Capítulo 9- ¿Ves las estrellas?
-¡Estúpido! ¿Cómo pretendes que baje desde esta altura?
-Sólo tírate y yo te cojo, no seas miedica.
¿Miedica? Observé la distancia que me separaba del suelo y tragué en seco. La idea era saltar el muro de este lugar, pero debía tener algo más de dos metros del altura. Taehyung me esperaba desde el otro lado del muro animándome a saltar, mientras que yo lo observaba desde arriba. ¿Y si me rompía una pierna? ¿O un brazo?
-¡Nos van a pillar! ¡Salta ya!
-¡Si no me coges me encargaré de matarte!
Él rodó los ojos y sonrió mientras extendía los brazos. Conté mentalmente hasta tres, y al tercer me tiré. De golpe, caí en los brazos de Taehyung.
-¡Ah! -Gemí de dolor cuando él me agarró del brazo que tenía herido por la noche anterior.
Él me miró por unos segundos con esa expresión que había puesto horas atrás en la habitación y solo me limité a sonreír como si nada hubiera pasado, encogiéndome de hombros. Él todavía me cargaba mientras examinaba mi rostro, cosa que empezó a hacérseme molesta después de unos segundos. Tuve la valentía de mirarlo a los ojos y casi se me paró la respiración.
Tenía esa mirada gruesa que te dedicaban los adultos cuando sabían que estabas mintiendo, solo que él no sabía porqué.
-Aish ya -Me bajé-. ¿Vamos a ir? Hace tanto que no salgo de aquí que ya es extraño -Me desesperecé.
-Claro, ven.
Me tomó la mano y entrelazó nuestros dedos, haciendo que mis mejillas se sonrojaran violentamente. Un sentimiento extraño se instaló en mi estómago, pero fue todavía peor cuando apretó su mano con más fuerza para que yo no la soltara. Ambos volteamos las miradas a la vez y nos miramos durante una milésima de segundo que me pareció eterna, en la que no supe muy bien que era lo que nos queríamos decir.
Sin más, comenzamos a caminar.
-Vamos a ir a casa de mi abuela.
-Vaya aburrimiento. Yo quería ir a mmm, no sé, ¿Un parque de diversiones?
-Ir a casa de mi abuela siempre es más divertido.
Un silencio incómodo se instaló entre nosotros. Estábamos dirigiéndonos hacia el campo, lo sabía porque estábamos alejándonos cada vez más de lo que era el pueblo en sí. Temía que alguien en el reformatorio se diera cuenta de nuestra desaparición durante este día, pero contaba con que Taehyung tuviera algo preparado por si nos pillaban.
-¿Por qué no has venido hoy a trabajar? -Inquirió de pronto, haciendo que me tensara casi instantáneamente, pero no lo fue más hasta que dijo lo siguiente- El pelo de váter ha estado preguntando por ti toda la puta mañana. He estado a punto de echarlo de allí.
-¿Preguntando por mí? -Dije con casi un hilo de voz- ¿Qué ha dicho exactamente?
-Nada importante. Es un imbécil, se nota con solo verlo. ¿Por qué?
-Nada, curiosidad-
-¿Te gusta?
-¿Eh?
-¡Vamos Jungkook! Se nota a millas que le gustas, está babeando como un maldito asqueroso todo el maldito día por ti -Habló con obviedad- ¿Te gusta?
Sentí como el agarre que tenía con mi mano se apretaba más y él cada vez caminaba más junto a mí. Podía sentir su mirada clavada en mí, esperando una respuesta, pero no tenía una respuesta clara. Se me secó la boca y dirigí mi mirada hacia él, quien ansiaba que le dijera algo.
-No... creo en esas cosas. No me gusta nadie.
Vi como su semblante se tranquilizaba.
-Eso está bien.
-Aunque -Repuse- si me gustara alguien tampoco de tu incumbencia, estúpido.
-¿Perdona? ¿A quién llamas estúpido, enano? ¡Si no atrevías ni a bajar el muro!
-¡Claro que sí que me atrevía! -Le di un puñetazo en el brazo y él me lo devolvió.
-¡Taehyunieee, cógeme que tengo miedo! -Empezó a canturrear con una voz irritante y poniendo caras ñoñas- ¡TAEHYUNGNIEE!
-Ya cállate.
-¡¡Abuela!! ¡Ya estoy aquí! -Gritó.
Estábamos literalmente en mitad de la nada. En mitad del campo, pisando un huerto. Me sentía algo extraño y algo avergonzado por el hecho de venir a casa de la abuela de Taehyung, es decir, ¿Qué pegaba yo ahí? ¿Para qué me había traído a este lugar? Miré con algo de nerviosismo hacia los lados.
Se escucharon algunos ruidos desde dentro de la casa, y después de casi un minuto, una ochenta añera nos abrió la puerta de su casa. Lucía como una de las chicas modernas de su época, con rizos dorados colgado de su pelo y el maquillaje despampanante; sin olvidarse de un vestido bastante antiguo.
-¡Uy, Taehyung! ¡No me habías dicho que tu novio iba a venir! -Se llevó las manos al pecho mientas nos miraba con pesar.
-¿Novi-
-Se me olvidó -Se pasó una mano por el cuello, nervioso-. ¿Podrías dejarnos dormir hoy? Le prometí que vendríamos -Me miró.
Me encogí sin darme cuenta. La situación se estaba tornando algo incómoda para mí, mis mejillas no podían estar más rojas. ¿Novio? ¿Quedarnos a dormir? Realmente esto no era lo que yo había planeado exactamente. En ningún momento se me hubiera cruzado por la mente la idea de venir al campo y menos la de... ¿Quedar-nos... a dormir?
Apreté la mano de Taehyung tratando de darle a entender que no estaba tan seguro. Él me ignoró.
-Claro, no hay problema. ¡Pasad, venga, que tengo guisado!
Abrí los ojos de par en par y entré de pleno en la casa olvidando al chico de pelo teñido y a su abuela detrás de mí.
-¿Cómo se llama usted? -Le pregunté a la señora.
-Carmina, muchacho.
Le tomé de la mano y con el corazón en la boca le dije con total sinceridad:
-Gracias por cocinar guisado. Ya no aguantaba otra comida del reformatorio.
Y tanto ella como Taehyung explotaron en risas. Yo lo sabía, nunca debías de entregarte tan fácilmente a alguien y mucho menos si esa persona era alguien al que no conocías, pero... ¿Guisado? Esa era mi debilidad. Sí señores, Jeon Jungkook se estaba vendiendo por un plato de carne con verduras.
-Sentaros mientras termino de prepararlo -Dijo mientras se marchaba de nuevo a la cocina.
Y nos quedamos de nuevo solos. Era tan... incómodo y extraño estar con él a solas; en un momento me sentía bien, en otro con ganas de darle un puñetazo en la cara, pero en otros momentos como lo era este; me intimidaba. Con esa postura tan recta, con los oscuros ojos todo el tiempo encima de mí y, sobretodo; con esos aires de que todo era suyo y le pertenecía. Me ponía nervioso.
Estábamos en el salón de la casa. Era antiguo y se notaba a millas, por las paredes de madera desgastadas -sobre las cuales descansaban unos cuadros- al igual que el tapizado del suelo. Tenía pocos muebles, algo más que un televisor de una época pasada -que, a decir verdad, dudaba que funcionara- y unos estantes llenos de fotografías y figuritas extrañas. Y con extrañas me refería a... mujeres desnudas. A parte de ese pequeño detalle, había una mesa y unas cuatro sillas alrededor de esta. Nada más.
-¿Por qué tan callado?
Miré a Taehyung. Este tenía una media sonrisa en la cara.
-¿Por qué tan pesado?
-¡Taehyunniee! ¡Ni se te ocurra soltarme!
-¡Deja de versificar la historia!
Él no paraba de reír, de modo que me acerqué para pegarle de broma. Pero no todo salió como esperaba, porque me agarró del brazo y no pude evitar hacer una mueca y gritarle.
-¡Ah! ¡Suelta!
Pero no. Entonces, la expresión de su rostro se tornó más seria de lo que le había visto en lo que llevaba de día, y eso era decir mucho. Nos quedamos unos segundos así, él cogiéndome del brazo y yo aguantando el dolor que me provocaba el que me estuviera tocando la parte herida.
-Una pregunta Jungkook -Dijo con lentitud- ¿Tú me ves la cara de estúpido?
