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Capítulo 58. "Finalmente, murió"

Advertencia de contenido:
-Muerte

Nos acercamos al gran final de Siniestra Nebulosa, nos quedan solo 2 capítulos. Comenten y voten mucho, que el próximo lo tendrán este jueves o viernes. 🤍🖤

Rowan.

Al conectar mis ojos con las mujeres frente a nosotras, soy capaz de ver sus intenciones con una claridad que jamás había sentido antes. No hay juegos en sus palabras, no hay manipulaciones ni mentiras, solo una pura honestidad rodea cada uno de los dichos de Jessera Dissett o Krissalida Trayshon, como si algo las instara a escupir verdades y a dejar las mentiras por un instante.

Tal vez sea la decepción de haber sido engañadas por la tal Reina Alexandra del Infierno. O quizá solo sea el cansancio y hartazgo de ser utilizadas como un medio para un fin, no lo sé.

—¿Cuándo y cómo atacará su Reina? —pregunta mi esposa, sus ojos entrecerrados solo desean aniquilar a las mujeres que nos brindan información—. ¿Cómo piensa hacerlo? Los portales han sido cerrados, nadie puede abrirlos.

La mirada aguamarina de Krissalida recae en mí. Juraría que por unos instantes aprecio rencor en sus iris, pero al dar una segunda mirada compruebo que solo es dolor y tristeza, por alguna razón desconocida.

—Para ser «nadie», la emperatriz Rowan no se ve como tal. Tiene nombre, aspecto físico y se aprecia demasiado viva como para ser «nadie», majestad —se atreve a ironizar un poco para aligerar la tensión del ambiente.

—No voy a abrir ningún portal, Krissalida. No sé a qué te refieres —aseguro firme, casi ofendida por su acusación—. Tu Reina no tiene ningún efecto sobre mi persona, Trayshon.

—No se trata de si quieres abrir un portal o no, se trata de que lo harás incluso si no lo sabes —señala ella, distingo cierta preocupación en su tono de voz—. Tú no tienes idea de lo que la Reina Alexandra es capaz.

—Ella no tiene idea de lo que somos capaces por proteger a nuestro imperio —siseo venenosa, no aparto mi mirada de ella hasta que rompe el contacto visual entre nosotras. Sonrío suave—. Subestimar a las personas es el peor error que la Reina Alexandra del Infierno podría cometer.

—La Reina Alexandra piensa atacar mañana, su aviso de ataque serán los océanos que se teñirán de rojo por la cantidad de animales marinos que morirán luego del ingreso de magia demoníaca a este mundo —explica Jessera, como si necesitara soltar toda esa información de una vez por todas y ya no pudiera guardar ningún secreto—. La magia del infierno es muy poderosa y es mortal para cualquier ser sobrenatural que no sea capaz de soportarla.

—¿Saben si Herafel se ha reunido con ella en alguna ocasión?¿O si hay más grupos como ustedes que han decidido traicionar a sus Dioses por una falsa Reina? —inquiere Lu, con una serenidad envidiable. La calma es su mejor arma para impacientar a sus enemigos y para mantenerse a ella misma con la cabeza fría. Por muy amenazada que se sienta por otros, ella jamás lo demostrará en un público que puede considerarla débil—. Sabrán de antemano que Herafel fue encarcelado, pero necesitamos saber si la traición a los Dioses es un crimen más que deberíamos agregar a su lista de delitos.

—La multitud a la que Herafel pertenece jamás le rendiría cuentas a un ser de otra dimensión. Preferirían asesinarse a sí mismos en una hoguera antes que servir a reyes de otras dimensiones. Sus ideales se alinean con los de los Dioses de esta dimensión —asegura Krissalida, sus orbes aguamarinas vuelven a enfocar su visión en mí, como si probara algún punto—. ¿Creen que Herafel sea una persona muy leal?

Mi esposa actúa por sorpresa de todos, toma del cuello a la ex Líder de los Quishenas, ejerce bastante presión a su paso. Sus largas uñas negras se ciernen sobre la tersa piel de la hija mayor del matrimonio Trayshon, no es necesario describir la fuerza ejercida que es capaz de formar moretones negros a su paso. Ella lucha ante el agarre, pero termina por rendirse, tensa por el miedo que la invade al sentir la presencia de la mujer más temida de todo Abdrion, tan cerca de ella.

