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Capitulo 4 -¿Qué pact-

Después de que una tipa me despertara de la peor forma posible -a gritos- salí de mi habitación con una mochila de color blanco colgada del hombro derecho. Estaba de muy mal humor, odiaba y siempre había detestado que me despertaran de esa forma. Era muy molesto y por supuesto, me desagradaba.

Bajé los escalones con notable cansancio, viendo como chicos más altos y bajos que yo pasaban con mucha más prisa, haciendo que alguno que otro me empujara y que yo los maldijera por lo bajo. ¿Cuál era su problema? ¿¡Por qué demos todos tenían que joderme la mañana!?

Como si fuera poco, tuve que caminar casi hasta la otra punta del edificio para poder llegar a mi clase muerto de hambre por no haber podido desayunar por culpa de una de las señoras. Según ella, debía de levantarme a las seis de la mañana para poder comer con todos los alumnos, cosa que no iba a ser posible, pues no pensaba levantarme a tan temprana hora para juntarme con más gente con la que no pensaba socializar.

Entonces, supe que había llegado tarde. Pude ver que todos los alumnos estaban sentados en sus respectivos lugares mientras que yo estaba fuera de la clase. Resoplé con angustia y con los nudillos de mis puños, golpeé la puerta. Toda la clase se calló y la profesora empezó a caminar a mi dirección.

¿Conocéis esa sensación de pánico? Cuando las manos empiezan a sudarte por mucho frío que haga y aunque por mucho que te hagas el chulito se te baja en dos segundos. Esa era la sensación que sentí en ese momento, pues después de ver el poder que representaban las señoras allí no quería enfrentarme a ninguna -a no ser que fuera la de recepción-.

-Min Yoongi -Dijo nomás abrir la puerta e inconscientemente me enderecé-. Llegas veinticinco segundos tarde, más vale que no se vuelva a repetir.

-¿¡Veinticinco segund-

-¿Tiene quejas? -Habló con una voz aguda proveniente del averno. Claramente no tenía ninguna queja, de modo que cerré la boca en estado de shock- Espero que así sea. Pase y siéntese en la primera fila.

Primera fila. ¿Primera fila? ¿Cómo iba a dormir en primera fila?

La seguí y me sentí siendo observado por los que eran quizás unos veinte pares de ojos. Con incomodidad, arrastré la silla y me senté en ella. Lo demás fue peor todavía, pues tuve que desabrochar el cierre de mi mochila con el silencio que había. Fue realmente incómodo.

-Y bien, como os iba diciendo, tendréis el honor de compartir clase con el hijo del director, Park Jimin -Habló la profesora.

¿Qué? ¿Había escuchado bien? ¿¡Otra vez el pesado de Park Jimin!? Y sobretodo, ¿Honor? El único honor que podía recibir de aquel lugar era una carta de expulsión a mi casa.

Dos segundos después, Park Jimin entró al salón. Para qué mentir, podía asegurar que a él podía parecer perfecto por fuera, pero era alguien realmente extraño. Vestía tan impecable que el traje que se usaba como uniforme se hacía agradable a la vista cuando él lo llevaba. Tenía el pelo rubio peinado hacia atrás y lucía una gran sonrisa que, por lo visto, había deslumbrado a más de la mitad del salón -incluyendo a la profesora, a quien no le faltaba demasiado para babear sobre la mesa-.

-¿Profesora? -Dijo con tono dulce, ¿Acaso se podía ser más versátil? ¿Cómo podía hablar de esa forma cuando hacía dos días se había metido hasta arriba de rayas conmigo? - ¿Dónde me puedo sentar?

La mujer, para mi vergüenza, boqueó un par de veces y señaló el pupitre que estaba a mi lado.

-Siéntate al lado de Yoongi, como alumno estrella que eres, podrás ayudarlo.

Todo lo demás sucedió a cámara lenta, tal como una catástrofe lo hubiera hecho. El chico ejemplar se acercó a su lugar a paso lento, haciendo sonar sus finos zapatos sobre el viejo parqué que cubría el suelo. Todos los alumnos lo miraban como si fueran idiotas, con la boca abierta de par en par y la baba casi cayéndose al suelo. Vale, podía admitir que era atractivo pero... ¿Tanto escándalo?

-Profesora -Alcé la voz para que esta me oyera-. Prefiero no sentarme aquí, ya sabe, es mucho... honor.

-No importa Min, eso le hará más responsable.

Y como la maldición que solo un mismísimo demonio hubiera lanzado, Park Jimin se sentó a mi lado. Hice una mueca de horror y me eché todo lo que pude hacia el lado de la pared, aunque él parecía no comprender lo que el espacio personal y vital significaba, porque comprendió el hecho de que me apartara como una señal para acercarse.

Solté un improperio entre dientes, él mantenía una sonrisa impecable. Siempre lo hacía, siempre sonreía irritablemente.

-Abrid el libro por la pág-

Dejé de prestar atención en el primer momento en el que la profesora empezó a explicar el temario. Me dejé caer sobre la mesa tratando de conciliar el sueño, pero al parecer hoy no sería un buen día para mí. Park Jimin empezó a tocar mi brazo insistentemente. Hice mala cara aunque era incapaz de verme, de modo que le propiné un manotazo.

-Ey, Yoongi.

Giré todo mi cuerpo hacia el otro lado. ¿No se podía callar aunque fuera por dos minutos seguidos?

-Yoongi, pst. Pst Yoongi -No dejaba de susurrarme al oído- Yoon-

-¿¡Qué mierdas quieres!? -Le grité en susurros, volviendo a enfrentarlo.

Este se rió como un niño pequeño. Se estaba riendo porque sabía que me estaba molestando.

-Eres demasiado lindo cuando te enfadas.

¿Qué mierdas? Volteé hacia varios lados para ver si alguien más había escuchado lo que yo, pero parecía que los demás estaban tan absortos en la clase que ni siquiera eran conscientes de lo que acababa de decir. Estaba a punto de volver a girarme totalmente sonrojado, pero él puso una de sus manos sobre mi pierna de manera posesiva. Me quedé de piedra, Jimin parecía disfrutar toda la incómoda situación.

-¿Por qué te sonrojas? -Dijo y deslizó su mano- ¿Ahora sí que me prestas atención, verdad? -Rio.

Por mi parte, lo único que podía hacer era sonrojarme y verlo con cierto temor. ¿De dónde había salido este Jimin?

-Hoy a las cinco pasaré por tu habitación. Más vale que estés listo, tienes que asistir al "pacto".

Negué varias veces con la cabeza. No tenía ni la menor idea de qué era lo que se le pasaba por la cabeza al rubio, de qué "pacto" me estaba hablando. No pensaba asistir a nada, lo único que me podía causar seguir sus consejos y sus instrucciones sería más tiempo del que me quedaba aquí, y eso no era lo que buscaba. Necesitaba salir y rápido, no hacer cosas estúpidas. Menos con su compañía.

-No.

Un silencio.

-¿No?

Negué con la cabeza.

-Verás, esto no es una invitación. Debes ir. Conmigo.

Bufé con desdén.

-Lo digo enserio, Min. A las diez estaré en tu habitación.

-¿Qué es lo que no entiendes de dejarme en paz? No pienso seguir tus obligaciones, eres un payaso.

Me dedicó una mirada filosa antes de decir:

-Yo seré un payaso -Escupió-, pero tú formas parte de mis títeres.


-Y según él tengo que ir a un estúpido pacto, ¿Acaso lo ves normal?

El pelinegro, quien estaba apoyado en la pared vestido de camarero y fumando, ni siquiera me miró.

-Totalmente normal. De hecho, tú ya sabes que nadie quiere estar aquí realmente. En eso consiste el pacto, es una especie de protesta contra todas estas normas estúpidas, donde prometemos que cada uno hará lo que quiera por su cuenta y nadie revelará a nadie. Simple y fácil de llevar a cabo, así todos somos felices.

-Ya veo -Asumí-, pero de todas formas, paso totalmente de ir con Park Jimin. Te lo digo muy en serio, ese chico está algo -Hice señas con mis manos- mal.

-No sabes de lo que hablas. De hecho, ¿Sabes qué haría yo? Usarlo como si fuera un comodín.

-¿Un comodín?¿A qué te refieres?

-¡Venga ya! -Habló con obviedad- Llévate bien, interactúa: ser cercano a Park Jimin te puede dar muchas ventajas.

Lo pensé. Ser cercano a algún familiar cercano al director siempre debía de ser bueno, pero como este tipo de ofertas no se encontraba ninguna. Él era Park Jimin, el hijo del director en un reformatorio. La cantidad de beneficios que podía sacar era desmesurada, y aunque nunca me había gustado hacerle la pelota a las personas ni ir detrás de ellas... esta ocasión era levemente diferente. Quizás incluso podía salir antes de aquí.

-¿Y tú? -inquirí.

-¿Yo?

Bufé y rodé los ojos con total obviedad. Jungkook pareció entender porqué le preguntaba y se hizo el sorprendido.

-¿Taehyung? Un estúpido, un idiota, un imbécil, un insensat-

-Para, para. Ya lo he entendido -Me saqué una cajetilla de cigarrillos del bolsillo de mi pantalón, vi de reojo cómo el pelinegro me seguía con la mirada-. ¿Quieres?

Pareció dudar, pero sin más extendió el brazo y sin mirarme le tendí el cigarro y se lo prendí.

-No te acostumbres.

-¡Pero si me lo acabas de ofrecer! -Rio y yo reí con él- En fin, trata de sobrevivir esta noche.

-Va a ser complicado.

Me miró de reojo.

-Estar acompañado de Kim Taehyung sí que es complicado, no con el niñito de papi rico. Tú sigue las instruccies que te he dicho, acepta todo lo que te den: comida, bebida; lo que sea. Además, debes estar atento a todo en todo momento -Suspiró y tiró su colilla al suelo-. En fin, probablemente nos veamos. Lo más importante: ni se te ocurra hablar de esto con ninguna de las señoras.

Con eso empezó a andar hacia la puerta para entrar otra vez a la cocina.

-¡Ey! -Se giró- ¿Tan importante es eso?

-Más vale que vayas -Y con eso, entró a la cocina y me ignoró por completo, cerrando la puerta de portazo.

-Será mocoso.

-¡Enanoo---

Oh, no. Oh no.

Me apresuré a recoger mi delantal y mi gorra. No quería volver a encontrarme con él otra vez, estaba harto de que me siguiera y de que no dejara de bromear y reírse de cada cosa que hacía. ¿No podía irse a otro lado a molestar? ¿Acaso era un imán de los problemas? Era muy probable.

Abrí la puerta del pequeño cuarto que ahbía en la cocina, el que utilizábamos para guardar los delantales y demás cosas. Miré hacia el lado derecho y, cuando estaba a punto de girarme hacia el izquierdo...

-Bu.

Mierda. Mierda, mierda y mierda. La cara de Taehyung estaba a penas a dos centímetros de la mía, su rostro de diversión era tan molesto que me hubiera arriesgado a darle otro puñetazo con tan solo borrarle esa sonrisa. Quería saber si en algún momento importante también sonreía de esa estúpida forma. Lo miré con cierto detenimiento sin saber muy bien qué hacer, de modo que lo único que se me pasó por la mente fue dar media vuelta y tratar de correr.

Pero entonces, unos brazos se enrollaron en mi cintura asfixiándome y me detuvieron casi al vuelo.

-¿Qué haces? -Susurró en mi oído, haciendo que los pelos se me erizaran.

No respondí nada. Pensé que quizás la mejor forma para hacer que me dejara en paz sería hacerlo a la inversa, callarse para que este dijera todo lo que quería decir y así pudiese dejarme tranquilo. Pasaron un par de segundos así, en silencio y a solas. El resto de trabajadores habían salido de la cocina minutos atrás festejando, mientras que yo trataba de huir de este sujeto.

-¿Puedes responderme, enano?

Enano. Enano. Si Dios supiera cuánto se podía llegar a odiar, repudiar y aborrecer una palabra por culpa de los demás.

-No me llames así -Taehyung soltó una risita-. Lo digo en serio, sabes que me jode. Deja de hacerlo -Hablé firmeza- y suéltame. Me molestas.

-Lo sé. Te he oído en la hora de descanso "estúpido, idiota..." estoy acostumbrado a este tipo de... menciones. Sí.

Con mis propias manos traté de zafarme de su agarre, el cual se apretaba cada vez en poco más. Me daba cierto temor, una sensación de pesadez y a la vez agobiante tenerlo tan cerca. No me gustaba, me hacía sentirme mal.

-Sabes que hoy es el pacto -Asentí-. Necesito que me acompañes. No te lo tomes como algo personal, pero mi amigo me ha dejado por el drogadicto de tu amig-

-Cierra la boca. Mejor ser amigo de un drogadicto a ser amigo de semejante cosa a lo que eres tú. No pienso acompañarte, búscate a otro.

Resopló a mis espaldas, podía jurar que había rodado los ojos.

-Hagamos un trato -Insistió-: Tú me acompañas y yo te enseñaré un lugar fuera de aquí.

Fuera de aquí. En el exterior. Esas palabras rodaron en mi mente durante unos segundos, la tentación era obvia y más que palpable. Y es que, de haber recordado que la salida sería acompañado de Kim Taehyung, no habría aceptado. Pero no fue así, de modo que cegado por la oferta de salir aunque fuera solo por un pare horas, acepté.

Di media vuelta quedando frente a frente y disimulé -para mi sorpresa- bastante bien mi emoción.

-Está bien, pero si me estafas me encargaré de que tengas más heridas en la cara.

Al alzar la mirada pude ver una mueca de satisfacción y de felicidad en su rostro. La odié, odié que él se hubiera salido con la suya, pero iba a valer la pena. Después de tanto tiempo... podría volver a salir al exterior. ¿Quién podría decirlo? ¡Si incluso extrañaba el hecho de pasear por un par de calles maltrechas?

Solo que no era consciente de la cantidad de acontecimientos que podía dar a pie con eso.


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