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R (II)

⚠ Advertencia: capítulo EXTRA largo y 18+


La lengua de Jimin se abrió paso una vez más entre los pliegues de mi sexo, adoptando un ritmo que no parecía cesar. Yo me aferraba a las sábanas como si la vida me fuese en ello, porque ahora sí que podía comprender a lo que se refería Jungkook con los encantos del pelirrojo. 

Sentir sus labios deslizarse por la parte más sensible de mi cuerpo era como vestir el traje de seda más suave y cómodo del mundo, por no hablar de cómo se movía su lengua, que me dejaba en una especie de trance con su vaivén elaborado con maestría. No, mejor que eso; era como alcanzar el nirvana. Algunos creerán que estoy siendo una exagerada, pero eso es porque no saben qué es que Jimin te dé placer con su boca.

Lamía con insistencia y precisión, unas veces siendo más superficial, y otras adentrándose en la parte más recóndita de mi ser. Sentir algo tan cálido y húmedo en mi interior fue la experiencia más rara y excitante de mi vida. Quise más, así que bajé mis manos hasta su cabello -que estaba muy suave, por cierto- y estiré con moderación, tan solo para comunicarle que aquello me estaba encantando, aunque intuí que mis gemidos ya hablaban por sí solos.

Joder, ojalá hubiese sabido antes lo que suponía que Park Jimin te hiciese un oral, y no hubiese tardado tanto en aceptar, os lo puedo asegurar.

Jungkook lo hacía bien, pero se le daban mejor los dedos. Era todo un manitas para la masturbación. La mejor parte llegó sin duda cuando el pelirrojo decidió succionar el punto débil de cualquier mujer: el clítoris. Estaba tan hinchado y sensible a esas alturas que grité, sintiendo que explotaba dentro de mí una mezcla de dolor y placer.

Joder.

Jamás me había retorcido tanto sobre una puñetera cama. Tuve la necesidad de cerrar las piernas por puro instinto, pero Jimin no tenía las intenciones de dejar el trabajo a medias, así que las volvió a separar poniendo las manos sobre mis muslos. Me folló con su lengua. Lo hizo una y otra vez hasta que mi cuerpo desistió y liberó los flujos retenidos hasta el momento.

Mantuve los ojos cerrados, notando que cada minuto que pasaba me rehusaba más a abrirlos. Comencé a entrar en un estado soporífero, y todo se debía a lo exhausta que me encontraba tras el orgasmo.

—Tío, la has dejado fuera de combate. —escuché a la reconocible voz de Jungkook quejarse.

—Lo siento... Me he dejado llevar. —se disculpó Jimin, en un tono quedo.

Hice un esfuerzo y levanté mis párpados, encontrándome a ambos chicos enfrascados en una discusión.

—Estoy bien. —avisé, cortando las palabras que Jungkook estaba pronunciando en ese momento y llevándome su atención junto con la de Jimin— ¿A qué esperáis...? ¿No vamos a hacer nada más?

—Qué viciosa eres. —me soltó el moreno tras un breve silencio, sonriendo de lado.

Levanté mi mano y le golpeé el brazo con tanta rapidez que no se lo vio venir.

—Te juro que como empieces con tus tonterías te dejo con el calentón.

Yo no solía ser tan quisquillosa, pero todo el que conocía a Jungkook sabía que, como no se le cortase de raíz, podía estar prolongando la bromita hasta el infinito, y yo no iba sobrada de paciencia que digamos.

Jungkook se relamió los labios y se posicionó entre mis piernas mientras se inclinaba hacia mí. Sus ojos burlones no eran capaces de separarse de los míos. Adoraban desafiarme, y yo disfrutaba de su osado intento.

—Me encanta cuando te pones agresiva durante el sexo.

—Haz que merezca la pena, Kookie. —le respondí, jugando con sus reglas.

Agachó tanto la cabeza que nuestras narices se rozaron. Ambos tratábamos de ocultar esa sonrisilla que tan solo nuestra complicidad era capaz de provocar.

—Iré yo primero. —avisó a Jimin, girando apenas su rostro para mirar al chico— Para que veas cómo le gusta que se lo hagan. —se centró de nuevo en mí y sumergió sus labios en mi cuello, besándolo con vehemencia.

Disfruté del acto, gimiendo, pero mi cuerpo respondió a unos estímulos mayores cuando la lengua de Jungkook comenzó a colarse por lugares más íntimos, y, sobre todo, por la intervención de un tercero.

Se me puso la piel de gallina.

La mano de Jimin era pequeña, no abarcaba por sí sola uno de mis pechos. Sin embargo, eso no fue impedimento para que lo masajeara o jugara con mi pezón libremente, sin dificultades. Le dejé explorar cuanto quisiera, porque realmente se sentía bien estar en contacto con la piel del muchacho.

Por otra parte, Jungkook besaba mis caderas, y todo apuntaba a que sus labios estarían enterrados entre mis piernas en cero coma. Jadeé cuando mi predicción se cumplió, arqueando la espalda.

Mi sexo ya se encontraba lo suficiente húmedo, por lo que llegaba a resultarme incómoda la concentración de fluidos. No necesitaba que me lubricase; necesitaba que me penetrase ya mismo.

Pero eso Jungkook lo sabía muy bien.

Atrapó mi clítoris entre el índice y el dedo corazón y lo estuvo torturando con su fricción. Yo, que tenía un fetiche con sus manos, me estaba volviendo loca solo de verle realizar aquella tarea.

—¿Pasa algo, nena? ¿Necesitas alguna cosa en concreto? —Jungkook me mostró su bonita sonrisa de dientes perlados junto a sus ojos grandes e inocentes. Pero todo su rostro estaba tintado con un matiz de travesura.

Capullo.

—P-Por favor... —pedí, con voz temblorosa por culpa de los actos de ambos chicos— Hazlo.

—¿Hacer qué? No sé a qué te refieres. 

Mi rostro se ensombreció y dirigí una mirada envenenada a Jungkook. Sin pensármelo dos veces, coloqué mis dedos tras su nuca y presioné, obligándole a ascender para que quedásemos cara a cara.

—Ponte el puto condón y fóllame de una...¡Ah!

El moreno me calló introduciendo dos dedos en mí. Fue doloroso, por lo que me acordé de todos y cada uno de sus familiares durante un par de segundos, pero, al mismo tiempo, fue muy excitante. No hacía mucho que me había dado cuenta de que el sexo brusco pero llevado con moderación me gustaba más que el lento. Claro está que al principio no fue así. Me costó acostumbrarme a la sensación de tener a un individuo en mi vagina y, de hecho, me llegaba a poner tan nerviosa que me dolía la mayoría de las veces, pero Jungkook supo cómo tratar con el tema. Tuvo paciencia, mucha, y se aseguró de transmitirme toda la confianza que necesitaba. Si hoy día soy capaz de disfrutar de las relaciones sexuales, es gracias a él.

—No seas impaciente, preciosa. —me dijo, burlándose de mí. Empujó sus dedos un poco más y los retiro con lentitud, para luego repetir el proceso— Recuerda quién es el que manda. —antes de que pudiese replicar, volvió a embestirme con su gloriosa mano. Gemí de nuevo, aferrándome a sus hombros.

—Esta te la pienso devolver. —amenacé, mirándole directamente a los ojos. Él me sonrió con malicia antes de acelerar el ritmo de su acción, haciéndome perder la cabeza. Mis caderas se movieron involuntariamente al mismo son, deseando hallar más placer.

—¿Qué has dicho? No te he oído, estabas gimiendo demasiado fuerte.

Quise responderle, golpearle, soltar por mi boca una serie de improperios relacionados con su irreverente actitud, pero lo único que hice fue clavar las uñas en su espalda y derretirme por la dulce presión que sus dedos ejercían con cada penetración.

Gruñí cuando, de repente, me sentí vacía. Abrí los ojos y fruncí el ceño, dispuesta a quejarme y exigir una respuesta, que me explicase por qué narices había parado. Estaba cerca, muy cerca. Retirarse cuando estaba disfrutando del mejor momento fue una crueldad, como quitarle un caramelo a un niño. Pero justo cuando abrí la boca, vi a Jimin tomando el lugar de Jungkook entre mis piernas, dedicándome una sonrisa que me ruborizó. ¿Por qué ese chico era tan guapo? Su pelo estaba revuelto de tal manera que me hizo sentir ese cosquilleo tan familiar en el vientre bajo; era muy sexy.

Jimin se echó unos cuantos mechones hacia atrás, y entonces pude apreciar mejor las gotitas de sudor que se estaban acumulando en sus sienes. Eso tan solo le hacía verse más masculino. Sin perder su simpático pero juguetón semblante, se inclinó hacia mí y me tomó de los muslos, acercándome a su hombría. Estaba duro, muy duro.

—Tranquila, ya me he puesto el condón. —quise lanzarme y comerle la cara a besos cuando me sonrió con esa inocencia tan genuina— ¿Estás lista?

Ni siquiera me molesté en mirar dónde se encontraba Kookie. Lo único en lo que podía concentrarme en esos momentos era en la divinidad pelirroja que iba a llevarme al mismísimo cielo -si era tan bueno con sus caderas como con la lengua, entonces la diversión estaba asegurada-. Tragué saliva y asentí, proporcionándole una sonrisa lánguida por la excitación, que era tanta que resultaba desbordante.

Jimin alineó su miembro e introdujo tan solo el principio de este en mí. Separé mis labios y gimoteé. Ya había visto que era más grueso que los dedos de Jungkook, pero sentirle dentro era algo muy distinto. Iba poco a poco, notándose que no quería arriesgarse a hacerme daño por descuido, e incluso se tomaba unos segundos cada vez que avanzaba para que mi conducto muscular se adaptase a él adecuadamente.

Me fijé en sus labios, tan generosos y seductores. Ni siquiera lo estaba intentando, pero me resultó jodidamente libidinosa la forma en la que su lengua los lamió, de izquierda a derecha, con una lentitud tortuosa que podría haber significado mi muerte. Jimin estaba tan concentrado en la unión de nuestros cuerpos que no reparó en mi observación.

—¿Vika? ¿Estás cómoda?

Me crucé con su mirada, considerada y atenta, y que estaba puesta en mí. Algo atontada, asentí repetidas veces.

—Claro. Sí, sí. ¿Por...Por qué lo dices?

—No es por nada en particular. Es solo que estás muy estrecha... —abrí los ojos a la vez que el bochorno se hacía presente en mis mejillas. ¿Acaso eso era malo? ¿No le gustaba? A Jungkook le encantaba, pero parecía que a él no. Debió comprender lo que pensaba con tan solo fijarse en mi expresión, porque procedió a darme una explicación— No digo que sea nada malo; me gusta, de hecho. Lo que quiero saber es si estás así por los nervios o si es lo habitual... No me gustaría hacerte daño, ¿sabes?

—Siempre está así de estrecha, Jimin. No te preocupes. —La voz de Jungkook se escuchó desde el otro lado de la habitación. ¿Qué estaba haciendo? Levanté la cabeza para localizarle, pero no pude ver nada al tener el cuerpo del mayor delante de mí, tapándome la vista.

Tomé los hombros de Jimin con firmeza, cosa que hizo que me mirase, impresionado pero dispuesto.

—Estoy perfectamente, tranquilo. Si me duele en algún momento, te lo haré saber.

Jimin asintió con una de sus sonrisas, las que convertían sus bonitos ojos en dos líneas rectas, y me besó antes de empujar sus caderas contra las mías.

Sus embestidas fueron de las cosas más dulces y eróticas que probé en mi vida, haciendo justicia a su propia persona. Jimin sabía exactamente cómo actuar, haciéndome creer que podía leer mis pensamientos en todo momento. Tan solo hacía falta un apretón en su hombro para hacerle entender que fuese un poco más despacio, o posicionar una mano en su espalda baja para que supiese que quería un aumento de intensidad en sus arremetidas.

Era perfecto, como cuando eres capaz de encajar todas las piezas en una partida de tetris.

Pronto el frotamiento sin sentido que se estaba produciendo en mi interior se transformó en placer. Con cada ida y venida, Jimin restregaba su pelvis contra mi clítoris, teniéndome en un sin vivir que no quería que terminase jamás. Escuchar sus jadeos tan cerca, poder palpar sus músculos en tensión por el trabajo que estaba haciendo, su respiración enlazándose con la mía y su aliento acariciando mis labios... No podía pedir nada mejor que eso.

Nuestra unión era electrizante, sensible y fogosa, todo al mismo tiempo. Puede que por eso, junto a la euforia del momento, me atreviese a formular una pregunta que minutos atrás pensé que jamás haría.

—¿T-Te gusto? —temí que mi voz sonase endeble, puesto que haría complicado el ser escuchada. Comencé a lamentarme por mi ocurrencia cuando, sin esperarlo, recibí una respuesta.

—Eso es quedarse corto. —me mostró su brillante hilera de dientes blancos y acarició mi hombro antes de besarlo— Me vuelves loco, bebé.

Con esa afirmación me dio la sensación de que la temperatura había aumentado de golpe en la habitación hasta el punto de habernos trasladado mágicamente a una sauna. Jungkook tenía razón; yo le gustaba a Jimin. Me sentí aliviada, y esa misma sensación sustituyó a la gran mayoría de mis inseguridades.

—¡J-Jimin! —pronuncié a duras penas cuando golpeó un sitio concreto en mi interior.

No sé si fue lo que dije u otra cosa, pero, de repente, me encontré boca abajo, con el abdomen y el pecho contra el colchón y dando la espalda a Jimin. El chico me había dado la vuelta con tanta destreza y rapidez que apenas me dio tiempo a procesar lo que acababa de pasar. Tampoco me encontré necesitada en ningún momento, ya que alzó mis caderas con una facilidad asombrosa y entró en mí de una sola vez. Más sorprendente fue lo rauda que resultó mi respuesta. Comencé a lloriquear del deleite e impulsé mi trasero hacia atrás, impactando con el frente de Jimin.

Ninguno de los dos se detuvo ante el frenesí que confeccionamos, ni siquiera cuando las piernas me temblaron por la postura en la que me hallaba. El chico me mantuvo las caderas en alto, agarrándolas con fuerza, mientras yo me aferraba a las sábanas con desesperación, haciéndolas un desastre y arrugándolas.

Yo llegué primero al orgasmo, sin poder dar más previo aviso que unos intensos y agudos gimoteos. Jimin me pidió que aguantase unos segundos más, por muy doloroso que fuese, hasta que él se corriese. Lo hice, y cuando le llegó su hora, pude sentir un gran alivio en todo mi cuerpo.

Jimin salió de mí y me soltó. Fue entonces cuando me percaté de que dejó un ardor en mi intimidad, uno cálido y agradable. Ambos nos tumbamos en la cama mirando el techo y respirando con dificultad durante unos minutos.

—Joder... —pronuncié, patidifusa por los hechos.

Escuché la meliflua risa de Jimin inundar la estancia, por lo que le miré con una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Te ha gustado? —me preguntó.

—Creo que eso es quedarse corto. —confesé, parafraseando las palabras dichas anteriormente por él cuando le hice una pregunta similar.

Súbitamente, algo cayó sobre la cama, haciéndonos botar levemente sobre el colchón. Jungkook se hizo un espacio entre los dos, sonriendo.

—Nada mal, ¿eh? —me preguntó, alzando una ceja con picardía mientras acariciaba el pecho de Jimin. Este puso su mano encima, recorriendo las venas que se marcaban en el brazo del moreno, y cerró los ojos para tener un momento de relajación.

—Sí... —admití, todavía sin poder creer que Jimin hubiese estado entre mis piernas. Una tonta sonrisa se dibujó en mis labios, muy similar a la que podría tener una colegiala cuando su crush le da su primer beso, con la diferencia de que la experiencia había ido más allá de un inocente contacto.

  — Entonces,  —comenzó a decir mi amigo de nuevo, acariciando una de mis piernas con naturalidad— ¿Te gustaría probar ahora algo distinto conmigo?

Llevada por la curiosidad, giré la cabeza en su dirección y enarqué ambas cejas a la vez que mis comisuras se hundían hacia abajo.

  —¿A qué te refieres? —la única respuesta directa que obtuve de Jungkook fue su media sonrisa que, la mayor parte del tiempo, no presagiaba nada bueno— Habla. —dije, rodando los ojos. Sabía que se moría por probar aquello, fuese lo que fuese. Pero no articuló palabra. En su lugar, dirigió su mano hasta mis glúteos y, segundos después, dos de sus dedos estaban acariciando mi entrada rectal. Tomé una abrupta respiración con los ojos casi salidos de mis cuencas y le di una manotazo en cuanto entendí lo que pretendía— ¡No pienso dejar que me la metas por detrás! Para algo tengo vagina, ¿sabes?

Jungkook adoptó su mirada de cervatillo, algo que no le costaba por sus grandes ojos redondos como canicas, e hizo un puchero, disgustado.

  — ¿Por qué no?

 — ¡Porque duele! — bramé, pareciéndome que era algo más que obvio.

  — Es solo al principio. Y no duele. Es más bien incomodidad, pero después es una de las mejores...

 — Jungkook, no. —reiteré, seria. El chico bufó y se tumbó boca arriba, teniendo que alejar su mano de Jimin para ello.

  — Pues Jimin no le pone tantas pegas... — murmuró lo suficientemente alto para que yo le escuchase. Puse los ojos en blanco. Se equivocaba si pensaba que iba a hacerme sentir culpable, porque sí, él era un excelente chantajista, pero a mí me quedaba bastante amor propio.

  — Kookie, no insistas si no quiere.  — me respaldó el pelirrojo, que ahora se encontraba apoyado sobre uno de sus codos y con la mejilla sobre la palma, de cara a nosotros— Además, es normal que no le resulte una idea atractiva. A mí me costó acostumbrarme.

  — Sin embargo, ahora te encanta. —contraatacó su novio, con altanería. Se llevó un empujón de parte de Jimin, pero uno mucho más cariñoso del que yo le habría propinado en su lugar. Después se llevó una mano a la boca para tapar su risa.

  — Hacedlo vosotros. — propuse, sin pensarme demasiado lo que estaba pidiendo— Demostradme lo divertido que puede ser, y tal vez me lo piense.

A Jungkook le hicieron los ojos chiribitas y, rápidamente, giró el cuello para mirar a su pareja en busca de un consentimiento por su parte. Jimin suspiró como una madre que haría cualquier cosa por su hijo y sonrió.

  —Menuda idea le has ido a dar. Le gusta más el sexo anal que a un tonto un lápiz.

Estuve atenta a la preparación y aprendí  cómo hacerlo. Jungkook se humedeció dos dedos con el lubricante que tenía guardado en uno de sus cajones y lo aplicó en la entrada de Jimin, quien ya se había deshecho del condón y se había posicionado a cuatro sobre la cama. Me enfoqué en las expresiones del mayor y descubrí que se mordía el labio para aguantar la mayoría de los resuellos que le provocaban los dedos de Jungkook haciéndose paso en su interior. No quise ver el proceso en sí porque sabía que me daría impresión, y entonces, en cuanto ese pensamiento me golpeó, supe que no iba a aceptar por el momento tener relaciones que tuviesen que ver con una vía rectal.

Jimin comenzó a gimotear minutos después, pero, a diferencia de antes, ya no parecía ser de molestia, sino de algo mejor. Su rostro era angelical, con los labios ligeramente entreabiertos y los ojos cerrados.

Sentí el impulso de posar mis labios en su garganta y lamer su piel, tan solo por aumentar su satisfacción a la vez que la mía. Jimin era tan voluble... Lo mismo podía adoptar un papel completamente dominante y, al minuto siguiente, ser todo un sumiso. Comprendí por qué él y Jungkook se compenetraban tan bien; el moreno era exactamente igual.

Jungkook retiró sus deliciosos dedos del interior de Jimin y, sin pararse a buscar un condón sobre los múltiples que se encontraban en la mesilla, introdujo su miembro en el pelirrojo, lo cual arrancó a este un jadeo de sorpresa. Abrí los ojos de par en par, ¿era eso seguro? Cuando me informé en internet acerca del acto sexual, lo más remarcable era el uso de anticonceptivos para evitar embarazos indeseados o enfermedades de transmisión sexual. A Jungkook no parecía importarle en absoluto lo segundo, ya que lo primero no era probable entre dos hombres. Una vez más, pecó de imprudente y excesiva confianza, pero ahora no había vuelta atrás.

Observé anonadada cómo mi amigo tomaba con vehemencia y fuertes embestidas a Jimin, quien era un desastre entre sus manos. Escuché el continuo sonidito rítmico de sus cuerpos chocando y me recreé ante la escena. Una llama se encendió a la altura de mi bajo vientre y mis pezones se endurecieron de pronto. Tragué saliva cuando una ocurrencia pasó fugaz por mi mente, pero, en vez de pensármelo, obedecí a mis instintos y actué. Bajé mi mano lentamente por mi cuerpo, casi con un disimulo agonizante como si fuese a cometer un crimen nefando. Descendí por mi abdomen, por mi monte de Venus y, finalmente, llegué a los pliegues que escondían mi intimidad. Me masturbé mientras que ellos follaban. Lo hice al igual que Jungkook cuando Jimin y yo nos besábamos, y lo hice al igual que Jimin cuando le hacía mi primera felación a Jungkook.

Me masturbé y, por primera vez, no me sentí mal ni me arrepentí de ello.

Jungkook, quien parecía muy concentrado, alzó la cabeza, extasiado, y clavó su mirada, que ahora se asemejaba más a la de un felino hambriento, totalmente en mí. No detuvo sus acciones, pero su expresión había sufrido una transformación. Sus ojos viajaban de mi mano a mi cara y viceversa. Sonrió de una forma única, una mezcla entre socarrón y lascivo. Mi respiración se cortó durante unos segundos, y él aprovechó nuestro contacto visual para acabar conmigo definitivamente. Embistió con fuerza a Jimin, se mordió el labio inferior lentamente, con el sudor descendiendo y su cabello alborotado. Sus caderas no se movieron con esa ondulación seductora por casualidad. El mensaje era claro, y me lo imaginé diciéndome algo así como "Mira, esto podría estar haciéndotelo a ti si quisieras, nena".

