PRÓLOGO ── The legend of the Heavenly Empress and the Immortal Warrior.
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🍃 𝕮APÍTULO PILOTO 🍃
❛ Lᴀ Lᴇʏᴇɴᴅᴀ ᴅᴇ ʟᴀ Eᴍᴘᴇʀᴀᴛʀɪᴢ Cᴇʟᴇsᴛɪᴀʟ ʏ ᴇʟ Gᴜᴇʀʀᴇʀᴏ Iɴᴍᴏʀᴛᴀʟ ❜
T1:E1 — 天后与仙武者的传说
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📍 CHINA
📅 JUNIO DEL 2003
EX-SEDE DE LOS DIEZ ANILLOS | CASA XU
*letras cursivas cuando los personajes estén hablando en chino.
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HACE MILES DE AÑOS ATRÁS, una leyenda nació en el corazón del místico reino de Ta Lo. Se podría decir que el inicio de esta historia había ocurrido en un momento tan lejano en el tiempo, que incluso los Ancestros aseguraban bajo la confirmación de la Gran Protectora que ninguna alma humana había pisado todavía las sagradas tierras de la aldea que jamás puede ser encontrada. En ese entonces, las puertas de Ta Lo todavía habían permanecido cerradas para la humanidad, siendo hogar absoluto de criaturas, monstruos y dioses.
Fue allí donde surgió la leyenda de la Emperatriz Celestial y el Guerrero Inmortal: Feng y Long. La eterna guerra de dos dualidades condenadas a combatir entre sí hasta el final de los tiempos, brindando así, un equilibrio al universo que mantendría a la humanidad a salvo.
Y es que uno... no podía vivir sin el otro.
Se decía que al inició de los tiempos, cuando todo estaba sucumbido en la oscuridad y en el caos. La Madre Tierra y el Tao intervinieron con el nacimiento del Dragón Guerrero Long y sus seis hermanos, dispuestos a restablecer el orden que la Emperatriz Feng destruía hasta con el más suave azote de sus majestuosas alas doradas en el viento. Durante siglos, bosques y aldeas fueron masacradas por las llamas infernales de la Diosa Fénix cada vez que escapaba del reino de Ta Lo, convirtiendo todo lo que tocaba en cenizas y polvo. Su naturaleza errática y salvaje se apoderaba de la Emperatriz contra su voluntad, convirtiéndola en una criatura caótica que tenía como misión condenar a la Tierra a renacer a través de fuego para expiarla de sus pecados.
Sin embargo, el día en que Long y Feng estaban destinados a conocerse para dar inicio a la gran guerra que acabaría con su rival opuesto, el cielo del que la joven diosa se consideraba dueña y señora, fue cambiando hasta teñirse de un rojo intenso. Contrastando con las estrellas que resplandecían como diamantes en aquella danza mortal entre el dragón y la fénix. Todas las criaturas en Ta Lo, desde el más pequeño dijiang hasta el más grande León de Fu contuvieron la respiración desde sus guaridas, aguardando un solo vencedor de aquella grotesca contienda que duro por semanas. La tierra se sacudió ante el baile de los dioses, quienes creían firmemente haber sido creados por el Tao para destruir a su contraparte.
Pero las llamas volátiles de La Emperatriz no lograron penetrar las escamas del dragón, así como El Guerrero no podía apagar aquella atroz chispa de fuego salvaje cada vez que arrojaba a la fénix contra las frías aguas del lago sagrado.
Tal vez... destruirse no era su verdadero destino.
Por primera vez en su larga existencia, la Emperatriz Celestial había logrado ser contenida por aquel Dragón de Agua. Durante tres semanas, Long resistió y Feng contraatacó. Pero cuando el cansancio torturó el cuerpo de ambas fuerzas místicas, fue el momento en donde las cosas dieron un giro inesperado que marcó un antes y un después en la historia de la humanidad. Feng fue la primera en descender de los cielos exhausta, batiendo sus alas de vivaces colores que iban en una escala de tonos rojizos a dorados. No había ninguna ave o criatura en el mundo que pudiera competir contra la belleza de sus alas.
