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GREED

Hace mucho tiempo, en un reino lejano vivió un poderoso emperador padre de dos jóvenes príncipes: SeoJoon y JiMin.

El mayor sería el heredero de la corona, derecho que se había ganado no solo por ser el primogénito sino por las virtudes que lo adornaban y garantizaban que sería un buen soberano: era noble, responsable, sereno e inteligente, justo y humilde para reconocer sus errores y aprender de ellos.

El segundo de los hijos reales llegó después de siete años. JiMin era un niño adorable que hacía que todos cayeran rendidos ante su encantadora personalidad, sus bellos y tiernos rasgos e incluso graciosos berrinches.

El amor que sus padres sentían por él era tal que accedían a todos sus caprichos.

La diferencia en la forma de criar a sus hijos era evidente: mientras que con Seo Joon eran severos y exigentes, se mostraban tolerantes y condescendientes con el menor de los muchachos.

La actitud paterna no creó rencillas entre los hermanos porque el futuro rey también estaba subyugado por los encantos de su hermanito que era un zalamero de primera y conquistaba a su hermano cuando pedía que lo cargara y apretaba sus mejillas con sus suaves y regordetas manitas.



Los años pasaron y los hermanos crecieron en salud y belleza. Seo Joon estaba listo para ascender al trono, su tiempo de preparación había terminado con resultados sobresalientes.

JiMin era un apuesto joven, cuyo espíritu coqueto, sensual y atractivo avasallaba a todos como su encanto de la infancia.

Lo que nadie sabía era que tras su imagen de ángel caído del cielo se encontraba el alma de un ser caprichoso, banal, soberbio y codicioso. Si los reyes hubieran tenido idea del monstruo en que convirtieron a su bien amado hijo desearían retroceder el tiempo y reparar el daño que causaron.

Pero ya era muy tarde para eso.

Años de complacer a JiMin en todo y no ser capaces de decir NO habían convertido al menor de los príncipes en una persona egoísta y egocéntrica que se consideraba merecedora de todo cuanto le apeteciera en la vida.

Nada era suficiente para él: ni las joyas más preciosas, ni los hermosos trajes confeccionados a medida con las telas más delicadas y las pieles más suaves.

Sus caprichos no tenían límites.

Llegó al extremo de pedir que le trajeran el corazón de un dragón; como siempre, su padre fue incapaz de negarse haciendo que un gran contingente de soldados sacrificara sus vidas para cumplir sus deseos.

El encargado de entregar la ofrenda fue el general Lee Jung Jae que evidenciaba en su rostro la pena por haber perdido a muchos hombres valiosos.

-Gracias padre, general Lee. Mmmm...

El puchero que se formó en sus abultados y rosados labios demostró que no estaba conforme con el regalo.

- ¿Qué pasa hijo?

- ¡Pensé que sería algo enorme, especial! Parece el corazón de la vieja vaca que mató hace unos días el carnicero real. ¡Me siento estafado!

-Lamento no haber podido cumplir con lo que esperabas hijito

Lee estaba rojo por la furia, tenía los puños apretados y respiraba rápidamente.

- ¡Lo que debería lamentar es haber mandado a la muerte a cientos de soldados todo por cumplir los deseos de un mocoso malcriado!

- ¡General Lee!

-Príncipe Seo Joon espero que usted sea más juicioso y no cometa los mismos errores de su padre, esta nación merece un rey que sea objetivo y no ceda ante su torpe corazón.

- ¡Suficiente Lee! Entiendo que la tristeza lo abrume y anule su buen juicio, pero no consentiré estas faltas de respeto. ¡Guardias! Lleven al general a las mazmorras, una noche en esos calabozos hediondos lo ayudarán a reflexionar.

- ¡Padre espera!

-Dime hijo mío.

-Creo que ya sé cómo puedes recompensarme por no haber satisfecho mi primer deseo.

-Dime JiMin.

-Quiero la cabeza del general Lee

-JiMin...

-Tu prometiste cumplir todos mis deseos papá ¿Es qué no me amas?

- ¡Padre, JiMin por favor no cometan un exceso! El general Lee siempre ha sido leal a la corona. Solo ha tenido un exabrupto que todos entendemos y podemos perdonar.

-Yo no. Ha sido maleducado y grosero. Creo que merece convertirse en un ejemplo para los demás súbditos de nuestro padre que es el que gobierna esta nación hermano.

Por primera vez el rey titubeo ante una petición de su amado hijo.

-Papito...

-Llévenlo a las mazmorras. Mañana al amanecer preparen el estrado y llamen al verdugo. Quiero la cabeza de Lee antes del desayuno.

La sonrisa complacida del principito causó escalofríos en su madre y hermano mayor.




El príncipe JiMin se sentía inquieto, hastiado y aburrido, nada satisfacía su apetito desmedido por poseer todo lo que se le antojara.

Tenía de todo; joyas, oro, finos trajes, los más hermosos caballos, viajes... el poder sobre la vida y la muerte de los habitantes del reino.

Sus ansias por poseer llegaban incluso a lo referente a sus necesidades sexuales.

Era bien sabido que le gustaba pasear por las calles del reino a bordo del carruaje real y como si fuera un depredador buscar presas que calmaran sus desbordados apetitos.

No le interesaba si eran mujeres casadas, doncellas o incluso niñas que apenas estaban dejando la adolescencia. Si alguna le gustaba era suya, a vista y paciencia de su padre pero con la suficiente discreción para que Seo Joon no supiera de sus andanzas.

Sus abusos llegaron al extremo de usarlas y desaparecerlas para prevenir un embarazo no deseado, el solo pensar que podía tener un hijo bastardo le provocaba náuseas.




Llegó el día que un capricho del insensato príncipe no se cumplió y sacó a flote la oscuridad que vivía en él.

Se organizó un gran banquete para agasajar a las comitivas de otros reinos que habían acudido al llamado de la corona con la finalidad de crear alianzas que beneficiarían a todas las naciones que se sumaran.

Seo Joon fue el propulsor de la idea y por ello su padre le dio el rol protagónico que merecía.

JiMin estaba expectante, sería la oportunidad de lucir su belleza; la política y los asuntos de estado le importaban un comino, pero quien sabe, tal vez entre tanta opulencia real encontraría algo más que codiciar y hacer suyo.

No tuvo que esperar mucho para encontrar el objeto de sus deseos. Entre los invitados se encontraba el poderoso rey de un estado próximo cuyos habitantes se caracterizaban por ser muy hermosos y misteriosos; las leyendas decían que descendían de los elfos del bosque y conocían sobre la magia ancestral. El Rey Angrod llegó acompañado por su hija la princesa Elentari poseedora de una belleza que dejaba a todos sin habla.

¡Es bellísima! ¡La quiero, tiene que ser mía!

El príncipe hizo uso de todos sus encantos, pero solo consiguió de la visitante una mirada de indiferencia con cierto tufillo de desprecio.

Quien sí captó la atención de Elentari fue Seo Joon al cual prodigó dulces sonrisas y miradas llenas de respeto y admiración.

JiMin sentía crecer en sí la rabia y la frustración ¡Quién se había creído esa bruja! Nadie se había dado el lujo de despreciarlo y negarse a su voluntad.

La situación duró toda la noche. Seo Joon y Elentari bailando y riendo bajo la mirada complacida de sus padres mientras que el principito echaba fuego por los ojos.

No soporto más y salió hecho una furia del salón.

Su mente enloquecida trabajaba a mil. Una sonrisa maquiavélica llegó a su rostro.

-Si no es mía tampoco será de mi hermano.

Aprovechando la oscuridad de la noche convocó a uno de los comandantes de la guardia real al que había corrompido y era su secuaz en las atrocidades que cometía.

-comandante Yoo tengo una misión para usted...



JiMin esperaba en la cabaña que poseía en el bosque. Era el lugar donde llevaba a las mujeres que secuestraba y luego desaparecía en las profundidades del terreno boscoso.

Entre los muchos defectos que tenía estaba la impaciencia ¡Odiaba esperar! Sus padres lo habían acostumbrado a pedir y que su voluntad sea complacida de manera inmediata.

-¡Yoo de mierda a qué hora va a llegar!

El sonido de los cascos de caballos le indicó que su emisario estaba allí. En efecto, el comandante asomó con un bulto en el hombro que se removía y daba batalla.

-¡Tranquila perra te vas a caer!

-Excelente Yoo serás debidamente recompensado. Suéltala y deja que la vea.

El servil comandante dejó caer el paquete que llevaba que profirió un suave quejido. Luego procedió a abrirlo dejando a la vista a la víctima de su accionar.

- ¡Buenas noches princesa! ¡Ay no me mire así le queda muy fea esa expresión!

- ¡Infeliz! ¿No se da cuenta de lo que puede provocar? Mi padre no se quedará de brazos cruzados, el primero que sabrá de él es su padre. ¿Es tan imbécil que no se puso a pensar que es un absurdo que me hayan secuestrado del palacio real?

-Papá es un hombre astuto sabrá cómo sacar adelante la situación.

- ¿No le importa que esto pueda originar una guerra entre nuestros pueblos?