Jimin gritó y, acto seguido, su semen manchó las sábanas. Su fibroso pero tembloroso cuerpo se desplomó mientras tomaba grandes bocanadas de aire, con la mejilla contra la almohada. No me di cuenta de lo embobada que me había quedado mirándole hasta que Jungkook habló.

  —Lo has hecho genial, precioso. —se inclinó y le dio un beso en la mejilla a su novio, quien le correspondió con una agotada sonrisa. 

  —Siento que no hayas terminado, Kookie.  —se lamentó.

  —No te preocupes; sé qué hacer para arreglar esto. —declaró sin apartar su mirada de mí.

Cogió unos de los plastiquitos que contenían el material de látex lubricado en su interior y se lo puso. Gateó en mi dirección, pretendiendo encerrarme con sus brazos contra la cabecera de la cama, pero me di cuenta a tiempo y revertí los papeles. Puse mis manos en su pecho y le obligué a tumbarse, para después inmovilizarle montándome encima de él a horcajadas. Desde mi posición, sonreí victoriosa. Él no parecía tener queja, pues me recibió de buena gana e incluso masajeó mis muslos. 

  —Lo tenías planeado, ¿verdad? —pregunté, intentando ocultar una inminente sonrisa.

  — Tal vez. —respondió con la poca vergüenza que le caracterizaba.

 — No voy a dejar que me la metas por el culo. —aclaré una vez más, acentuando mi expresión condescendiente a la par que burlona. Jungkook imitó mi actitud.

  —Me sobra ahora mismo con que pongas uno de tus agujeros disponibles. Vagina o boca. Elige.

En estas ocasiones, me ponía a cien que fuese tan directo, tan imperativo. Dedicándole una última mueca que implicaba el haberle dejado ganar, busqué su miembro y alcé mis caderas para introducirlo en mí poco a poco. La aduladora sensación de sentirme llena de nuevo me inundó, sacándome un suspiro de alivio. Los dedos estaban bien, pero no tenía comparación con el tener el encanto de un hombre en tu interior.

Comencé a moverme, primero de delante a atrás, como un vaivén, y luego me animé a dar los primeros saltitos, ayudada por los impulsos de Jungkook. Esta era una de nuestras posturas favoritas, por lo que casi siempre terminábamos corriéndonos mientras que yo le montaba, aunque también dependía de cómo de receptivo se encontrase Kookie ese día. Había veces en las que se obcecaba en estar él encima de mí y, cuando eso ocurría, era prácticamente imposible hacerle cambiar de parecer. 

Los primeros gruñidos de Jungkook llegaron a mis oídos. Yo, desde arriba, tenía la sensación de estar observando una obra de arte como lo era mi guapérrimo amigo. Si bien minutos atrás me había dicho que era él quien mandaba, en ese momento se encontraba derritiéndose por mis movimientos.

  —M-Más... —suplicaba— Joder, nena...

Ahora que había experimentado con un hombre distinto, podía hacer algunos contrastes. El hecho de tener algo penetrándome no variaba, pero noté una ligera diferencia en el grosor. Creí no equivocarme cuando pensé que Jimin la tenía un poquito más voluminosa, pero unos centímetros más corta. Jungkook no la tenía precisamente pequeña, pero tampoco era una monstruosidad. El caso era que ambos me hacían disfrutar, y eso es lo que importaba realmente.

  —Dime algo p-para...ah...ayudarme. —me pidió, con la voz entrecortada y subiendo las manos hasta mis pechos.

 —Mmh...¿cómo qué?

  —N-No sé... Llámame oppa

  — Y una mierda. Nunca te he llamado así, no pienso hacerlo ahora. —Jungkook apretó la mandíbula mientras continuaba deleitándose con el contacto de mi piel.

  —Joder, Vika, p-por favor...

 —Pero si odias que te llame así. —le recordé.

  —Ya, pero es que ahora estoy jodidamente cachondo.  —me respondió con una brusquedad que confirmaba sus palabras y que le hacía tener un comportamiento de los más irracional. A continuación, resolló, pellizcando mis pezones. Grité de la sorpresa— Rápido, me voy a correr.

—Piensa en las pantorrillas peludas de tu entrenador.

— Vika...

—O en el tanga favorito de tu madre.

— ¡Pero qué asco! 

Me reí y decidí dejar de picarle para que pudiese llegar al orgasmo de una vez. Posé mis manos sobre las suyas, que todavía se encontraban jugando con mis senos, y me incliné hacia adelante para susurrarle unas palabras al oído antes de meterle la lengua hasta la campanilla.

  — Córrete para mí, oppa

 Jungkook se liberó con un gritito ahogado y dando tres estocadas finales. Besé sus mejillas mientras esperaba a que su respiración se regulase. Tuve el tiempo suficiente para apreciar su rostro, para apartarle los mechones con delicadeza de la frente, para acariciar sus labios con mi pulgar y deslizar las yemas de mis dedos por su cuello... Jungkook era una maldita obra de arte que tenía que ser conservada en la vitrina más brillante del mejor museo del mundo.

  — Casi me corro pensando en mi madre, tonta.

 — Te dije que te la devolvería.

(...)

La pantalla de mi móvil vibró, mostrando una llamada perdida. Los dígitos indicaban que eran las cuatro y media de la mañana. Observé este dato con los ojos entrecerrados, todavía demasiado adormilada como para reaccionar. Seguidamente, bufé. Di gracias a que mis padres se encontrasen ese fin de semana fuera de Seúl, celebrando su aniversario, porque de lo contrario, ninguna excusa habría sido lo suficientemente buena como para justificar el haber dormido fuera de casa.

Miré a mi derecha cuando un brazo me envolvió la cintura y alguien se acurrucó contra mi espalda.

  —¿Qué haces despierta?  —la voz de Jungkook, unas décimas más áspera de lo normal, se manifestó perezosamente. La esencia de sus labios se impregnó en uno de mis omóplatos al dejar un vago beso allí.

  —Alguien me ha llamado. ¿Te ha despertado a ti también?

  — Sí...  —bostezó, cubriéndose con la mano la nariz en vez de la boca. Un hábito extraño del que me di cuenta hace poco, pero bastante tierno en él— Pero da igual. ¿Es tu padre?

Antes de contestar comprobé quién era el emisor de la llamada y me di cuenta de que la misma persona me había dejado varios mensajes.

Caradura:

Lo siento, te he llamado sin querer 😅

Acabo de terminar mi turno de noche y se me ha ocurrido algo

Tienes planes para hoy?

Por la tarde, me refiero

Bueno, supongo que ahora estarás dormida, así que ya me dirás cuando puedas 😉

4:34 a.m

  —¿Quién es Caradura? —preguntó Jungkook de repente, apoyando la barbilla en mi hombro para ver mejor la pantalla de mi móvil. De haber estado completamente lúcida, le habría pegado por ser tan cotilla, pero no fue el caso, así que lo dejé pasar. 

  — Taehyung. ¿Te acuerdas de él?

Jungkook tardó en procesar la información un par de segundos. Luego pestañeo y asintió, somnoliento.

  — Aaah, sí... Has salido con ese chico un par de veces ya, ¿no?

 — Sí.

  — ¿Y cómo os va?

Mi amigo se posicionó correctamente, listo para escuchar. Supuse que se le habían quitado las ganas de dormir, o tal vez pretendía recuperarlas mientras yo hablaba. Se tumbó boca arriba y me invitó a apoyar la cabeza sobre su pecho. Lo hice, recibiendo de inmediato el contacto de su mano como recompensa; acarició mi brazo de arriba abajo en un gesto cariñoso. Procuré hablar bajito para no molestar a Jimin, quien dormía como un tronco justo al otro lado de Jungkook.

  —Creo que bien. Hablamos bastante a menudo y tenemos cosas en común... —no sabía cómo sentirme respecto a la situación en la que me encontraba. Sabía que Jungkook no iba a juzgarme por estar viéndome con otro chico, de hecho, él era partidario de que una persona amase a varias al mismo tiempo y de formas únicas. Poder hablar con él sobre algo así me hacía sentir liberada, pero me seguía pareciendo extraño al mismo tiempo — Creo que me gusta. ¿Es eso posible?

  —Claro. ¿Tiene cerebro?

 — Si tiene, lo oculta muy bien. —bromeé. El moreno se echó a reír en voz bajita—  En realidad, es un chico bastante interesante.

No recibí una respuesta inmediata. Jungkook parecía estar meditando algo cuando alcé los ojos y miré su expresión.

  — ¿Él sabe lo nuestro?

Sentí como si la persona encargada de sostener mi corazón lo hubiese soltado de golpe. Enmudecí. Si Jungkook preguntaba algo así, era por algo, y no precisamente por celos.

  —No. —me limité a decir. Una mueca se formó en sus comisuras.

 — Si quieres tener una relación formal con él, deberías decírselo.

  — Creo que eso es ir demasiado rápido.  —opiné, soltando una risita nerviosa. ¿Taehyung siendo mi primer novio? Me resultaba algo tan imposible...— Ni siquiera sé si él se siente igual al respecto. Pero, de todas formas, ¿por qué tendría que contárselo? ¿No se supone que soy libre de irme con quien quiera?

Una nueva seña apareció en los labios de Jungkook; un indicio de sonrisa. Acto seguido, suspiró y negó con la cabeza suavemente.

  — Sé a lo que te refieres, pero eso no funciona así, nena. —trató de explicármelo con la misma dulzura que utilizaría para dirigirse a una niña pequeña. Bajó la cabeza y me miró— Está claro que eres libre de elegir tus relaciones, pero cuando estás implicada de alguna forma con una persona y quieres iniciar algo nuevo con otra, debes informar a las dos partes. Es importante que haya comunicación, sobre todo en las relaciones no monógamas. 

Pestañeé con la boca ligeramente abierta, totalmente absorta por su discurso.

  — ¿Tú y Jimin lo hacéis?

 —Continuamente. —confirmó— Hablamos sobre todas las personas con las que tenemos sexo y de cómo ha sido nuestra experiencia. ¿Acaso no le dije que estaba viéndome contigo?

Cierto.

  —Pero, ¿y si se enfada? Puede que él no lo vea como tú. Lo más seguro es que no le haga ninguna gracia que me esté acostando con otros mientras me veo con él...

 — Entonces, ese es su problema. Alguien que no puede respetar tus ideas no merece estar a tu lado.

El problema era que, la poligamia en sí, estaba mal vista por medio mundo. Suspiré derrotada, pensando en lo complicado que era todo desde un punto de vista más bien novato. Es por eso que quise saber más. Cuando me surgían dudas al respecto, siempre preguntaba a Jungkook para que las resolviese.

  — ¿Algo más que deba saber?

Se encogió de hombros, como si fuese bastante simple de entender y no hiciese falta un puñetero croquis.

 — En la monogamia se asume que hay exclusividad. Las relaciones poliamorosas se rigen por tratos que se consensúan entre la o las parejas.

Oh, genial, que también hay que establecer acuerdos.

  — ¿Qué tipo de tratos? —inquirí, curiosa.

  — Ya sabes, condiciones que se acuerdan al principio para evitar malentendidos y posibles celos, aunque se pueden ir acotando con el paso del tiempo. Yo tenía unas cuantas establecidas con Jimin, pero ahora confiamos tanto el uno en el otro que apenas necesitamos reglas; sabemos lo que tenemos que hacer y lo que no.

  —¿Por ejemplo?  —indagué. Jungkook resopló con aire desenfadado e hizo un puchero, mirando al techo mientras hacía memoria.

  — Pues, al principio, dijimos que solo podíamos tener sexo con otras personas, nada de citas ni de involucrarse en un sentido amoroso. Y, por supuesto, teníamos que avisar antes de hacer nada con terceros.

El corazón comenzó a latirme con tanta fuerza que temí que mi compañero pudiese notarlo contra sus costillas.

  — ¿Eso quiere decir que... Ahora sí que tenéis relaciones amorosas con otros?

 — Lo tenemos permitido. —me corrigió amablemente.

  — ¿Tú has tenido alguna pareja aparte de Jimin?  — me mordí el labio, temiendo haberme pasado de curiosa. Jungkook era un chico perspicaz; me moriría de la vergüenza si se diese cuenta del porqué de mi pregunta, de mi repentino interés por su vida sentimental.

  — Desde que empecé a salir con él, no. Antes, sí. Se llamaba Hyesook y duramos apenas dos meses.  — me lo explicó sin ningún reparo, como una anécdota que quedó anclada hace muchos años atrás, e incluso con un tono divertido.

  — Oh... ¿Qué paso? ¿Te diste cuenta de que no era tu tipo?  — bromeé con una creciente sonrisa en mis labios que contagié fácilmente al moreno. Bufó de buen humor y se marcó el labio inferior con sus dientes delanteros.

  — Oh, créeme, era mi tipo. El problema fue que la tía con la que se llevaba mal también lo era. Y, bueno, pasó lo que tenía que pasar. 

  — ¿Le pusiste los cuernos?

  — Lo sé, lo hice mal. — confirmó indirectamente, desviando la mirada hacia otro punto de la estancia mientras pasaba una mano por su nuca. No se sentía orgulloso, estaba claro — Por mucho tiempo me sentí culpable y me odié por eso. Pero, es que, es realmente una putada, ¿sabes? La sociedad te condiciona y te hace creer que eres un asco de ser humano solo porque no has seguido sus reglas. Yo, por aquel entonces, no era capaz de entender por qué sentí la necesidad de estar con otra persona si a mí realmente me gustaba Hyesook. Créeme, ella me importaba. Creí que algo estaba mal conmigo, que era mi culpa pensar de una forma distinta, e incluso me sentí como un jodido depravado solo porque me gustaban dos chicas distintas. Tiempo después conocí a Jimin, me enseñó que existía una alternativa, y me di cuenta de que las relaciones monógamas no era ni son para mí.  

Miré el cabello anaranjado del chico mencionado por encima del cuerpo de Jungkook. Jimin estaba encogido bajo las sábanas, dándonos la espalda a ambos. Desde mi posición y quedándonos en un silencio absoluto, podíamos escuchar sus suaves ronquidos. Después de conocer a aquel ángel, pude entender por primera vez a qué se refería Jungkook cuando hablaba de amar a más de una persona a la vez. A lo mejor sí era posible. A lo mejor yo era capaz de tener sentimientos por alguien más aparte de Kookie.

  — ¿Fue Jimin quien te introdujo en todo esto?  — continué con mi interrogatorio con cautela.

  —Mmh...  —se llevó los nudillos de su mano libre a los labios mientras lo meditaba y, tras unos segundos de duda, contestó— Más o menos. Lo hicimos juntos, aunque él había oído hablar del poliamor antes que yo. Me alivió mucho encontrar a alguien que compartiese mi forma de pensar.

Pude suponer que eso fue lo que les hizo más cercanos, el sentirse excluidos por la misma razón y desahogarse mutuamente. Me imaginé a un Jungkook mucho más joven, solo, pensando que él en sí era un problema. Sentí que el corazón se me partía en dos. De repente, agradecí a quien quiera que estuviese ahí arriba, ya fuese un dios o el universo, por traer al mundo a alguien como Jimin para que lo acompañase.

Acaricié su pecho con la palma de mi mano lentamente, dándole consuelo. Quería que supiese que yo también apoyaba su punto de vista, por muy distinto que fuese al principio del mío.

  — ¿Qué hay de Jimin? ¿Él tiene o ha tenido alguna pareja?  — hablé tras un pequeño y cómodo silencio en el que no cesó mi acción. Me pareció adecuado formular aquello para encubrir un poco mis intenciones, pero también he de decir que quería saber más acerca del pelirrojo.

  — Sí. Está con un chico que se llama Yoongi. — las cejas de Jungkook se fruncieron, diría que de manera casi inconsciente. El rostro entero le había cambiado de un momento a otro. Me extrañó que se quedase callado en vez de continuar hablando, así que opté por tomar la palabra.

  — ¿Qué pasa? — mi voz sonó unas décimas más bajo. El semblante de Jungkook me preocupó, a pesar de que no sabía si debía. Es decir, difícilmente se le podía ver molesto, yo misma lo presencié en una única ocasión, y cuando sucedía era porque se trataba de algo que le tocaba la moral—¿Ha ocurrido algo malo con él?

  — Bueno... — mi amigo formó una mueca frunciendo una de sus comisuras, algo que le hizo verse como un niño pequeño cuando no sabía responder a algo que le acababan de preguntar en clase— Es un poco problemático.

Fruncí el ceño y me removí bajo su brazo para poder mirarle mejor.

  — ¿A qué te refieres?

Jungkook boqueó, queriendo darme una explicación, pero no sabiendo por dónde empezar. Resopló, frustrado. A continuación, se pasó una mano por la cara y se echó el flequillo hacia atrás mientras sus ojos apuntaban a un lugar fijo de la habitación, sin razón aparente. Le di un suave y ligero beso en el hombro, no queriendo que se sintiese presionado a contarme nada. Me correspondió acariciando mi codo con su pulgar.

 — Esos dos tienen un historia complicada. Jimin ha tenido que aguantar mucha mierda para estar con él. Para empezar, Yoongi le trataba fatal porque no quería aceptar que sentía algo por un chico. Le dijo cosas horribles. — noté cómo su mandíbula se tensaba con cada palabra que pronunciaba, así que acentué mi contacto sobre su piel para calmarle— Luego se emborrachaba y buscaba a Jimin, lo típico. Jimin volvía a caer por él y Yoongi, en cuanto volvía a estar sobrio, le daba la espalda de nuevo. Así estuvieron durante mucho tiempo, con otras mierdas de por medio que prefiero no mencionar.

Me sentí fatal por Jimin. ¿Por qué un chico tan bueno y dulce estaba condenado a sentirse atraído por alguien que no hacía más que tratarle como una basura? ¿Yo había sido en algún momento de mi vida un Yoongi? Recapacité sobre ello brevemente antes de seguirle la conversación a Jungkook.

  — ¿Cómo están ahora? 

 — Según lo último que me contó Jimin, ahora mismo se encuentran en un punto bastante estable de la relación, pero Yoongi sigue teniendo muchos arranques de celos y no respeta demasiado los acuerdos.

  — Yoongi sabía lo que estaba haciendo si aceptaba tener algo con Jimin, ¿no? — Jungkook asintió — Entonces, ¿por qué decidió comprometerse con una relación poliamorosa?

  — Porque pensó que daría menos problemas que una monógama. Y, encima, una de las condiciones que le puso a Jimin fue que lo mantuviesen en secreto.

Sinceramente, no sabía cuál daba más dolor de cabeza. Yo jamás había salido oficialmente con nadie, así que no podía opinar demasiado respecto al tema. Sin embargo, me alimentaba de las experiencias de otros y era bastante crítica. ¿Por qué la realidad era mucho más complicada, si en las películas te lo pintaban todo tan bonito? Otro motivo más para detestar los clichés de mierda.

  — Qué idiota.

  —  Sí...

Los ojos de Jungkook se tornaron taciturnos y cristalinos. Horas atrás, cuando estábamos los tres en la cama y ellos habían tomado todo el protagonismo, presencié el cariño que se tenían y la relación tan estrecha que mantenían. Eran como uña y carne, y no había más que fijarse en la forma en la que se miraban, en cómo se sonreían o cómo bromeaban. Jungkook no estaba celoso o triste por el hecho de que su novio estuviese con Yoongi; Jungkook estaba preocupado por Jimin, porque temía que algo malo acabase pasando. Probablemente, su mayor temor consistía en que Jimin saliese herido. 

  — Creo que Yoongi no es  bueno para Jimin. — me atreví a confesar en voz muy bajita a la vez que me acurrucaba contra Jungkook.

  — Yo creo que Jimin es demasiado bueno para él. —no me lo podía creer, pero puedo asegurar que no le había visto decir algo con tanta seriedad y determinación desde aquel percance que tuvimos en el Burguer King meses atrás. No dudó, su voz no tembló; lo soltó sin pelos en la lengua, y parecía que le daba igual que Jimin pudiese oírle. Eso me hizo pensar que, tal vez, ya lo habían hablado.

  — ¿Por qué crees que sigue con él?

 — Porque no se da cuenta de lo tóxico que es. Jimin dice que no, que simplemente es una persona difícil de tratar pero que luego, cuando están a solas, es muy tierno. — bufó y puso los ojos en blanco, notablemente asqueado. Daba la sensación de que era una excusa que había escuchado innumerables veces— Lo peor es que está dispuesto a recibir los palos que le dé Yoongi, porque está colado hasta las trancas de ese capullo. — lo último que se escuchó antes de sumirnos en un abrupto silencio fue su resoplido cargado de frustración — Como sea, yo siempre voy a estar ahí para él. —concluyó.

Era curioso cómo algo tan claro podía resultar borroso para una persona que vivía la situación desde dentro. El amor es complejo y visceral, pero, ¿seguía siendo amor un sentimiento que te hacía tanto mal? No lo sabía. Lo que tenía claro era que siempre eran las mismas personas las que terminaban pagando; las que estaban dispuestas a amar de verdad. Jimin aguantaba las mierdas de Yoongi, mientras que Jungkook aguantaba las consecuencias de esa relación por Jimin. Todo se basaba en el sacrificio, en el dar y no esperar recibir nada más a cambio que el bienestar de esa persona.

   — Yo también. — dije — Ahora Jimin puede contar con que yo también voy a estar ahí para él.










OS DIJE QUE VOLVERÍA, Y ESTA VEZ HE TERMINADO DE HERVIR LA PAVA LOL

Más de 7.000 palabras, loco. Pero necesitaba hacer un capítulo así de extenso, sooo no me arrepiento de nada

¯\_(ツ)_/¯

Gracias por leer, como siempre.  Nos vemos, chiquis. Peace and merry Christmas✌♡




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