
No voy a quejarme de mi romance, pero la verdad el previo a la fiesta no será la mitad de divertido. Clara y yo montamos un número de pasarela para probarnos cuál ropa y look nos va mejor, aunque a veces terminamos poniéndonos los mismos jeans de siempre.
―Anabel―dice mi mamá un poco sorprendida de encontrarme en pleno trance en medio de la cocina―¿Todo bien?
Asiento.
―Tu papá y yo vamos a ir a ver algunas casas de la compañía, sería bueno que nos acompañaras.
Ugh, lo olvidaba.
―La que escojan estará bien.
―Claro que no, es donde viviremos de ahora en adelante. Luego no te vas a quejar si algo no te gusta.
―No esta vez má, tengo que prepararme para una fiesta.
La casa de Daniel ha sido la sede no oficial de las celebraciones extra clase. Lo curioso es que van chicos de otras escuelas y sus padres se quedan en la planta de arriba sin aparecerse nunca, lo que habla del nivel de confianza que le tienen a mi ex amor platónico.
―¡Anabel!―salta Vanesa dándome un fuerte abrazo.
―Qué bueno que viniste―dice Daniel que me da un beso en la mejilla.
―¿Dónde están Clara y Alex?―pregunta Vanesa sorprendida de que no vengan cosidos a mi costado como de costumbre.
―Ella saldrá de la ciudad, Alex va a llegar en cualquier momento, tuvo qué cubrir un turno a última hora.
―Me imagino que te sientes como en una relación a larga distancia ¿no? Van a diferentes escuelas, casi no se ven entre semana...
―Algo así.
Sé que he venido sintiendo eso a cada rato, pero no lo había escuchado con tanta resonancia como ahora: "larga distancia, distancia...tancia, aaa"
―¿Anabel?―pregunta Vanesa agitando su mano frente a mi cara.
―¡Me da mucho gusto verlos muchachos! Voy a ir saludar―les digo despidiéndome de ellos, pero en realidad me voy a un rincón a comprobar que Alex no me mandara un mensaje de que ya viene, o que haya perdido una llamada.
La música está fuerte, los chicos y chicas ríen, otros bailan en grupos, ya han empezado algunos besuqueos de primer nivel. ¿No había venido a pasármela bien? ¿A reconectar con todos? ¿pero con quién?
Descubro que hay todavía más caras desconocidas que antes y es comprensible, es un nuevo año escolar y muchos han venido a romper hielo. Reconozco algunos rostros de mi curso anterior, pero fuera de un saludo rápido no hay más que hablar.
Recorro la fiesta de cabo a rabo, tropezando con danzantes eufóricos y los borrachos precoces de la noche, todo con tal de no quedarme como tonta en un rincón. No sé qué será más estúpido.
Daniel y Vanesa se divierten de lo lindo con sus nuevos compañeros. Sin duda hay gente que lo tiene más fácil.
Sin pensarlo, agarro la primera botella de alcohol que encuentro. Tal vez si estoy un poco mareada las cosas se pongan mejor. Esos chicos ebrios de la estancia parecen muy felices, así que me siento en los peldaños de la escalera a ahogar mis penas en como quiera que se llame esta cosa horrorosa transparente que sabe a gasolina.
Un sorbito y no pasa nada.
Suena una melodía con ritmo repetitivo y estridente que arranca una especie de aullido de las gargantas de los fiesteros y luego saltan como locos.
Me empino la botella y a media canción veo todo borroso. El cabello de Vanesa ondea en el aire como en cámara lenta. Reconozco a una chica que se incorpora a la horda. No es otra que Valeria.
Vaya, al menos hay amigas que nada puede separarlas, ni siquiera tías venenosas como la tía Gertrudis.
Y antes de que la melancolía me arrastre una llamarada me hace voltear. Se trata de Rojas, a quien no se le ha quitado la costumbre de inventar bebidas flameantes, aunque no pueda nombrarla Llamarada Moe porque ese nombre está tomado.
Me arranca una risa floja.
Todo es absurdo. No hay necesidad de tanto drama ¿no?
Tanto extrañar mi antigua vida ¿para qué? ¡Ni siquiera tenía tantos amigos! Al diablo con todo.
Justo cuando voy a dar otro buen trago, parpadeo para ver mejor.
Alex está en el pie de la escalera buscándome. Me levanto de prisa y me tambaleo. Tengo qué agarrarme del pasamanos para no rodar. Cuando él voltea mi corazón se aloca. Me siento dentro de la película Titanic. Ahí está mi Jack Dawson, descomponiendo su rostro al observar a su Rose ebria que se acerca.
―¿Tomaste?―dice corriendo hacia mí.
―Pfff, ¡no!―y le apachurro las mejillas―Eres tan sexy y tan tonto.
—Sí que lo hiciste—dice quitándome la botella y dándosela distraídamente a un chico que pasa a nuestro lado―¿Por qué? Ni siquiera te gusta.
Encojo los hombros y me echo a reír. Todo me da vueltas, es divertidísimo aunque no sé porqué y tampoco me interesa saber. Se ve tan guapo.
―Me encanta tu perfume―digo clavando la nariz en la curva de su cuello y aspirando con fuerza.
―Claro, es Channel número 7, 7 calles caminando,¡esa botella te sacudió el cerebro!
Suelto una risita tonta.
―Bueno, pues hasta tu sudor me gusta, ¿por qué eres tan sexy?―digo embarrando mis labios en su boca y pasándole las manos por el cabello.
Alex se aparta de mí con un fuerte ruido de succión de por medio y se acomoda rápido el cabello con una mano, mientras con la otra me mantiene a distancia al tiempo que impide que me caiga.
―Perdón querida, pero en mi política no entran los besuqueos con muchachas ebrias, menos si estoy sobrio―dice ayudándome a bajar la escalera.
―¿No es porque te parezco poco sexy?―digo con un puchero y tambaleándome.
―Vamos, tú sabes que eras la más sexy de la fiesta.
Se me escapa un largo eructo y por poco me voy de espaldas.
―Necesitas algo que te baje la borrachera―dice pasando su brazo alrededor de mi cintura y quitándome el cabello de la cara―Ven hay un Mini Mercado en la esquina.
El aire fresco me pega de lleno. El bullicio de la fiesta queda atrás y empiezo a tener asco, pero es un alivo que por un momento estemos juntos.
Ojalá siempre fuéramos AA, A+A: Anabel y Alex.
Alex y Anabel,siempre juntos.
***Continuará!***
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