Cuál altiva alma que clama
define a un cruel sujeto.
Un hombre de lúgubre porte,
vanidoso en todos sus aspectos.

Preso e inmerso
en la ceguera de su mente,
siente que todo lo malo
es verídicamente correcto.

Se ama, se ama tanto,
que todo se torna insano
cuando desmedido
marchita el afecto cultivado.

No puede ni quiere aceptar
que enceguecido
en su altiva soberbia,
se pudre en su mal moral.

Y no es capaz de sopesar
que, acorralado y apesadumbrado
y aún pudriéndose por dentro,
no puede expiar sus pecados.

Ya que muere, lentamente,
cuando se nubla su mente
siendo arrogante,
y sumamente prepotente.

Y altivo, cuando su instinto
le pide a gritos que ataque,
poseído en los entretejes
de su perturbada mente.

Entonces, se aleja...
Pierde contacto
con aquellos que desde siempre
soportaron malos tratos.

Entrando en un estado,
cuál bucle enredado,
en donde se siente
verídicamente abandonado.

Inevitable destino
ver el desprecio ajeno
sin llegar a darse cuenta
que solo sus demonios alienta.

Haciendo de su vida
un infierno sin salida
cuando pierde, día a día,
la espiritualidad que poseía.

Quedando lejano el porvenir
y renaciendo en el tormento
de no ser próspero y certero
y siendo corrupto en extremo.

Solo niebla y sufrimiento
se observa en su vida diaria,
aumentando cada día
la maldad que poseía.

Más odio, rencor y sufrimiento,
lo envuelven en un manto negro
Sin dejar lugar
a la sabiduría y el entendimiento.

Alejando la prosperidad,
desechando la virtualidad
y aumentando un ego tan feo
donde solo reina maldad.

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