En cuanto sus garras rozaron el piso, la Emperatriz ardió en medio de lo que parecía un brillante capullo de flamas rojas y azules que se asemejaban a la forma de una flor de loto rojo: El símbolo del fénix. En medio de aquella flor de fuego, el Dragón vislumbro a penas la silueta de la Diosa, viendo como esas extensas alas fueron desvaneciéndose hasta transformarse en dos extremidades, adquiriendo para su sorpresa una forma humana.
Ahora frente a él, se encontraba una hermosa jovencita de labios cereza y piel nívea, en una apariencia no mayor de veintitantos años. Su cabello estaba recogido en una media cola, adornado por una corona de flores de cerezo del que Long pudo disfrutar ese dulce aroma a pesar de los metros de distancia que los separaban. Los mechones rebeldes de cabello que caían sobre el rostro de la joven hicieron que el Dragón quedara embelesado al ver aquellos rasgos que, aunque eran afilados, Long encontró escondido en ellos una dulzura sublime que ahora era suplantada por la ira y el dolor, por la furia ciega de su enfrentamiento.
Todo en ella era hermosa, todo en ella lo llamaba a adorarla.
Verla lo hacía sentirse tan indefenso ante ella. No quería su odio y tampoco quería continuar más con aquella guerra entre ambos. Desde el comienzo él jamás había querido esta pelea. El propósito de su existencia era velar por la vida y luchar para proteger la tierra. El Tao lo había elegido entre sus seis hermanos—los cuales tenían prohibido interferir en su pelea—para ser quien diera fin a la era de caos de la Emperatriz y lo cierto era...que por más que se resistiera a la idea pelear, tenía que admitir que Feng debía ser detenida.
Era su deber. Era su destino.
No. No quería lastimarla. No quería seguir peleando, debía... tenía que existir otra forma de detener toda esta masacre. ¿Por qué una criatura tan celestial como ella atraía tanta devastación a la Tierra? Entonces lo comprendió, como si ella hubiera leído sus pensamientos.
—Wǒ nèixīn de huǒ yāoqiú bèi wèishí—bramó la fénix entre dientes—Wǒ bié wú xuǎnzé zhàndòu, jìxù zhàndòu!
« El fuego en mi interior pide ser alimentado. No tengo alternativa ¡Pelea, sigue peleando! »—Aquellas palabras cargadas de dolor, sumado al rostro afligido de la Emperatriz fueron las que terminaron por hacer bajar la guardia del Dragón. Eran las primeras palabras que cruzaban y nunca creyó que terminarían por angustiar tanto su corazón. Si su propósito era velar, proteger y ayudar a cada ser vivo sobre la faz de la Tierra ¿Cómo podría dañar a aquella criatura que cargaba su propósito de existencia como una dolorosa maldición sobre sus alas? Entendió que Feng, al igual que él, jamás había querido esta pelea. Pero ambos no tenían otra opción, ella necesitaba seguir peleando... porque de lo contrario, su naturaleza la consumiría y la haría cometer atrocidades que se sumarían a su larga lista de remordimiento.
Esta podía ser la equivocación más grande de la vida de Long, pero decidió apostarle a algo mucho más grande...la compasión y el amor.
Las escamas rojas y negras del colosal dragón parecieron contraerse, soltando un rugido lastimero al ver como los ojos de la joven Diosa cambiaron de un triste color miel a uno escarlata. Los vio cerrarse de golpe mientras caía arrodillada al piso, enterrando sus delgados dedos en la tierra húmeda mientras gritaba adolorida. Tanto su cuerpo, como sus propias llamas volvía a ponerse en su contra una vez más, tratando de liberar al espíritu salvaje en su interior para seguir con tarea.
—Jìxù zhàndòu!—volvió a suplicar la fénix con desesperación—Qǐng! Wǒ bùxiǎng shānghài rènhé rén, wǒ bùxiǎng chéngwéi guàiwù!!
« ¡Sigue peleando! ¡Por favor, no quiero dañar a nadie más, no quiero ser un monstruo! » Long supo que ya no había marcha atrás desde ese momento. El colosal dragón también bajo de los cielos, volando por encima del lago sagrado de Ta Lo. Las aguas burbujearon bajó él, alzándose en un estallido que rodeo al guerrero como grandes serpientes que brillaban de un tono dorado idéntico a las plumas de las alas de Feng. Aquel remolino de agua donde había sido inducido lo cubrió por completo hasta disminuir su tamaño, transformándolo en un simple hombre.
El hombre con corazón de dragón.
La Emperatriz que aun permanecía arrodilla sobre el césped, supo que su final podía estar cerca. Al fin y al cabo, la carne humana era más fácil de dañar. Por fin podría descansar en paz hasta su próximo nièpán* de renacimiento si el Dragón conseguía acabar con ella. Con dificultad extendió uno de sus brazos donde una llama dorada emergió acariciando su mano. El calor sofocante de esta no lastimaba su tacto, sino que para ella era la más suave de las caricias.
La mujer con un alma de fuego.
Estaba lista para seguir peleando, estaba lista para ser la perdedora o la vencedora de esta guerra.
En el preciso momento en que la Fénix alzó la mirada para verse reflejada en los oscuros ojos del hombre, fue el momento en donde la leyenda de los amantes nació. De lo que el mundo conocería en un futuro distante como el Ying y el Yang. Las llamas que ya empezaban a rodear el cuerpo de la mujer, fueron desvaneciéndose lentamente, viendo como frente a ella aquel hombre extendía una mano en su dirección, sin la más mínima intención de querer seguir aquella batalla o de querer lastimarla.
—Qǐng ràng wǒ bāngzhù nǐ...
« Por favor, permíteme ayudarte... »—le susurró. Luego de veintiún días, el cielo una vez más volvió a despejarse, recobrando aquella tonalidad celeste pastel donde la joven fénix disfrutaba bailar entre las nubes. Las estrellas dejaron de tintinear como diamantes para darle paso al nacimiento del sol entre las colinas de Ta Lo en cuanto la Fénix tomo la mano del Dragón de Agua, viendo asombrada como sus flameantes llamas no quemaron la piel del guerrero, quien le sonreía de forma cándida y comprensiva. El fuego por fin había sido contrarrestado por el agua. Y la luz de Long fue apaciguando la oscuridad de Feng.
Su destino jamás había sido la destrucción de su opuesto.
El destino del Guerrero y la Emperatriz era danzar juntos para crear un equilibrio en el universo, complementándose el uno al otro. Porque cuando el Dragón y el Fénix bailan enamorados entre los árboles y las nubes...
—...el Tao los bendice al iluminarlos en una luz celestial—finalizo su madre, dando por concluida aquella leyenda.
Feng Sun-Li suspiró en medio de una sonrisa risueña. La niña de tan solo cuatro años había escuchado esa leyenda más veces de lo que cualquier persona adulta en China podría escucharla a lo largo de toda su vida. Y en realidad, si era sincera consigo misma, la parte que más le entusiasmaba de toda la historia era cuando los protagonistas se agarraban a golpes.
Sí, suponía que la diabetes romántica le daría cuando fuera grande.
O tal vez jamás, una parte de ella se negaba a caer en la peligrosa danza del amor cuando fuera adulta. Pero su madre le decía que nunca dijera nunca. En este momento, Sun-Li estaba en esa edad de ser una diablilla imparable que sólo pensaba en una cosa: Patear traseros. Ante los ojos de los pocos afortunados que conocían la leyenda, la Emperatriz Celestial era vista como una guerrera: fuerte, valiente y temeraria. Todo con lo que Sun-Li aspiraba llegar a ser algún día.
No era ni por asomo una simple coincidencia que su apellido fuera el mismo que el nombre de la Diosa Fénix. La Dinastía Feng, su familia, había sido bendecida por la Emperatriz Celestial haces miles de años atrás, otorgándoles el don de ser fuego en carne. Ser fénix. Sun-Li desconocía completamente los orígenes de cómo es que su familia había conseguido el favor de la Diosa, esa era otra leyenda...que ninguno de sus padres estaban dispuesto contar.
Feng Shen-Huo, Mangetsu Suyen y Yiang-Li aun mantenían esa "carta" bajo la manga y por más que ella junto Xu Shang-Chi les habían suplicado y extorsionado con sus raciones de dàntà* para saber el desenlace de la historia... los tres adultos no daban su brazo a torcer.
Y realmente morían por saber más.
La triste verdad es que a pesar de ser una historia que pertenecía al lado paterno de su familia, su padre se mostraba reacio a contarle cualquier cosa—por más mínima que fuera—sobre la Familia Feng y su don. « Nuestro pasado arrastra mucha oscuridad, xiǎohuā*. Las respuestas que tanto buscas no se encuentran allí, es un camino sin salida »—solía repetirle cada vez que le preguntaba al respecto. Varias veces sin que sus padres lo notaran, Sun-Li había escuchado a escondidas como su bàba* le pedía incansablemente a su mǔqīn* que no le contará nada a ella y a Zhùrong—su hermano mayor—sobre el pasado familiar.
Sabía que de él no conseguiría ninguna respuesta.
Pero por otro lado... estaba su madre: Mangetsu Suyen o Escudo de Plata, como el mundo la había llegado a conocer en antaño. La guerrera kitsune que fielmente lucho al lado de Xu Wenwu, ejerciendo como su Mano Derecha. Mangetsu Suyen era a quien Sun-Li podía culpar totalmente de haber heredado su espíritu rebelde. Su madre tenía un carácter particular, cambiante, a decir verdad. Podía ser como una suave brisa otoñal que balanceaba las ramas de los árboles... o podía ser la más fría nevada dispuesta a marchitar todo a su paso, todo dependiendo de con quien tratará. Xu Wenwu solía describirla como las cuatro estaciones encarnadas en una sola persona y Sun-Li le daba la razón, era una descripción bastante acertada. Mangetsu Suyen era de esas escasas personas en el mundo de las cuales uno desconocía sus verdaderas intenciones.
Misteriosa y traviesa, como un zorro.
Así que por obvias razones su madre ignoró por completo la petición de Feng Shen-Huo. A Sun-Li siempre le había resulta entre curioso y gracioso que su madre, una mujer japonesa y de linaje coreano, había terminado por contarle más leyendas chinas que su propio padre.
Tal vez... solo era cuestión de tiempo para que también terminara relatándole el final de Long y Feng.
—Me encanta esa leyenda...
—¡Sí! Es nuestra favorita—le apoyó Shang-Chi a su lado, haciendo que Sun-Li sonriera brincando sobre el colchón.
—¡De nuevo, otra vez por favor!—pidió contenta, poniendo sus manos sobre los hombro del pequeño Xu que, a diferencia de ella, seguía sentado y tranquilo sobre la cama en posición de flor de loto—¡Ahora yo seré el Guerrero Inmortal!
Sun-Li vio a su madre y a su padrino—a quien Sun llamaba cariñosamente tío Wenwu—reír al ver el puchero triste que Shang-Chi hizo al escucharla. Ella seguía brincando tras él, aun con sus manos sobre sus hombros. Un gesto simple, pero que Sun-Li no se atrevería a realizar jamás con su propio hermano. La amistad entre su madre y el papá de Shang-Chi era fuerte, sellada por la lealtad que se tenían el uno al otro. Tanto que habían abandonado un camino manchado de sangre para iniciar una vida nueva, criando a ambos niños juntos tal como ellos crecieron en compañía del otro hace mil años atrás. Tanto que para Sun-Li era inevitable no ver al primogénito de los Xu como a un hermano y al padre de este como una segunda figura paterna. Con Shang-Chi era fácil ser espontánea y arrastrarlo a hacer travesuras, a tomar los palillos de la comida para convertirlos en espadas imaginarias o construir un castillo de almohadas que luego incendiarían para causar pánico a dos ex-líderes terroristas.
Y eso no se conseguía con facilidad.
En cambio si un día se le antojaba por apachurrarle las mejillas a Zhùrong, sabía que terminaría con los dedos chamuscados. Su hermano también tenía solo una cosa en mente a esta edad: Convertirse en un pajarraco pirómano, en el próximo líder fénix de la familia. Era seis años mayor que ella y tenía pensamientos más ancestrales que los Ancestros. En cambio, Shang-Chi...Shang, bueno, Sun-Li estaba completamente segura a su corta edad de que él jamás soltaría su mano. Porque nunca lo había hecho, en ninguna de las travesuras que ella había orquestado. Xu Shang-Chi era alguien que no temía ser su compañero de crímenes, alguien que no temía recrear con ella la escena de la explosión de la Estrella de la Muerte con el microondas de la cocina si con eso conseguía hacerla sonreír.
Una hazaña que había terminado bien... bien mal para ambos. Pero que para el niño valió totalmente la pena cuando vio reír a la más pequeña de la familia Feng.
—Siempre soy la Emperatriz, Sunnie—le recordó divertido girándose para abrazarla de la pierna, haciendo que Sun-Li cayera de espaldas en la cama riendo a carcajadas.
Sí, eso era cierto. Ella admiraba mucho a la Diosa Fénix, pero tenía reconocer que a Shang-Chi el papel de Emperatriz le sentaba de maravilla.
—Es porque eres muy bonita, Shang-Shang—se burló, arrojándole una de las almohadas—La corona de flores en tu cabeza hace me enamore aun más de ti...¡Oh, bella Emperatriz!—agrego, llevándose dramática una mano a su corazón.
—¡Sun!—regañó con la mejillas rojas—¡N-no es cierto...!
La niña sonrió traviesa.
—¿Qué no eres bonita o que estoy enamorada de ti?
—¡Sunnie!—chilló.
Por unos segundos, a Sun-Li le pareció estar viendo un reflejo mientras seguía echada sobre la cama, con su pierna aun apresada entre los brazos de Shang que seguía rojo como una señal de tránsito, negándose a soltarla hasta que ella dejara de reírse de él. La niña vio como su madre seguía sus pasos, riéndose de ellos a carcajada suelta mientras que su tío Wenwu la observaba. El hombre se mantenía aparentemente sereno, pero una ligera curva en sus labios delataba de que también estaba a punto de echarse a reír mientras negaba divertido con la cabeza, sin apartar la mirada de su madre.
Él siempre observaba a su madre...como un águila haciendo guardia a la distancia en un gesto protector.
La pequeña Feng adoraba esas noches de fin de semana en las que se podía quedar a dormir en la Casa de los Xu. El día repleto de juegos era muy divertido, pero la parte favorita de Sun-Li era la hora de la pijamada, justo como ahora. Esas noches repletas de historias, leyendas chinas y anécdotas que sus respectivos padres les contaban cuando empezaron a formar la Organización de los Diez Anillos.
Pero la historia de sus padres en realidad se remontaba muchos siglos atrás, incluso antes de ganarse los títulos de el Rey-Guerrero y su Escudo de Plata. Tenían entendido que solo eran unos años más grandes que Shang y ella cuando se conocieron en una pequeña aldea de China. Y lo que había empezado con un robó de manzanas a causa del hambre...terminó convirtiéndose en una singular conexión entre aquellos dos niños solitarios que buscaban una familia y un hombro en el que apoyarse durante sus noches más oscuras.
—Bueno, suficientes historias y leyendas por hoy...—murmuró Wenwu, haciendo que Sun-Li pusiera ojos de cachorro frente al hombre que se acercó a ella para peinarla, volviendo a trenzar aquella maraña cabello desordenado por su movimiento—Es hora de dormir, Sun.
—Papá...—se quejó Shang desde su sitio.
—¡Por favor, tío Wenwu! Solo una historia más, una chiquita...—pidió la pequeña juntando sus manos en un gesto de súplica que hizo reír a su madre—¡Y prometemos que luego nos dormiremos! ¿Verdad, Shang-Shang?
El niño asintió de inmediato, en dirección a su padre y luego a su madrina.
—No lo sé—rio Suyen, acercándose a la cama para revolver el cabello del pequeño pelinegro—Eso dijeron la última vez...
—Y ni por asomo cumplieron—recordó Wenwu.
—Nop, ni por asomo—confirmó Suyen, intercalando su mirada entre ambos niños que empezaron a bajar la cabeza desanimados, ablandando aún más el corazón de la mujer—De verdad, los quiero apoyar bolitas de arroz, pero ustedes no cooperan con dormirse. Siempre dicen una ultima y terminan siendo cinco....con suerte.
—Por favor, tía Suyen—menciono con ternura el niño, jalando suavemente de la manga de su sweater celeste.
Sun-Li alzó disimuladamente su pulgar en orgullosa ante su manipulación, volviéndose a girar rápidamente a mirar a su tío Wenwu con una sonrisita inocente.
—Papá siempre te hace caso a ti...—prosiguió Shang-Chi—...una última historia.
Xu Wenwu que seguía concentrado en trenzar aquellas hebras de color chocolate de la niña, sintió un nudo en la garganta que termino por hacerlo atorar con su propia saliva. Disimuladamente llevo uno de sus puños a la altura de su boca, cubriendo la ligera e imperceptible toz antes de seguir trenzando el cabello de Sun-Li, la cual reía por lo bajo. Podía haber fingido perfectamente no haber escuchado nada pero lentamente se giro a mirar de reojo en dirección a donde estaban su hijo y Suyen. La mujer también lo estaba mirando fijamente, con una amplia sonrisa ladina en su rostro.
Claramente estaba disfrutando el momento.
—Eso suena genial, ojalá fuera cierto bolita de arroz—comentó la oji-azul aun sonriendo, apretando cariñosa la punta de la nariz de Shang—¿Te he dicho que de todos mis sobrinos tu eres mi favorito, Mini-Wenwu?
El niño rio sobándose la punta de su nariz, observándola entretenido.
—Pero soy tu único sobrino por ahora, tía Su-Su.
Sun-Li vio a su madre parpadear un par de veces, como si estuviera saliendo de un pequeño trance que envolvió su rostro en una triste nostalgia al igual que la expresión de Xu Wenwu. Aunque lo último no lo pudo notar por tener al hombre a sus espaldas, terminando de peinarla al ponerle aquellas ligas de colores en su cabello. Solo pudo ver el rostro de su madre y como su sonrisa no flaqueo, seguía siendo dulce y maternal.
—Es verdad...aun le faltan tres meses a la pequeña Xialing para llegar por correo—dijo recuperando su brillo. Suyen adquirió una pose pensativa, como si estuviera meditando las cosas que sucederían en el futuro—Luego de su nacimiento... tendrán que hacer un duelo de cuchillos por mi afecto.
—¡Mamá!
—¡Tía!
—Solo bromeo—rió, paseando por la habitación para acercarse a dejar un pequeño beso en la frente de cada niño—¿Saben qué? Me cambió de bando...estoy con ustedes.
Ambos niños intercambiaron una mirada, con los ojos brillando de alegría a la vez que una sonrisa se dibujaba en sus labios.
—¡Sí!—tanto Shang-Chi como Sun-Li gritaron a coro, empezando a saltar sobre la cama.
—Su-Su...—la mujer frunció los labios nerviosa al escuchar ese familiar tono de regaño y advertencia. Lentamente camino hacia Wenwu alzando sus brazos en rendición, haciendo una carita tierna mientras llegaba a su lado—Eres incorregible ¿Lo sabías?
—Bueno... el mundo no nos conoció por seguir las reglas ¿O sí? ¿Qué esperabas de ellos?—sonrió la mujer con dulzura, vigilando de reojo como los niños se acostaban dentro de la cama mientras discutían quien dormiría hoy abrazado del Señor Panda, un viejo peluche que le habían robado Zhùrong—Si eso les hace felices...¿Qué es una historia más a mitad de la noche?
Lentamente el hombre alzo una de sus manos, tomando con delicadeza entre sus dedos del mentón a la oji-azul para que lo observara.
La sonrisa de Suyen flaqueo al ver aquella mirada suave pero severa posarse en ella, observándola con tanta intensidad como si Wenwu supiera cada uno de sus secretos. Y en efecto, sí los sabía, a excepción de uno solo. Era de esas miradas que por cientos de años él siempre le había obsequiado para detenerla de cometer una locura. Con algo de nervios se llevo una mano a la cadena plateada que colgaba en su cuello como buscando confort, aprisionando en su puño la pequeña perla blanca que le había pertenecido a la familia Mangetsu por generaciones, una que pasaba de madre a hija, y que en un futuro... cuando fuera su turno de partir con los Ancestros, acompañaría el camino de Sun-Li.
—Su-Su...no podemos seguir consintiéndolos con cada cosa que quieran.
