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35

Lisa siguió a la omega hasta el cuarto que ambas compartían.

Esperó tranquilamente sentada en la cama, en lo que la omega terminaba de ducharse.

Cuando eso sucedio, y la alfa vió a su pareja salir de la ducha con una bata puesta, creyó conveniente comenzar a disculparse.

Sin embargo, cuando quiso hablar, Jennie le puso el dedo sobre los labios para callarla.

Lisa obedeció quedándose quieta en su lugar en lo que observaba como la omega se colocaba el short y blusa de pijama, junto a una bata del mismo material encima.

En cuanto terminó, se apoyó sobre el tocador mientras miraba a la alfa en lo que peinaba su cabello.

— ¿Puedo saber una cosa? — preguntó Jennie, Lisa asintiendo —. ¿Tienes algún tipo de trato especial con tus empleadas? Porqué tienes labial que obviamente yo no uso en el cuello.

Lisa se tocó el cuello de forma exagerada, mirando sus dedos y notando que en estos no había tal pintura.

Luego miró a la omega, quien en la misma posición la observaba negando.

De esa forma cayó en cuenta de que Jennie había utilizado la psicología inversa en ella.

Lisa entendió que estaba jodida cuando vió a Jennie golpear su lengua contra el interior de su mejilla, dejando entender que estaba bastante molesta.

Se arrodilló en el suelo y abrazó las piernas de la omega mientras pedía perdón mil veces.

— Se que no tuve que hacerlo... Perdóname por favor... Dame una ultima oportunidad ¡Prometo
n

o fallarte!

Jennie acarició el cabello de la alfa mientras la miraba desde arriba.

Luego se separó de ella dejándola en la misma posición.

Caminó con tranquilidad hasta la silla que se encontraba en la esquina del dormitorio, la tomó en sus brazos y sin esfuerzo la llevó hasta frente la cama, donde la dejó allí bajo la atenta y curiosa mirada de la  alfa.

— A la silla. — ordenó Jennie.

Lisa se levantó con rapidez para obederle a la omega, en esas circunstancias, no le convenía decir que no.

— ¿Por qué te disculpas, Lalisa? Y quiero que me digas la verdad... — dijo la omega caminando hasta el armario —. Ojos al frente. — ordenó en cuanto sintió como Lisa la seguía con la mirada.

La alfa obedeció mientras tragaba saliva.

— Estaba demasiado cerca de una de mis empleadas, ella me abrazaba y yo no la alejé.

— ¿Y por qué no la alejaste? — preguntó la omega desde atrás.

— Entre en pánico, había muchas personas y no reaccioné a tiempo.

— Ajá. — dijo simple. — ¿Estas arrepentida?

— Por supuesto que sí... Yo... Quiero pensar en el futuro solo si tú estas en el... Me destroza por dentro el solo pensar que pude haber causado dolor en ti... — respondió dejando rodar un par de lágrimas.

Jennie sonrió aunque la alfa no pudo verla, ella en realidad no veía tan grave la situación que se llevó a cabo horas atrás.

Sin embargo las hormonas, ya sean por el embarazo o por simple necesidad de tacto, le estaban afectando de sobremanera.

— Tan sensible... — ronroneó en su oído —. Me encanta.

Jennie limpió las lágrimas de la alfa para sentarse en sus piernas mientras la miraba a los ojos.

—  Te deseo tanto, Lisa... Pero tengo que castigarte por apestar a otra omega.

Lisa asintió.

— Aceptaré el castigo, sea cual sea... — respondió con la voz grave.

— Manos atrás.

Lisa obedeció, mientras sentía a Jennie colocar unas esposas en sus muñecas a sus espaldas.

Luego vió como Jennie amarraba sus pies a las patas de la silla, para luego pararse frente a la alfa y colocar la cabeza de la misma sobre su vientre.

— Aquí esta nuestro cachorrito Lisa — dijo Jennie tomando ahora la barbilla de la alfa para obligarla a verle —. Como te vuelva a ver cerca de alguna omega que tenga otras intenciones contigo, te voy a prohibir verlo. ¿Oíste?

Lisa asintió temerosa mientras sentía el vientre ajeno.

Tenia miedo, sí.

Jennie en su faceta de niña buena era un amor de persona, y si así daba miedo... No quería saber como sería Jennie enojada en su faceta de sádica.

— Saca la lengua — ordenó.

Lisa obedeció sintiendo como Jennie colocaba una pastilla sobre los mismos.

— Traga. — Lisa  lo hace —. Muy bien... Amo que me obedezcas.

Lisa miró a su novia a los ojos, para luego sentir como ella se sentaba nuevamente en sus piernas mientras acercaba el rostro al propio.

— Es hora de que te reivindiques...

Dicho aquello, la omega une sus labios a los labios contrarios con rudeza.

Lisa correspondió aturdida mientras sentía a la omega pasar sus brazos por alrededor de su cuello mientras intensificaba más el contacto.

La alfa trataba de mantener el ritmo que su omega ejercía ahora que sus lenguas chocaban una contra otra.