Abrí mucho los ojos y por un momento su mirada confirmó lo que yo mismo había sospechado: él sabía que pasaba algo. Y de hecho, había dado en el clavo, porque de no ser así nunca hubiera hecho dicha pregunta. Me tomó con fuerza de la muñeca y con el otro brazo me subió al completo la manga de la sudadera.
Las marcas de la mano de Evans estaban todavía presentes. Tragué en seco mientras notaba cómo Taehyung apretaba mi brazo inconscientemente y no apartaba la mirada de aquello. Fueron los peores segundos de mi vida, mientras él no apartaba la mirada y yo no sabía qué hacer o dónde esconderme.
Tiré de mi brazo para apartarlo, pero entonces él me retuvo con más fuerza.
-Déjame -Me quejé- ¿Qué tanto miras? Fue peleando con Yoongi.
-Peleando con Yoongi una mierda. Sé que fue el pelo de váter, te estuvo buscando toda la mañana con una caja de chocolates, Jungkook. Deja de esconderte de una vez. Puede que lo parezca, pero no soy idiota.
-No es nada.
-¿Me estás jodiendo? ¿Me estás diciendo que esto -me tocó fuerte el brazo a propósito el brazo y yo hice una mueca-, no es nada?
-¿Y qué más te da eso a ti? -Bufé- Tú siempre me estás molestando. No tienes ningún derecho a mostrarte enfadado o algo así. Son mis problemas.
-Está bien.
Pero no. De hecho se veía a millas que no lo estaba, lo supe por la forma en la que apretó la mandíbula y me soltó así como si yo no fuera nada. Por algún motivo eso me hizo más daño que lo que me había hecho la herida, pero no lo iba a demostrar. Él no tenía razón, no tenía ningún motivo para decir ni reprochar nada sobre nadie.
No era un niño de cinco años. Tenía que entender que habían cosas en las que se podía meter y otras en las que no, y siendo que venía de él... no debía. Nos miramos durante unos segundos pero apartamos la mirada al instante. Me bajé la manga de la sudadera con rabia, y justo en ese momento nos llamó Carmina para que nos sentáramos a cenar.
Cada uno tomó una silla y nos sentamos. La cena pasó relativamente rápida, pues la abuela de Taehyung era realmente amable y carismática. No entendía qué era lo que su nieto había heredado de esta, pues estaba todo el tiempo lanzándome ciertas miradas que si hubieran podio; me hubieran eliminado de la tierra. Me limité a ignorarlo porque realmente no tenía ganas de empezar a discutir y menos en ese momento.
Al final de la cena, Carmina nos ofreció un té que yo acepté con ganas, pero Taehyung simplemente se levantó de la mesa y después de dejar los platos en el fregadero, salió de la casa. Era impresionante lo estúpido que podía llegar a ser y sin proponérselo.
-¿Habéis discutido?
Asentí con la cabeza a la señora y tomé una de las pequeñitas tazas del té.
-Ah, entiendo entiendo. Cosas de parejas, vaya -Dijo haciendo movimientos con las manos para restarle importancia al asunto.
-¿Cómo lo soportas? Digo, a mí se me hace complicado.
Ella rio y a mí no me quedó otra que sonreír.
-Verás... es mi nieto. Y sí, es un poco tonto la verdad, pero... es bueno. De todas formas tú has de saberlo, ¿No? Sois novios.
Me sonrojé al oír las últimas palabras. Terminé mi té para disimular.
-Sí, bueno... él es... un estúpido. Pero un estúpido al que se le coge cariño -Mentí en cada una de las palabras, aunque tampoco era totalmente falso.
-Deberías ir con él, ya limpiaré yo esto. Me suelo aburrir mucho y así me mantengo ocupada.
Me levanté de la silla e hice una reverencia. Estaba a punto de marcharme de la casa cuando olvidé un pequeño detalle: no sabía dónde estaba.
-¿Dónde puede haber ido?
-Ha de estar en el tejado.
En el tejado. Eso era tan Kim Taehyung.
-Estúpido. Cuando lo vea le daré una patada. Idiota -Jadeé mientras trataba de escalar hasta llegar a tejado de la casa.