- ¡Waoo! Si que se considera importante princesa. Me vale mierda lo que pase, será un buen motivo para que mi padre expanda el territorio real, su nación es muy rica y próspera.

- ¡Está enfermo! ¿Qué gana con todo esto?

-Cobrarme la revancha contra la puta que me negó lo que quería. Nadie le dice que no a Park Jimin. Cuando él quiere algo lo obtiene al precio que sea.

- ¿Y qué piensa hacer? ¿Violarme? ¿Matarme?

-Mmm... las dos cosas. Luego enterrar su cuerpo en el bosque para que su padre no encuentre su mugroso cadáver.

-Entonces... Todo se resume a su ansia de poseer.

-Llámelo como quiera.

Ya lo pensé bien, creo que lo primero que haré será cortarle la lengua, me aburre su conversación; de paso le sacaré los ojos, me fastidia esa mirada arrogante.

Elentari susurró algo.

- ¿Qué dijiste ramera?

-No hablaba contigo escoria, simplemente estaba corroborando algo.

-Deja de hacerte la misteriosa bruja me das escalofríos.

-Solo confirmo el objetivo de la misión que me han encomendado los espíritus del bosque.

JiMin borró la sonrisa cínica de su rostro.

- ¿De qué mierda hablas?

-De algo que no comprenderás. Solo te diré Park JiMin que te metiste con la bana-bhuidseach(bruja) equivocada.

-Yoo mata de una vez a esta tipa, me crispa los nervios.

El cómplice de Park se acercaba a la princesa dispuesto a acabar con su vida cuando ella dijo con voz de ultratumba:

- ¡A-nis tha thu dìreach mar loga lofa! (ahora eres sólo un tronco podrido)

Al instante el hombre se quedó estático y poco a poco empezó a transformarse en una especie de escultura de madera.

JiMin miraba aterrado. Quiso correr y escapar, pero Elentari se lo impidió mediante otro conjuro.

-Sàmhach agus sàmhach (quieto y en silencio)

Luego otro susurro hizo que sus ataduras desaparecieran. La princesa se acercó a JiMin que la veía aterrorizado.

-Los espíritus del bosque han hablado y me han dejado escuchar las voces de las almas de todas las mujeres que vejaste y mataste. Saben que la raíz de tu proceder es tu desmedida codicia Park JiMin. Tus pecados en nombre de la avaricia son muchos, pero el peor de todos es el de arrebatar la vida a seres inocentes como las mujeres que secuestrarte, el dragón de fuego y el general Lee. Por ello han decidido castigarte y yo seré el vehículo para ello.

Elentari se transformó en un ser de luz cuya voz era casi tan ensordecedora como un trueno.

Park JiMin te condenó por la eternidad a vagar por este bosque asumiendo el aspecto monstruoso que te corresponde y que refleja la mezquindad de tu espíritu.

¡Que tu piel tenga el color de la envidia, y tu estatura refleje el verdadero tamaño de la capacidad de tu corazón de sentir piedad y compasión! Tus orejas te servirán para escuchar los lamentos de los insensatos de tus padres que pagarán el pecado de no haberte sabido criar como correspondía.

Tu voz nunca más volverá a ser oída.

¡Tu necesidad de acumular jamás será saciada, sufrirás porque nunca conseguirás lo que quieres y cuando tengas una mínima parte de ella llorarás lágrimas de sangre al recordar que eso fue lo que te condenó!...




Elentari fue localizada por la guardia de su padre y la guardia real de la nación anfitriona. Ella les contó a los reyes y a Seo Joon que fue secuestrada por JiMin y el comandante Yoo.

El príncipe estaba muy impactado. Jamás imaginó que su hermano llevará sus caprichos a tal extremo.

La princesa también les dijo que JiMin se jactó de haber matado a muchas mujeres y haberlas enterrado en el bosque.

Cuando Seo Joon quiso saber cómo fue que ella se libró de ese destino Elentari le contó que un espíritu del bosque la salvó y se llevó con él a JiMin y Yoo.

Los reyes, al enterarse de las noticias, no lo pudieron soportar. La reina murió de un infarto fulminante y el rey se lanzó de la torre más alta del castillo.

Fue así como Seo Joon heredó la corona. Gracias al amor de Elentari pudo superar el dolor por la pérdida de su familia y se dio la oportunidad de crear una nueva con la hermosa princesa hechicera.

Dicen los relatos que desde esa noche trágica vaga por el bosque una pequeña y espeluznante criatura. Parece que buscara algo, tal vez... la paz que nunca podrá encontrar.

Solo me quedan dos historias más con los guapos y un bonus.

Sorry si a alguien no le gusto el destino del pobre Mochi, pero ... ya saben que son cuentos de Halloween.

Nos encontramos.

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