Capítulo 6- el pacto
-No pienso ponerme unas gafas de sol, ¿Estás bien?
-Yoongi, es por seguridad. Necesitamos llevarlas puestas.
Rodé los ojos y aparté la mirada. Al parecer, el rubio decía que el llevar gafas de sol para salir de la habitación a escondidas serviría para "camuflarnos". ¿A dónde carajos se había ido la súper-inteligencia de la que tanto hablaban de este chico? Porque a mi parecer, su cerebro era más pequeño que la cantidad de droga que me quedaba por consumir.
-Lo digo en serio. Prefiero que me atropelle un camión de mil toneladas a ponerme esa cursilería contigo.
-Putas gafas de sol -Bufé mientras trataba de ver a través de aquel cristal oscuro. Finalmente, después de haber estado discutiendo durante casi treinta minutos, accedí a llevarlas; pues recordé las palabras de Jungkook y me retracté: debía aceptar todo lo que el hijo del director me ofreciera.
-Cállate o nos pillarán, Yoonginnie -Susurró melodiosamente Jimin.
-¿Qué mierdas has dich-
De repente y sin previo aviso, él se puso prácticamente encima de mí aplastándome contra la pared y tapándome la boca con su mano. Abrí los ojos de golpe, asustado, cuando vi que por el pasillo que se cruzaba con este pasaba alguien con una linterna. Todo mi cuerpo se tensó al instante pero Jimin hizo más fuerza para evitar que me quejara.
Finalmente el guardia de seguridad pasó de largo y el rubio se separó de mí. No pude evitar soltar todo el aire cuando lo hizo ya que había estado oprimiéndome. Él miró a ambos lados del pasillo para ver si alguien más venía, y al no hacerlo me apresuró haciéndome gestos con las manos para que lo siguiera.
Me recompuse y lo seguí con algo de prisa mientras básicamente corríamos silenciosamente por los pasillos del lugar. Y juro que pocas veces había pasado tanto miedo, pero era realmente preocupante el hecho de que nos encontraran allí: podían castigarnos de tal forma como lo hicieron con Jungkook o incluso peor. No quería arriesgarme.
-¿A dónde se supone que vamos?
-A una habitación oscura -Respondió como si fuera lo más obvio, pero al ver mi cara aclaró:-. Es broma, Dios. Al bosque, ¿Dónde crees que íbamos a ir?
Pues la verdad es que con su compañía no tenía la menor idea. Me encogí de hombros como respuesta. Aquel chico cada vez me sorprendía más, impulsivo y necio a más no poder.
-¿Vamos a hacer un ritual satánico?
No me respondió. ¿Y eso que significaba? Ahora que lo pensaba, ir con él nunca había sido la mejor opción a seguir, eso estaba claro. Mientras veía como caminábamos rápidamente atravesando los oscuros pasillos me di cuenta de que no debería de haberle hecho caso ni a Jungkook: ¿Por qué estaba agarrando confianza tan rápidamente? ¡Seguro que me querían matar en el bosque y no dejar evidencias!
La peor parte fue que le seguí. No me opuse al hecho de ir a un bosque en plena noche con un desconocido el cual solo había acudido a mí por droga y quién sabe qué más buscaba.
Al llegar a una puerta metálica que se encontraba abierta de par en par, él volvió a mirar a ambos lados.
-¿Estás listo? -Me miró con cierto brillo en los ojos.
-¿Eh? -Murmuré algo atontado.
Lo siguiente pasó demasiado rápido. Él me agarró del brazo y nos empujó fuera y una vez allí, se sacó un manojo de llaves para cerrar la gran puerta metálica. Entonces, la luz provinente de una linterna trató de apuntarnos, la miré algo aterrorizado pero Park Jimin fue más rápido y me tomó nuevamente del brazo y empezó a correr, alejándose de allí.
-Ya llegamos -Dijo mientras recuperaba la respiración.
-Pero si aquí no hay nad-
Me agarró de la mano y nos introdujo todavía más dentro del bosque. Las ramas crujían bajo nuestros pies y yo trataba de no tiritar del frío que hacía al ser invierno, pues a pesar de vestir una sudadera el frío era más que evidente. Apartaba con los pies algunas piedras y las otras las pateaba sin querer mientras trataba de ver más allá de la espalda de Park Jimin, que me tapaba toda la vista.
-Bienvenido a Winchester, Yoongi -Dijo Jimin apartando un par de tablas maltrechas y dejándolas a un lado.
Y con eso, descubrió allí lo que venía siendo el paraíso dentro del lugar. Aun agarrando mi mano -cosa que me pareció extraña pero no tuve el valor de apartarla-, me introdujo a un gran túmulo de gente.
En ese lugar que estaba apartado y escondido del bosque, habían personas de todo tipo juntas; charlando, bailando, riendo e incluso algunas fumando descaradamente. Estábamos rodeados de árboles y una luz algo destartalada colgaba de uno de ellos en forma de bombilla, alumbrando todo el lugar a su manera.
Abrí los ojos con sorpresa. Nadie iba con el uniforme; algunos vestían con traje -demasiado perfecto-, otros con sudaderas, camisetas, cadenas, e incluso; faldas. Era impresionante, la gente allí parecía expresar lo que allí nos estaban reprimiendo. Reí un poco mientras observaba tatuajes, piercings y tintes de pelo que supuse que serían temporales.
Libertad.
¿Acaso teníamos que llegar a escondernos para ser quiénes realmente queríamos ser?
-Chicos -Park Jimin los llamó y silbó a su vez-. Iniciemos ahora para integrar a Min Yoongi, después cada uno a la suya, ¿Está bien?
Me asombré al ver que todos se callaron al escuchar la aguda pero supuestamente encantadora voz de Jimin. Este, quien parecía liderarlos, poseía mucho poder y sobretodo, respeto de ellos. Me gané alguna que otra mirada curiosa por parte de algunos de los presentes, me avergoncé al presenciar que la mayoría de las miradas recaía sobre nuestras manos que estaban entrelazadas.
Hice algo de fuerza y traté de separarlas, pero el rubio apretó más mi mano y me miró como si me estuviera diciendo: ni se te ocurra.
Como si nada, todos se reunieron en un círculo. Paseé mi mirada entre los presentes y pude ver a Jungkook, quien me saludó con la mano algo emocionado. A su lado se encontraba Kim Taehyung, el chico tan molesto del que varias veces se había quejado. Este último le dio una palmada en la cabeza a mi amigo para que recuperara la compostura y este -para mi orgullo- se la devolvió más fuerte y sonrió, haciendo que el camarero se resintiera y cruzara los brazos.
Levanté un pulgar arriba en honor a mi amigo, quien me sonrió igual, pero no igual que se compañero, quien le lanzó una mirada filosa.
¿Jimin le estaba dando la mano a Yoongi? Fruncí el ceño extrañado, pensativo. No tenía ni la menor idea de lo que este se traía entre manos, pero mi amigo parecía no estar disfrutándolo. Dejé de pensar en eso cuando Taehyung-el-estúpido me pellizcó el hombro. Me giré y lo miré con odio, no sin antes devolverle un pellizco más fuerte. Pude ver como Yoongi reía entre dientes desde su posición.
-Empezemos -Habló con seriedad Jimin-. Estamos aquí para librar los derechos que se nos han ido privando. Por favor, que cada uno dicte el que le apetezca.
Un chico vestido con falda y con dos coletas fue el primero en hablar:
-Vestirme "como una chica" -Dijo con cierta repulsión la última frase.
Y así, continuaron los demás:
-Derecho de expresión.
-El que no me dejen bailar.
-¡Que me gusten los tíos! -Habló entusiasmado otro.
-Escuchar el género de música que quiera.
-No poder llorar.
-¿Derechos? ¡No poder pintarme las uñas porque dicen que eso es de chicas!
-Querer salir de este mugroso pueblo -Todos asentimos con esta.
-Quiero tener el pelo largo.
-¡Pues yo quiero tintármelo!
-Casarme con quien quiera, además; que dejen de tratar a las chicas como si fueran objetos.
-Protesto porque yo quiero hablar a mi manera, decir palabras malsonantes.
-¡Pues yo quiero pegarle un puñetazo al de al lado! -Gritó uno riéndose mientras veía a dicha persona.
Pasaron unos cuantos turnos hasta que llegó el turno de Taehyung.
-Que dejen de llamarme putita -Casi murmuró, avergonzado.
Y después el mío.
-Que dejen de criticar los tatuajes y los pearcings, ¡Que son arte! -Me di una palmada en el pecho, orgulloso.
El de Yoongi:
-El jodido maltrato psicológico.
Y, finalmente, el de Jimin.
-Que dejen de tratarnos como máquinas santas.
"Máquinas santas", se refería a que dejaran de explotarnos y que encima nos hicieran pasar por gente tonta a causa de nuestra edad. Que quisieran que fuéramos santos para así poder privarnos de "ciertas" cosas.
Para finalizar, gritamos todos a coro:
-¡Pedimos libertad! ¡Ya no caen más compañeros! -Gritamos, vitoreamos y aplaudimos.
No pude evitar que al final de esto un par de lágrimas resbalaran desde mis ojos hasta el suelo. Ya no iban a caer más compañeros. Eso era nuestra ley de vida desde el día del incidente. Éramos un revolución, estábamos protegidos por nosotros mismos porque éramos considerados enfermos solo por el hecho de ser diferentes. No quedaba otra que unirnos, porque a pesar de que no iba a caer ninguno más, si caía, caeríamos juntos. Todos.
Cada uno se fue a la suya. Había de todo; comida, música y, sobre todo, nuestra compañía y nuestro respeto.
-Sígueme.
No me quedó de otra que seguir a Jimin, quien tiraba de la manga de mi sudadera. A esas alturas aquello ya se había convertido en una fiesta en condiciones; música, bebida y demás circulando por allí.
Yo en ningún momento me había negado a una bebida, las cuales al principio aceptaba por compromiso pero después por diversión. Y, la cosa era que había olvidado un pequeño detalle: yo + alcohol de por medio... no daba buenos resultados. Y es que ahora me encontraba siguiendo a Park Jimin, a quien conscientemente no hubiera seguido por precaución.
Nos dirigimos a una parte que quedaba algo más escondida a la vista de curiosos, Jimin se sentó en una roca gigante y yo me senté en una que quedaba en frente a él. Pude ver que sus mejillas también estaban sonrojadas y una sonrisa traviesa se manifestaba en su rostro.
-Juguemos a algo -Dijo con voz dulce, pero por dentro estaba llena de maldad.
Yo me encontraba en una especie de nube que me tapaba la mayoría de pensamientos racionales. Estaba más que seguro de que no me quedaría mucho para echarme a un lado a vomitar, pero esa propuesta que me hizo el rubio -que ahora me parecía bastante apuesto- me hizo centrarme en algo más que en la botella de alcohol que cargaba con mi mano derecha.
-¿A qué? -Respondí con tono retador.
Él apoyó los codos en sus rodillas y clavó su mirada con la mía.
-Al Thervi. Verás... cada uno una raya, el que antes se coloque pierde.
Sonaba interesante. Saqué -como ya era costumbre- de mis pantalones bolsitas de plástico que fui dejando sobre la piedra, Jimin me miraba emocionado como un niño pequeño. ¿Debería de sentirme mal? Digo, si lo pensaba con la mente fría, Jimin era el niño rico de papá que jamás habría probado ninguna de estas cosas. Pero no importaba, ¿No? Él me pedía, casi no podía ni negárselo.
Y así empezamos una de las noches que dudablemente podría olvidar jamás. Reíamos, bromeábamos y nos codeábamos.
Él no dejaba de repetir que ya era un niño grande que ya era mayor, pero parecía que me hablaba lejos, pues después de los efectos del alcohol y de las drogas mi mente se encontraba como si estuviera debajo del agua. Su voz sonaba algo lejana, pero por algún motivo no podía reír por cada cosa que decía.
¡Si incluso me parecía gracioso el hecho de que abriera la boca!
-¡El juego de la botella!
-¿Eso no es infantil? -Chistó alguien de los presentes.
-Los que quieran jugar que formen un círculo, los que no; que se retiren ahora.
Y así nos quedamos como quince personas formado un círculo. No había bebido demasiado, sabía que eso para mí no podía llevarme a la mejor de las condiciones y quería guardar algo de compostura -y cerebro, más que nada- al terminar la noche. No pude localizar a Yoongi por ninguna parte, tanto el muchacho como Park Jimin habían desaparecido tiempo después de que los viera cerca de los barriles.
No tenía ni idea de que tramaba Park, pero... no me daba buena espina, no me aspiraba confianza en lo absoluto.
-¡Empecemos!
Nos sentamos en el suelo y vimos como alguien -nuestro verdugo- se disponía a girar la botella de vidrio. Esta rodó, bajo la atenta mirada de todos los presentes. El juego consistía en que a las personas las cuales la botella apuntara con ambos entremos, debían irse a un lugar apartado durante treinta segundos. Era un juego arriesgado, sin duda alguna; pero la mayoría de los presentes estaban allí por sólo jugar.
Tragué en seco, la botella no se detuvo delante de mí afortunadamente. Los dos muchachos escogidos por la misma se miraron casi pícaramente, se notaba a leguas que ambos estaban algo excedidos de copas. Se levantaron y fueron a donde tenían que ir hasta que pasaron los treinta segundos, algunos aplaudieron mientras veían llegar al par.
Paseé la vista entre los presentes y pude distinguir a Kim Taehyung en uno de los extremos. Él sí que parecía ir bastante bebido, sonreía por todo y tenía las mejillas sonrojadas mientras aplaudía y decía algunas cosas incoherentes.
Estúpido, rodé los ojos. Entonces su mirada también se paseó entre los presentes y recayó en mí. Volvió a sonreír -cosa que atribuí a los efectos del alcohol- y empezó la segunda ronda.