¿¡A quién demonios se le ocurría irse al maldito tejado!? Era de estar demente, eso seguro. Pero hablando del pelo teñido, todas las opciones eran posibles. Cuando por fin logré subir, solté un mini gritito de victoria y lo vi tumbado en el mismo.
Ya había oscurecido y el cielo se mostraba limpio: sin nubes ni nada de eso. Sólo se veían la Luna y un par de estrellas sueltas por el mismo. Me acerqué lentamente a Taehyung y me acosté algo temeroso de la misma forma en la que él lo estaba. A pesar de no haber ruidos provocados por la naturaleza, nosotros estábamos entre un silencio cargado de palabras.
-¿Qué ves?
Giré mi cabeza para verlo, pero él prestaba más atención al cielo.
-Cosas.
Chasqueó la lengua y se palmeó la frente.
-No me refiero a eso. Túmbate y mira al cielo, ¿Ves las estrellas?
Hice exactamente lo que me había pedido. Enfoqué mi vista en el oscuro plano, pero apenas un par de estrellas iluminaban la noche. ¿Qué de entretenido había en esto? ¿Me estaba tomando el pelo? Fruncí el ceño y pataleé un par de veces: claro que veía las estrellas, pero sólo dos. ¿Qué de especial había en ellas?
-Dos.
-Estás ciego. Mira más allá.
Fruncí todavía más el ceño, pero nada. ¿Qué quería que viera?
-Así no -Explicó-. Mis padres, cuando era pequeño, siempre decían que cuando pensabas en alguien importante veías más estrellas. Era como si ese "alguien" se sumara a la constelación que estuvieses observando. Por ejemplo; aquella de allí es mi madre -Señaló a un hueco negro en el que yo no veía ninguna estrella-, y aquella de allí, mi padre -Su dedo apuntó a otro lugar vacío-. Ellos están muertos. Pero es más bonito verlos así, ¿No?
Asentí algo cohibido por el hecho de que me contara algo tan personal.
-Supongo que sí.
-Añade a una estrella, venga. Te resultará más entretenido imaginártelas así.
Reí.
-No tengo a nadie importante-
-Entonces -Se adelantó- esa seré yo. Seré tu primera estrella.
Cogió mi mano y señaló con la misma al cielo.
-Parece que no, pero eres un cursi -Admití.
-Tú eres un enano. Y encima no sabes bajar un muro de... ¿Dos metros de altura?
-¿Ya vas a empezar?
Me callé para apreciar el silencio en el que nos encontrábamos. Hacía un frío ciertamente estremecedor, pero me sentía acogido. Como si alguien me estuviera arropando con una manta imaginaria. Me hizo gracia el hecho de que Taehyung asociara las estrellas a cosas importantes en su vida, y porqué no decir, ternura.
Entrelazó nuestros dedos y mantuvo nuestras manos unidas, sin prácticamente fuerza. Sentía como un cosquilleo me subía desde los dedos de los pies y se depositaba en mi estómago. Su mano me daba calor, me daba protección y me hacía sentir extrañamente bien. Inconscientemente, giré mi cabeza para verlo.
Pero lo que no esperaba era verlo a él también mirándome. Ni si quiera estaba pensado en ese momento. Lo único que sucedía era nosotros, nuestros rostros a unos simples centímetros de distancia mientras que nos mirábamos como lo llevábamos haciendo días atrás. Sentía una oleada de sentimientos muy fuertes atacándome en ese momento, pero lo único que no podía hacer era separar mi mirada de la suya. Era como si sus ojos fueran imanes para los míos.
Y entonces, sucedió. No sé cual fue el primero, pero sólo sucedió.
Sentí como me tomaba con suavidad del cuello y poco a poco me acercaba a él. Noté su flequillo sobre mis ojos, su respiración cerca de mi cara, y después de unos segundos: nos besamos. Fue tan solo un roce de labios en el que sentí absolutamente de todo.
-Te quiero -Dijo en apenas un susurro audible. O quizás fueron solo imaginaciones mías, por el momento y por la situación; pero de cierta manera lo oí. No se si fue en el tacto de sus labios, en el de su mano sobre mi nuca, o nuestras miradas: pero lo oí. Tanto con palabras dichas o no.
Y lo que no sabíamos era que...
...dos estrellas acababan de unirse a nuestra constelación.
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