Cuatro
Durante las tres de la tarde, un golpeteo a mi puerta me despertó, abrí mis ojos lentamente, para mi sorpresa la luz del sol que bañaba mi cuarto durante la tarde no estaba. Me levante de la cama, pude notar el cambio climático, hacia frio y el cielo que divise a través de la ventana estaba cubierto por nubes grisáceas que amenazaban con desatar una tormenta.
Al tercer golpe atendí la puerta y cuando lo hice me arrepentí profundamente.
No se trataba de un preocupado Louis que me preguntaba si podía ayudarle con su tarea de matemáticas, tampoco se trataba de mi dulce madre quien me llevaba un aperitivo y mucho menos de mi padre, quien me preguntaba sobre el cómo debía usar la computadora.
En su lugar, un sudado y mal oliente Daniel estaba frente a mí, con esa sonrisa asquerosa que solo me mostraba a mí. Y ese sentimiento que solo me llenaba el pecho cuando estaba a solas con el apareció.
Tenía miedo.
-Me parece que por fin te he atrapado - su voz enferma invadió mis oídos - es la primera vez en meses que estamos a solas, quizá debamos aprovechar.
Él se acercó a mí, su mal olor a sudor después de las prácticas junto a Louis comenzaba a esparcirse en mi habitación, sobre mi cabello y sobre la sudadera de Cameron. Abrí mis ojos ante aquel pensamiento, me quitaría su olor, aquel aroma de menta y café que solo Cameron podía conseguir, era invadido por el sudor agrio. Me lo estaba quitando, el único pedacito de Cameron que me acompañaba en su ausencia, estaba siendo invadido por él.
No iba a permitirlo.
-Si no te largas, voy a tomar la guitarra que está cerca de nosotros y la voy a romper en tu cabeza - pero a pesar del coraje en mi voz, él no se marchó.
-Mi cabeza es más dura que tu estúpida guitarra - él iba a tomarme de la cintura, cuando un golpe seco se escuchó.
-Tal vez la guitarra no pueda, pero un bate de metal pueda hacer rodar tu cabeza - Louis había llegado, estaba furioso y en efecto, llevaba un bate en la mano.
Mi mirada se desvió a la persona que estaba su lado, en cuanto la vi, mi corazón comenzó a latir realmente rápido, mis piernas querían ir hacia ella y mi cuerpo añoraba su calor.
Quería tomar a Cameron entre mis brazos. Pero aunque lo deseara, eso solo traería problemas, no quería que aparte de que ella y Louis miraran a muerte a Daniel, una pelea por los celos de Louis hacia Cameron, comenzara. Así que solo me conforme con el aroma que quedaba en su ropa.
-Sera mejor que te vayas antes de que te golpeé - y ante la voz de Louis, Daniel comenzó a partir.
Antes de que el también saliera, se acercó a Cameron y le susurro algo al oído, ella no respondió, solo lo miro y asintió. Finalmente estuvimos a solas, no me importo que Louis estuviera en la casa, no pude evitar saltar a sus brazos, era su calor, el suave tacto, su olor, el sonido de su corazón, simplemente era ella.
Sentirla era lo único que necesitaba.
Me separe de sus brazos y perdí el tacto de sus dedos en mi espalda, la mire, su rostro estaba un poco rojo y su respiración no era del todo calmada, fue cuando me percate de su cuerpo.
-Estas sudando - hablé en un susurro.
-Entrenamiento con el equipo, ¿recuerdas? - yo sonreí ante ello - perdona por recibirte en este estado, seguro te da asco verme cubierta de sudor, además de que huelo mal.
-No lo haces, por más que tú cuerpo sude, solo se incrementa el olor de tu colonia - volví a abrazarla - suena extraño pero me gusta.
Ella sonrió y paso su sudorosa mejilla por la mitad de mi mejilla.
-¡Oye, eso si es asqueroso! - comencé a reír y ella conmigo.
-Pero te gusta, ¡lo acabas de decir! - trato de sonar ofendida.
-¡Hablaba de tu olor idiota!, no del sentir tú sudor en mi piel - me separe de ella y saque la lengua entre mis dientes.
Cameron rodó los ojos y volvió su mirada a mi.
-Bonita sudadera por cierto - me sonroje de inmediato, no es como si ella no estuviese enterada de que solía llevar puesta su ropa cuando estaba en casa, pero aún así, siempre es un poco vergonzoso ser descubierto.
-¿La quieres? - estuve a punto de quitarme la sudadera.
-No, se ve bien en ti - sonrió - además hace frio.
-¿Tienes frío? - pregunte al verla, no llevaba más que un short deportivo y una playera sin mangas del equipo de Básquet Ball.
-Estoy bien - su mirada se veía decaída - perdón por no llegar antes, en cuanto llegué a tu casa con Louis y el idiota, quise venir a verte - suspiro profundamente - pero, bueno ya sabes, ¿Daniel te hizo daño?
Mi corazón se sintió pesado, el verla con un semblante culpable me hacía sentir mal, quería que supiera que no era su culpa, que la culpa la tenia yo por no ser más cuidadosa.
-Sabes, mi papá me enseñó algunos movimientos de defensa, tal vez yo lo hubiese dejado inconsciente con mis habilidades de combate - tome su rostro entre mis manos - no te preocupes, todo está bien.
-Bien arma mortal - su sonrisa volvió - es hora de que me vaya a tomar una ducha y - se acerco y aspiro mi aroma - creo que tú también, hueles como un basquetbolista después del entrenamiento.
-Graciosa, eso es tú culpa y del idiota también - le dije mientras la empujaba fuera de mi habitación cuando escuche los conocidos pasos de Louis - ahora ve y date una ducha y no olvides comer bien y descansar.
Ella asintió y dándome un último abrazo salió en camino a su hogar.
Durante el resto de la tarde no volví a verla, me encargué de darme un baño y hacer los deberes de la escuela, Diana me llamó un par de veces sólo para contarme como ella y su hermano habían encontrado una rana y la habían picado con un palo y después de eso la habían convertido en su mascota, en fin, su aventura terminaba con la rana escapando por la ventana del garaje.
Cuando eran aproximadamente las once de la noche y ya estando segura de que todos en casa estaban dormidos, me levante de la cama, asegure la puerta y salí por la ventana, crucé el pequeño espacio de césped que separaba ambas casas y entre a la habitación de Cameron por su ventana. Ella estaba buscado un suéter, seguramente iba de salida a mi habitación, cuando se dio cuenta de mi presencia dejo aún lado lo que estaba haciendo y apago las luces del cuarto.
Solo nos quedaba la luz de la luna.
-Esta muy frío afuera, puedes enfermarte - dijo mientras se acercaba a mi con un suéter.
-Tu lo haces todo el tiempo, el salir e ir a mi habitación en la noche - comencé a ponerme el suéter - ya era hora de dormir en tú cama.
Cameron se acercó a mi y me abrazo por la cintura, caminamos juntas en un abrazo hacia su cama y con suavidad nos acostamos. Ella tomo una manta y abrigo nuestros cuerpos.
El sueño comenzó a tomarme lentamente, el calor del cuerpo de Cameron era reconfortante y las suaves caricias que brindaba en mi espalda, me hacían querer entregarme a los brazos de Morfeo.
Sintiendo sus labios sobre mi frente, finalmente caí rendía en el sueño.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro