i.
—El jurado declara al acusado culpable—. Exclamó con presencia la mujer vestida de negro, en el medio del tribunal, dando un solo pero imponente golpe con su martillo de madera.
El ruido volvió a aparecer, papeles siendo juntados, pasos de gente marchándose se podían oír. Yo estaba quieta en mi lugar, oyendo como se felicitaban los abogados del otro lado del pasillo.
Mierda.
Mi rostro no mostró ninguna emoción, por muchas cosas que sienta en este momento, no puedo demostrar nada de eso. Mente y cara en blanco. Me di vuelta para mirar al hombre que se suponía que tenia que defender, al hombre que no tendría que cumplir ninguna condena si hubiese hecho bien mi maldito trabajo.
— Realmente lo siento, hice todo lo que pude...—Mentirosa, pudiste haber hecho más—. Repasaré tu caso, para por lo menos exigir otra sesión y que reduzcan su condena o salir bajo fianza—.Me apresuré a decir para que no piense que todo se acabó, aunque si fue así.
—Prometió que iba a ayudarme, en cambio, estoy condenado a diez años—. Su enojo era evidente y tenía toda la razón para estarlo. Su ceño estaba arrugado y parecía que sus ojos lanzaban dagas a mi dirección—. No sirve para nada, usted no debería ser abogada—. Un oficial llega a su lado agarrándolo de las esposas y haciendo que se levantara de su asiento.
Su mirada no se despegó de mi en todo el trayecto hasta que pasó al otro lado de la puerta. Me hubiese gustado decir que allí fue donde finalmente respiré, pero estaría mintiendo.
Con un nudo en la garganta junté las carpetas y hojas sobre las mesas, para guardarlo en mi maletín. Salí de la sala y me dirigí rápidamente al baño. No pasó más de dos segundos desde que crucé el umbral, que tiré el bolso a un lado y mi cabeza se inclinó de cara al inodoro. Vomité lo poco que había almorzado, el dolor de estómago era una mezcla de angustia y terror por lo que continuaba.
Junté mi maletín y me lavé las manos. La persona que estaba del otro lado del espejo tenía una expresión que demostraba pánico, su piel estaba pálida y sus ojos estaban aguados. La visión se me tornó borrosa y las lágrimas cayeron por mi mejilla, que rápidamente limpié, no tenia tiempo para eso ahora. Mojé mi rostro y metí un chicle a mi boca. La frescura de la menta me hizo sentir levemente mejor. Tomé una gran bocanada de aire y salí.
En pasillo hacia la salida me encontré con los abogados del otro hombre, que acusaba a mi cliente de robo. Era un grupo de tres, una mujer rubia bastante intimidando con su altura y su mirada, un hombre grandote y un buen corte de pelo que detonaba profesionalidad. Por último, estaba el más alto, un abogado con lentes rojos y un bastón blanco para poder guiarse ya que no podía ver por su ceguera. Una sonrisa estaba en el rostro del no vidente, que parecía estar contento por su victoria.
Este triplete se hizo muy conocido en Hell's Kitchen luego de que incriminaron, al famoso y corrupto, Wilson Fisk y lo metieran en la cárcel. Además, había que destacar que eran muy buenos en su trabajo, los dos abogados y su secretaria hacían un buen grupo. En otro momento me hubiera acercado a hablar con ellos y comentarles la admiración que les tenía por haber empezado desde cero juntos y haber llegado hasta donde están ahora. Eso no iba a ocurrir, sabía que era de mala educación irse sin saludar pero realmente no podía mirarlos y ver que ellos no fueron los que fracasaron sino yo.
Pasé cabizbaja por su lado y cuando estaba saliendo del edificio pude sentir una mirada en mi espalda, no le di importancia y seguí. Mi idea era pedir un taxi para llegar a la oficina, pero ahora iba a necesitar ese dinero por lo que opte por caminar.
Veinte cuadras con zapatos de tacón y después de mucho pensar y recriminarme, llegué a mi destino. Admiré la construcción desde fuera, porque probablemente iba a ser la última vez que lo fuera a entrar allí. Tragué saliva y entré, no pude corresponderle la sonrisa a la mujer de la recepción solo hice un asentimiento y seguí directamente hacia el elevador. La subida hasta el piso diez se me hizo eterno y mi cuerpo temblaba de anticipación y nerviosísimo. Cuando estuve frente a la puerta y golpeé, juré que las piernas me iban a ceder.
—Pase —. Concedió el permiso la voz del otro lado. Con toda mi valentía, empujé la puerta y enfrenté a la persona que tenia adelante, mi jefe.
—Buenas tardes, Señor—. Saludé tratando de que las palabras no salieran en un temblor.
— Señorita Anderson, era justo a usted a quien quería ver—. Asentí a lo que dijo para que procediera a lo que tanto miedo tenía—. Me enteré del decepcionante resultado de su caso y usted firmó sus contratos entendiendo las condiciones que debía cumplir para seguir trabajando con nosotros—. De pronto la saliva se volvió espesa en mi boca y el estómago dio un vuelco—. Dado que no pudo efectuar dicho término de triunfar en al menos tres de sus casos en un plazo de seis meses, la empresa se ve forzada a despedirla.
No había forma de remontar y seguir excusándome, había perdido ya tres casos y solo tenía uno ganado. Mi suerte y mi lugar en este buffet se había acabado. Me limité a asentir nuevamente porque las palabras quedaron atascadas en mi garganta junto al gran nudo de angustia.
—Puede recoger sus objetos personales de su oficina y antes de irse pase por la oficina de recursos humanos a firmar su despido. Muchas gracias por su trabajo aquí—. Parecía el texto armado de una obra, una obra que parecía tener función todos los días y los nuevos trabajadores éramos marionetas sin darnos cuenta.
—Gracias a ustedes por la oportunidad—. Agradecí falsamente por educación y me retiré de su oficina para dirigirme a la mía, o a la que era mía. Una parte de mi tenia la esperanza de que me iba a frenar antes de cruzar la puerta, pero obviamente no fue así.
Una caja me estaba esperando arriba del escritorio y eso logró que mis ojos se vuelvan a empañar, pero por nada del mundo iba a dejar que me vean llorar. Con todo el dolor que sentía, guardé mis pertenencias y lo más costoso fue meter dentro mi titulo enmarcado. El titulo que tanto me había costado obtener, por el que tanto me esforcé y ahora parecía valer...nada.
Metí hasta la última carpeta dentro y la cerré con la tapa. Antes de apagar la luz, me giré y admiré la vacía oficina. Cuando llegué aquí hace seis meses atrás, pensé que este iba a ser mi lugar definitivo, pensaba que realmente me había sacado la lotería con este buffet. Aún no estoy al nivel que ellos necesitan, pero sé que en algún momento lo estaré y podré volver y demostrar lo buena que soy en mi trabajo. Solo me falta un lugar donde pueda crecer y aprender aún más de la profesión que tanto amo.
Toqué el interruptor y todo se oscureció.
Buenas, buenaaasss.
Les presento mi nueva historia, una que parece haberme sacado de mi bloqueo escritor.
Tengo muchas expectativas con esta así que espero no arruinarla y que ustedes la disfruten.
Falta poquito para que finalmente aparezca nuestro otro protagonista, nuestro amado MATT MURDOCK <3
Bueno en fin, fue un cap super cortito pero para que sirva de introducción.
Besooooos,
A.D.
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