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Capítulo 3- Encuentros privados.

Me levanté como lo era de costumbre en aquel estúpido lugar. Me habían asignado una habitación apartada, como si yo fuera un perro o algo así. Me sentía pésimo, como si me hubieran desechado -que en verdad, lo habían hecho-.

Como si fuera poco, estaba el hecho de que no había sido totalmente mi culpa. Todavía no podía olvidar la estúpida sonrisa que me dedicó Kim Taehyung cuando aparecieron las demás señoras. Al llegar a esta habitación,  sentía tanta rabia que temblaba. A pesar de que no era la primera vez que se metía conmigo, esta iba a ser la última. Estaba cansado de que después de tener que irme de mi casa todo hubiera resultado ser una mierda.

Me vestí con el horrendo uniforme que tenía aquella escuela. A pesar de que ayer había podido entablar conversación con una persona decente, el chico de pelo negro amargado, hoy probablemente estaría solo rodeado de gente estúpida.

Me peiné el pelo con las manos a las seis de la mañana, decidido a empezar el día. Normalmente no tenía que estar a las seis de la mañana allí, pero hoy me tocaba pagar con el castigo por haberle pegado al imbécil ayer. Tenía que colaborar en las faenas de la cafetería hasta que "mejorara mi comportamiento".

En mi opinión, el que debía mejorar su comportamiento era él. Si cambiara su forma de hablar, de comportarse -e incluso, de ser-, sería mucho mejor. O si directamente se mantuviera a unos diez metros de mí, sería perfecto.

-A la mierda -Dije después de intentar atarme la corbata que debíamos llevar y salí de la habitación.

Mi aspecto no era el peor -tampoco el mejor-, pero el rostro que ofrecía al mundo probablemente hubiera acabado con toda la paz mundial.

-Buenos días -Le saludé de mala gana a una de las señoras que estaban vigilando por los pasillos.

Ella solo me dedicó una mirada desaprobatoria, mirándome de arriba a abajo como si fuera escoria. Estaba bien, no me importaba que me mirara así mientras ella continuara vistiéndose con atuendos de la edad media. Seguramente debía de repelerle por ser un alumno que había salido de "la habitación solitaria", un nombre muy creativo para una habitación que se utilizaba para expulsar a los alumnos con un comportamiento inadecuado.

Pasé por todo el pasillo y continué caminando hasta entrar por una de las puertas traseras del comedor, una de las que solo estaban habilitadas para los cocineros o  relacionados. Empujé la puerta con más desgana de la que tenía al levantarme: eso de pasarme el día trabajando allí encerrado no me hacía la más mínima gracia.

Pero la poca que me quedaba se me esfumó en el momento en el que vi los sujetos que estaba dentro de la cocina. Kim Taehyung estaba hablando con Park Jimin. Estuve a un par de segundos de dar media vuelta e irme de allí, pero ellos me vieron. Los que estaban hablando dejaron de hacerlo y Jimin salió de la cocina, dejándonos al estúpido y a mí solos.

Eso podía terminar o muy bien, o muy mal.

Después de conocer un poco a ese par, pude adivinar que eran amigos. Muchas veces el hijo del director defendía a Taehyung, y viceversa, también los veía reunirse a menudo.

Sin quererlo, la puerta se cerró de golpe y eso causó un ruido demasiado fuerte. Bueno, a decir verdad no había sonado tanto, solo que sí lo suficiente como para que el imbécil que estaba apoyado en una mesa dirigiera la mirada a mí y me mirara fijamente.

Tragué saliva. Me quedé quieto sin saber porqué, toda la valentía que creía haber tenido se esfumó de golpe. Me sentí demasiado pequeño ante la mirada de ese chico que parecía poder escudriñarte incluso el alma si así lo deseaba. Pude fijarme que, sobre el pómulo derecho, descansaba un moratón de color casi negrizo. Sí que le había hecho daño.

Y por eso, quise reírme, sino hubiera sido porque el sujeto empezó a caminar hacia mí.  Inconscientemente, me eché hacia atrás.

-¿Qué haces aquí, enano? -Inquirió sin dejar de buscar mi mirada, cosa que no obtuvo ya que yo la esquivaba todo el tiempo.

Quería mirarle fijamente para dejar bien claro que yo podía ser más fuerte que él, pero no podía. Sentía temor de mirarle a los ojos estando tan cerca, aunque tampoco iba a suceder nada malo por ello, ¿Verdad?

-Cierra la boca imbécil -Dije tratando de esquivarlo, pero entonces puso una mano a mi costado sobre la pared.

-¿Qué haces aquí? -Repitió como si yo le debiera una respuesta.

Entonces lo empujé con las palmas de las manos, haciendo que este retrocediera un par de metros, anonadado. Abrió levemente los ojos, como si no se esperara que yo le hubiera hecho eso.

-Currar por tu culpa, ¿Entiendes? -Respondí con odio.

Él se rio en mi cara. Detestaba que hiciera eso, me daba impotencia saber que se estaba burlando de mí. Me daba asco.

-Ah -Habló como si tuviera algo importante que decir, aunque aseguraba que de esa boca no saldría nada más que una sarta de estupideces-, tienes que limpiarme las heridas y curármelas. Lo ha dicho el líder.

Lo miré con mala cara. El chico, que tenía el pelo naranja desordenado, me miraba con diversión. ¿Acaso a él le divertía aquello? ¿Se lo estaba pasando bien con mi sufrimiento, el muy bastardo? Era obvio que al tener una buena relación con Jimin, por ende la tenía también con su padre.

-Ni muerto -Lo corté, y traté de pasar por su lado, solo que él puso un brazo suyo como barrera. ¿Acaso se creía guay?- ¿Qué haces, el machito de barrio? -Reí irónicamente.

-Si no lo haces, son capaces de ponerte un reporte y enviártelo por correo a tu casita -Se acercó a mi oído y susurró-... y a tu madre no le haría mucha gracia recibir una notita de su hijo desaparecido, ¿No crees?

Lo pensé. Si hubiera sido por mí, este sujeto estaría cinco metros bajo tierra, pero no se trataba de mí. Los ojos se me cristalizaron y tuve que esforzarme para no llorar delante suyo, eso sería un motivo más para una de sus múltiples risas y burlas.

-Está bien, pero quita el jodido brazo si no quieres que te lo parta -Dije esto más bajito para que no me oyera.

Él lo hizo con una máscara triunfal en su rostro, y antes de que pudiera encaminarme a la cocina añadió:

-¡Que sepas que tienes que atarte la corbata!

Imbécil.

-¡Joder! -Dije cuando parte del aceite hirviendo se me derramó por el brazo.

-¡Jungkook, estás atrasando los pedidos! -Me gritó uno de los cinco camareros que debía haber allí.

-¡Un momento!

Me marché momentáneamente a la sala donde guardaban todos los botes y demás de cocina y agarré un maletín de emergencias que se encontraba tirado en el suelo. Lo abrí con una rapidez impresionante y saqué un rollo de esparadrapo, que me coloqué rápidamente y sin piedad sobre el brazo, aprentándolo para que el dolor se disminuyera. Había oído decir que si hacías este tipo de cosas las heridas cuasadas por quemaduras dejaban de doler.

Salí corriendo de allí y me dirigí a la cocina, muchas de las cosas quemándose y todos mirándome con mala cara.

Me di prisa en tratar de arreglar todo aquel estropicio causado por mi culpa, pasando platos a todos los camareros que había en el lugar -sí, incluído Taehyung, quien hacía comentarios que casi me obligaban a tirarle los platos en la cara- mientras sudaba como nunca lo había hecho. Ni en las clases de educación física.

Cuando por fin llegó el descanso de la mitad del día, dejé el delantal sobre una de las mesas de allí y salí casi sofocado de la cocina hacia el jardín, por una de las puertas traseras. Tenía tan solo veinte minutos parea tener que volver a aquella rutina tan destructora. No podía más, chorros de sudor bajaban por mi frente y mi pelo estaba totalmente mojado.

Respiré un par de veces cuando una voz me sorprendió:

-¿Nada mal el castigo, eh? -Habló Min Yoongi .

Lo visualicé a mi lado, pasándose las normas de lo  del uniforme por el arco de triunfo, pues seguía vistiendo una de sus sudaderas negras. Podía comprenderlo, era tan horrible tener que vestir con aquellas prendas de monje que era totalmente justificable.

-Ni me lo recuerdes -Me apoyé en una barandilla que tía delante- El día me ha ido como la mierda, ¿Y sabes qué?

-No, no lo sé -Dijo sarcástico- ¿Qué tal si me lo cuent-

-Ya he pillado tu sarcasmo -Hablé con obviedad-. Me veo obligado a limpiarle las heridas al de ayer.

Mi amigo abrió mucho los ojos en un claro gesto de sorpresa y se metió las manos en el bolsillo. Se apoyó contra la pared y sentó en el suelo, tan tranquilo.

-Este lugar no deja de sorprenderme -Rió- Ayer Jimin, hoy su amiguito...¿Quién falta por unirse a la fiesta?

No dije nada al respecto. Tenía razón, todo esto no debería estar sucediendo. A mí no me gustaba en lo absoluto relacionarme con ese tipo de personas, pero después de que el turno se terminara no pensaba ni intentarlo. Tenía muy claro el hecho de que jamás me volvería a acercar a Taehyung, por mucho que me molestase, debería resignarme. No quería tener que volver a trabajar en un lugar como la cocina, era horrible.

Me fijé en que Yoongi era algo similar a mí. De repente, se sacó un cigarrillo del bolsillo trasero del pantalón y con un rápido movimiento se lo llevó a los labios y lo prendió. Me quedé hipnotizado durante segundos mientras veía el humo perdiéndose en el aire. Muchos recuerdos de mi pasado acudieron a mi mente, de modo que sin pensarlo le pregunté:

-Ey, ¿Me das uno? -Señalé descaradamente la colilla.

Él me miró y enarcó una ceja, como solía hacer de costumbre.

-Parezco el estúpido camello -Dijo, cortándome las pocas esperanzas de que realmente me fuera a dar un poco, pero entonces sacó otro y me lo tendió- Ten anda. Tanto trabajar...

Reí para mí mismo y lo tomé entre mis dedos. A pesar de que me costó un poco pillarle el ritmo, finalmente terminé fumándome aquel cigarro como si llevara haciéndolo toda la vida. Aunque era un hábito que ya tenía inculcado desde mi infancia gracias a mis padres, pero era otro tema.

Pude sentir tranquilidad. A pesar de que hacía algo de calor, el invierno se notaba. En las personas, en el amnbiente, incluso en las plantas. Todo estaba teñido de una helor invisible, porque los problemas y las cosas que realmente duelen no se ven a simple vista.

Eso es lo que  sentí al darle la primera calada al cigarro. Helor y recuerdos que no quería recordar.

-Ya está bien por hoy -Dictó uno de los miembros más importantes en la cocina, haciendo que los cocineros, camareros y demás relacionados dieran por completada su jornada.

Para ese entonces, yo me sentía mental y físicamente agotado. Salí de allí lo más rápido que pude, pero cuando me encontraba en los pasillos principales para dirigirme a mi habitación con Yoongi -pues ya había cumplido el castigo de la habitación, pero no de la cocina-, alguien me llamó desde la otra punta del pasillo.

-¡Enano! -Gritó una voz conocida- ¡Jeon Jungkook!

Mierda. Kim Taehyung. ¿Cómo demonios sabía mi nombre?

Apartando esa duda de la cabeza, traté de caminar más rápido. Sabía perfectamente para qué me buscaba, y para ser sincero no tenía ni la más mínima ilusión por limpiarle las heridas a un niñato que también tenía manos. Me sentía hastiado y cansado.

Pero entonces, él me tomó del hombro y me dio la vuelta.

-Me parece que te estás equivocando de habitación -Dijo, y como si nada, me agarró la mano como si le poseyera y empezó a caminar hacia la dirección contraria.

Me negué y traté de patearlo, sin embargo; él era mucho más fuerte que yo. Empezamos a toparnos con gente y entonces me preocupé.

-¿Me puedes soltar la mano? -Pregunté- Nos pueden ver, no quiero que me cojas de la mano.

-Eres un aburrido, ¿Lo sabías? Deja de pensar en los demás.

Me quedé pasmado mientras íbamos ascendiendo las escaleras. Lo primero que podía pensar al vernos tomados de la mano era que éramos una pareja. Y no, no quería tener ningún tipo de pareja, menos si se trataba del imbécil. Sólo podía sentir repulsión hacia el muchacho. Además, en un internado de monjas... no estaba para nada bien visto que dos chicos mostraran demasiado afecto entre ellos.

Por un momento me olvidé de todas aquellas preocupaciones, fijándome en un detalle: Taehyung tenía la mano tan grande que casi asfixiaba la mía, además de que probablemente no me conveía el hecho de tratar de zafarme, pues si quería podía mandarme a la luna una bofetada. Bueno, no tan literalmente.

Pasamos por el último pasillo y él se dirigió a una puerta, que abrió rápidamente. Varios chicos de allí nos miraron raro y se fueron cuchicheando cosas, eso no me gustó para nada. Taehyung abrió la puerta y entramos a una habitación que era similar a la mía solo que... mucho más desordenada. Tenía todos los pantalones y camisetas tirados por encima de la cama y del suelo, una mochila y libros y apuntes esparcidos por toda la habitación.

-Vaya asco -No pude contenerme.