—Escúchame bien, no pienso repetir ni una sola palabra —sisea, la severidad en su voz intimidaría a cualquiera—. Si algo de lo que has dicho, resulta no ser cierto, tu querida reencarnación de Trayvanna Belttigeh pagará las consecuencias. Y tú serás testigo de cómo paga cada uno de tus pecados, Krissalida. Si sabes que hay algo que no se cumplirá, es mejor que empieces a rezar y a pedirle a los Dioses que se apiaden de ti.

—Meydila Liweul forma parte de la misma multitud que Herafel, pero ella sí sería capaz de traicionar a sus propios Dioses por intereses personales —dice Jessera, a lo que Luciale suelta a Krissalida—. Deben vigilarla antes de que sea tarde.

—Saben a qué atenerse si nuestros planes no salen como deben —es lo único que advierte mi esposa antes de retirarse junto a mí.

...

—Quiero la cabeza de la Condesa Meydila Liweul —exijo sin más, lo que han dicho Krissalida y Jessera fue más que suficiente. Es todo lo que necesitaba saber para tomar una decisión—. No me importa lo que necesiten hacer, solo traiganla.

Mi respiración agitada delata el pánico que me invade y las ansias de torturar a Meydila Liweul por colocar en riesgo el lugar donde vivirá mi futura familia. No pienso permitir que Abdrion se convierta en colonia de una supuesta Reina del Infierno, no le debo cuentas a nadie, tampoco quiero que nos aliemos con ella. Firmó su sentencia de muerte desde el primer momento en que quiso atacarnos.

—Podemos vigilarla —sugiere Paularah en un tono persuasivo. Su cabello azul se mueve con cada palabra que dice—. Si la ejecutamos, sería un riesgo para su posición como emperatrices, majestades. El pueblo dudará de ustedes.

—Concuerdo con Paularah —opina Chrystel, pensativa—. Nuestros ciudadanos comienzan a dudar de sus capacidades para gobernar luego de lo sucedido con Khiat. Necesitan la ejecución pública de Herafel para volver a confiar en las figuras que dicen protegerlos.

—La tendrán —afirma mi mujer, seria—. Solo necesitamos un tiempo más.

—Mañana atacará la Reina Alexandra según nos han dicho dos personas fieles a ella —señalo, preocupada y nerviosa. Detesto no haber tenido ninguna visión sobre ello, solo una donde Abdrion es reducido a cenizas por la traición de Meydila Liweul—. Su aviso silencioso serán los océanos cubiertos de la sangre de los miles de animales marinos que morirán por su intromisión en nuestro imperio.

Observo a mi padre sentado junto a Dríhseida y Vorkiov. Los tres mantienen una expresión taciturna mientras en sus cabezas debaten cuál sería la acción más adecuada para afrontar este ataque. Yo, por mi parte, no abriré ningún portal y espero que mi padre tampoco lo haga.

—Podemos proteger las aguas si así lo desean, majestades. Reuniremos a todas las ninfas de las aguas que son experimentadas en su tarea y les diremos que creen una barrera protectora —asegura Paularah, tan preocupada como nosotras—. Griseynna Liels puede liderar al grupo de las ninfas de las aguas.

—Me comunicaré con ella ahora mismo —habla Chrystel, firme—. Es una de nuestras ciudadanas más leales.

—Gracias, Chrystel —sonrío un poco, ella repite la misma acción. No ha dicho nada respecto a la presencia de su padre en la misma habitación y tampoco ha dejado de tratarme de la misma manera que antes.

—Si la Reina Alexandra es una mujer inteligente, no atacará a nuestros ciudadanos ni a los de los demás imperios —comenta Luciale, sus ojos grises se enfocan en el mapa extendido sobre toda la mesa. En él se encuentran señalados los portales, posibles entradas a la dimensión y todo lo referido a la geografía de Lilium—. No avisaremos a los demás imperios.

—¿Por qué?¿No crees que Nymra Polvest merece saber sobre esto? —inquiero confundida.

—Tal vez a ella sí le digamos... Le debo mucho por sus acciones —sonríe por lo bajo, en su interior aún se siente avergonzada por haber juzgado mal a Nymra Polvest cuando solo es una adolescente rota por la vida que vivió, y se convirtió en alguien que arriesgó su vida para salvar la mía—. Kairashana Lairovst y los mellizos Ditnov deben estar enterados de este asunto por sus propios mensajeros. Además, dudo mucho que los Ditnov no sepan a qué se dedica su querido Duque Koulliov.

Toda esta situación solo me lleva a pensar en Jessera y como es que terminó involucrada en esta guerra de ambiciones y poder.

Hasta hace unos meses, yo la llamaba Jenna y la consideraba mi mejor amiga de la infancia. Nunca fui capaz de hablarle sobre todos los maltratos que había sufrido con Marissa, o las cosas horribles que me habían obligado a hacer el esposo de Marissa y uno de mis profesores de la secundaria. Don embargo, ella siempre supo algo por razones que yo desconocía en ese entonces, y no existía una necesidad de hablar sobre ello; mis silencios comunicaban más que las palabras, ella los comprendía al cien sin juzgarme como los demás.

Y ahora...

Ahora solo era Jessera Dissett, mi supuesta ángel guardiana que resultó ser una traidora a Lilium y a la Corte de Dioses, así como también una traidora para el Reino Celestial. Quise creer hasta el último minuto que existían grandes razones para su traición y que se arrepentía de ello por motivos que no la señalaban a sí misma, pero cuando ahondé en ella hace unas horas, comprobé que no existían esos porqués que yo buscaba.

Era una traidora más. Una mentirosa. Y como tal, debe pagar sus pecados en algún momento.

Es tan triste como por un instante deseé que Jessera se hubiese interesado en mí de forma real, pareciera que nunca existió esa amistad que tanto decíamos tener.

¿Trayvanna Belttigeh se hubiera comportado de la misma manera si estuviera viva? Jessera Dissett es su reencarnación, pero considero que distan mucho de parecerse en realidad.

—Si no podemos ejecutar a Meydila Liweul, al menos la encarcelaremos junto a las servidoras de la Reina Alexandra —decido, con una pequeña sonrisa astuta—. Pefther Koulliov no dudará en intentar averiguar los motivos y cuando los sepa, le dará la espalda.

—¿Qué buscas lograr con enseñarle a Pefther Koulliov que Meydila Liweul no le es leal? —pregunta mi padre, bastante interesado en el tema.

—Si una persona reconoce a uno de los suyos como traidores, dudará del resto. Él ya no representará una amenaza para nosotros ni abrirá ninguno de los portales por accidente, estará muy concentrado en descubrir más traidores en sus tropas —señalo tranquila—. Con Pefther Koulliov distraído, solo nosotros dos tendremos acceso a los portales y evitaremos que se abran.

—Bien pensado, Tree —susurra mi esposa con una sonrisa enamorada antes de alzar la voz—. Envía a tus soldados más confiables para que traigan a Meydila Liweul a la prisión de máxima seguridad. En caso de que se resista a ser arrestada, utilicen magia. No quedarán rastros de violencia o algo por el estilo.

—Prepara a varios de los soldados más experimentados, Paularah —ordeno suave—. Quizá esta sea la Guerra más grande después de la Guerra de Arino. Todo debe salir bien.

...

Al ingresar al salón principal, los maullidos de Klay, Kelly y Perséfone nos alertan. Mientras que Klay y Kelly parecieran querer mostrarnos algo que se encuentra parado en el medio de este inmenso espacio vacío, Perséfone solo grita en forma de maullidos, pegada a mi pierna derecha.

—No sé qué sucede con ellos —habla Kraya, angustiada—. Han estado así desde que ustedes se fueron.

—¿Qué pasa, corazones? —les pregunto con una voz más chillona de lo normal, Perséfone se calla por un momento y se restriega contra mi pierna. Klay se mantiene en el centro de la habitación, como si quisiera probar un punto, mientras que Kelly desiste de la idea. Pareciera que de la nada, lo que ellos deseaban mostrar, se ha esfumado.

Un dolor punzante se adueña de mi nuca, se siente como si me atravesaran la cabeza con un objeto filoso. Parpadeo un poco para acostumbrarme al dolor, el cuál se convierte en uno tan insoportable que me obliga a cerrar los ojos con fuerza y presionar esa zona como si mi vida dependiera de ello.

El escozor atraviesa toda mi cabeza, como si se irradiara por toda su extensión, me es imposible pensar en algo coherente. Me taladra la cabeza, no puedo respirar con este dolor que me quema por dentro.

Al abrir mis ojos, la imagen frente a mí me asusta más de lo que yo quisiera. El reflejo que me devuelve el espejo frente a mí es tan diferente a mi yo actual. En el cristal, me veo como si tuviera diez años más, con algunas líneas de expresión en la frente y cerca de las comisuras de mis labios; el tono de mi tez se ha oscurecido un poco más, el café de mis ojos ha sido reemplazados por una tonalidad semi dorada a la luz.

Soy yo en el futuro.

Mi mirada se centra en una sombra que crece a mi lado como una bruma oscura negra, la cuál se mueve en forma de remolinos. Mis latidos se aceleran conforme esa nube oscura se aproxima a mí hasta rozar mi hombro.

Me congelo al segundo, incapaz de reaccionar como es debido.

Electra... —canturrea una fina voz femenina que reconozco—. Electra...

Rompo en llanto sin poder controlarlo. Las lágrimas caen antes de lo previsto, arrastran consigo el terror y la desesperación que me invade en cuestión de segundos, siento la respiración entrecortada, la mente nublada y temblores que me persiguen hasta que tomo la determinación de darle un puñetazo al reflejo que no para de sonreírme.

El espejo se quiebra en mil pedazos, algunos de ellos se incrustan en mis nudillos, otros en algunas partes de mi rostro o cabeza. Tomo una respiración profunda al comprobar que, en lo poco que ha quedado del espejo, ya no se refleja ninguna sombra o persona que sonríe como desquiciada.

Regreso al presente con un jadeo de horror que preocupa a mi esposa al instante. Kraya se mantiene en silencio, sin comentar nada al respecto.

—¿Tree?¿Qué sucede? —su suave voz invade mis oídos, percibo sus gélidas manos delicadas tomar las mías para acariciarlas—. Estás temblando, Tree.

—Vi algo... del futuro —menciono ambigua. Por algún motivo, estoy destinada a no decirlo. No encuentro palabras para describir mi visión y tampoco tengo la necesidad de contarla—. No puedo decirla, Lu. Lo siento.

—Está bien, no es necesario que me lo digas —me abraza, apoya mi cabeza en su pecho y besa mi frente—. Sé que en ocasiones tus visiones son horrendas y dolorosas, pero quiero que sepas que siempre estaré a tu lado. No importa lo que pase.

—Te amo —susurro.

—Yo te amo más —responde con una amplia sonrisa—. No pienso abandonarte, Tree. Jamás.

...

—Los gatos detectaron algo —opina Kraya mientras peina su largo cabello rubio—. ¿Qué pudo ser? Nadie que no conozcamos entra o sale de este Palacio.

—¿En la Tierra creerían que se trata de algún espíritu? —pregunta por curiosidad Normelt, mima a Klay que se encuentra recostado en su regazo—. ¿Les dicen fantasmas?

—En la Tierra creerían eso, pero aquí sabemos que no es un espíritu. O no uno normal —digo ciertamente intranquila, con las piernas cruzadas y los brazos también—. Si son guardianes, reaccionaron ante alguien.

—¿Algún peón de Herafel? —se atreve a decir Kraya—. Sabemos que él depende de alguien más, pero hay personas que dependen de él.

—Sea lo que haya sido, mis hijos ya no demostraron preocupación alguna —suspiro profundo—. Tengo demasiadas preocupaciones en este momento como para enfocar mi atención en algo como ello.

No es una preocupación mía hablar sobre el supuesto espíritu que detectaron Klay, Kelly y Perséfone. Mis habilidades sobrenaturales no han indicado peligro alguno, y de tratarse de la Reina Alexandra, yo ya lo sabría al instante. Será un pequeño misterio por lo de ahora saber que fue en realidad.

Mi mirada viaja hasta dos figuras femeninas que se alzan entre varios de los arbustos del jardín. La luz del sol impacta contra los cabellos rojizos de Vinavina, volviéndolos naranjas en el proceso. Se mantiene muy cerca de otra mujer de cabello blanquecino que conocemos demasiado bien.

—La hemos visto bastante distante a Chrystel, siempre está pensativa —murmura Kraya al notar mi atención en las chicas—. Vinavina pareciera consolarla cada vez que puede.

—¿Les dijo algo?

—No, ya sabes cómo es Vinavina —comenta Normelt, interesado en nuestra conversación—. Se reserva todo, incluso posibles reacciones a todo lo que sucede. Sin embargo, sabemos que será la primera en defender a este imperio y a Chrystel, por mucho que odie la dinastía.

—Me alegra verlas felices de cierta manera —murmuro al notar como Chrystel sonríe luego de algo que le ha dicho Vinavina—. Todos nos merecemos algo de felicidad después de todos los problemas que tuvimos.

...

Luciale.

Hemos sido informadas de que Danira Arino, una de mis tías, ha solicitado hablar con mi madre a la mayor brevedad posible. No comprendo su prisa por hablar con su hermana, sin embargo, pareciera tratarse de algo muy importante. Le comunicaré a mi madre la petición de mi tía ni bien regrese al Palacio.

En estos momentos estoy demasiado ocupada con un ser que pronto será ejecutado de manera pública. Necesito recuperar la confianza en mi pueblo, la muerte y tortura de Herafel me regresarán lo que he comenzado a perder desde el inicio de esta Guerra.

Si bien no debo preocuparme porque no existe nadie vivo que pretenda mi trono, dado que Shinkira y Mon Arino están muertas. No obstante, con la Reina Alexandra rondando la dimensión y mi suegro deseando asesinar a mi esposa, no está muy sencillo ser emperatriz de Abdrion en estos momentos.

—Me preguntaba cuándo volverías... —murmura Herafel, rendido sobre sus pies como un peso muerto. Las cadenas de plata tiran tanto de sus brazos que casi desgarran su piel—. La última vez tu amada esposa no me torturó tanto. Fue bastante amable, ¿No crees?

—Me sorprende tu valentía para intentar jugar conmigo, Herafel —me rio ante su patético intento de persuadirme. Él tose algo de sangre cuando quemo la piel de sus costillas—. ¿Qué tanto ocultas sobre Meydila Liweul?

—Nada que no te hayas enterado hasta ahora. Es una aliada más de Pefther Koulliov, permitió su entrada al Condado de Drahtin para que se llevaran Krissalida y Jessera —menciona intranquilo por mi silencio, sus ojos azules me evalúan como si fuera una amenaza. Adoro que me tema, que sienta el mismo terror que yo en el pasado—. ¿A qué viene esa pregunta?

Le provoco descargas eléctricas alrededor de todo su cuerpo que producen severos daños en sus órganos internos. Él grita varias veces de dolor mientras intenta aguantar la respiración, evita mirarme en todo momento.

—¿Por qué crees que habría que temerle a mi esposa si se enoja? —inquiero curiosa, me siento a observar el show de Herafel siendo quemado por dentro por las descargas eléctricas.

—¿Por qué es una ninfa del sol y controla todo sobre nosotros? —dice con obviedad.

—Meydila Liweul los traicionará. Mejor dicho, lo traicionará a Pefther Koulliov, porque tú ya no estás entre su multitud —señalo divertida—. ¿Creíste que podías confiar en ella?

—Jamás confiaría en un Liweul, son la peor calaña de Abdrion —sisea, cansado—. ¿Tú confiarías en uno de ellos?¿Serías como Pefther Koulliov, una persona a la que la traicionaron sus fieles?

Antes de que pueda objetar algo más hacia mí, pincho su garganta con una de mis largas y afiladas uñas similares a una navaja. La sangre sale disparada en muchas direcciones al mismo tiempo en que Herafel tose, escupe su propio líquido vital y se retuerce en busca de una posición que le permita respirar con normalidad.

Continúa de esa forma unos minutos más hasta que sus ojos se han tornado negros, vacíos y muertos. Entonces cae, aún sostenido por las cadenas de plata que desgarran parte de la piel de sus brazos. Él acaba de morir, ahogado en su propia sangre y en sus propios juegos. Él mismo cavó su tumba.

—Creéme, Herafel. Nunca seré como Pefther Koulliov porque soy más que el simple peón de una Diosa, yo soy una Diosa.

...

¡Buenas, buenaaaas!

¿Cómo quedaron después de ese final de capítulo? Ya en el próximo tenemos la ejecución pública de Herafel 👁️👁️

¿Balazo o abrazo para Meydila Liweul?

¿Jessera nunca quiso a Rowan? 👁️👁️

¿Creen que Luciale cumpla con su palabra y mate a Jessera?

¿La Reina Alexandra atacará o no?

¿Qué hará Pefther Koulliov al respecto?

Muchas preguntas y pocas respuestas. Recuerden que este jueves vuelvo a actualizar, ya que no queda nada para terminar Siniestra Nebulosa y comenzar Lúgubre Alma 🫶🏻🤍🖤

Besitos y abrazos, gracias por acompañarme desde el comienzo hasta ahora. Lúgubre Alma tiene mucho para darnos al igual que Silencioso Preludio 🫶🏻

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