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Última Parte.

Disclaimer: Los personajes y el material visual utilizado, no me pertenecen.

|Parte 2/2|

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Frunció el ceño, y dió un leve golpe al asiento de cuero con la palma, totalmente frustrada.

Quería llorar, quería gritar, quería destruir todo lo que le rodeaba.
La garganta se le cerraba y le quemaba el fuego indiscutible de la angustia en las entrañas. Mientras presionaba los dedos sobre su propia piel, sintió por segunda vez ese temblor de presión que le sacudía el suelo de forma violenta y desastrosa, como si un enorme titán la tomara de los hombros y la presionará con toda la fuerza bruta hacia abajo.

Entonces supo que estaba a punto de perder el control. Que pronto esa calma liberadora que la había acompañado por la carretera se había vuelto tan mentirosa como lo fue alguna vez su propia madre...

Ho, Arella. Cuanto deseaba que apareciera de nuevo para mentirle una vez más; que le dijera con la sonrisa fingida y los ojos cansados, llenos de tristeza, resignación y dulzura maternal, que toda esta pesadilla acabaría tan pronto como lo que duraba un pestañeo.

Que tan equivocada estaba; que tan equivocada estaba ella y su propia inocencia. Porque alguna vez, su yo de diez años le había creído con todas sus fuerzas, y ahora estaba ahí, con marcas físicas y rasguños emocionales eternos que nunca lograría quitar, con una bestia siguiendola; sola en medio de la nada y con el recuerdo de una Arella sin vida postrada sobre el final de las escaleras.

Trigon le había quitado cada pizca de vida a esa pobre mujer. Primero de forma discreta, con halagos y la promesa de un futuro pintado de rosa con su preciada hijita, y para cuando la ilusa de Arella quiso darse cuenta de que todo aquello era una ilusión de lo que debería haber sido, ya estaba atrapada, entre sus dedos, tan pérdidamente enamorada de él que le perdonaba todo acto de violencia hacia su persona y hacia su inocente retoño.

E incluso con el último golpe furioso que fue a dar sobre su atormentada cabeza, Trigon simplemente se alegro, se alegro de acabar con su último juguete, sabiendo que pasaría a tener uno nuevo y más duradero que este úlltimo : la pequeña Rachel Riot.

Ahí era donde su historia comenzaba, donde el escape se volvía su única opción...

Su propia desesperación parecía que estaba tomando forma, porque por momentos podía sentir el calor de una presencia aterradora sobre su espalda, susurrándole en completo regocijo que se diera por vencida, que esperara a los cuervos negros que la acechaban con el único objetivo de devorar la poca esperanza que albergaba en su interior.

Y Rachel por segundos dudo, dudo de poder seguir...

- H-hola - Escuchó una voz temblorosa detrás, sobresaltandola como gato asustado con los sentidos bien despiertos.

Recorrió de arriba a abajo la figura que le hablaba tímida y casi encongida sobre sí misma a unos metros de distancia.  Se trataba del chico de la banda, nada más y nada menos que el cantante que había visto hacía unos momentos, sonriendole amistoso, casi curioso y con el cabello verde levemente alborotado.

A estas alturas se preguntaba que quería, pero se limito a quedarse callada. Expectante a su argumento o a cualquier acercamiento fuera de lo previsto.

- Lamento si te asuste.-  se apresuró a decir el muchacho.
Aunque el asustado era él, puesto que la chica inspiraba un aura imponente que jamás había visto. Una presencia parecida a la de una criatura enorme, majestuosa y a la vez peligrosa. - Es que, te ví entre el público y realmente, siento que te conozco. - Antes de seguir hablando, el chico siguió analizando mentalmente sus palabras. No todos los días iba y se acercaba a hablar con una desconocida. - De casualidad... ¿ Nos hemos visto antes? -

Es que se sentía familiar. Había algo en ella que le daba esa sensación de deja vú, de incluso saber que clase de respuesta recibiría después; como si aún viviera el recuerdo de ese alguien en su mente.

- No sé quién eres. - Le respondió cortante ella. Aunque sentía el inquietante cosquilleo de nostalgia en su cabeza.

Pero aún así prevalició y entre los alborotos de su propia mente, el muchacho logró encontrar una memoria enterrada en lo más profundo de su subconsciente...

- Tu nombre... tu nombre...es ¿Rachel?-

En esos momentos, notó los ojos violetas de ella observarlo con mayor atención, al mismo tiempo experimentando el viaje en su propia memoria, recuperando lo olvidado de su infancia.

Ho, claro. Ella era Rachel... Rachel... la niña con la que alguna vez estableció una amistad. Por supuesto, ella era su mejor amiga... al otro lado de la cerca.

- Ahora lo recuerdo. Yo... Tú. - Hizo una pausa y trato de acomodar sus ideas. Quería contarle todo, quería escucharla, quería... - Fuimos mejores amigos. Tú me hablabas a través de la cerca, en tu patio. Tenía el cabello rubio. -

Y ella se acercó, mientras el trataba de decirle que aún conservaba una foto, que la había encontrado otra vez.

- Gar... Garfield. - Dijo su nombre con alegría. Ya no estaba sola.

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