-Es lo que hay -Dijo-. Voy a por las curas y vengo.

Me quedé de pie mientras examinaba todo aquello a mi alrededor. Mirado de otra forma, la habitación era muy infantil. Tenía estrellas pegadas al techo, me gustaría haber preguntado porqué. Tenía colecciones de figuritas, muñecos y peluches en estanterías, aviones de papel colgando del techo como si estuvieran volando. Era una pasada, pero lo fue todavía más cuando vi en un rincón de la habitación la caja de una consola con la que yo había soñado día y noche.

Me quedé embobado viéndola y, de no ser porque Taehyung me toca el hombro no me doy cuenta de que todavía me encona en su habitación.

-¿Qué quieres? -Dije de mala manera, pero me fije en su matín de primeros auxilios. Era un exagerado, de verdad- Ah, claro. Siéntate o algo.

Este obedeció y se sentó encima de cama. Me acerqué todo lo que pude a él y agarré alcohol.

-No me hagas daño -Dijo en un tono serio, aunque sabía que también estaba haciéndolo para molestarme.

Cerró los ojos y vertí un poco de alcohol, solo que sin querer el bote se me movió y terminé desperdiciando una gran cantidad, haciendo que se le derramara encima de la ropa. Este se quejó, pero no le tomé importancia. Que se joda, pensé.

Tuve que acercarme todavía más cuando empecé a ponerle la pomada. Era demasiado incómodo, solo se oían nuestras respiraciones en toda la habitación y estaba a milímetros de su cara tratando de no estropeársela todavía más. Era una buena oportunidad para pegarle un puñetazo, sin duda, pero me retuve. No quería pasar el doble de tiempo en la cocina y tener que convivir con ese engendro.

Entonces Taehyung abrió los ojos. Puedo jurar que en mi vida había presenciado una mirada tan penetrante como aquella, tan profunda. Traté de esquivarla pero esta buscaba a mía a propósito, para ponerme nervioso y que la piciara. Estaba seguro.

-Deja de mirarme, me molesta.

-A ti te molesta todo, te molesta que te llame enano y te molesta que te mire -Suspiró- Dime, Jeon Jungkook, ¿Qué no te molestaría a ti?

Retiré mis manos de su cara y lo miré.

-Que me dejaras en paz y que desaparecieras. Eso no me molestaría en lo absoluto -Afirmé mientras dejaba lo que había utilizado para curarlo en su sitio del botiquín.

Me di media vuelta para salir de allí, pero él me tomó del brazo. No pude evitar ahogar un quejido, pues anteriormente me había quemado ahí.

-¿Qué es esto? -Dijo tirando a lo bruto el esparadrapo que yo había utilizado para vendarme el brazo, arrancándome un grito de dolor -Eres estúpido, la verdad.

-¡Mira quién lo dice! -Empezó tocar mi brazo de forma curiosa- ¿Puedes parar? ¡Deja de hacer eso, maldita sea!

Entonces tiró de mí hasta que yo quedé sentado en la cama y empezó a hecharme cremas y cosas raras en el brazo. Me sujetaba con fuerza de la muñeca, y cada dos por tres yo me quejaba por el dolor que causaba su tacto sobre mi piel totalmente quemada.

-¿Enserio? ¿Quién se pone esparadrapo en una quemadura? -Habló más para sí que para mí.

-¿Insirii? ¿Quiin si pini ispiridripi in ini quimidiri? -Lo imité, a lo que él reaccionó apretándome el brazo a propósito -¡Idiota! -Grité.

-Cállate, no me dejas concentrarme -Dijo como si rente se estuviera concentrando.

-Tú nunca me dejas concentrarme, te pasas la vida jodiéndome y insultándome y encima he de pagar por ello. Y me vienes tú quejándote porque me estás curando una herida que he dicho que no tocaras, así que es tu culpa-Dije en voz baja, casi un murmuro pero rápidamente.

Taehyung levantó la mirada y la fijó en mis ojos, haciendo que me sintiera demasiado incómodo. Y no dijo nada, como si con eso fuera suficiente y terminó de "curarme" el brazo. Debía admitir que estaba mucho mejor que cuando yo lo había hecho, pero no quería que me tocara. Me molestaba, lo consideraba repulsivo y me daba incluso asco tenerlo tan cerca. Él era el que no dejaba de molestarme, el culpable de todo maldita sea.

-Ya puedes irte -Dijo sin más.

Y eso hice, sin querer pasar un segundo más en aquella habitación, me levante de la cama y salí casi corriendo de allí.

No entendía qué demonios acababa de pasar.

















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