La mujer bufó, como una pequeña niña siendo reñida, tratando también de relajar el ambiente entre ambos.
—Que los Ancestros me amparen—dijo también en inglés con voz horrorizada, logrando hacer sonreír al hombre frente a ella—¿Dónde quedo el Wenwu que era divertido y le gustaba saltar de precipicios?
—Quizás encerrado—admitió, mirando fijamente a la oji-azul que seguía con una expresión nada grata ante su respuesta—Guardado en una caja junto a Diez Anillos...deja de fruncir el ceño, Su-Su.
—Y tú deja de ser un aburrido, Wen-Wen.
Wen-Wen...había pasado tanto tiempo desde que había escuchado ese apodo por primera vez. El hombre chasqueo la lengua con molestia al recordar todos esos años en donde le había pedido incansablemente a Suyen que dejará de llamarlo de esa forma. Y ahora aquí estaban, mil años después con las mismas costumbres, resignado a que ella cambiara. Seguía siendo aquella pequeña cachorro de zorro salvaje que había seguido hasta las profundidades del bosque y que seguiría hasta el final del mundo.
Aquella cachorro de kitsune que le había abierto los ojos de que existía un mundo de poder, magia y mitología que el mundo tanto se negaba en creer.
—Te apuesta dos dàntà a que tu mamá gana la pelea...—susurro Shang-Chi de fondo, ya acostado en la cama al lado de la castaña.
—Ni siquiera entiendo que dicen...—le susurro de vuelta Sun-Li en su oído, confundida por el uso del inglés—Pero trato hecho...
Ambos adultos apartaron la mirada del otro, girándose a ver a los dos niños que se reían por lo bajo de ellos mientras los observaban. Suyen fue la primera en acercarse a tomar asiento en la cama, vengándose de los niños con un ataque de cosquillas que Xu Wenwu siguió antes de acomodar las mantas y juguetes revueltos por doquier. La época de la primavera siempre era hermosa, iluminaba el rostro de los niños en el estado más puro de alegría. Sun y Shang siguieron manteniendo sus pequeñas manos entrelazadas bajo las sabanas de la cama con el fin de darse pequeños apretones por la sorpresa o brindarse fuerza cuando un giro triste aconteciera en la próxima anécdota que les contarían: La leyenda de la ladrona extranjera y el niño solitario de la aldea.
El inicio de una historia que había terminado por unir a sus familias.
Esa noche Sun-Li realmente lucho por no cerrar los ojos, por mantenerse despierta para seguir escuchando la aterciopelada y melódica voz de su madre. Pero lentamente sus ojos fueron cerrándose, viendo a su costado con una sonrisa adormilada a Shang-Chi ya profundamente dormido y bien abrazado a aquel panda de peluche. Tanto Mangetsu Suyen y Xu Wenwu se levantaron de las esquinas de la cama con cuidado, intentando hacer el menor ruido posible mientras cubrían con una sabana más a los niños, deteniéndose unos segundos en el marco de la puerta para observarlos dormir.
Dos pequeños línghún bànlǚ que florecían en plena primavera.
Tendrían que pasar varios años para que Xu Shang-Chi como Feng Sun-Li se dieran cuenta de aquel reflejo que volvía acontecer entre un Xu y una Mangetsu, de como la historia volvía a repetirse. De aquellas pequeñas miradas cómplices, de esas sonrisas que eran prohibidas para el mundo y de esos ojos tristes que los acompañaban a todas partes. Comprenderían que no todos los corazones podían sobrevivir a la crueldad de invierno y la oscuridad de la guerra. El Tao jamás era amable con el destino de los línghún bànlǚ... eso la Emperatriz Celestial y el Guerrero Inmortal lo sabían muy bien.
G L O S A R I O | 词汇表
( INFORMACIÓN ) Emperatriz Celestial:
—También conocida por los nombres de: Emperatriz Feng, Yin, la Gran Fénix, Fuego Infernal, Reina de las Cenizas y Esposa del Dragón de Agua. Es la Diosa Fénix de la cultura China y Ex-Emperatriz de Ta Lo. Fue creada por el Tao para brindar un equilibrio al universo junto al Guerrero Inmortal. Se dice que aparece en las escrituras del Darkhold.
( INFORMACIÓN ) Guerrero Inmortal:
—También conocido por los nombres de: Long, Dragón de Agua, Yang, Hermano de la Gran Protectora, Guerrero de China, Protector del Mundo y Esposo de la Gran Fénix. Es el Dios Dragón de la Cultura China y Ex-Emperador de Ta Lo. Fue creado por el Tao para brindar un equilibrio al universo junto a la Emperatriz Celestial.
(1) * Tao: Puede traducirse literalmente por 'el camino', 'la vía', o también por 'el método' o 'la doctrina'. Conocido como el flujo del Universo, representado y personificado en el occidente como un Dios. El Tao fluye lentamente, pero nunca para, manteniendo las cosas del universo en orden y equilibrio. Se manifiesta a través de cambios de estaciones, ciclos vitales o mutaciones de poder u orden. Es un ente (ser) metafísico eterno, absoluto; trasciende la diferencia entre objetividad y subjetividad, y también las categorías de la experiencia: el tiempo, el espacio, el cambio y la causalidad; es un ente absoluto que no se puede ver, es una «cosa en sí» infinita que trasciende el espacio, el tiempo y todo lo demás; nada hay que no abarque, nada donde no esté, se manifiesta en todas y cada una de las cosas.
(2) * Nièpán | Nirvana:
1. Sé le conoce como el Nirvana de los Fénix. Un acontecimiento de renacimiento donde solo la Emperatriz Celestial y los fénix mitológicos ( ❌ No se incluye a la Familia Feng ) guardan descanso y recuperan sus fuerzas para un nuevo ciclo vital.
2. Se tiene entendido que la familia Feng ocupa el mismo nombre (más no es la misma actividad) para su ritual de iniciación. Como una metáfora de renacimiento al dejar el espíritu mortal para ascender a ser un espíritu de fuego.
[ aclaración: el nièpán de los fénix como ritual de la familia feng es una actividad de mi creación, no existe en la mitología china ]
(3) * Dàntà: Tartaletas de huevo. Un postre chino clásico que ha ganado popularidad en toda Asia.
(4)* Xiǎohuā: Pequeña flor.
(5) * Bàba y Mǔqīn: Papá y Mamá.
(6) * Línghún Bànlǚ: Almas gemelas. Un lazo de unión de almas creado por la Emperatriz Feng y el Dragón Long a partir de su primera baile como uno solo. Se dice que pocas personas en el mundo logran encontrar a su línghún bànlǚ, y que la mayoría de estas llegan a enfrentar un destino trágico.
[ aclaración: el lazo y la maldición de los línghún bànlǚ es de mi creación, no existe en la mitología china. sin embargo, esta inspirado en la leyenda japonesa del hilo rojo del destino ]
Holas, holitas del mar 🌚🌊
ESTOY NERVIOSAAAAAA *explota* Bueno, me calmo.
¿Cómo están bellezas? ¿Ya tomaron awita, ya han comido? ❤️ Espero que sí. Hoy estamos 10/10/21 aka llegó el día y yo no se que madres escribí, nunca sé qué escribo JKSJKSJS 😂❤️ Pidoperdón, soy un desastre con patas. Pero el cariño esta puesto al 100% en el cap, aunque me haya salido de la patada ¡Bienvenidas, bienvenidos al prólogo de Sinister Reflection! De todo corazoncito espero que les haya gustado el cap, aunque sea un poquito, con eso ya me pondría muy feliz ❤️
Admito que escribir sobre Xu Wenwu papá soft me da vidaaa. Literal, me acuerdo que colapse en el cine cuando salieron los recuerdos y se veía a Wenwu jugando y haciendo trampa que quede más crusheada con ese hombre. Así que, llorando por que la etapa soft se va acabar pronto. Pero celebrando por que entra en mood Dilf Power, todo Badass 💙
Vivo enamorada del cast entero de Shang-Chi, auxilioooo. Mientras tanto voy a disfrutar de escribir de Mini-Shang y Mini-Sun que tan chikitos, necesitan protección ✨ Me despido chikis, les quiero tres mil, muchas gracias por el apoyo a SN ❤️
Atte Cozyhell.
SINISTER REFLECTION©Cozyhell | 2021
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