Y allí supo que nadie besaba mejor que Jennie.

Lisa gruñó al sentir su pene endurecerse repentinamente.

— ¿Que me diste, Jennie? — preguntó comenzando a sentirse demasiado excitada.

Jennie sonrió mostrándole la caja donde venia la pastilla que le había dado.

Lisa leyó.

Era un intensificador de placer, una pastilla que te daba los síntomas de un celo sin estarlo realmente.

— Vas a ser castigada Lili...

Lisa comenzó a respirar pesado, sintiendo llegar el dolor en su miembro producto de el supuesto celo.

— Jennie...

La menor rompió la camisa de la alfa para comenzar a besar y morder el cuello, hombro y abdomen de la alfa.

Dejó un par de chupetones para luego subir nuevamente a sus labios, delineó con su lengua los belfos de Lisa para besarla apasionadamente.

Ambas se tomaron su tiempo para saborearse mutuamente, Jennie succionó la viscosa lengua de la rubia y ésta hizo lo mismo que ella, sus manos estaban deseosas de tocar la tersa piel expuesta que dejaba el short, pero las esposas lo evitaban.

Jennie tomó entre sus manos el miembro duro de la alfa, comenzando a mover su mano cerrada sobre el pedazo de carne.

Lisa cerró sus ojos mientras hacia su cabeza hacia atrás, mordiendo sus labios hasta sacar sangre de ellos.

Le encantaba, amaba sentir a su omega teniendo el control de la situación.

El placer fue tanto qué, perdida en la sensación del placer, nunca vió la sonrisa traviesa de su omega.

Y cuando el nudo estaba formándose en la mano de Jennie, al punto de correrse, la omega quitó la mano provocando que Lisa gritara.

Interrumpir un nudo era doloroso para un alfa, pues se sentía como si clavaran miles de agujas a su pene.

— Duele mierda... ¡Joder!

— Ese dolor no esta ni cerca comparado a lo que yo siento cuando te veo cerca de otras omegas.

Lisa elevó su vista mientras sentía la mano de Jennie presionar su miembro nuevamente alivianando el dolor de forma rápida.

— Perdóname Jennie... Por favor...

Jennie la miró molesta mientras seguía masturbandola rápidamente.

Volviendo a quitar la mano provocando nuevamente dolor, este era más soportable pero dolía de igual forma.

— ¡Cambiaré Jennie!... Lo juro...

Jennie volvió a tomar el miembro en su mano para detener el dolor.

Esta vez masturbó completamente a la alfa sacando jadeos a la mayor, mientras sentía su orgasmo llegar apresurado.

Y cuando está llegó, Lisa tocó las puertas del cielo al sentir a su omega concentirla con masajes.

Luego, cuando la sensación del reciente orgasmo pasó, Jennie se levantó para tomar la cara de la alfa con su mano limpia.

— Amo tu rostro, sobretodo cuando llegas al orgasmo — le dice sonriendo —. Amo todo de ti.

Lisa unió sus labios con los de la omega, amaba a esa chica como no había amado a nadie, ni siquiera a Joy.

Una hora después, Lisa bajó a la cocina.

Le había costado mucho trabajo liberarse, luego se ducho y se colocó el pijama.

Eran las nueve de la noche, sentía su cuerpo arder al sentir aún los efectos de la pastilla. Pero nada que un buen trabajo manual no solucione.

Al acabar acomodo y limpió todo para luego bajar a la cocina, donde Jennie la recibió con carne y puré de papas.

Lisa estaba avergonzada, jamás habían tomado el control con ella, era algo nuevo y excitante.

Sintiéndose aún más enamorada de la omega que tenía como pareja, ella que cargaba a su cachorrito y quien le daba vida a las emociones que creyó muertas.

Jennie era diferente, y sería una tonta si la dejaría ir.

(...)

Mucho más tarde, al acabar la cena y el postre, Lisa se encargó de lavar, secar y guardar todo en compensación a que Jennie cocinó.

Luego ambas fueron al dormitorio para, después de hacer su rutina nocturna, acostarse en la gran cama.

Lisa quedó dormida casi de inmediato mientras abrazaba a la omega.

Jennie se quedó despierta un rato mientras veía una película.

Hasta que su móvil sonó en llamada.

— Hola mamá Manoban..

— Hola cariño... Mira, solo quería saber como estan las cosas por allá... Ni mi esposa ni yo podríamos dormir sin antes saber...

—  No se preocupe mamá Kim... Lisa y yo llegamos a un acuerdo, ella admitió su error y estoy segura de qué no volverá a cometer otro...

— Oh... Me alegro de oír eso Jendeuk... Eres "eso" que le hace falta a muchos alfas maleducados...

— Gracias mamá Manoban... Iré a descansar. Buenas noches.

— Descansa Jendeuk.

Jennie dejó el celular cargando para luego abrazarse al alfa y cerrar los ojos.

Pese a todo lo que pasó, Jennie creé que jamás dejará de amar a la alfa...

Simplemente están hechas una para la otra.

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