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Capítulo único


Querido destino: Solo te pido otro encuentro casual, solo uno más para poder mirar sus ojos...

Miraba su armario para ver que atuendos usará en aquella reunión de trabajo. Mientras decidía en portar un traje blanco, un azul marino o uno negro, en ese preciso momento entró un mensaje en su red social.
Dejando a un lado aquellas prendas que sostenía en sus manos, tomó su celular que descansaba en el mueble de madera, lentamente deslizo el patrón de desbloqueo para poder leer aquel remitente.

No puedo creer que estés unos días en la ciudad donde vivo, si quieres me mandas un mensaje cuando llegues para ir a recogerte al aeropuerto, me gustaría que te dieras un tiempo con tu viejo amigo Milo para poder platicar todo lo que ha pasado a lo largo de todo estos años.

- Milo.

Susurró Camus en voz baja al terminar de leer el mensaje; desde hace meses atrás logró encontrar el contacto de su gran amigo de la infancia gracias a una recomendación que casualmente le apareció en su red social.
Las veces que ambos platicaban por medio de mensajes se enteró que Milo tenía una vida realizada, así mismo como él.

Como olvidar aquellos días cuando eran unos niños, Camus siempre procuraba ayudar a Milo de cualquier travesura que le llegará a ocurrir, mientras que Milo siempre se metía en problemas por ser demasiado hiperactivo.
Sin embargo desde hace años atrás cuando Milo logró consolidarse en un buen empleo que se encontraba a venite minutos de los departamentos donde vive, también pudo lograr encontrar a quien parecía ser el amor de su vida con quién se casó y ahora hasta familia formada tenía.

De parte de Camus también tenía unos cuantos años que tomó la decisión de casarse, aunque por su mente la idea de tener hijos no era lo suyo, cumplía su papel como buen esposo ejemplar.

- Camus querido - La voz de su esposa se hizo presente en la habitación - ¿Ya tienes todo listo para tu viaje?

Aquella dama de cabellos plateados se acercó lentamente mientras sostenía la taza con infusión de azahar para su amado esposo.

- Aún no me decido por cual atuendo llevar - Contestó tomando de nuevo sus trajes, indeciso por no saber qué color usar - Quiero dar una buena presentación en aquella reunión pero creo que el color azul marino me sería de ayuda.

- Camus - Susurró Hilda en un tono sutil tomando las prendas de su esposo - Si quieres lucir elegante puedes llevar el color negro, tambien tienes en el armario aquel traje gris Oxford que solamente se queda en el rincón esperando un uso.

- Eso es cierto - Contestó acercándose al armario para buscar aquellas prendas olvidadas con el paso del tiempo.

- Si le agregas una corbata roja ten por seguro que serás la sensación en esa reunión.

Hilda sacó de un cajón la variedad de corbatas que Camus guardaba sin usar, le mostró alrededor de cinco tonalidades de rojos distintos.
Camus optó por llevarse la última que aún permanecía envuelta en celofán, terminó de preparar la maleta guardando solamente lo necesario, entre ellos papeles importantes que necesitaba presentar en la reunión.

Unas horas más tarde el taxi había llegado para recogerlo, Hilda acompaño a su esposo hasta la puerta, ambos se despidieron con un cálido abrazo acompañado de un beso mientras la dama de cabellos plateados le pedía encarecidamente que le enviara un mensaje avisando su llegada.

Al llegar al aeropuerto, Camus sacó su celular de su bolsillo del pantalón para enviarle un mensaje a su amigo incondicional, le tomaría la palabra para que le hiciera el favor de esperarlo cuando aterricé el avión.

No demoró más que unos escasos minutos en responderle.

Descuida Camus, hoy tengo la tarde libre así que podré ir por ti sin problema. Espero que no hayas cambiado mucho, de lo contrario me costaría buscarte entre el resto de la gente.

- Pero si no he cambiado... - Susurró Camus para si mismo mientras se encontraba en la fila esperando que le dieran el paso para abordar su vuelo - Bueno quizá solo un poco pero nada más, el ejercicio me mantiene en forma delgada, sigo siendo el mismo ermitaño malhumorado que detesta dejarse llevar por sus sentimientos.

Con estos pensamientos abordó el avión, deseando que esa reunión por parte de su trabajo terminara pronto, si algo detestaba era el hecho de permanecer rodeado de muchas personas que ni siquiera conocía y ni mucho menos intentando negociar con extraños que quieran poner sus condiciones.