Casi me temblaban las manos de los nervios viendo la lentitud con la que la botella se deslizaba sobre la tierra húmeda del suelo. Y, entonces, cuando estaba a punto de aliviarme, la botella me apuntó directamente a mí.
Abrí los ojos de par en par y vi al otro chico con el que me había tocado besarme. Casi me atraganto al ver a un chico con el pelo azul eléctrico y una mirada oscura demasiado cargada al otro extremo.
-¡Venga! -Nos apuró uno.
Ambos nos levantamos y caminamos algo alejados de ellos. Cuando iba a volver a ver al pelo azul, este se acercó a mí con una sonrisa ladeada y me tomó del cuello para besarme casi con fuerza. No pude evitar ahogar un jadeo por la sorpresa y por la rapidez que tenía, me había pillado totalmente desprevenido.
Estaba impactado. Sus labios se movían con rapidez sobre los míos mientras yo me mantenía prácticamente estático en mi lugar: era mi primer beso. Había querido disimularlo pero ya no importaba. No sabía cuanto tiempo llevábamos en esa posición cuando decidió deslizar una de sus manos por una de mis piernas.
Abrí mis ojos con cierta alerta y él se dio cuenta. Me soltó cuando chillaron que el tiempo se había terminado, pero yo todavía tenía esa sensación. Me miró de arriba a abajo y no sin antes irse, me giñó un ojo.
Pero a mí no me hizo gracia alguna. Esa forma en la que me había tocado no había sido para nada agradable, sino todo lo contrario. ¿Qué demonios le acababa de pasar? Y lo peor de todo no era eso, sino que él se había dado cuenta de mi reacción, de mi miedo cuando lo había hecho. Mis labios y manos temblaron levemente pero lo disimulé de la mejor manera mientras volvía con los demás.
Me senté de nuevo en mi lugar y no pude evitar fijarme -más que nada, porque era imposible no hacerlo- en Taehyung, que miraba al chico del pelo azul eléctrico con un odio que se notaba a millas. Tenía la mandíbula tensa y los las manos entrelazadas con fuerza. Vaya par de imbéciles, pensé.
-¿Sabes? Pienso que eres un egocéntrico -Señalé al rubio con el dedo índice mientras hacía círculos alrededor de su cara-. Te crees muy importante y tal, pero en verdad... eres odiable.
Él rio mientras me miraba con cierto brillo en los ojos.
-Pienso que te haces el serio pero en verdad eres más que eso, ¿No es así, Yoongi? ¿Porqué tus padres te trajeron hasta este lugar entonces? -Se acercó a mí y me susurró en el oído- Quizás es porque el niño se portó mal. Porque no conseguía llegar a lo que ellos querían, ¿No?
Reí con sorna y sin gracia. Ese comentario acerca de mi vida privada -que ahora no parecía ser tan privada- era algo en lo que ese enclenque no debía inmiscuirse. ¿Cómo demonios sabía aquellas cosas sobre mí? Alejé esas dudas mientras me concentraba en una respuesta que pudiera debilitarlo al igual que él o hizo conmigo.
-Tú no te sales del saco. Queriendo seguir todas las normas de papi pero ahora drogándote conmigo.
-Las normas no son más que patrañas de la sociedad -Dijo mientras alternaba su mirada entre el cielo y conmigo-. ¿Acaso piensas que los de allí arriba las cumplen al pie de la letra? ¡Es casi imposible, vamos!
Supuse que con "lo de allí arriba" se refería a todos nuestros superiores. Tenía razón, yo tampoco pensé nunca que ellos cumplieran tantas normas: era humanamente imposible. Pero, ¿Para qué me estaba diciendo él todo esto? ¿Cuál era el propósito?
-¿Te refieres a tu padre? -Contraataqué- ¿Por eso compró esta mierda de lugar, y os mudásteis?
Una sonrisa ladina adornaba su rostro. Antes de responderme, preparó otra raya de cocaína que con gusto nos esnifamos. La única luz que nos alumbraba era la de un viejo farolillo que estaba semi destrozado a nuestros pies junto a los restos de droga. Se oía el murmullo de la música y el resto de la gente, solo que estaban lo suficientemente alejados como para oírnos.
-Supongo que nos estamos tomando muchas confianzas, ¿No, Yoongi? -Suspiró- Como tú mismo dijiste, no somos amigos.
-¿Entonces porqué sabes todo sobre mí? -Pregunté sin poder evitarlo.
Mierda. Ese era mi primer error, lo supe cuando vi que la sonrisa que tanto miedo me proporcionaba de Jimin se hizo presencia.
Acababa de mostrar una debilidad contra él.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro