Cuando a uno todo lo supera
y siente que no da más,
es preferible respirar
y tratar de apaciguar.

Que dejar arrebatar
todo aquello que se enerva
en pasiones descarriadas
terminando en llamarada.

Haciendo de la conducta humana
un camino hacia la ruina
cuando un portador mortuorio
desemboca en varios otros.

Aquí les voy a contar
sobre un pecado cardinal
que arraiga pasiones del mal
logrando desestabilizar.

Ese estado emocional
de variable intensidad
que pasa de un simple enfado
a una cólera irracional.

Y que ante cualquier obstáculo,
se enerva como brasero
disparando sentimientos
que dictan ser todo, menos correctos.

Ese milimétrico segundo
en donde no surge efecto alguno,
tratar de calmar la fiera
que el desasosegado aumenta.

Ese iracundo sentimiento
que carcome su templanza,
haciendo tormentoso el sendero
cuando nada ni nadie la aplaca.

Su ritmo cardíaco se dispara,
su presión arterial es elevada,
una rojez marcada e inusitada
que denota las venas de su cara.

Transitando así la vida
envuelto en pasiones desmedidas, repleto de indignación y venganza
y una furia desmedida.

Cuál respuesta inmediata reactiva
con gritos, portazos e ira.
O una respuesta pasiva,
sin escamas, ataca a sus espaldas.

Transformando así vivezas
en actitud negativa,
como si el mismísimo Amón
acompañara cada uno de sus días.

Desatando en sí mismo
el averno aquí en la Tierra,
queriendo controlar sin respuesta
una hostilidad que solo aumenta.

Y así, consumido en la miseria
acaba cada uno de sus días.
Sabiendo que, tal vez, mañana
no habrá más un nuevo día.

Poema "Irascible", ganador de la categoría "Belleza lírica" del certámen "CABALLERO DE PLATA".

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