El viaje resultó ser cómodo para él, simplemente cerró sus párpados y fue el descanso más placentero que había tenido. Sin teléfonos sonando, sin interrupciones de por medio, solamente él acompañado de una buena frazada que la azafata le proporcionó, un par de horas dónde no tuvo nada de que preocuparse.

Al aterrizar el avión intentó calmarse, después de varios años miraría de nuevo a un gran amigo de la infancia. Al menos podía reconocerlo por medio de las fotografías que subía a sus redes sociales; Milo no había cambiado en casi nada, aún mantenía ese cabello alborotado azulado.

Mientras caminaba por los pasillos, acompañado de su pequeña maleta intentaba buscar con la mirada a esa cabellera azulada alborotada entre la inmensa multitud que esperaba por las demás personas que llegaron de ese mismo vuelo.

Buscaba de derecha a izquierda, hasta que logró ver a un pequeño niño sosteniendo un cartel con su nombre.
El niño de cabellos verdes ligeramente ondulados alzaba aún más ese enorme letrero intentando mantenerse de puntitas para poder ser visto.

- ¡Camus, por acá!

Esa voz hizo que buscará con la mirada, justamente detrás de ese pequeño niño se abrió paso su gran amigo de la infancia.

- Milo.

El pelirrojo se acercó hasta donde se encontraban ellos, suponía entonces que aquel niño era el hijo menor de Milo.

- Por un momento creí que no vendrías.

Le contestó Milo estrechando a su amigo con un reconfortante abrazo, de la misma manera Camus hizo lo mismo, como en los viejos tiempos.

- Claro que debo estar aquí, mi trabajo depende de ello.

- Quiero presentarte a mi hijo - Interrumpió Milo colocando su mano sobre el hombro del pequeño niño de cabellos verdes - Te presento a mi pequeño Shun.

- Mucho gusto Shun - Camus se agachó para quedar a la misma altura que el niño - Mi nombre es Camus y soy un viejo amigo de tu papá.

- Lo sé, papá habla de ti todo el tiempo. Aunque a Ikki le aburre la misma plática de la infancia de mi papi, yo siempre lo escucho con entusiasmo.

- Niño... - Murmuró Milo intentando callar a su hijo, no necesitaba que hablara de más.

- ¿En serio? - Cuestionó Camus con asombro.

- Debes tener hambre - Interrumpió Milo la plática entre su hijo y su amigo - Vamos a casa, Shaina preparó una cena exquisita, así estaremos cómodos, hay tanto por hablar.

Camus aceptó, después de todo el resto de la tarde libre para estar con Milo y su familia, al día siguiente tenía que presentarse al centro de convenciones para la reunión de su trabajo.
Hacer negocios no era algo que le gustara hacer pero Saga confiaba totalmente en que Camus hiciera una excelente labor convenciendo a los inversionistas y asociados.

Ante la llegada de la noche, Camus conoció a la pareja de su amigo Milo, a su hijo mayor y sobre todo ese lazo familiar que pareciera ser inquebrantable.
Aunque Shaina intentaba convencer a Camus sobre la idea de tener hijos, el francés simplemente se negaba ya que para él esa posibilidad no era una meta por alcanzar, al contrario disfrutaba sus viajes y salidas en compañía de su esposa sin compromisos de por medio.

Milo le ofreció posada en su hogar, sin embargo Camus se negó totalmente. Ya contaba con su reservación en uno de los hoteles de la ciudad, no quería ser una molestia para su amigo y su familia.

A la mañana siguiente, Camus se preparó con ese traje de color gris que Hilda le había sugerido, aunque admitía que aquella corbata le hacía muy buen juego, lucía demasiado elegante.
Por palabras de Saga le mencionó que uno de los socios con quién debía lidiar era una persona muy sofisticada, elegante y sobre todo muy perfeccionista, es por ello que debía permanecer sereno, tranquilo y sobre todo cuidar de su imagen para evitar malos disgustos.

Cuando llegó al sitio indicado a los pocos segundos llegó uno de los socios, sin duda era muy elegante, su caminar tenía porte y sobre todo la puntualidad era algo que le reconocía.

- Señor Camus...

- Buenos días joven... - Camus no sabía quién era era persona, estrechó su mano esperando que aquella persona de cabellos verdes se presentara para que le revelará el nombre.

- Me presento, mi nombre es Dégel y vengo representando a los socios con los cuales el señor Saga quiere negociar. Mi deber es ver los pros y los contras de este proyecto. El resto de los inversionistas no deben tardar en llegar - Le contestó mientras observaba su reloj de mano para consultar la hora.

"Genial" Pensó Camus para si mismo, lo que menos deseaba en esos momentos era negociar con una persona que sin duda sería un dolor de cabeza al ser prácticamente muy cuidadoso, meticuloso y sobre todo perfeccionista.
Solo rogaba que aquella alianza termine siendo favorable y de una vez por todas pueda cerrar ese negocio al que fue enviado.

En el transcurso de la tarde Milo le envío un mensaje a Camus esperando que su amigo estuviera libre para poder invitarle unos tragos.
Invitación que Camus aceptó, después de intentar negociar con ese hombre perfeccionista terminó siendo de su agrado por qué sencillamente los dos tenían las mismas ideas.
Por lo tanto tuvo ese punto a favor para la empresa de Saga, cerró ese negocio con broche de oro y se ganó también un buen sermón por parte de Dégel sobre la forma correcta de vestir y una que otra sugerencia para tomar los cubiertos y el porte al caminar.

- No sabes lo bien que me hace una noche para quitarme el estrés de encima.

Respondió Camus tomando su lugar en la mesa del bar donde Milo lo esperaba ansioso.

- Eso que ni que - Contestó el Heleno haciéndole una señal al mesero para que los pueda atender - Hoy en el trabajo tuve mucha carga. Shaina se fue con sus amigas a pasar como dice ella " Una noche de chicas" y mis hijos se fueron con mi hermano.

- Así que te dejaron solo - Agregó Camus tomando la carta para ver qué bebida le pediría al mesero.

- Si, al menos estás aquí para que me acompañes en mis momentos a solas.

- Yo disfruto mis ratos a solas.

- Pero yo no.

- Nunca cambias Milo y eso me agrada, que seas el mismo Milo desde que éramos unos niños - Por primera vez en su vida, Camus sonrió, para Milo verlo de esa manera le resultó muy extraño.

- ¿Tú sonriendo?

- Claro - Dijo mientras señalaba en el menú aquella bebida preparada que tomaría - Bueno el socio de la mañana me dijo que no siempre es seriedad en la vida, que debo aprender a sonreír de vez en cuando.

- Ja, ya te imagino soportando el sermón de tu cliente.

Entre ellos dos era normal esa plática sin incomodarte, una confianza total en ambos como cuando eran unos niños podía seguir latente.
El calor de las copas hizo que ambos pidieran más tragos entre ellos comenzando hablar un poco de más, entre ellos esos sentimientos que guardaban en lo más profundo de su ser, esos secretos que jamás salieron a la luz por temor a perder su amistad, por el que dirán y sobre todo por qué jamás se sintieron con esa libertad para poder hacerlo.

- A veces he sentido que me falta algo en esta vida - Agregó Camus mientras le daba otro trago a su bebida - Tengo lo que siempre he deseado que es el dinero, tengo una casa, viajo cuando quiero, una esposa amable - Se quedó callado unos momentos pasando la llena de sus dedos sobre el bordo del vaso - A veces siento que tengo un enorme vacío en mi interior.

- Te hace falta tener hijos - Comentó Milo mientras servía otro poco de brandy en su copa - Quizá con eso te entretengas un rato.

- ¿Que? Olvídalo Milo eso ni en sueños. Es como si me faltara algo por descubrir pero no sé que pueda ser.

Un silencio incómodo se hizo presente en ese momento, en realidad Milo compartía esa misma sensación desde hace años atrás. No negaba que amaba los buenos tratos y el amor de su pareja, de sus hijos... Una familia muy unida a pesar de las altas y bajas que podían pasar pero en cierta parte también tenía algo que lo incomodaba de la misma manera que Camus le comentaba.

- Quizá deba admitir que me siento igual. A veces miro al cielo e intento sonreír engañandome a mi mismo que todo está bien cuando en verdad me falta mi complemento.

Lentamente sin pensar sus manos se fueron acercando, un ligero cosquilleo se hizo presente en el interior de los dos; conectados con esas dulces miradas que ambos se regalaban queriendo que ese momento no termine nunca.

- ¿Está mal mirarte de otra manera? - Cuestionó Milo entrelazando sus dedos con los del contrario.

No sabían si era producto por el alcohol o ese momento cercano de ellos pero sus mejillas se tornaron de un ligero color carmesì acompañado del latir de sus corazones.

- Creo que... Contigo siento todo.

- Camus - Se quedó callado unos momentos - Yo en verdad no busco pasar un rato, yo busco con quién compartir mis gustos, que conozca lo que me disgusta, con quién reir sin recibir comentarios ajenos sobre que ya madure... Siento que al estar junto a ti desde hace años atrás cuando éramos unos niños pequeños eres ese tipo de persona a la cual yo puedo contarle mis problemas, con quién puedo llevar una conversación por mensajes a muy altas horas de la noche sabiendo que al día siguiente alguno de los dos debemos madrugar para trabajar. Eres y serás la única persona quién se interese en conocerme y aceptarme  por quién realmente soy.

Esas palabras hicieron que el corazón de Camus se acelere desenfrenadamente, jamás le había encontrado una razón a la palabra amor ¿Acaso era esa sensación que comenzaba albergar ante la sola presencia de su amigo?

No lo sabía en realidad, sin embargo con él podía sentir que esas palabras también lo describían a la perfección.

- Lo más difícil de decir lo que sientes y lo que crees correcto... Mientras el corazón dicta algo, la mente dice lo contrario.

- A que te refieres - Indagó Milo soltando lentamente la mano de su amigo esperando que sus palabras no fueran las causantes de alguna molestia.

- Quiero decir que las cosas no son como yo las deseo, hay una lucha en mi mente de conciencia y lo que desea mi corazón. Mientras mis pensamientos y la razón me dicen que no puedo corresponder, mi corazón me traiciona por qué mis latidos acelerados son por ti.

- Creí que el único loco era yo - Respondió en un tono burlón tomando de nuevo la mano de Camus.

Cuando dos seres se aman, se encuentran, se reconocen de inmediato, su sentir fluye de manera natural por qué en todos los caminos esa sintonía del destino los llevará al mismo sitio.

- Seré una persona fría Milo y lo sabes pero cuando alguien encuentra un pequeño lugar en mi corazón... Se queda ahí para siempre y puedo ser la persona más noble que puedas conocer.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Milo - Si pudieras sentir mi corazón, como late cada vez que hablo contigo, entenderías todo lo que significas para mi.

Fue Camus quien tomó la iniciativa de acercar su rostro con un solo propósito, tomó el mentón de Milo para recargar sus labios con el contrario.
Era algo fantástico para ambos, no era el mismo tipo de beso que siempre recibían por parte de sus parejas, este iba más allá de su alma sintiendo perfectamente esa sincronía.

- Mi intención no es que los dos terminemos cayendo en el círculo de la infidelidad, si el destino nos tiene preparado algo juntos esperaré pacientemente por ti. Quiero darte paz y seguridad, que confíes en mí, que seas tu mismo y sobre todo sacar de ti las mejores sonrisas que cariño y amor de mi parte jamás te faltará.

Con esas palabras ambos sellaron un pacto de amor...

- Podemos llevar un amor a distancia.

- ¿Y ese como sería?

Simple - Sonrió Milo al perderse en los hermosos luceros de Camus - El amor a distancia es de valientes, por qué hay que luchar con la distancia y la realidad... No hace falta tocarte para demostrarte que el amor que siento es real. A pesar de que nos divide demasiados kilómetros hace que me enamore de tu alma, de tu esencia y eso no tiene comparación.

Y de repente encontré el sentido a mi vida, Milo me hizo entender que amar no es tan complicado después de todo.
Cuando alguien te toca el corazón, es grato ese tiempo que se vive a su lado, regalan un poco de su historia.

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Personitas bellas espero que esta historia corta les haya gustado. En especial la idea la saqué para mí hermosísima Camill54
Por qué es su cumple 🥳🥳🥳
Sabes que siempre te estaré agradecida por tu apoyo, tu cariño y sobre todo que jamás has dejado que me caiga o que me rinda ahí estás para darme ánimos.
Ten un feliz cumpleaños Mon amour y te mando un gran abrazo desde la distancia.
Y a los demás les mando un gran abrazo también los quiero 🥰🥰🥰





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